Vuelta a Costa Azul: excursiones de montaña y playas de calas

Kara Ema:

Desde el primero de este mes estoy oficialmente de vuelta en la región Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), en particular en el departamento de Var (en junio estaba en el departamento de Alpes Marítimos, que queda justo al lado, entre el Var y la frontera con Italia). Al norte del Var están los Alpes de Alta Provenza, donde la semana pasada fuimos a hacer una linda excursión al Pic de Chamatte.

Como siempre, mis extraordinarios anfitriones —familiares de Charlotte— me mantienen ocupado y entretenido con diversas actividades locales. Hoy te voy a contar algunas de las más interesantes que estuve haciendo desde que llegué.

Museo arqueológico de Fréjus

Fréjus es una de las ciudades más grandes de la región, así que no podía irme sin antes pasar a conocerla, especialmente estando solo a cinco kilómetros de distancia. Ya que estábamos por ahí decidimos pasar a visitar también un fascinante museo sobre valiosos objetos históricos y arqueológicos que fueron encontrados en los alrededores de la ciudad.

Playas de calas en Saint-Aygulf

En francés de llaman plages de criques o plages de calanques—podríamos traducirlo como playas de calas o de ensenadas. Básicamente son playas con piedras y rocas en lugar de arena. En Saint-Aygulf (comuna de Fréjus) hay un montón, una al lado de la otra, unidas por un simpático sendero que bordea toda la costa llamado Chemin de Douaniers (camino de los agentes de aduana; se llama así porque antiguamente lo utilizaban las patrullas aduaneras marítimas para evitar el contrabando).

Playa de calas
Amanecer desde una cala
Desde luego que también hay playas convencionales de arena, donde también estuvimos

Excursión al Pic de Chamatte

El viernes pasado nos fuimos en coche —dos horas de viaje, solo la ida— hasta la comuna de Vergons, un pueblo pequeño —no más de cien habitantes— situado en el medio de los prealpes franceses, a unos mil metros de altura sobre el nivel del mar. Desde ahí partimos a hacer una larga y extenuante caminata por la montaña, a través de sinuosos senderos selváticos, hasta que —cinco horas y dieciséis kilómetros después—, finalmente llegamos a la cima, ubicada a unos 1880 metros sobre el mar. Nunca en mi vida caminé tanto. Y realmente valió la pena porque las vistas panorámicas desde la cima eran increíblemente imponentes y sublimes.

Una pequeña observación que noté sobre los franceses: el estereotipo de que no pueden vivir sin su vino, su queso y su pan es totalmente cierto. No hay comida francesa que no incluya estas tres cosas; y en la calle todo el tiempo te cruzas con gente saliendo de la boulangerie con bolsas de baguettes de pan en la mano. Pero hay una cosa más que los franceses aman y de la que no se habla tanto, y es justamente las caminatas. La idea de salir a caminar está bien embebida en la cultura, y la Francia está repleta de lugares públicos hermosos que se prestan a ser transitados. Incluso el idioma deja en evidencia lo mucho que aprecian las caminatas, dado que hay varias palabras para referirse a ellas: balade o promenade si es un simple paseo improvisado y no muy largo; randonnée si es una caminata más larga, con algo de planificación previa y equipamiento (mochila, bastón, provisiones de agua y comida, etc.). Lo que hice yo podría llamarse entonces una randonée montagne.

¡Hasta la próxima aventura!

Ame,
Kato