Día 4 en Barcelona: Laberint d’Horta y montaña de Tibidabo

Kara Ema:

El jueves fue mi cuarto día en Barcelona. Los planes para este día eran pasar la mañana en el parque del Laberint d’Horta y la tarde en la montaña de Tibidabo. Lo bueno de estos sitios es que al estar algo alejados del centro de la ciudad —y por consiguiente de la mayoría de las atracciones turísticas—, en general había bastante poca gente visitándolos, así que era un buen cambio de ritmo en comparación con el núcleo neurálgico de los barrios céntricos.

A las 10:00 llegué a la entrada del parque del Laberinto, y obviamente lo primero que hice fue ir a buscar ese famoso laberinto. Tienes que saber que desde chico siempre me gustaron los laberintos. Solía pasar horas resolviendo los que venían en la revista Genios, y jugando a un juego en mi ordenador en el que te movías por un laberinto intentando buscar la salida, la cual te llevaba a la entrada de otro, y así siguiendo. Laberinto es una de mis películas preferidas, por cierto (y no solo por Jennifer Connelly). Pero no hay nada como vivirlos en persona: dejarse perder en un laberinto, tratar de llegar a su corazón y luego regresar a su periferia, en el medio dando con una veintena de cul-de-sacs… En fin, es lo más.

El laberinto visto desde lo alto
Estatua del dios Eros en el corazón del laberinto
Una de las entradas/salidas del laberinto
Gruta de la ninfa Egeria
Bosque y estanque
Cascada
¿Cómo es que a cada sitio que voy siempre me acabo cruzando con una excursión de colegiales? ¿No se contentan con tener unas vacaciones para cada estación del año, que encima se la pasan haciendo excursiones a los mejores lugares? Estos sí que la pasan bien, ¿eh?
Antiguo jardín oriental
Plaza de los Leones
Palacio Desvalls
A

A las 13:30 arranqué la escalada de la montaña de Tibidabo. Cabe aclarar que había varias formas de subirla: en funicular, en bicicleta de montaña, en coche, a pie por la ruta (~60′), o a pie haciendo senderismo (~30′). Obviamente yo elegí la última dado que era la más deportiva y divertida.

El Tibidabo es, con 512 metros sobre el nivel del mar,​ el pico más alto de la sierra de Collserola, en el municipio de Barcelona. Es popular por sus vistas sobre la ciudad y por sus espacios naturales, que son usados con fines recreativos. […]

En la cima del Tibidabo se encuentran varios edificios, entre los que destaca el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón. Esta iglesia, debido a su diseño y su ubicación en lo alto de la montaña, y por supuesto su nombre, recuerdan a la Basílica del Sacré Cœur del barrio parisino de Montmartre.

El Parque de Atracciones Tibidabo data de 1901 y eso lo convierte en un referente histórico de la ciudad, ya que es el parque de atracciones operativo más antiguo de España y el tercero operativo más antiguo de Europa.

La Torre de Collserola, una moderna antena de telecomunicaciones diseñada por Norman Foster e inaugurada en 1992 con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, y que cuenta con un mirador en su cima. Tiene 268 m de altura y está situada en el turó de Vilana (Vallvidrera).

Wikipedia
Torre de Collserola
Templo Expiatorio del Sagrado Corazón
En la planta superior está la basílica en sí, mientras que en la inferior está la cripta
Vista al área panorámica de Tibidabo desde la planta superior del Templo

Una cosa que me pareció genial es que el parque de atracciones, si bien técnicamente estaba cerrado hasta el 6 de noviembre, tenía las puertas abiertas cuando fui y dejaban pasar a todo el mundo gratis para conocer el predio y hacer uso de sus miradores con increíbles vistas panorámicas de la ciudad. No todo estaba accesible y las atracciones claro que no estaban funcionando, pero sí se oía la típica musiquita de parque de atracciones mientras ibas caminando por ahí. Era una experiencia un tanto extraña dado que no había nadie en algunos lugares, lo cual te hacía pensar que estabas invadiendo la zona de un parque de diversiones clausurado y abandonado.

A eso de las 16:00 me fui de Tibidabo de vuelta al centro de la ciudad, a seguir recorriendo algunos lugares que me faltaron. Como prueba de lo excelente que es el sistema de transporte público de Barcelona, mira este viaje que hice para llegar de Tibidabo a Montjuïc: me tomé un bus, un funicular, un tren, un metro, y finalmente otro funicular, todo haciendo combinaciones y utilizando siempre el mismo boleto. En total habré tardado una media hora en hacer todo ese viaje combinado. Por cierto, debo decirlo: los funiculares son lo más. Me sentía como un niño pequeño tomando fotos y vídeos del funicular llegando a la estación y luego de su recorrido en subida por las vías. Sé que en definitiva no es más que un tren que en lugar de ir en la dirección horizontal convencional, va en dirección diagonal ascendente/descendente por una colina, pero como para mí es algo muy nuevo todavía, entonces me entusiasma.

Entrada al funicular de Montjuïc
Funicular llegando a la estación
Funicular en ascenso (obvio que me subí al vagón de adelante de todo)
«Noia de la trena» de Josep Viladomat (1928)
Interesante estatua con la que me topé de casualidad andando por los jardines de Laribal
Font del Gat, también en los jardines de Laribal

Pasé de vuelta por la Plaça de les Cascades —las escaleras que llevan al Palacio/Museo Nacional, que están llenas de fuentes y cascadas monumentales—, y tuve que volver a tomar fotos a todas las cascadas y las fuentes dado que esta vez estaban todas encendidas.

Como última actividad del día antes de irme al hotel, a las 17:30 me fui a pasear por el interior del centro comercial Arenas de Barcelona, y subí a la terraza para ver la vista y hacer fotos desde ahí.

Vista a la Plaça d’Espanya desde la terraza del centro comercial
Vista al Parc de Joan Miró desde la terraza del centro comercial

Ame,
Kato