Kara Ema:
El sábado me pasé la jornada en la ciudad de Kōbe, a 30 kilómetros al oeste de Ōsaka. Te había contado que tenía ganas de conocer esta ciudad la primera vez que estuve por esta región, pero que no me había dado el tiempo.
Kōbe (神戸市, literalmente «Puerta de los dioses o espíritus») es una ciudad de Japón. […] Es la capital y ciudad más poblada de la prefectura de Hyōgo, y la séptima ciudad más poblada del país, después de Kawasaki.
Está situada al sur de la isla de Honshū, en la orilla norte de la bahía de Osaka. […] De acuerdo al Mercer Quality of Living Survey Kobe es una de las 50 ciudades con mejor calidad de vida del mundo y la tercera en Asia.
Kobe es uno de los centros económicos más importantes de Japón. […] Su puerto es también uno de los más importantes de todo el país […]. La ciudad es también lugar de origen y denominación de la ternera de Kobe.
Wikipedia
A las 10:30 salí del hotel y me fui a tomar la línea Midosuji del metro hasta la estación de Umeda. Desde esta estación me tomé un tren rápido hasta Kōbe. A las 11:25 llegué a la estación de Kōbe.

Frente a la estación arrancaba un complejo comercial llamado Kōbe Harborland, así que me dirigí hacia allí con la intención de recorrerlo.
Pasé primero por un pasaje subterráneo, que luego me condujo a un centro comercial. En una de sus escaleras mecánicas me topé con algo bastante singular:

Me pareció súper tierno ver a este hombre vestido de colegiala.
¿Por qué no? La gente tiene que poder ir vestida como más le sienta cómodo. Si les gusta estar disfrazados de un Pokémon, que se disfracen de Pokémon. Si tienen ganas de andar con un cosplay de Anya, que se pongan un cosplay de Anya. Si se sienten cómodos con el uniforme de colegiala, que se vistan de colegiala.
Para mí la única regla de oro para poder diferenciar lo que está «bien» de lo que está «mal», lo que debería ser legal de lo que debería ser ilegal, es el principio del daño:
El principio del daño sostiene que las acciones de los individuos sólo deben limitarse para evitar daños a otros individuos. John Stuart Mill articuló este principio en Sobre la libertad, donde afirmaba que «el único propósito por el que puede ejercerse legítimamente el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es evitar el daño a los demás». En la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 se afirmaba que «la libertad consiste en la libertad de hacer todo aquello que no perjudique a nadie más; de ahí que el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tenga más límites que los que aseguren a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley».
Wikipedia
O dicho en forma más concisa y poética: «la libertad de uno termina donde comienza la libertad del otro». ¿Un hombre vestido de colegiala le hace daño a alguien? No. Ergo, no veo nada malo en ello. ¿Un hombre teniendo relaciones sexuales con otro hombre le hace daño a alguien? No. Y así podrías aplicar esta regla a cualquier otra cosa y sabrías qué opino sobre la moralidad de cualquier asunto.
Este hombre vestido de colegiala me hizo acordar a Hideaki Kobayashi, un hombre de 60 años cuyo pasatiempo favorito es salir a la calle vestido de colegiala y hacerse fotos con todos los que se le acerquen a pedirle.
Después pasé por otro centro comercial llamado Umie, el cual estaba compuesto por tres edificios: el North Mall, el South Mall y el Mosaic. En el medio del North Mall y el South Mall está este gran pasillo central:

Primero recorrí el North Mall, luego el South Mall y finalmente Mosaic.





Para ir a Mosaic tuve que subir esta curiosa escalera mecánica zigzagueante:



En Mosaic había varias cosas interesantes, como:





Y no le saqué una foto —porque no fui— pero también había un museo de Anpanman. Podría haber entrado a este museo pero me pareció demasiado infantil, incluso para mí. Aparte ya tenía todo planificado lo que iba a hacer y no sabía si me iba a dar el tiempo si agregaba también este museo en el medio.
Desde Harborland me fui al parque Meriken.




A las 14:00 me fui desde el parque Meriken hasta Nankin-machi. En el camino me topé con la primera estatua de la jornada para añadir a mi colección:

Esta estatua de niña estaba acompañada de una placa que decía lo siguiente:
El puerto de Kobe es uno de los más importantes del mundo en número de escalas y volumen de carga.
A la vez que desarrollamos el puerto de Kobe como puerto cómodo para los usuarios y como puerto confortable para los trabajadores, tenemos que mantener su posición como puerto pacífico aceptable para los ciudadanos en general.
Es fácil imaginar que la introducción de armas nucleares en nuestro puerto causará malestar y confusión a los ciudadanos, además de obstaculizar el funcionamiento normal del puerto.
Por lo tanto, nosotros, la Asamblea de la Ciudad de Kobe, rechazamos por la presente la entrada de todos los buques de guerra con armamento nuclear en el Puerto de Kobe.
Resolvemos lo expuesto en el día dieciocho de marzo de 1975.
Placa en el Monumento a la Paz del Puerto de Kōbe
Parecería que la figura de una niña pequeña para los japoneses es sinónimo de paz y armonía, dado que no es la primera vez que la veo siendo usada en monumentos de paz como este.
A una cuadra de esta estatua me topé también con este cartel:

A las 14:10 llegué a Nankin-machi, el barrio chino de Kōbe.
Nankin-machi (南京町) es un barrio de Kobe (Japón) situado al sur de la estación de Motomachi, junto a los grandes almacenes Daimaru, y es una importante atracción turística. Considerado como el barrio chino de Kobe, la zona cuenta con más de cien restaurantes chinos, tiendas y un templo chino dedicado al Señor Guan (関帝廟).
Wikipedia




Aproveché que estaba paseando por ahí para comprarme seis xiaolongbao para almorzar, y un jian deui de postre (el que puede verse en el medio de la última foto).

A las 15:00 me fui del barrio chino.
La siguiente zona de Kōbe que recorrí fue la más céntrica, llamada Sannomiya. La arranqué visitando el santuario sintoísta Ikuta Jinja.



De ahí me fui a un centro comercial llamado Center Plaza, en el cual vi que había algunas tiendas de animé, pero decidí ignorarlas por el momento y continuar mi paseo por el centro de Kōbe.

Center Plaza estaba conectado con una calle comercial peatonal, la cual a su vez estaba conectada con un montón de otros negocios, centros comerciales, e incluso pasajes subterráneos. Decidí que sería imposible intentar recorrer todo así que me limité a tomar caminos al azar para ver a dónde me llevaban.

En uno de los accesos al segundo piso de Center Plaza, me encontré con esta escultura:

Luego, mientras estaba caminando hacia un parque que había por la zona, me topé con varias estatuas más sobre la calle Flower Road.



El parque se llamaba Higashi Yūenchi, pero no pude entrar dado que estaba todo vallado por obras de renovación. Debajo de él había una pequeña sala que sí estaba abierta, y actuaba como monumento a los fallecidos en el gran terremoto de Hanshin-Awaji.

El Terremoto de Kobe de 1995, también denominado como el Gran terremoto de Hanshin-Awaji (阪神・淡路大震災 Hanshin-Awaji Daishinsai), como se lo conoce en la zona, fue un terremoto que afectó a Japón, alcanzando una magnitud de 6,9 en la escala de magnitud de momento. Ocurrió el 17 de enero de 1995 a las 5:46:46 a. m. en la parte sur de la prefectura de Hyōgo y tuvo una duración de 20 segundos. El foco de origen se encontraba a escasos 16 km por debajo de la superficie, en el extremo norte de la isla Awaji, a 20 km de distancia de la ciudad de Kōbe, con una población de un millón y medio de habitantes.
Unas 6.434 personas (estimación final de 2006), principalmente en Kobe, perdieron la vida como consecuencia del terremoto. […] Causó pérdidas estimadas de 3 billones de yenes en daños, el 2,5% del Producto Interior Bruto del país en ese momento. Fue el peor terremoto en Japón desde el Gran terremoto de Kanto en 1923, que se cobró 140.000 vidas, y que ostenta el récord mundial en el Libro Guinness de los Récords del «desastre natural más costoso en caer sobre un país».
Wikipedia
Luego me volví para Center Gai, donde me seguí encontrando con estatuas de jóvenes féminas:

De ahí me metí en Plaza West, otro centro comercial al que se podía acceder desde esta calle.


Después entendí por qué había tantas chicas de animé decorando todos los negocios de este centro comercial: porque otra vez estaba llegando a donde estaban todas las tiendas de manga y animé. Esta vez podía permitirme entrar a recorrerlas, dado que ya había visto todo lo que quería ver en Kōbe, y recién eran las 16:30.





Como suele ser el caso, la sección erótica de estas tiendas estaba irrisoriamente separada, con carteles en el piso y sin ningún tipo de cortina para que no se pudiera ver desde las otras partes del negocio.


Algunos de los DVDs más polémicos que he llegado a encontrar paseándome por esta sección:





Habiendo vivido toda mi vida en el puritano Occidente, todavía me cuesta creer que esta clase de DVDs se encuentre tan fácilmente en Japón. Y si esto te impacta, deberías ver lo que son algunas de las muñecas sexuales que se comercializan aquí. Todo completamente legal, por cierto. Al menos por ahora.
A las 18:00 fui a Kōbe Motomachi, una calle comercial cubierta.

Había una última cosa que tenía que hacer sí o sí en Kōbe antes de dejar atrás esta ciudad: probar la exquisitísima ternera de Kōbe.
Se llama buey de Kobe (神戸ビーフ) o ternera de Kobe a ciertos cortes de carne de ternera de ejemplares de la raza negra Tajima-ushi de vacuno Wagyū, criados de acuerdo a una estricta tradición en la prefectura de Hyōgo (Japón). Esta carne suele considerarse una delicia, siendo famosa por su sabor, ternura y textura marmórea. El buey de Kobe puede prepararse como filetes, sukiyaki, shabu shabu, sashimi, teppanyaki y más.
Wikipedia
Este singular corte es conocido por ser la carne más tierna y deliciosa que vas a encontrar en Japón. Como te imaginarás, el hecho de que sea tan famosa y tan exquisita —y tan difícil de producir debido al estricto proceso que conlleva—, también hace que sea bastante cara.
Pero por más cara que fuera, no podía visitar Kōbe sin probar su famosa carne—sería como si un turista fuese a Argentina y no probara el asado o las empanadas. Así que me preparé mentalmente para gastar más de diez veces lo que suelo gastar para un almuerzo o una cena, y entré a un restorán de ternera de Kōbe, llamado Kobe Beef Red One y ubicado en Kōbe Motomachi.
Era la primera vez que comía en un restorán japonés de alta categoría, con camareros vestidos formalmente que estaban al tanto de tus necesidades en todo momento y te traían la comida hasta la mesa. De esos restoranes donde en otros países está la costumbre de dejar propina, lo cual por suerte en Japón no se hace.
Cuando me senté en la mesa que me asignaron noté la primera cosa curiosa: el camarero me preguntó si no me molestaba sentarme del otro lado. Le dije que no y me cambié de lugar, pero me quedé pensando en por qué me habría pedido hacer eso. Esto tiene que ver con lo que te decía el otro día sobre que todo tiene un sistema para los japoneses. Todo debe hacerse de acuerdo a un protocolo y un algoritmo, como si fuesen autómatas.
Después me di cuenta de cuál era el protocolo. La mesa que habría estado detrás de mí en el lugar que me senté al principio, estaba reservada, y mientras yo estaba comiendo apareció una familia y ocupó esa mesa. Si yo hubiese seguido sentado allí, habría estado más pegados a ellos que como estaba donde el camarero me había puesto. Es increíble cómo los japoneses se fijan hasta en el más ínfimo detalle, de esos que la mayoría de los clientes no se darían ni siquiera cuenta.

Me terminé pidiendo un menú que incluía varias cosas: ensalada, sopa, arroz, postre, café, y dos cortes de carne distintos. Con respecto al punto de cocción, el mozo me recomendó «medium rare» (a punto). Yo lo miré con cara de «estás loco». Por lo general me gusta la carne bien cocida, pero dado a que me habían sugerido pedirla a punto, decidí hacer un compromiso y pedir grado «medium» (término medio / vuelta y vuelta).



Yo no tuve que pedir nada en ningún momento, ni siquiera cuando se me acababa el agua que tenía en el vaso (no: no me pedí nada fancy para tomar; sí: fui a un restorán caro y bebí solo agua—después de todo no tenía ninguna mujer delante de mí a quien debiera impresionar). Todo me lo traían a medida que veían que iba terminando con lo anterior.
¿Quieres saber mi opinión sobre la carne? Sobrevalorada. Es decir, sí, es deliciosa, pero no estoy seguro si realmente vale lo que cuesta. Sinceramente no puedo encontrarle diferencia en sabor con respecto a otros cortes sabrosos de carne que he comido en Argentina. Y el asado argentino no solo es exquisito sino que también es barato, o al menos en comparación con el bife de Kōbe.
En total terminé pagando alrededor de ¥11000 (~US$85). Podría haber sido peor. Podría haber tenido que invitar a una mujer y haber tenido que pagar el doble o más. Aunque por suerte en Japón no está la expectativa de que todo lo invite el hombre. Sí quizás en la primera cita, pero en las siguientes ya es más común que cada uno pague su parte (betsu-betsu) o que pague exactamente la mitad de la cuenta cada uno (warikan).
A eso de las 19:00 ya estaba en la calle de vuelta. Kōbe Motomachi estaba a dos pasos del barrio chino, así que aproveché que estaba cerca para pasar de vuelta por allí para ver cómo se veía ahora que era de noche.


Desde ahí caminé dos pasos más y llegué a la estación de Motomachi, desde donde le dije sayōnara a Kōbe y me tomé un tren de regreso a Ōsaka.
Frente a la estación había dos estatuas. Imagina de qué.

A las 19:30 estaba de vuelta en Ōsaka, en el barrio de Umeda.
Cuando salí del tren, en vez de tomarme un metro para volver directo a mi hotel, ya que estaba en Umeda decidí salir a pasear un poco por la zona. Ya había estado por aquí la primera vez que había venido a Ōsaka, pero nunca había estado de noche.



De ahí me metí a un pasaje subterráneo, o mejor dicho a una red de pasajes subterráneos que había en el subsuelo de todo el barrio de Umeda, y que interconectaba todos los centros comerciales que había por la zona.




En un momento no quise saber más nada con los pasajes subterráneos así que me fui a la superficie.




Por cierto, todos los centros comerciales por los que pasé estaban cerrados, dado que era la noche del 31 de diciembre. De hecho estaba casi todo cerrado, salvo algunos bares y restoranes. Parece que en Ōsaka no son muy de festejar el Año Nuevo en grande y colectivamente.
Incluso los trenes parece que no iban a pasar más después de la medianoche, así que considerando esto y el hecho de que no había mucho para hacer porque todo estaba cerrando, decidí volver al hotel y pasar el Año Nuevo allí. No me molestó demasiado, dado que al fin y al cabo es un día más como cualquier otro.
Me tomé la línea Midosuji de metro, la cual a las 21:00 me dejó en la estación Dōbutsuen-mae, a cincuenta metros de mi hotel.
Ame,
Kato
Che muy bueno, me encantó el cartel «can’t stop the dance». Muy poético.
Después me parece sorprendente lo distinto culturalmente que es todo, excelente.
Por último, sos mi Marley favorito. Hay que cambiar al formato audiovisual y hacerte un IG, Kato por el mundo.