Kara Ema:
El miércoles salí del hotel al mediodía.
El plan de esta jornada era muy sencillo: salir a conocer y a recorrer los tres principales centros comerciales de la ciudad de Cebú.
Cerca de las 13:00 llegué caminando al primero de ellos, llamado Galleria Cebu.
Robinsons Galleria Cebu, también conocido como Galleria Cebu, es un centro comercial y complejo de uso mixto situado en North Reclamation Area, Cebú. Es el segundo centro comercial de Robinsons que lleva la marca Galleria después de Robinsons Galleria. El centro comercial abrió sus puertas el 10 de diciembre de 2015. Se encuentra a pocos metros del puerto de Cebú y a aproximadamente 1 kilómetro de SM City Cebú.
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Filipinas es un país con una gran mayoría de su población católica (el 80%) y como tal, la Navidad es una celebración muy importante para ellos. Tanto es así que empiezan a palpitarla desde octubre. Este centro comercial no solo ya tenía decoraciones de Navidad, sino que además estaba pasando música navideña.
Poco después de entrar al mall, pasé por un puesto de venta de cosméticos donde uno de los vendedores me agarró casi sin que yo pudiera decir nada, me dijo que me iba a dar para probrar gratis unos cosméticos, me sentó y me los puso. Me dijo que tenía para mí una oferta muy buena de esos cosméticos, me explicó por qué los necesitaba y demás. Sonaba bastante convincente.
Te juro que no me reconocí a mí mismo en ese momento, por varias razones. Una porque yo no soy de dejarme llevar por vendedores vendiéndome cosas que no me interesan. Dos porque jamás en mi vida pensé que iba a comprar cosméticos, y allí estaba ya considerándolo.
La razón por la que nunca fui de cosméticos es que me parecen demasiado caros, requieren que les dediques tiempo cada semana o a veces incluso cada día para aplicártelos, y considero que los resultados que pueden llegar a tener no son lo suficientemente efectivos como para justificar todo lo que cuestan tanto en términos de dinero como de tiempo. La realidad es que por mucho que uno intente luchar para mantenerse joven, no hay soluciones mágicas y la vejez siempre va a terminar ganando.
Pero en eso momento pensé: «¿Cómo puedo saber que no valen la pena si nunca los probé?» Así que decidí aceptar la oferta que me estaban haciendo en este negocio de cosméticos llamado Kedma. Me terminé comprando un limpiador, un tónico y un exfoliante, todos para ser usados en la cara. De regalo me dieron una barra de jabón de sal marina.
No sé hasta qué punto funcionaran estos productos; supongo que ya me enteraré a medida que los use. Pero lo que sí sé es que me los vendieron a un precio muy inferior al que están en Internet. Me hicieron una oferta inicial por todo y encima como yo todavía me mostraba algo rehacio me lo descontaron aún más. Terminé pagando ₱10000 (~US$175) por todo, que es menos de lo que sale solamente el exfoliante en Internet (está a US$250).
A las 14:00 fui a almorzar a un Denny’s que había en el primer piso del centro comercial.
Me pedí un milkshake de chocolate y un Philly Steak Waffle Sandwich.
Una cosa curiosa es que cobraban un servicio de mesa del 7,5%. Nunca entendí los lugares que cobran servicio de mesa. ¿Por qué no hacer que todos los precios del menú sean un 7,5% más caros en lugar de tener que estar haciéndole hacer el cálculo al cliente?
Tanto en el 2F como en el 4F había un Daiso, pero no vendían muchas cosas tipo comida o bebida. Además, parece que el precio mínimo de los productos era ₱88 (~US$1,5), que es más que los 100 yenes que salen las cosas de Daiso en Japón, así que no es tan barato como allá.
A las 14:45 salí de este centro comercial y me fui caminando hacia el siguiente, SM City Cebu, al que llegué a las 15:00.
SM City Cebu es un gran centro comercial situado en Mabolo, Cebú (Filipinas). Es el cuarto centro comercial de SM Prime Holdings, el mayor propietario y promotor de centros comerciales del país. Es el primer centro comercial de la empresa fuera de la zona metropolitana de Manila y el quinto más grande de Filipinas. Tiene una superficie de 11,8 hectáreas y 268.611 m².
En un día normal, más de 100.000 personas visitan SM City Cebú, cifra que aumenta a entre 140.000 y 150.000 los fines de semana. Debido a la posición de Cebú como punto de transbordo para las Visayas y Mindanao, y a la ubicación de SM City Cebu cerca de la zona portuaria de la ciudad, el centro comercial atrae a un importante número de compradores transeúntes.
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En un momento pasé por una heladería llamada Gelatissimo que tenía unos helados que parecían riquísimos, así que me pedí un pote grande de tres sabores diferentes: caramelo, coco y café.
Pasé también por una librería llamada National Book Store.
En el patio de comidas vi un local llamado Sbarro que tenía stromboli, así que me compré uno para probarlo.
El stromboli es una especie de empanadilla hecha con masa para pizza (a veces enrollada) típica de la gastronomía italoestadounidense. Suele estar relleno de carne picada o de queso italiano.
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Al lado del patio de comidas había un centro de entretenimiento con máquinas de arcade llamado World of Fun.
A las 17:00 pasadas me fui caminando hasta el último centro comercial de la jornada: Ayala Center.
A las 17:30 llegué al centro comercial.
Ayala Center Cebu es un gran centro comercial propiedad de Ayala Malls situado en el Cebu Business Park de Cebú (Filipinas). Es el primer centro comercial de Ayala fuera de la zona metropolitana de Manila. Abrió sus puertas en noviembre de 1994, un año después de que lo hiciera su rival, SM City Cebu.
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De los tres malls que conocí ese día, este fue por lejos el que más me gustó. La razón es que este es el único que tenía espacios verdes y al aire libre. Y considerando la escasa cantidad de parques que parece haber en esta ciudad, estos espacios verdes fueron un gratificante cambio de aires.
Por alguna razón parece que hay muchísimos coreanos en las Filipinas, tanto como turistas como como inmigrantes. Y dado que hay muchos coreanos, también es de esperarse encontrar muchas negocios coreanos como este supermercado, restoranes, fotomatones, etc.
Por dentro era tan grande y tan laberíntico que varias veces sentí que no sabía dónde estaba parado. Por algunos lugares debo de haber pasado como cuatro o cinco veces, mientras que por otros seguro no llegué a pasar nunca.
En la terraza también había una librería llamada Fully Booked. Al igual que la otra a la que había entrado antes, esta también vendía la mayoría de sus libros en inglés.
A las 19:00 pasadas decidí entrar a McDonald’s a comer algo. Me pedí unos McSpaghetti con patatas fritas y Coca-Cola.
Había una parte del centro comercial que vendía toda clase de cosas para el hogar. Entré a echar un vistazo.
Tenían figuras de porcelana de Lladró, que me encantan dado que algunas son muy bonitas, como estas:
Kintarō (金太郎), cuya traducción habitual es «niño de oro», es un héroe del folclore japonés. Niño de fuerza hercúlea, fue criado por una yama-uba en las alturas del monte Ashigara. Se hace amigo de los animales de la montaña y, más tarde, después de haber capturado a Shutendōji, terror de la región, se convierte en discípulo del samurái Minamoto no Yorimitsu bajo el nombre de Sakata no Kintoki (坂田金時).
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También vendían un montón de cosas de Navidad. Y es que hay que estar preparados, ¡que ya es octubre y faltan nada más que 82 días!
A las 20:00 me fui del centro comercial y empecé a caminar de regreso al hotel.
Era la primera vez que estaba en la calle a la noche por tanto tiempo en las Filipinas. Durante esta caminata nocturna pasé frente a varias chabolas y viviendas precarias construidas al lado de la calle. Pasé por calles con muy poca iluminación y poca gente, y aún así no sentí miedo, como si sentiría caminando por una calle solo a la noche en Buenos Aires.
En Argentina pobreza e inseguridad van de la mano y están ambas presentes. En Filipinas parece haber tanta pobreza como en Argentina, pero mucha menos inseguridad.
En un momento llegué a una avenida llamada General Maxilom; desde ahí era básicamente todo recto hasta mi hotel, por unos 10 minutos.
Mientras iba caminando por esta avenida me pasaron dos cosas curiosas.
La primera fue que un hombre se me acercó, me señaló una mujer que estaba al lado de él y me preguntó si quería llevármela a mi hotel para tener sexo con ella. Le pregunté cuánto costaba. Me dijo ₱2000 (~US$35) por tres horas, lo cual me pareció barato (un orden de magnitud más barato comparado con Japón). La chica parecía joven, de veinticortos.
La segunda fue que al mismo tiempo que le estaba diciendo «gracias pero no, gracias» al proxeneta y a la prostituta, una niña pequeña se hizo presente enfrente de mí y me empezó a hablar, en un tono tan bajo que me tuve que agachar para poder escucharla. Noté que tenía toallas en la mano, las cuales me estaba intentando vender.
Le pregunté cuánto salían, a lo cual me respondió «3 for ₱100» (tres por 100 pesos, que no llega a ser dos dólares). Saqué un billete de 100 pesos de mi billetera y se lo ofrecí, pero le dije que no necesitaba las toallas así que que no me las diera. Me dio muchísima pena ver una loli en aquel estado. Me daban ganas de llevármela a mi casa y adoptarla. Espero que algún día consiga salir de la pobreza.
Y como si eso no hubiese sido suficiente para amargarme el día, a las dos cuadras me crucé con otra niña pobre más. Le pregunté qué edad tenía; me respondió «eleven» (11). Le pregunté si estaba sola y me dijo que sí. También tenía toallas en la mano que estaba intentando vender. No las acepté, pero igual le di un poco de dinero. Se quedó mirándome con cara triste, como pidiéndome más. No sabía qué hacer y me estaba afectando demasiado verla así, así que solo atiné a decirle «take care» y me fui rápido al hotel antes de que se apareciera otra.
Los perros y los gatos en la calle me duelen, pero los puedo soportar hasta cierto punto. Pero los niños callejeros me desgarran el alma. Si tuviese el dinero que tiene Elon Musk, en lugar de comprar jets y yates privados para mí lo usaría para construir casas de acogida y escuelas para todos estos niños.
Cuando llegué al hotel me costó concentrarme en las cosas que tenía que hacer, dado que no podía borrarme de la cabeza la cara triste de aquella niña.
Te prometo algo Ema, tanto a ti como a mí mismo: antes de irme de las Filipinas voy a hacer algo por estos niños. Hacerle el día a uno de ellos es hacerme el día a mí también, así que ese será el plan. Exactamente cómo y cuándo lo voy a hacer no lo sé todavía, pero no me pienso ir de aquí hasta no haberle robado una sonrisa a un niño pobre.
Ame,
Kato
Tremendo, Chato. (El anterior anónimo fui yo)
La verdad que es desgarrador ver esa situación, y muy lindo ese pensamiento contrario a Elon Musk.
Ojala puedas cumplir tu deseo!