Nápoles: museo, castillos y pizza

Kara Ema:

Se va terminando mi estadía en Italia. Ya estoy en Nápoles, el último destino de mi itinerario.

Llegué el jueves por la tarde, y la verdad que no hice mucho ese día, así que podríamos pasar directo al viernes. Lo único interesante para contarte quizás es que a la noche probé pedir una «Magic Box» —en Francia la llamaban «panier» (cesta)— de TooGoodToGo a una cafetería a dos cuadras de mi hotel, para tener algo de cibo para cenar. Me salió apenas 3 € y adentro me vino un hot dog, un panino, y un montón de facturas que me vinieron bien para el desayuno de esta mañana.

La aplicación de TooGoodToGo me la hizo conocer Charlotte; la solíamos usar bastante seguido en una época, sobretodo cuando estuvimos en Bretaña. Te explico cómo funciona por si no la conocías: básicamente lo que te permite es comprar el excedente de comida que un local no llegó a vender durante la jornada. Para no tener que tirarlo, te lo vende más barato mediante TooGoodToGo. Lo bueno es que al no saber qué te va a tocar en la «Magic Box», te da la oportunidad de probar nuevas cosas que de lo contrario jamás habrías pedido.

Hoy me tomé la Linea 1 de la metropolitana para ir al Museo Archeologico Nazionale di Napoli, uno de los museos arqueológicos más importantes del mundo. La verdad es que fui sin muchas expectativas, esperando estar ahí no más de una hora, y salí bastante sorprendido por lo enorme e interesante que terminó siendo mi visita ahí. Al final estuve dos horas recorriéndolo, desde las 11:00 hasta las 13:00 aproximadamente. Lo que sí, las niñas brillaron por su ausencia como de costumbre. Y las mujeres casi siempre aparecían representadas con sus partes íntimas tapadas, mientras los hombres mostraban orgullosamente las suyas. Otra cosa que me resulta notable es que las pocas veces que se ven genitales femeninos representados en el arte antiguo, parecen los de una Barbie: sin el más mínimo detalle; sin siquiera un tajo en el medio—como si la vulva fuese solo el monte de Venus y los labios y clítoris no existieran. Mientras tanto, al falo se lo ve por doquier en las obras, y aparece en todas sus variantes y con todos los detalles y partes anatómicas posibles: glande, escroto y toda la bola.

Sobre esto sí encontré un artículo —sigo buscando uno que me explique el por qué de la falta de niñas en las obras antiguas; seguramente algo relacionado con el patriarcado—, del cual transcribo algunas cosas interesantes que dice:

El patriarcado ha intentado borrar las imágenes de lo femenino desde tiempos inmemoriales. Destruye la imagen y puede controlar la narrativa. […]

Estas estatuas representaban un valor idealizado de los roles masculino y femenino en la sociedad que codificaba una dinámica de poder y un orden social que persiste de muchas maneras en la actualidad. Es un gesto que parece irreflexivo hasta que lo ves repetirse una y otra vez; queda claro que es intencionado y deliberado, y el efecto duradero borra la humanidad femenina. Incluso las más ilustradas tenemos que desaprender las definiciones culturales de nuestro sexo que tachan nuestras vaginas de profanas, obscenas, feas.

Raro es el grafiti de vaginas incluso hoy en día. Lo he visto una vez, garabateado furiosamente en las paredes de azulejos del andén del metro de Bleecker Street. Pero los penes (y sus compañeros gemelos) están por todas partes: paredes de andamios, anuncios del metro, paredes de baños.

La civilización occidental, en su raíz, adoctrinó la vergüenza en torno a la anatomía femenina y, por extensión, a la sexualidad, y todavía arrastramos esa vergüenza de forma inconsciente. El cuerpo desnudo masculino está tan normalizado en el arte heroico que no escandaliza ni avergüenza. Pero esto va más allá de la anatomía; es un argumento para una forma de pensar. El hombre heroico se pavonea de su sexo; la mujer, incluso la mujer sexualizada, esconde el suyo.

Extractos del artículo «The lack of female genitals on statues seems thoughtless until you see it repeated» de Syreeta McFadden

De hecho —hablando de genitales—, lo gracioso de este museo al que fui hoy es que hay toda una sala entera dedicada a exponer obras de arte eróticas (en su mayoría exhibiendo falos y no vulvas, como te imaginarás por lo que hablamos recién). La llaman el Gabinetto Segreto:

El Gabinete Secreto (en italiano: Gabinetto Segreto) de Nápoles se refiere a la colección de arte erótico romano del siglo I encontrada en Pompeya y Herculano, que ahora se conserva en galerías separadas del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles, el antiguo Museo Borbónico.

Reabierta, cerrada, reabierta de nuevo y luego cerrada de nuevo durante casi 100 años, la sala secreta volvió a ser accesible brevemente a finales de la década de 1960 antes de ser reabierta definitivamente en 2000. Desde 2005, la colección se conserva en una sala independiente del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Wikipedia
Como todo buen museo arqueológico, no podía faltar la colección egipcia
Hércules
Armaduras, espadas y lanzas antiguas
No esperaba ver un esqueleta humano, pero acá está
Representación de la antigua ciudad de Pompeii antes de ser destruida
Entrada al Gabinetto Segreto
Sí, lo estás viendo bien: un pene con alas, patas, cola y… pene (y campanas colgando por alguna razón)
Sabes que estás viejo cuando las cartas con las que jugabas de pequeño ahora están en un museo (bueno, en mi defensa, están ahí porque son cartas de gladiadores, y esa era una exposición sobre gladiadores. Además las cartas Pokémon al menos se siguen usando hoy en día—de hecho Camille las coleccionaba)
Herramientas quirúrgicas antiguas
Diorama construido usando ladrillos de Lego

Cuando salí del museo me fui a caminar por el centro histórico de Nápoles, y en particular por la famosa calle Spaccanapoli. Es interesante porque tanto en esta calle como en muchas otras por las que pasé me pasó lo mismo: al principio te da la impresión de que es pedonale (peatonal) —porque ves a todo el mundo caminando por el medio de la arteria—, pero de repente aparece un coche o una moto que se intercala por entre todos los peatones. Es algo que vengo notando bastante en Italia: el hecho de que peatones y conductores de vehículos comparten las calles como un mismo espacio para ambos—de hecho en muchas arterias la acera es ultra pequeña o directamente inexistente.

A las 14:00 finalmente fui a almorzar. Me compré una Marguerita (la clásica pizza napolitana con mozzarella y pomodoro) en L’Antica Pizzeria da Michele, un lugar célebre por sus pizzas ricas y baratas.

Pizza rica y barata = muchedumbre

A la tarde me fui a caminar por la zona costera de la ciudad, pasando por:

  • el Porto di Napoli (uno de los más importantes puertos mediterráneos),
  • el Castel Nuovo (un castillo medieval),
  • la Galleria Umberto I (una galería comercial),
  • la Basilica Reale Pontificia di San Francesco di Paola,
  • el Palazzo Reale,
  • la Fontana del Gigante, y
  • el Castel dell’Ovo (otro de los castillos napolitanos)
Porto di Napoli
Castel Nuovo
Galleria Umberto I
Basilica Reale Pontificia di San Francesco di Paola
Palazzo Reale
Vista al mar Mediterráneo y al monte Vesuvio
Fontana del Gigante
Castel dell’Ovo

Más tarde, tras caer el sol, me fui a caminar por una de las arterias comerciales más importantes de Nápoles: vía Toledo. Arranqué en Piazza del Plebiscito y terminé en la estación Toledo de la Linea 1, donde me tomé la metropolitana para volver al hotel. Un dato de color: esta estación es considerada una de las más bonitas de Europa y del mundo.

Piazza del Plebiscito
Mientras andaba por vía Toledo me pedí un gelato y un caffè del nonno (crema al café)
Estación Toledo

Ame,
Kato