Tarde paseando por el animado distrito de Shibuya

Kara Ema:

Hoy fue cuando se empezó a poner realmente interesante.

Empecemos desde el principio. Me levanté, desayuné y a las diez de la mañana me tomé el metro hacia la escuela. Hoy tuve clases hasta el mediodía nada más, lo que me dejó toda la tarde libre para empezar a conocer la ciudad.

Antes de pasar a lo que estuve recorriendo, quería contarte algunas cosas que he ido notando y anotando, dado que me llamaron la atención por algún que otro motivo:

  • Algunas estaciones ferroviarias en Tokio son tan inmensas que te puede llegar a tomar 10-15 minutos en llegar desde el tren hasta la salida. La estación de Shinjuku, por ejemplo cuenta con más de 200 salidas, con lo cual es súper importante que sepas el número de salida más cercano a tu destino y vayas siguiendo los carteles hasta llegar a ella. Normalmente las aplicaciones de mapas te dicen cuál es la salida por la que te conviene salir.
  • Hay wifi gratis en casi todos lados en Tokio: estaciones, centro comerciales, negocios, parques, etc. Lo más curioso es que en el metro hay wifi no solo en las estaciones sino mientras estás viajando también.
  • La gente camina igual que conduce: por la izquierda. Esta es una norma social implícita que la cumple casi todo el mundo, todo el tiempo y en todos lados: en aceras, escaleras, pasillos, senderos, andenes, etc.
  • En las escaleras mecánicas hacen al revés que en Londres: los que prefieren quedarse parados en un mismo escalón se mantienen a la izquierda, mientras que los que prefieren caminar porque van con apuro lo hacen pasando por la derecha.
  • Algunos sitios de comida —de esos que tienes que hacer una fila hasta llegar a la caja y pedir lo que vas a comer— tienen un lavabo en una parte para que puedas lavarte las manos mientras estás haciendo la cola.
  • En días soleados como estuvo hoy, es común ver gente caminando por la calle llevando un parasol.
  • Las puertas de los taxis se abren y se cierran automáticamente.
  • He visto personas en la calle cuyo trabajo aparentemente consiste en ver si hay un coche que esté por entrar a un lugar, pasando por la vereda. Lo que hacen cuando esto pasa es interponerse entre los peatones y el coche pidiéndoles por favor que esperen un momento mientras el coche pasa. Me parecio súper bizarro.

Dichas todas las curiosidades con las que me topé hoy —esta seguramente vaya a volverse una sección recurrente en todas mis entradas—, ahora sí pasemos al lugar por donde he estado paseando esta tarde: Shibuya.

Shibuya (渋谷区 Shibuya-ku) es una región especial de la Metrópolis de Tokio, en Japón. […] Principalmente comercial y de entretenimiento, Shibuya ha conseguido una gran popularidad entre los jóvenes en los últimos 30 años. En Shibuya se encuentran varios centros comerciales de moda; el más famoso de ellos es el llamado «Shibuya 109» (ichimarukyū). Este centro comercial es muy popular entre los jóvenes, especialmente los adolescentes, y es famoso por ser el origen de la subcultura kogal.

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Shibuya me volvió loco, lisa y llanamente. Desde que puse un pie fuera de la estación y me topé con el famoso cruce, no pude dejar de maravillarme con todo lo que iba encontrando a cada paso que daba.

Famoso cruce peatonal frente a la estación de Shibuya. Varios de los carteles publicitarios enormes que pueden verse en los edificios eran dinámicos (mostraban un video en vez de una imagen), e incluso algunos tenían también sonido.
Todos cruzaban al mismo tiempo desde y hacia todas las direcciones, dado que es un cruce particular que cuenta con un intervalo exclusivo para peatones.
Una más desde otro ángulo. Notar la gente en parasol.

El cruce de Shibuya es un popular cruce con intervalo peatonal exclusivo en Shibuya, Tokio, Japón. Está situado frente a la salida Hachikō de la estación de Shibuya y detiene a los vehículos en todas las direcciones para permitir que los peatones inunden toda la intersección. La estatua de Hachikō, entre la estación y el cruce, es un lugar de encuentro habitual y casi siempre abarrotado.

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Estatua de Hachiko

Hachikō fue un perro japonés de raza akita, recordado por haber esperado a su amo, el profesor Hidesaburō Ueno, en la estación de Shibuya, cerca de 9 años después de la muerte de este. Actualmente se lo conoce como Chūken Hachikō (忠犬ハチ公), ‘el perro fiel Hachikō’.

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Estos son los momentos en los que me alegra tener esta oportunidad única de conocer Japón en una época en que los turistas no tienen permitido el libre ingreso. De lo contrario, tanto el cruce de Shibuya como la plaza de Hachikō imagino que habrían sido un mar de gente.

De ahí me fui a almorzar. En realidad estaba buscando un lugar de comida japonesa, pero justo pasé por uno de comida americana (léase: hamburguesas) que me tentó así que terminé yendo ahí.

Cosas curiosas a notar: las barreras transparentes separando los lugares para sentarse (seguramente colocadas durante la pandemia) y los enchufes para cargar el móvil frente a cada asiento. Y en esta foto no salió, pero cerca de donde me senté había una persona durmiendo. En ningún país es habitual toparse con gente durmiendo durante el día en lugares públicos, excepto en Japón donde es de lo más normal.

Mientras estaba comiendo me puse a buscar algún sitio interesante en Shibuya donde pudiera ir después. Terminé sacándome entradas para ir a Shibuya Sky, una plataforma de observación ubicada en la azotea del rascacielos Shibuya Scramble Square, el cual —como su nombre lo indica— se encuentra a pocos pasos del cruce de Shibuya.

Shibuya Sky
Tres cosas a notar en esta foto: Tokyo Skytree (la torre que sobresale en el horizonte, cerca del lateral izquierdo), Tokyo Tower (la torre roja y blanca cerca del lateral derecho) y las pistas de tenis sobre la autopista en la esquina inferior derecha.
Helipuerto en el centro de la azotea.
Un vídeo del cruce de Shibuya visto desde arriba.
Edificio de Google, ubicado enfrente del Shibuya Scramble Square (¿llegas a ver el logo?).
Dos cosas a notar en esta foto: el parque Yoyogi a lo lejos, y el parque Miyashita más cerca (ese que es alargado y está entre dos avenidas). El primero lo dejé para otro día porque es bastante grande y estaba un poco alejado; el segundo sí fui hoy.

Algunas fotos que fui sacando a medida que me paseaba por Shibuya:

Parece que el cruce frente a la estación no es el único con intervalo peatonal exclusivo que hay en Shibuya.
Los gachapon: máquinas expendedoras de cápsulas de juguetes. Son súper populares en todo Japón.
Una tienda de Disney que me encontré por ahí.
Esta foto de cestos de basura es interesante por varias razones. Primero, porque no es muy común encontrar lugares donde desechar tu basura en Japón (se espera que uno se la guarde consigo hasta llegar a su casa). Segundo, por la forma particular en que separan los residuos: lo que puede quemarse (plástico, papel, cartón, etc.), lo que no puede quemarse (metal, vidrio, cerámica, etc.), y lo que puede reciclarse (botellas de plástico y latas). Tercero, por el simpático dibujo de un animal acompañando la señalética, lo cual es bastante común y va de la mano con la cultura kawaii tan arraigada aquí.

Kawaii (可愛い) es un adjetivo japonés que puede ser traducido al español como ‘bonito’ o ‘tierno’. […] Los japoneses utilizan la ternura en una gran variedad de casos y situaciones en donde, en otras culturas, pueden ser considerados incongruentemente infantiles o frívolos (por ejemplo, en publicaciones gubernamentales, en avisos del servicio público, en un ambiente de negocios, en la publicidad militar, en medios de transporte, entre otros).

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Hablando de kawaii y de cosas curiosas que solo se ven en Japón:

Lo que se ve en estas fotos son dos niñas de la escuela primaria, vestidas con el uniforme escolar y llevando sus randoseru (mochila típica que usan los niños de primaria en Japón), con lo cual imagino que estarían yendo desde su escuela hasta sus casas. Pero lo interesante no es eso, sino el hecho de que iban completamente solas.

Los niños en Japón gozan de un mayor grado de independiencia que en otras culturas: sus padres esperan que puedan hacer ciertas cosas por sí solos, como ir y volver del colegio, o ir a hacer una compra a un konbini. Hay un programa japonés llamado Mi primer mandado, que filma (a escondidas) a niños de dos a cuatro años caminando solos por las calles mientras realizan su primer mandado a pedido de sus padres.

Del Shibuya Sky me fui al parque Miyashita.

Acceso al parque Miyashita, ubicado en altura.
Parque Miyashita. A la hora que fui (16:15) estaba repleto de adolescentes que acababan de salir de sus escuelas e iban a relajarse en el parque y a disfrutar del hermoso día de sol.
Escultura de Doraemon en el parque Miyashita.
Máquinas expendedoras en el parque. Las usé para comprarme un café con leche frío, para merendarlo sentado en el parque.
Gente disfrutando del parque. Sobre el lateral derecho puede verse un grupo de muchachos adolescentes, y sobre el izquierdo están sentadas dos JK o joshi kōsei (chicas de secundaria), con el clásico uniforme estilo marinero.

Lo último que hice en Shibuya antes de volverme para el alojamiento, fue visitar varios de los numerosos y colosales edificios comerciales que se pueden encontrar en este distrito. Y digo «edificios» en vez de «centros» porque realmente son edificios con muchos pisos, donde en cada piso hay cualquier cantidad de comercios de todo tipo. Dos de los más importantes que visité fueron PARCO y 109. Lo que sí: iba en plan exploración y no en plan compras, al menos no por ahora.

Esto es en el Shibuya Scramble Square, que además de tener el Shibuya Sky en la azotea, cuenta con un sinfín de tiendas y comercios en los demás pisos. Por cierto, notar que no existe la «planta baja» en Japón; el primer piso (1F) es el que se encuentra al nivel de la calle, al igual que sucede en Estados Unidos.
Esto es en 109, un edificio comercial de ocho pisos orientado principalmente a la moda juvenil femenina y considerado como la meca de las adolescentes de la subcultura gyaru.
Esto es en PARCO. El piso 6 me habría dejado unos cuantos miles de yenes más pobre si no fuera por el hecho de que (1) ya iba con la idea de que hoy no compraría nada, y (2) aún estoy de trotamundos y no tengo demasiado sitio en mi maleta para comprarme muchas más cosas.

En el piso 6 de PARCO había esta clase de cosas:

Cyberspace Shibuya
Pokémon Center
Pokémon Center por dentro
Nintendo Store
CAPCOM Store
JUMP SHOP

A eso de las seis menos cuarto de la tarde me tomé el subte de regreso a casa.

No deja de sorprenderme cada vez que veo las filas formándose frente a las puertas, en preparación para cuando llegue el tren.
Otra cosa peculiar que vi de camino a casa: la forma en que la gente deja las bicis frente a los negocios (en este caso un konbini). Parecería que no le colocan ningún tipo de protección antirrobo. Simplemente las dejan ahí paradas.

Para terminar te dejo con la siguiente anécdota que me pasó hace un rato en la casa compartida donde habito con otras personas (tanto japoneses como gente de otros países).

Voy a la cocina a prepararme una cena y me encuentro con un japonés, que también se estaba cocinando algo. Le pregunto dónde están los platos y me lo indica. Agarro el primer plato de la pila y me dispongo a usarlo, cuando de repente el japonés me lo quita de la mano y me da otro que a simple vista parecía ser idéntico. Pero no: resulta que el que me había sacado tenía una pequeña imperfección en el borde, mientras que el otro estaba en perfecto estado. El que me sacó lo usó para él, por cierto.

Y si esa anécdota no es suficiente para mostrar hasta qué punto los japoneses son amables y respetuosos, acá va una más. Hace unos días me crucé con un neerlandés, también en la cocina de mi vivienda. Yo llevaba mascarilla y él no. En un momento me dice algo como: «es que yo no llevo mascarilla porque me resulta extraño andar con mascarilla por mi propia casa. Acá todo el mundo anda con mascarilla, hasta por la calle. En mi país ya casi todos andan sin mascarilla por todos lados.» A lo cual le respondí algo como: «tienes razón, no tiene sentido que usemos la mascarilla aquí dentro», y a partir de ese momento dejé de usarla dentro de la casa, incluso en los lugares compartidos.

Este japonés que me encontré hoy estaba solo en la cocina, y era pasada la medianoche, con lo cual la probabilidad de que entrara alguien más era súper baja. Sin embargo, él estaba cocinándose su cena con su mascarilla. Seguramente habrá pensando algo como: «voy a ir a un sitio compartido donde pueden entrar otras personas, así que por respeto a ellos (y a las reglas del lugar) me voy a colocar mi mascarilla, por más que esté en mi casa». Me resulta súper interesante comparar las distintas formas de pensar y de actuar de las diferentes culturas. El estilo de vida japonés es un caso extremadamente único y fascinante.

Ame,
Kato