Diferencias culturales – Edición de enero 2023

Kara Ema:

En diciembre pasado no hubo entrada de diferencias culturales dado que con el viaje que hice no llegué a tiempo de hacerla. Pero ahora en enero no tengo excusa, así que aquí va una nueva edición de curiosidades y diferencias culturales entre Japón y el Occidente.

Prueba de aparcamiento

Las calles japonesas y las normas y usos en torno a ellas son muy singulares. Una de las cosas que saltan a la vista cuando ves y comparas calles japonesas con occidentales, es que las japonesas tienden a ser más angostas y curiosamente no tienen coches aparcados a los costados.

Está prohibido aparcarse en las calles de Japón por un tiempo prolongado, dado que muchas calles son tan estrechas que un coche aparcado estorbaría el paso de los demás usuarios, ya sean peatones, ciclistas u otros vehículos.

Es por esta razón que antes de poder comprar un coche en Japón, debes poder demostrar que tienes un lugar legal donde poder aparcarlo, el cual tiene que tener las dimensiones suficientes como para que quepa tu coche y debe estar dentro de un radio de 2 kilómetros de tu casa. Esto se lo conoce como 車庫証明書 (shako shōmeisho; prueba de aparcamiento).

Práctica de la religión

Hay una cosa curiosa que he notado sobre la práctica de la religión en Japón versus en el Occidente. Los japoneses no son religiosos pero de alguna manera se podría decir que practican un tipo de religión. Los occidentales por su parte sí suelen ser religiosos pero no practicantes (e.g. se hacen llamar cristianos pero no van nunca a la Iglesia ni profesan hábitos religiosos tales como no comer carne en Viernes Santo).

Si le preguntas a un japonés cuál es su religión, muchos te van a decir que no tienen. Sin embargo, prácticamente todos los japoneses acuden con frecuencia a santuarios sintoístas, tienen altares en sus hogares, realizan rituales sintoístas de nacimiento y matrimonio, y ritos funerarios budistas.

Lo que ocurre aquí es que el sintoísmo y el budismo están tan arraigados en la sociedad japonesa que la gente los considera parte de su cultura, en vez de parte de su religión.

La religión en Japón no es un concepto definido, pues los japoneses no creen en una religión en particular. En cambio incorporan los rasgos de muchas religiones en sus vidas diarias en un proceso conocido como sincretismo. Las calles japonesas se decoran en Tanabata, Obon, Halloween y Navidad. […]

Muchas personas, sobre todo aquellas pertenecientes a generaciones jóvenes, sienten que las religiones en Japón son parte de la cultura tradicional.

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La religión en Japón se manifiesta principalmente en el sintoísmo y el budismo, que los japoneses suelen practicar simultáneamente. Según las estimaciones, hasta el 80% de la población sigue en cierta medida los rituales sintoístas, y rinde culto a los antepasados y espíritus en altares domésticos y santuarios públicos. Un número casi igual de alto se declara budista. […]

El concepto japonés de religión difiere significativamente del de la cultura occidental. La espiritualidad y el culto son muy eclécticos; los ritos y las prácticas, a menudo asociados con el bienestar y los beneficios mundanos, son de interés primordial, mientras que las doctrinas y las creencias acaparan una atención menor. La afiliación religiosa es una noción ajena. Aunque la gran mayoría de los ciudadanos japoneses siguen el sintoísmo, solo un 3% se identifica como tal en las encuestas, porque se entiende que el término implica pertenencia a sectas sintoístas organizadas. […]

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Comida de inodoro

Esto lo descubrí el otro día y me lo anoté para contártelo aquí.

Comida en el retrete (japonés: 便所飯, benjo-meshi) es un término de la jerga japonesa y un fenómeno social que se refiere al acto de una persona de comer una comida en un cuarto de baño. En el Japón moderno, algunas personas comen solas en un cuarto de baño por varias razones; la razón más común es que no desean ser vistos comiendo solos. Otras razones son ahorrar dinero respecto a comer fuera, esconderse de los compañeros en un lugar de trabajo ajetreado, o simplemente porque les resulta más cómodo.

Dado que las comidas en el retrete suelen ser solitarias y clandestinas, es poco probable que los demás se den cuenta de su existencia. Por este motivo, en un principio se consideraron una leyenda urbana, pero investigaciones posteriores han confirmado que se trata de un fenómeno relativamente extendido. El término «comida de retrete» se ha mencionado incluso en diversos medios de comunicación populares, sobre todo en varios programas de televisión japoneses.

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Deber de esfuerzo

El deber de esfuerzo (努力義務; doryoku gimu) es un deber de acción u omisión que se estipula en la legislación japonesa como «debes esforzarte por hacer ~» o similar, y por el que no se impone ninguna sanción penal, multa u otra sanción legal aunque no se cumpla el deber de esfuerzo. Tampoco hay ninguna norma que diga que si no realiza absolutamente tal acto, no se le valorará como «esforzado», ya que el «deber de esforzarse» no tiene fuerza jurídica vinculante.

El cumplimiento o incumplimiento depende exclusivamente de la cooperación voluntaria de las partes implicadas, y el grado de cumplimiento también se deja a su criterio. […]

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Básicamente, estas son leyes que en vez de decirte «debes hacer X cosa», te dicen «debes intentar hacer X cosa». Son leyes que si no las cumples no va a haber ninguna consecuencia para ti, más que tu propio cargo de conciencia de que has fallado a tu obligación de intentar cumplirla.

Un ejemplo de deber de esfuerzo es vacunarse contra el COVID-19, o usar mascarilla en lugares públicos. Los japoneses técnicamente no están obligados a hacer estas cosas, pero sí están obligados a procurar hacerlas. La diferencia es sutil pero importante.

Velocidad vehicular

La velocidad a la que los vehículos japoneses circulan es en promedio más baja que en otros países. De hecho, los coches producidos en Japón vienen de fábrica con un límite de velocidad de ~180 km/h, a pesar de que serían totalmente capables de superarlo (en EEUU se venden coches importados de Japón con límites en sus podómetros de 300 km/h).

En general los límites máximos de velocidad son los siguientes:

  • 80–120 km/h en autopistas
  • 50–60 km/h en carreteras rurales
  • 40–50 km/h en áreas urbanas (avenidas; calles anchas con varios carriles)
  • 20–30 km/h en calles angostas (las cuales abundan en las ciudades)

Una cosa que me llamó la atención es que incluso las ambulancias van notablemente más lento que en otros países.

En mi opinión, la razón por la cual en general se conduce más lento en Japón tiene que ver con la forma en que se comparten las calles entre sus diferentes tipos de usuario. Las bicisendas prácticamente no existen en Japón, con lo cual los ciclistas terminan yendo por la acera junto con los peatones, o bien por la calzada junto con los vehículos. La división entre acera y calzada muchas veces tampoco está tan demarcada, y acaba siendo no más que una línea blanca pintada en el cemento.

A los niños japoneses se les enseña desde muy pequeños que siempre deben caminar por el lado interior de la línea que separa la acera de la calzada, y que para cruzar la calle siempre deben esperar a que cambie el semáforo (aunque no pase ningún coche), y levantar la mano mientras están cruzando para hacerse más visibles. Los niños japoneses son usuarios de la vía pública tan regulares como los adultos. La única diferencia es que los niños son más vulnerables y pueden despistarse más fácilmente, con lo cual los conductores de vehículos deben prestar especial atención a todos los movimientos del niño cuando ven a uno pasando cerca.

El hecho de que haya muchos usuarios vulnerables caminando solos por las calles japonesas —incluyendo niños y personas mayores—, obliga a los vehículos a andar despacio y con cautela, cediendo el paso a los peatones cada vez que se crucen con ellos en un cruce (a no ser que haya un semáforo que le dé la prioridad al vehículo).

Mono no aware

El concepto japonés de mono no aware es fascinante:

Mono no aware (物の哀れ), literalmente «el pathos de las cosas», y también traducido como «una empatía hacia las cosas», o «una sensibilidad a lo efímero», es un término japonés para la conciencia de la impermanencia (無常 mujō), o la brevedad de las cosas, y tanto una suave tristeza transitoria (o melancolía) sobre su paso, así como una más larga y profunda tristeza sobre la realidad de la vida.

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Mono no aware es la asimilación del hecho de que nada en la vida es eterno; todo lo material es de naturaleza efímera y de existencia temporal. La fugacidad de la juventud, el desvanecimiento del romance y el cambio de las estaciones no deben lamentarse, sino valorarse y apreciarse en su impermanencia, pues de ahí procede su belleza.

Imagínate si todos pudiésemos ser jóvenes para siempre, como Peter Pan. En un universo paralelo donde esto ocurre, la juventud pasa a ser algo mundano, algo que todos tienen, y por lo tanto ya a nadie le interesa. Todos lo dan por sentado. La belleza ya no pasa por la juventud sino por otros factores, por aspectos extravagantes que no todos posean. La naturaleza efímera de la juventud —¡y de la vida misma!— es parte de lo que la hace tan atractiva e interesante.

Lo mismo se puede decir de otras cosas, como por ejemplo el florecimiento de los hermosos cerezos en época de primavera en Japón. Todo el mundo espera con ansias a que llegue esta época para poder apreciar nuevamente los maravillosos sakura extendiéndose por todo el territorio japonés y pintándolo de rosa. Por esto es que muchos dicen que si vas a viajar a Japón debes hacerlo en marzo o abril, dado que es la época más linda: la de plena primavera.

Ahora imagínate si estos cerezos estuviesen en flor durante todo el año. Perderían su naturaleza efímera, y con ella se iría más de la mitad de su encanto. Imagínate si todas las noches pudiésemos ver estrellas fugaces por todas partes, o auroras boreales desde tu propia cocina.

Imagínate la gente diciendo cosas tales como «Allá va otra estrella fugaz más; es la que quinta que veo pasar en el último minuto», o bien: «¿Otro arcoíris? Esta vez no voy a hacerle una foto dado que ya le saqué una al que vimos ayer.»

Cuando todo el mundo es joven, ya nadie lo es. La palabra deja de tener sentido. Cuando todo el mundo es guapo o tierno, todos dejan de serlo. Cuando llegas a vivir para siempre, la vida misma pierde sentido. La fugacidad de las cosas es lo que les da sentido, lo que les da belleza y valor.

Creo que Wendy estaba al tanto de esto, y por eso decidió no quedarse para siempre joven con Peter en Nunca Jamás, a pesar de que lo amaba. Sin embargo, lo mismo no podría decirse acerca de Bella en la saga de Crepúsculo

Ame,
Kato