Kara Ema:
Dado que las últimas dos jornadas habían sido intensas y venía bien con los tiempos, el martes decidí tomarme el día para descansar.
Ame,
Kato
No, mentira, todavía no termina esta entrada.
Si bien no tenía pensado hacer turismo este día, sí quería aunque sea salir a dar una vuelta por los alrededores de mi hotel para comprar algo interesante para comer.
A las 16:30 bajé y me dirigí hacia el barrio chino que está a una cuadra de la estación y de mi hotel. La primera vez que había pasado por Shanghai Street había marcado un par de lugares para comer que tenía ganas de probar, pero lamentablemente esta vez que volví a pasar con la idea de probarlos, los dos estaban cerrados. Así que seguí caminando para ver si encontraba otra sitio interesante que estuviese abierto.
El lugar que me llamó la atención fue uno que parecía mitad panadería mitad supermercado, y tenía un cartel en la puerta con algo que parecía una empanada argentina, así que entré a curiosear.
Efectivamente tenían algo similar en forma a una empanada argentina, con relleno de jamón y queso, así que decidí que eso formaría parte de mi almuerzo. Me pareció curioso ver cirílico en las etiquetas de las cosas que vendían. «¿Será una panadería rusa?», pensé.
Cogí una bolsa y metí allí mi empanada rusa, junto con un pan relleno de patata que sería mi acompañamiento y un bollo de crema que sería mi postre.
Cuando me acerqué a la caja a pagar, la mujer me preguntó de qué país venía. Apenas le respondí, sin dejarme tiempo para preguntarle yo a ella, ella me dijo que venía de Kazajistán y que estaba viviendo y trabajando en Busan. «¿Conque Kazajistán, eh? Qué interesante», pensé.
Realmente me parecía interesante, dado que hay varias naciones euroasiáticas y eslavas que hace rato tengo ganas de visitar, incluyendo Rusia y Ucrania —el día que Putin se decida a terminar de matar gente inocente por un pedazo de tierra que no le pertenece—, y quizás también Kazajistán y Moldavia. Tengo entendido que hay muchas chicas guapas por allá.
De ahí me volví al hotel y almorcé lo que me había comprado en la panadería kazaja.
A las 21:00 volví a salir, esta vez para buscar algo para cenar.
En vez de ir directo a Shanghai Street, decidí pasar antes por Texas Street para ver si lo de las prostitutas era cierto (lo sé: dije que no tenía intención de averiguarlo, pero la curiosidad me ganó).
Era totalmente cierto.
La mayoría de los comercios estaban cerrados, salvo los clubes nocturnos y alguna que otra panadería —¡qué tarde que cierran las panaderías coreanas!— y supermercado. Las calles estaban poco iluminadas y casi desiertas, salvo por el ocasional transeúnte y por las prostitutas paradas en cada esquina o al costado de la calle, llamando a cada persona que pasaba frente a ellas.
En un momento una cuarentona con el cabello gris —que al principio me dio la impresión de que era mendiga más que prostituta, sobre todo porque llevaba un vaso en la mano como para poner monedas— se me acercó y me preguntó en inglés si quería tener sexo con ella. Me dijo que me ofrecía una hora pero no me aclaró el precio, y yo no pensaba indagar tampoco.
Qué distinto que es el negocio de la prostitución en Corea comparado con Japón. En Japón está regulado, las chicas casi nunca tienen más de 25, son todas guapas y deben someterse a chequeos mensuales para asegurarse de que no tengan ninguna enfermedad de transmisión sexual. En Corea es… la selva básicamente. Esa persona me dio la sensación de que lo estaba haciendo más por necesidad que por ocio, lo cual me dio un poco de lástima.
De Texas Street me pasé a Shanghai Street, que parecía ser un poco más sobria y no tan siniestra—pero solo un poco.
Al final terminé comprándome la cena en una tienda de conveniencia que no estaba en ninguna de estas dos calles. También pasé por un supermercado donde me compré un par de snacks.
Antes de volver al hotel pasé por la estación para hacerle un par de fotos, dado que estaba bonita con todas las pantallas LED resaltando en la oscuridad de la noche.
A las 22:00 pasadas volví al hotel y cené el gimbap que me había comprado en CU. Gimbap básicamente se refiere a un rollo de sushi con diferentes rellenos. En mi caso el que compré venía con queso y carne de cerdo.
Este día también me vi un par de cortometrajes coreanos en YouTube.
Me parecieron excelentes, así que me gustaría que los veas tú también si tienes tiempo. Los dos tienen subtítulos en varios idiomas, incluyendo el español.
Te puedo confirmar que lo del último video —el hecho de que la chica sea mucho más baja que su pareja— ocurre seguido en Corea, dado que lo he visto varias veces. Hay algunas mujeres coreanas que son tan bajas que parecen chicas de escuela media. En Japón también había mujeres bajas, pero me da la sensación de que en Corea hay más.
Aparte de estas tengo otras dos películas coreanas más para recomendarte, pero esta vez se trata de largometrajes.
La primera se llama Milagro en la celda 7, y se trata de lo siguiente:
Milagro en la celda 7 (en coreano: 7번방의 선물) es una tragicomedia surcoreana de 2013 protagonizada por Ryu Seung-ryong, Kal So-won y Park Shin-hye. La película trata sobre un hombre con discapacidad intelectual encarcelado injustamente por asesinato, que entabla amistad con los duros criminales de su celda, quienes a cambio le ayudan a volver a ver a su hija introduciéndola clandestinamente en la prisión.
La película se basa en la historia real de un hombre que fue torturado y se declaró culpable bajo coacción de la violación y asesinato de una niña de 9 años el 27 de septiembre de 1972 en Chuncheon, antes de ser finalmente exonerado en noviembre de 2008.
Wikipedia
Al parecer es una de las películas surcoreanas más taquilleras de toda la historia. Para serte sincero yo todavía no la vi, pero tengo planeado verla en el avión que me voy a tomar dentro de unos días.
La que si vi fue esta otra que también te recomiendo, titulada My Little Bride:
My Little Bride (en coreano: 어린 신부) es una comedia romántica surcoreana de 2004 sobre una adolescente (Moon Geun-young) que intenta continuar con su vida social y escolar normal, después de que su abuelo la obligue a contraer un matrimonio concertado con un veinteañero (Kim Rae-won). Con 3.149.500 entradas vendidas, fue la segunda película nacional más taquillera de Corea en 2004 (por detrás de la taquillera Taegukgi), y la cuarta más taquillera en general.
Bo-eun (Moon Geun-young) es una colegiala normal de 15 años que se preocupa por las notas y está enamorada del as del equipo de béisbol de su instituto, Jung-woo. Un día, el abuelo de Bo-eun le ordena que se case con Sang-min (Kim Rae-won) debido a un pacto que hizo con el abuelo de Sang-min durante la Guerra de Corea. A pesar de la oposición de los nietos, se ven obligados a casarse por la fuerte influencia del abuelo de Bo-eun. […] A partir de ahí, su relación empieza a crecer. […] Bo-eun se da cuenta de que ama a Sang-min. En el festival escolar rompe con Jung-woo y confiesa sus sentimientos a Sang-min delante de toda la escuela.
Wikipedia
Parece que esta también es una de las pelis coreanas más taquilleras. Mientras tanto en el Occidente sería recibida con fuertes críticas debido a la naturaleza de la relación entre los personajes principales (la diferencia de edad y el hecho de que la chica aún estaba en la secundaria cuando se casaron).
Ame,
Kato
Se ve que esas no son las calles más populares.