Kara Ema:
El martes salí del hotel a las 23:30.
Resulta que en Makati hay una calle llamada Padre Burgos, la cual está llena de bares, clubes nocturnos y prostitutas. Se trata de uno de los cuatro barrios rojos de Manila.
A las 24:00 pasadas llegué a Padre Burgos, tras haber estado caminando por calles oscuras y vacías por alrededor de cuarenta minutos.
Apenas empecé a caminar por esta calle comencé a ser asediado por numerosas prostitutas que casi que me rogaban que fuese con ellas a un hotel. Algunas me tomaban de la mano, se me pegaban a mí y me seguían por varios metros hasta que finalmente desistían cuando veían que yo no estaba interesado. Unas me ofrecían masajes, otras directamente sexo. Un par me preguntaron si estaba interesado en ladyboys.
Kathoey es una identidad de género tailandesa cercana a las identidades occidentales de mujer trans, hombre travesti, pero distinta de las tres. A veces se les denomina como ladyboys o como tercer sexo.
Algunos kathoey se identifican como mujeres. Acorde a un estudio en Tailandia y Laos, la mayoría se vuelve consciente de su identidad a temprana edad y lleva a cabo procesos médicos, hormonales y/o quirúrgicos, para adquirir una expresión más femenina, ya que, en Tailandia, se puede conseguir hormonas sin prescripción en cualquier farmacia y, además, las cirugías de reasignación genital son relativamente baratas.
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Me sentí bastante abrumado por la cantidad de mujeres instigándome a llevarlas a la cama a cambio de una parte de mi billetera, así que tan pronto como pasé por un 7-Eleven entré para tomar un respiro y un refresco, dado que hacía mucho calor y el ambiente del barrio rojo me estaba haciendo transpirar más de lo normal.
Me pedí un vaso mediano de café helado y me senté a tomarlo tranquilo antes de seguir caminando por Padre Burgos. Cerca del final de la calle había muchas menos tiendas abiertas que al principio, y estaba bastante más oscuro y vacío.
Cuando llegué al final di media vuelta y empecé a caminar por la acera contraria de la que había venido. Pasé por enfrente de varios «go-go bars»; en algunos de ellos había guardias de seguridad y chicas afuera que me invitaban a entrar a echar un vistazo.
Un go-go bar es un tipo de establecimiento comercial en el que se venden bebidas alcohólicas y las bailarinas se encargan del entretenimiento. […] En términos generales, el término ha sido utilizado por locales que abarcan una amplia gama de negocios, desde clubes nocturnos o discotecas, donde las bailarinas están esencialmente allí para crear ambiente, hasta lo que son en esencia teatros de burlesque o clubes de striptease, donde las bailarinas son parte de un espectáculo y el foco principal.
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Cuando estaba solo a una cuadra de volver a la parte donde arrancaba la calle, una trabajadora sexual se me acercó y me ofreció una sesión de masajes por una hora a ₱500 (~US$9). La miré por unos instantes mientras consideraba la propuesta. No había ido con la idea de acostarme con una prostituta sino de explorar la zona, pero había caminado cuarenta minutos para llegar allí y ahora tendría que caminar otros cuarenta más para volver, así que ya que estaba ahí decidí que a lo mejor no era mala idea probar una de las chicas. Además era solo un masaje, ¿verdad?
Error. Nunca iba a ser solo un masaje, no con una prostituta. Al parecer así es como te enganchan al principio.
A las 24:30 llegamos al hotel. Tuve que pagar unos ₱400 por dos horas en una habitación del hotel. Cuando llegamos a la habitación la mujer me dijo que me quitara la ropa y me acostara en la cama boca abajo. Luego me empezó a hacer masajes. Mientras tanto charlábamos de distintas cosas.
En un momento me empezó a frotar el miembro mientras me preguntaba «Would you like extra for three?». Básicamente me estaba ofreciendo trabajos de masturbación y felación por ₱3000 (US$50). Me pareció caro y no estaba hiperinteresado de todas formas así que le dije que no. Estoy casi seguro de que me estaba dando precios altos a propósito porque veía que era extranjero y pensaba que yo tenía mucho dinero para darle.
Después de que me negué permanecimos en silencio durante unos minutos, mientras ella me seguía masajeando distintas partes del cuerpo. Al rato me volvió a ofrecer lo mismo por ₱2000, pero yo me volví a negar.
Eventualmente me dijo: «Do you want to fuck me? Five thousand». Cuando le conté esta historia a Mark me dijo que ₱5000 (~US$90) por sexo en las Filipinas es caro, a no ser que se trate de una modelo o una chica realmente joven y atractiva. Yo venía acostumbrado de los precios en Japón (US$200-$300), con lo cual la verdad que no me pareció tan caro. Así que acepté.
Cuando terminamos me di cuenta de que no tenía más que ₱3000 en la billetera, así que la chica me acompañó hasta un ATM en la calle para que pudiese sacar dinero y darle el resto que le debía.
Fue una experiencia interesante acostarme con una filipina. A pesar de que haya pagado un poco caro, la chica me cayó simpática así que no me molestó demasiado. Me dijo que estaba estudiando y quería irse a vivir a Singapur.
A las 25:45 empecé a caminar de regreso al hotel.
Llegué al hotel a eso de las 26:20.
Ame,
Kato
Que horas raras manejan en filipinas…
Miralo a Chato!!! Encima lo describis como quien no quiere la cosa