Día 3 en Kansai: resto de Kioto

Kara Ema:

Ayer —miércoles— me la pasé andando en bici por Kioto, al igual que el martes.

A las 9:15 estaba saliendo de la tienda de alquiler de bicicletas y arrancando una nueva jornada ciclista.

Atravesando el río Kamo por el puente Shōmen-bashi

A las 9:45 llegué a mi primer destino turístico del día, el santuario sintoísta Fushimi Inari-taisha.

El Fushimi Inari-Taisha (伏見稲荷大社) es el principal santuario sintoísta (jinja, 神社) dedicado al espíritu de Inari, y situado en Fushimi-ku, uno de los distritos de Kioto (Japón). El santuario se encuentra situado en la base de una montaña también conocida como «Inari», que incluye varios senderos para llegar a otros santuarios más pequeños.

Es especialmente conocido por los miles de toriis rojos que delimitan el camino por la colina en la cual se encuentra situada el santuario. Los torii son donaciones de particulares, familias o compañías. Al espíritu de Inari se le considera como protector de las cosechas, especialmente de arroz, y en consecuencia históricamente ha sido asociado con la riqueza. Las compañías a menudo hacen ofrendas a los santuarios de Inari en forma de barriles de sake o de torii. Se le considera uno de los lugares más bellos de Kioto, y uno de los símbolos de Japón.

Wikipedia

Este santuario ha pasado a ser oficialmente mi santuario/templo favorito de todo Japón, o al menos de los que he visitado hasta el momento. Las razones son varias:

  • Está abierto las 24 horas del día (a diferencia de otros que cierran a las ~17:00).
  • Es completamente gratuito (a diferencia de otros que tienen partes pagas).
  • Tiene estacionamiento para bicicletas y vehículos gratuito.
  • Está ubicado en una montaña con varios senderos a su alrededor.
  • Los senderos flanqueados por toriis son extraordinariamente hermosos.
  • Está lleno de estatuas de zorros, los mensajeros del kami Inari.
Primera escultura de un zorro que vi, en la entrada al santuario.
Torī y rōmon
Más zorros (I)
Más zorros (II)
Ema y grullas de origami
Otra torī con zorros a sus costados
Área de descanso
Camino de torī (I)
Camino de torī (II)
Camino de torī (III)
Mirando este mapa me estoy dando cuenta de que hay toda una parte del santuario por donde no pasé. La parte que hice fue desde la entrada (abajo de todo) hasta más o menos donde está el árbol con hojas amarillas. De ahí para arriba me lo salteé. Mejor: me queda algo nuevo para ver la próxima vez que vaya.
Neko durmiendo
Niños tomando fotos del neko durmiendo

Cerca de las 11:00 retomé la bici.

«Qué bonito camino por el que me hace pasar el GPS», pensé en este punto.
Veinte metros después me encuentro con este puente, y un espacio para pasar de 1,4 metros de alto. Me tuve que bajar de la bici y pasar agachado.

Mi siguiente destino fue el templo budista Tō-ji, con su pagoda de cinco pisos y 55 metros de altura (la más alta de todo Japón).

Estanque y pagoda

De ahí me fui a visitar el parque Umekoji, que quedaba por ahí cerca, y de camino al siguiente templo.

Parque Umekoji (I)
Parque Umekoji (II)
Plaza Shiden, al lado del parque, con vagones de trenes antiguos siendo reutilizados como tiendas y áreas de descanso.
Interior de un vagón antiguo siendo reutilizado como área de descanso
Plaza Suzaku Yume

El siguiente templo que visité fue el Nishi Hongan-ji.

Una de las entradas al templo
Interior del Goei-dō
Pasillo conectando el Goei-dō con el Amida-dō
Amida-dō y pasillo conector

A las 14:30 paré en el parque Kotoku para descansar unos minutos y almorzar algo rápido, comprado en el konbini de enfrente.

Mi siguiente parada fue en el Kinkaku-ji, o «Templo del Pabellón de Oro».

Kinkaku-ji
Kinkaku-ji de cerca

De ahí me fui a ver el último templo del día, el Ninna-ji.

Niōmon
Pagoda
Kannondō

A las 17:00 arranqué el camino de vuelta a la tienda de alquiler de bicicletas para devolver la bici y dar por terminada la jornada. En el camino me encontré con:

Máquina expendedora de cigarrillos. A diferencia de la máquina expendedora de cerveza que me encontré el martes, esta vez no tenía ningún interés por probarla. Además es evidente que esta sí tiene medidas para acreditar la edad, dado que está indicado que hay que introducir la licencia de conducir en una ranura para poder usar la máquina.
Niña andando en bicicleta sola. Notar como a pesar de que no haya nadie alrededor de ella y que esté haciendo actividad física, se rehúsa a quitarse la mascarilla. Esto es lo que te contaba el otro día que se conoce como el «fenómeno de la mascarilla-calzoncillo».

Esta foto me da el pie para hablar —una vez más— de este tema. Ya he hablado muchas veces de lo frecuente que es encontrarse con niños caminando por las calles de Japón sin la compañía de un adulto. La razón por la que traigo a colación nuevamente el tema es que parece ser que en Kioto es mucho más común todavía que en Tokio. Debo de haber visto como mínimo unos cincuenta niños no acompañados de adultos en las calles de Kioto durante estos dos días, en las siguientes situaciones:

  • Jugando en una plaza o un parque
  • Comprando en un konbini o una tienda
  • Visitando un templo o un santuario
  • Andando en bicicleta o a pie
  • Con amigos o solos
  • Con ropa de colegio o ropa normal
  • Con su pareja (evidenciado por el hecho de que iban tomados de la mano)

Es fascinante como, sacando el hecho de que no trabajan (y no pueden hacer algunas cosas como fumar y tomar cerveza), los niños japoneses tienen casi todos los mismos derechos, libertades y responsabilidades que un shakaijin (adulto / miembro íntegro y contribuyente de la sociedad).

Mientras tanto yo tenía 13 la primera vez que me tomé un autobús solo y que empecé a salir con amigos por mi cuenta.

Llegando a devolver la bici

Ame,
Kato