Kara Ema:
Hoy a las 10:30 cogí la bici y salí a dar un paseo bajo la lluvia.
A las 11:00 llegué a mi destino: el centro comercial Aeon Mall Kitatoda. Allí pasé buena parte de la jornada.
El primer negocio que visité fue Can Do, una tienda de (casi) todo por 100 yenes. Tenía un montón de cosas no solo súper baratas sino también kawaii, así que no pude evitar comprarme varias.
Luego visité un par de locales más en el primer piso del centro comercial, incluyendo la tienda de dulces Okashi no Machioka y la de cosas importadas Caférrant. En ambos lugares me compré cosas para llevar a casa y compartir con mis amigos japoneses.
Tras más de una hora y media de pasearme por el primer piso, finalmente subí a ver el segundo. Allí había tiendas de ropa, juguetes y maletas, además de áreas de juegos y patios de comidas.
Mientras andaba por el segundo piso me crucé con una amiga de Akane que estaba con su hija, quien curiosamente aún usa pañales y anda en cochecito a pesar de tener siete años. Me quedé hablando unos minutos con ellas y le obsequié a la pequeña el mini peluche/llavero de My Melody que había comprado en Can Do.
Media hora más tarde subí al tercer y último piso, donde había una tienda de Bandai Namco, una librería, entre otros negocios varios más.
El kendama (けん玉) es un juguete originario de Japón. Es un objeto hecho normalmente de madera, con apariencia de martillo, rematado por una púa y unido a una bola mediante una cuerda. La bola tiene un agujero en la parte inferior, situado en el lado opuesto de la cuerda. En la terminología específica del juego (derivada, en su mayor parte del japonés), el «martillo» recibe el nombre de ken, mientras que la bola recibe el nombre de tama.
Wikipedia
A las 13:20 entré a la librería 未来屋書店 (Miraiya Shoten) y me quedé ahí más o menos una hora, hojeando diferentes libros que iba encontrando.
En un momento me topé con libros de 性教育 (seikyōiku; educación sexual). Me sorprendió ver uno sobre LGBT entre ellos.
Mientras estaba hojeando estos libros me di cuenta de que me había desaparecido una bolsa con cosas que había comprado antes. Seguramente la había apoyado en algún sitio y me había olvidado de levantarla. Pero como estaba en Japón, sabía que la iba a recuperar así que ni me preocupé y continué leyendo un poco más. Luego, cuando me acerqué a la caja para pagar el libro que había comprado, una chica del lugar se me acercó y me dijo «¿Puede ser que esto sea suyo?». Era la bolsa que me había olvidado.
A las 15:00 fui al patio de comidas a almorzar. Me pedí un gyūdon con queso en Sukiya.
A las 18:00 me fui del centro comercial, tras haber estado siete horas allí.
Es que los centros comerciales japoneses son tan geniales que realmente es muy fácil pasarse un día entero dentro de uno. A diferencia de los centros comerciales europeos en los cuales nunca he podido estar más de una hora dado que:
- No hay suficientes cosas interesantes/kawaii para ver/comprar.
- No suele haber eventos como los que hay en los centros comerciales japoneses.
- No suele haber aseos gratuitos.
- No hay un lugar donde me pueda sentar a pasar horas trabajando con mi ordenador.
En el camino de regreso a casa me encontré de casualidad con dos estatuas que no tenía todavía en mi colección:
A las 19:00 llegué de vuelta a casa.
Ame,
Kato
Bien elegido el día de shopping, porque llovía 😉