Kara Ema:
El lunes a las 13:30 me tomé un Shinkansen para irme a mi nuevo destino: Kioto, en la región de Kansai de Japón.
Shinkansen (en japonés, 新幹線 ‘nueva línea troncal’) es una red de líneas de ferrocarril de alta velocidad de Japón, operada inicialmente por la compañía Japanese National Railways JNR. Desde que en 1964 se abrió la línea Tōkaidō Shinkansen la red se ha ido expandiendo para conectar la mayor parte de las ciudades de las islas de Honshū y Kyūshū, con una longitud de 3050 km y unas velocidades de hasta 320 km/h.
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A las 16:30 llegué al hotel en Kioto, donde me voy a estar quedando toda esta semana.
Kioto (京都市, en español «ciudad capital») es una importante ciudad de Japón, localizada en la parte central de la isla de Honshu. Es la capital de la prefectura homónima y tradicionalmente también ha sido considerada capital de la región de Kansai, aunque esta sea solo una referencia geográfica más que un territorio administrativo concreto. Así mismo, está integrada dentro de la región metropolitana de Keihanshin, compuesta por las áreas circundantes de las ciudades de Osaka, Kobe y la misma Kioto. Cuenta con una población de alrededor de 1 465 000 habitantes (a fecha de 2020), situándose entre las ciudades japonesas más pobladas. El área total del territorio de la ciudad es de 827,83 km².
Amo mi habitación dado que es súper espaciosa y estilo japonés, con cosas como tatami, chabudai, zaisu, genkan y futon.



El martes a eso de las 9:00 salí del hotel y me fui a una tienda de alquiler de bicicletas. Fue el recepcionista del hotel —que por cierto era argentino— quien me recomendó la idea de alquilarme una bicicleta para recorrer Kioto en bici, y debo decir que ha sido una idea fantástica.
Andar en bicicleta en Kioto fue una de los mejores experiencias de ciclismo que he tenido en mi vida. Realmente es una ciudad que parece haber sido hecha para caminar o andar en bici. Fue súper fascinante dado que fue muy distinto a las veces que he andado en bicicleta en otras ciudades.
En Japón prácticamente no existen los carriles exclusivos para bicis, así que tienes que ir sí o sí por el costado izquierdo de la calzada, o bien por la acera en las aceras que lo permiten. Por más que no existan las bicisendas, la gente usa muchísimo la bicicleta aquí. Son tan parte del panorama urbano como los coches y los peatones.


A las 10:00 dejé mi bici en un estacionamiento y me dirigí a la calle Matsubara-dōri.

Sobre el final de esta calle estaba el primer templo que tenía planeado visitar: Kiyomizu-dera.












En un momento, mientras estaba paseando por estas calles, me encontré con una máquina expendedora de cerveza.




Aprovechando que estaba cerca del distrito de Gion, me fui a caminar por ahí unos minutos antes de volver a recuperar la bici donde la había aparcado.



El siguiente templo que visité fue el Kennin-ji.

De ahí me fui a recuperar la bici.


Luego fui hasta otro templo más: Nanzen-ji.



Lo siguiente que hice fue recorrer el célebre «Philosopher’s Walk» (Tetsugaku-no-michi).
Philosopher’s Walk (哲学の道 Tetsugaku-no-michi, lit. Camino de la Filosofía) es un camino peatonal que sigue un canal con muchos cerezos en Kioto, Japón entre los templos Ginkaku-ji y Nanzen-ji. Fue abierto en 1890 y se amplió en 1912, el camino sigue el curso de un canal de riego poco profundo que trae agua del Canal del Lago Biwa. La ruta recibió su nombre gracias a dos filósofos japoneses y profesores de la Universidad de Kioto del siglo XX, Nishida Kitaro y Hajime Tanabe, que se cree que lo utilizaron a diario para hacer ejercicio. El camino pasa por varios templos y santuarios, como Hōnen-en, Ōtoyo Shrine, o Eikan-dō Zenrin-ji. Se tarda aproximadamente 30 minutos en dar el paseo completo, aunque muchas personas tardan más al pausar a ver todo lo que hay a lo largo del camino. En el extremo septentrional del paseo hay vistas buenas del cercano Daimonji. El paseo es un destino popular para turistas y lugareños, especialmente durante hanami.
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El camino me llevó hasta el siguiente templo que tenía pensado visitar: Ginkaku-ji.




A las 14:30 paré para almorzar. Me pedí dos croquetas de carne y una de jamón y queso.

Va una anécdota. Cuando termino de pedir mi comida y me siento a esperar a que la hagan, veo que aparece una familia en la calle y uno de lo niños dice「コロッケ食べたい」(«Quiero comer croquetas»). En otros países, la escena siguiente habría involucrado a la madre entrando en la tienda, pidiendo las croquetas para su hijo, pagándolas y ofreciéndoselas. Pero no en Japón. Aquí lo que sucedió fue mucho más interesante. Dos niños se acercaron a la tienda y le pidieron al vendedor la comida que querían. El niño pidió croquetas y la niña patatas. Cada uno pagó por su comida de su propia billetera, y luego se fueron ambos a sentar en silencio mientras esperaban a que prepararan lo que habían pedido. A todo esto las madres nunca habían entrado en la tienda sino que seguían afuera en la calle esperando a que sus hijos salieran.

El primer santuario que visité fue Shimogamo-jinja.


Este santuario estaba pegado a un parque forestal llamado Tadasu-no-Mori.



Finalmente, mi última visita del día también fue un santuario sintoísta: Kamigamo-jinja.




Cuando estaba yendo a devolver la bici me crucé de casualidad con un Lawson 100, un konbini donde (casi) todo está a ¥100 y lo más caro que vas a encontrar está a ¥300. Como me sobraba un poco de tiempo —tenía que devolver la bici antes de las 18:00—, paré unos minutos ahí para comprarme varias cosas. Una de las cosas que me compré fue un cartón de litro de Caramel Latte, una bebida fría de café con leche con caramelo. Lejos mi bebida favorita.

A las 17:50 llegué a la tienda de alquiler de bicicletas para devolver la bici. A las 18:00 estaba de vuelta en el hotel.
Ame,
Kato
Que buena experiencia la del tren!! Y la cantidad de santuarios enormes y espectaculares que hay es increíble!