Excursión a Shizuoka – Día 3: Susono, Mishima e intento de Haikyo/Urbex

Kara Ema:

El domingo fue el último día de nuestra expedición por la prefectura de Shizuoka.

Arrancamos el día en un hotel en Susono. En este hotel teníamos el desayuno incluido, pero curiosamente el horario en que lo servían era de 6:30 a 9:00, con lo cual teníamos que levantarnos súper temprano para no perdérnoslo. Simon prefirió perderse el desayuno y seguir durmiendo un rato más —estaba exhausto después de los cientos de kilómetros que había conducido el día anterior—, mientras que yo me levanté a las 8:15 y a las 8:30 ya estaba en el desayunador.

A las 10:30 ya estábamos en la ruta de vuelta, rumbo a nuestra siguiente atracción: Mishima Skywalk, en la ciudad de Mishima.

Mishima Skywalk (三島スカイウォーク) es un puente peatonal conocido oficialmente como puente colgante Hakone Seiroku Mishima (箱根西麓・三島大吊橋) que atraviesa un valle en el borde suroeste de la caldera del monte Hakone en Mishima, Shizuoka, Japón. La función principal del puente es ofrecer a los visitantes vistas panorámicas del monte Fuji y la bahía de Suruga. Con una longitud de 400 metros, es la pasarela más larga de Japón, superando los 390 metros del puente colgante Kokonoe Yume, en Kokonoe (Ōita), una vez terminado en 2015.

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Este puente lo descubrí yo viendo la serie Mirai Nikki en Netflix. En uno de los capítulos de este programa hay una chica que tiene que salir en una cita con dos chicos al mismo tiempo, sin que ninguno de ellos se dé cuenta de que su cita está jugando a dos puntas. Las dos citas transcurren en este puente, una en el extremo norte, la otra en el extremo sur. Cerca del puente hay una campana que cualquier persona que pasa puede tocar. La misión de la chica es que cada vez que escuche la campana tiene que dejar lo que estaba haciendo con su cita actual y atravesar los 400 metros del puente para reunirse con el otro chico que la está esperando al otro lado. El programa está hecho como si fuese un reality show, pero en realidad está todo armado (o al menos eso creo). Igualmente me resultó súper entretenido.

Mishima Skywalk (I)
Mishima Skywalk (II)
Vistas desde Mishima Skywalk (I)
Vistas desde Mishima Skywalk (II)

Lo primero que hicimos al llegar fue cruzar el puente para ir al extremo norte, donde había varias cosas para hacer, incluyendo un sendero por el bosque (Kicoro no Mori), un circuito de accrobranche —perdón que utilice el término en francés, pero es que creo que no hay una palabra para expresar esto en español ni en ningún otro idioma; accrobranche es un portmanteau de acrobatie (acrobacia) y de branche (rama), y tiene que ver con la práctica de trepar por los árboles y esa clase de cosas— (Forest Adventure), y una tirolina que te llevaba desde un extremo al otro del puente.

De esas tres cosas elegimos hacer la tirolina. Nos pusimos un casco y un arnés y nos lanzamos desde el extremo norte con un cable que nos hizo pasar por arriba de los árboles y nos condujo al extremo sur. Luego nos montamos a otra tirolina más la cual nos llevó de vuelta al lado norte.

Circuito de accrobranche
Lado norte del puente

Cuando terminamos con la tirolina ambos coindimos con que por haber sido tan corajudos nos merecíamos un helado. Vendían un solo gusto de helado original llamado そらソフト (sora soft; helado de cielo), el cual solo se puede conseguir en este lugar. Estuvo muy rico.

Helado sabor a «cielo»

De ahí nos volvimos para el extremo sur pasando otra vez por el puente.

Tirolina vista desde el puente
Puente visto desde un mirador en el lado sur

Luego pasamos por un lugar llamado Sky Garden, que era básicamente un patio de comidas y de tiendas adornado con un montón de plantas y flores.

Acceso a Sky Garden, en el lado sur de Mishima Skywalk.
Sky Garden

Nuestro siguiente destino quedaba a 140 kilómetros al oeste de Mishima; unas dos horas de viaje en coche. Más o menos a mitad de camino estaba la ciudad de Shizuoka, la cual teníamos planeado visitar el domingo más tarde, pero desgraciadamente no llegamos con el tiempo así que terminamos quitándola del itinerario.

A las 14:00, antes de llegar al siguiente destino (del cual te voy a hablar en unos momentos), paramos en un centro rutero (no sé de qué otra forma llamarlo—básicamente un lugar en medio de la ruta donde puedes parar para comer algo, ir al baño, comprar cosas, etc.) para almorzar.

Centro rutero

Almorzamos un delicioso カツカレー (katsu karē), una de mis comidas japonesas favoritas.

El katsukarē (del japonés カツカレー, a su vez derivado del inglés cutlet and curry) es un plato japonés que se sirve en un plato ancho y se come con cuchara o tenedor. Consiste en una base de arroz japonés (más conocido como arroz de grano gordo, característico por su gran tamaño y textura pegajosa) junto a una ración de curry (カレー) caliente. Ambos ingredientes son coronados por una ración de carne de cerdo carne empanada cortada en tiras llamado tonkatsu (en japonés 豚カツ) para evitar la necesidad de usar cuchillo.

Es un plato fuerte que consiste en una comida completa. Se acompaña con agua pura bien fría y a veces con sopa de miso. En Japón existen cadenas de restaurantes (como Champion Curry), algunos de comida rápida, que se centran en este plato como su única entrada en el menú, sirviendo variaciones con diferentes carnes o variaciones de curry.

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カツカレー (katsu karē)

¿Recuerdas que te había dicho que cuando estuve en Europa el año pasado descubrí mi pasión por el senderismo? Por ahora no he tenido mucha oportunidad de hacer senderismo en Japón, especialmente en comparación con lo que hacía en Francia.

En Japón he descubierto una nueva pasión: la exploración urbana. En inglés se la conoce como «urbex» (portmanteau de «urban exploration»), y en japonés existe el término «廃墟» (haikyo; ruinas) que hace referencia a los sitios abandonados que uno va a explorar cuando va a hacer urbex.

Exploración urbana (a menudo abreviada como urbex o UE) es uno de los subtipos de exploración que habitualmente se practican y que puede incluir la visita a lugares abandonados o no. Normalmente se trata de la exploración de zonas alejadas de los núcleos urbanos, zonas industriales, o abandonadas. La exploración urbana es también conocida comúnmente como infiltración, aunque algunos consideran que la infiltración está más estrechamente asociada con la exploración de zonas activas o sitios habitados. Para realizar esta práctica, los exploradores acceden a dichos lugares impensables para la mayoría, como por ejemplo por el alcantarillado o por ventanas situadas a metros de altura.

Los exploradores urbanos, siempre bien equipados, se exponen también a riesgos comunes en lugares con claros signos de decadencia. La naturaleza de esta actividad presenta diversos riesgos, incluidos los riesgos físicos y la posibilidad de la detención y castigo. Muchas, pero no todas, las actividades relacionadas con la exploración urbana pueden ser consideradas allanamiento o violaciones de las leyes de otros locales o regiones. Por parte física, corren el riesgo de sufrir accidentes. Otro riesgo común, pueden ser los vagabundos agresivos o desprendimientos en las edificaciones.

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Parece ser que Japón está repleto de lugares abandonados dispersos por las zonas más rurales y remotas del país. Incluso hay varios sitios en Internet —como Haikyo.info y Ruin’s Cat— que se dedican a recopilar y catalogar sitios abandonados en todo el territorio nipón.

Voy a intentar explicar un poco algunas de las razones por las cuales me resulta tan fascinante esta práctica:

  • La peculiar amalgama que se produce entre lo artificial y lo natural, entre el cemento y la hierba, la última ganándole terreno al primero con cada año de abandono que transcurre.
  • La solemne evidencia de cómo la poderosa madre naturaleza va reclamando el territorio que le pertenece, y que le había prestado a los humanos.
  • La atmósfera anacrónica y atemporal de estos lugares. Ir a uno de estos sitios es lo más cercano que tenemos en este mundo de experimentar viajar en el tiempo, porque realmente podría decirse que el tiempo se detuvo en estos sitios: todo quedó tal cual como se lo dejó al momento de ser abandonado.
  • El hecho de pensar que cada uno de estos lugares tiene toda una historia detrás: cientos de personas pasaron por allí en un momento. Si se trata de un colegio, cientos de chicos estudiaron allí, se hicieron amigos, tuvieron su primera novia, etc. Si se trata de un hospital, cientos de personas nacieron y murieron allí.
  • Caminando por estos lugares uno puede llegar a sentir figuras fantasmagóricas de todas estas experiencias e historias pasadas, uno puede imaginarse las vivencias que tuvieron lugar, lo animado que solía ser un sitio que ahora no es más que puro silencio, oscuridad, polvo y telarañas.
  • Caminar por uno de estos sitios me hace sentir que estoy en mi videojuego favorito, The Last of Us, dado que en este juego los personajes principales se la pasan caminando por una ciudad en ruinas, reclamada por la naturaleza.

Habiendo dicho todo esto, la realidad es que lamentablemente todavía no he llegado a tener mi primera experiencia de urbex. Iba a ser la primera experiencia tanto para Simon como para mí el domingo. Teníamos planificado ir a explorar una escuela abandonada en el medio de una montaña a unos kilómetros al oeste de la ciudad de Shizuoka, pero al final el plan no salió como esperábamos y no logramos encontrar la escuela.

El error estuvo en que no planificamos adecuadamente de antemano lo suficiente como para no perdernos y tomar un camino equivocado. Tendríamos que haber ido con mapas detallados de la zona (idealmente impresos o descargados en el móvil, dado que en el medio de la montaña no tienes señal ni Internet), marcados con el camino exacto a seguir hasta llegar a la escuela. Con lo único que contábamos cuando fuimos fue con un artículo que yo había encontrado en Internet, de una persona que fue y contaba que carretera había que tomar, dónde había que dejar el coche, y mostraba algunas imágenes de puntos de referencia para orientarse y ubicar el camino correcto. Pensé que iba a ser suficiente pero claramente no lo fue.

La escuela que queríamos visitar se llamaba Escuela Primaria Satsuka, y aparentemente fue abandonada en el año 1977. Cito lo que encontré en el sitio Haikyo.org sobre ella:

La Escuela Satsuka (天方小学校嵯塚分校) es fantástica. Pero llegar hasta allí fue bastante difícil; tuvimos que conducir por una larga y peligrosa carretera en la montaña, aparcar el coche en medio de la nada y luego subir a la cima de la montaña a pie. No puedo imaginar cómo los niños iban a la escuela todos los días de esta manera, debe haber otro camino. ¿O tal vez había un pequeño pueblo cerca de la escuela y todos esos niños venían del pueblo?

La escuela no parece muy abandonada; parece que todas sus actividades podrían reanudarse muy fácilmente. Todo sigue ahí, y sólo se necesitarían uno o dos días para limpiar y arreglar todo para que la escuela volviera a funcionar. Y eso sería encantador de ver 🙂 En el patio de recreo hay incluso un templo y un árbol de sakura. No podríamos haber pedido más.

Haikyo.org

Honestamente todavía estoy algo apenado por no haber podido dar con la escuela antes de que tuviésemos que abandonar dado a que se estaba haciendo demasiado tarde, el sol se estaba poniendo y habría sido demasiado peligroso e irresponsable de nuestra parte si hubiésemos seguido intentado buscar la escuela en el medio de una montaña por donde no pasa nadie, sin señal en nuestros teléfonos y casi sin agua restante, luego de la puesta del sol. Aparte teníamos que volver a Tokio antes de las 23:00 para devolver el coche que habíamos alquilado.

Hablando de cosas peligrosas: no te puedes imaginar el camino de montaña por el que tuvimos que pasar por el coche para llegar a… Bueno, en cualquier caso, el camino que pensábamos que nos llevaría hasta la escuela. Nunca sentí tanta adrenalina como cuando tuvimos que pasar por ese camino. Era híper estrecho: a un lado del coche teníamos la pared rocosa de la montaña pegada a unos pocos centímetros, y al otro lado teníamos el abismo. Si no fuese porque ya había sido pasajero de Simon por cientos de kilómetros y sé que conduce súper bien, jamás le habría confiado conducirme por un camino tan peligroso como ese. Jamás me habría animado a conducir yo mismo por un camino tan peligroso como ese. Con Simon a este camino lo apodamos «la route de la mort» (la ruta de la muerte). Tuvimos que pasar dos veces por este mismo camino —una para subir y otra para bajar—, y por suerte vivimos para contarlo.

Con Simon nos prometimos que pronto vamos a volver a intentar ir a explorar un haikyo, y esta vez habremos aprendido de nuestros errores en nuestra primera experiencia, y sin duda daremos con el sitio abandonado. Solo espero que la próxima vez no tengamos que pasar por ninguna otra ruta de la muerte.

De todas formas, por más que no hayamos podido encontrar la escuela, pienso que la experiencia valió la pena y la pasamos bien igual, dado que pudimos hacer algo de senderismo por la montaña y ver unos lugares verdaderamente extraordinarios. Además, se sintió bien habernos perdido en el medio de una montaña y haber estado completamente desconectados de la civilización, dado que nuestros móviles no tenían señal allá arriba.

Yendo a la montaña donde estaba la escuela
Atravesando la ruta de la muerte (notar adelante de todo donde terminan los árboles y no hay más que abismo a la izquierda)
Otra parte de la ruta de la muerte, un poco menos terrorífica dado que al menos había una barrera metálica de seguridad. Aunque algo me dice que si una rueda se te llega a resbalar hacia el precipicio, lo más probable es que la barrera se venga abajo contigo. Había partes donde había una barrera que faltaba, lo cual me hizo cuestionarme si no habría habido algún accidente en algún momento en ese lugar específico.
Esto es lo que había en el punto más bajo del abismo: un arroyo. La diferencia de altura no era demasiado grande, con lo cual la muerte no estaba 100% asegurada, pero dada la cantidad de rocas que había, es poco probable que te salves de sufrir heridas graves.
Otro arroyo y algunas cabañas
Esta es una ruta abandonada por la que nos metimos a pie, con la esperanza de encontrar la escuela al final de la misma o en el camino.
Otra parte de la ruta abandonada, con un pequeño arroyo fluyendo al costado.
Había un cartel en la base de la ruta abandonada que decía: 「この先、通り抜けできません」(«No está permitido pasar por aquí.»)

En general, pienso que nuestro viaje fue todo un éxito, dado que pudimos hacer casi todo lo que habíamos planeado, y no tuvimos ningún problema, accidente ni suceso imprevisto. Lo único que no salió como esperábamos fue la aventura urbex, lo cual es una lástima dado que era una de las cosas que más estaba ansiando hacer. Pero con la cantidad enorme de sitios de haikyo que hay para descubrir por todo Japón, ya pronto tendré nuevas oportunidades para hacerlo bien.

Después del (fallido) urbex, retomamos la ruta para volver a Tokio directamente, sin pasar por la ciudad de Shizuoka como habíamos querido dado que ya no llegábamos con el tiempo. Tras unas tres horas de viaje y 250 kilómetros de ruta, finalmente llegamos a Shinjuku a eso de las 22:30. Devolvimos el coche y nos fuimos a la estación a coger el tren para ir cada uno a su casa, a descansar y recuperar fuerzas tras un fin de semana súper cargado de cosas. No pudimos descansar mucho igual, dado que al día siguiente teníamos clase a las 9:30.

Ame,
Kato