Kara Ema:
Viernes 24 de noviembre.
¿Te acuerdas de Kay, el profesor que conocí el lunes en el templo Wat Phra That Doi Suthep? ¿Recuerdas que te conté que me había dicho que era bienvenido a visitar su escuela? Ese era mi plan para el viernes.
A las 8:15 me pedí un Grab para ir a la escuela. Era un viaje de 30 kilómetros, de los cuales más o menos la mitad serían por un sendero de montaña cuesta arriba. Al percatarse de esto, el conductor del Grab (que no sabía inglés) se reía. Parece que le resultaba gracioso el inusual destino en una aldea remota en el medio de una montaña.
Cerca de las 10:00 el conductor me dejó en la escuela y se fue de vuelta a la ciudad. No pude evitar preguntarme cómo haría para volver yo más tarde.
Había unos profesores en el patio, manipulando unos globos gigantes y coloridos. Los saludé y les pregunté si alguno hablaba inglés. Me pidieron que esperara mientras iban a buscar a una profe que hablaba bien inglés. Cuando apareció la saludé y le dije que venía a visitar la escuela tras haberme cruzado con Kay el otro día. Me invitó a pasar a su aula y me introdujo a los niños.
Resulta que justo había llegado en un día especial, dado que el lunes se celebraba en toda Tailandia el festival de Loy Krathong, y los niños lo celebrarían en su escuela ese viernes haciendo diversas actividades tradicionales de esta festividad. Otra cosa genial de ir el viernes es que es el día en que los alumnos tailandeses normalmente visten los uniformes tradicionales de su cultura local, así que pude ver a los niños vestidos con unos atuendos espectaculares.
Loy Krathong (o Loi Kratong, tailandés ลอยกระทง) es un festival que se celebra anualmente en toda Tailandia. Tiene lugar en la noche de luna llena del duodécimo mes del calendario lunar tradicional tailandés y dura dos días; en el calendario occidental viene a coincidir normalmente con la del mes de noviembre.
“Loi” significa “fluir”. “Krathong” es una balsa de alrededor de un palmo de diámetro fabricada tradicionalmente con una sección del tronco del banano (si bien versiones modernas utilizan a menudo el styrofoam, un material plástico aislante), decorada con hojas de la misma planta, flores, lamparillas, barritas de incienso, etc. Durante la noche de luna llena, mucha gente fabrica pequeñas balsas como éstas y las hace navegar por el río. Los departamentos gubernamentales, grandes empresas y otras organizaciones construyen balsas mucho más grandes y elaboradas, que toman parte en concursos. Además, durante el festival, tienen lugar espectáculos de fuegos artificiales y concursos de belleza.
Wikipedia
Cuando entré al aula los niños estaban fabricando krathongs.
Entré una por una a todas las aulas de primaria: desde sexto hasta primero. En todas los niños estaban concentrados haciendo sus krathongs. Lo que me encantó ver fue que se les dio 100% libertad de hacerlos ellos mismos. Los profesores no hacían nada (a veces ni siquiera había ningún profesor en el aula).
En el aula de tercero me lo crucé de vuelta a Kay, el profe que había conocido unos días atrás y que me había invitado a venir a ver la escuela.
Si está bien hecho, el krathong debería flotar en el agua y no hundirse. Los niños usaban baldes con agua para poder probar sus krathongs y ver si efectivamente flotaban.
A todo esto yo ya no estaba con la profesora que me habían presentado al principio. Me habían dejado solo con los niños. Es increíble el nivel de confianza que tienen en Asia comparado con el Occidente. Esta gente ni siquiera sabía mi nombre completo, ni mi edad, ni mi profesión. En ningún momento me preguntaron nada sobre mí, ni me interrogaron sobre por qué estaba allí. Lo único que sabían era lo que veían: mi auténtico interés por los niños y por la escuela. Mientras tanto en Europa y en Estados Unidos no solo jamás me habrían dejado solo con los niños sino que para poder entrar a una escuela me habrían pedido pasaporte, certificado de antecedentes penales, referencias, y me habrían investigado buscándome en bases de datos del FBI y de la Interpol. No por nada las escuelas occidentales parecen cárceles con todos esos muros, rejas, cámaras y guardias que les ponen.
Después de visitar todas las aulas de primaria, los niños me llevaron a ver otra parte de la escuela. Me hicieron señas para que los siguiese y empezaron a correr, así que corrí detrás de ellos. No podía creer el grado de libertad que tenían en esta escuela. Básicamente podían entrar y salir de sus aulas (las cuales ni siquiera tenían puertas) en cualquier momento. Realmente parecía cualquier cosa menos una escuela, sobre todo ese día en que los niños no tenían que estudiar ninguna materia, sino simplemente divertirse con las actividades de Loy Krathong.
El lugar donde me llevaron era increíble. Se trataba de un mirador con una hermosa vista panórica a la ciudad de Chiang Mai, y además tenía mesas y sillas donde los alumnos se podían sentar para relajarse, e incluso una cafetería escolar donde podían pedir cualquier bebida menos café.
De ahí los niños se dispersaron y se fueron a dar vueltas por los terrenos de la escuela y a jugar entre ellos. Yo me puse a caminar un poco por los terrenos también, hasta que di con un profesor —llamémoslo Eme— que también sabía inglés. Me puse a hablar un rato con él mientras los niños jugaban a nuestro alrededor.
A las 11:00 Eme me llevó a ver el comedor, donde los niños de jardín estaban por empezar a almorzar. Ellos almorzaban a esta hora mientras que los de primaria almorzaban a las 11:30.
A medida que terminaban de comer, los niños tenían que ir a llevar su plato a la vuelta del comedor, y dejarlo en el fregadero. Me contó Eme que luego los niños de primaria lavan sus propios platos, e incluso también los de los niños de jardín. Me pareció genial.
Mientras me paseaba por el predio de la escuela con Eme, vi que una niña se acercaba corriendo hacia nosotros. En su mano tenía mi bolsa, que yo a propósito había dejado en el aula de 2º grado porque no quería estar cargando con ella todo el tiempo en mi hombro. Me la había venido a traer pensando que me la había dejado olvidada. Una tierna.
Pasamos por enfrente de la librería y de la casa de Eme.
«Un momento, ¿cómo que su casa? ⸘Los profesores duermen en la escuela‽»
La respuesta es «a veces». Tienes que recordar que esta es una escuela ubicada en un lugar bastante remoto. Los niños viven en la aldea Khun Chang Khian que es donde está la escuela, pero los profes viven lejos, a por lo menos una o dos horas de trayecto en moto o coche. Es por esta razón que algunos de ellos deciden quedarse a dormir en la escuela durante la semana, y solo ir a sus casas los fines de semana.
El caso de Eme es particularmente duro dado que según me contó él vive en Fang, un pueblo a 160 kilómetros al norte de la ciudad de Chiang Mai, con lo cual para llegar ahí desde la escuela tiene que estar unas cuatro o cinco horas montado en su moto. Es por esto que él vive en la escuela durante la semana y los viernes se va a Fang para pasar el fin de semana con su mujer. Me dijo que el año que viene se va a trasladar a una escuela que le quede más cerca («y sí…», pensé yo).
A las 11:45, después de que los niños de primaria hubiesen ido al comedor y empezado con su almuerzo, Eme me ofreció invitarme a almorzar a básicamente el único restorán/café de la aldea. No quedaba muy lejos de la escuela (~400 m, que es casi toda la extensión del poblado), pero igual fuimos con su moto.
Me pedí un tom yum y un capuchino.
A las 12:30 estábamos de vuelta en la escuela, y yo estaba nuevamente por mi cuenta explorando el predio y observando lo que hacían los niños.
A las 13:00 pasé por la cafetería escolar y me llevé la gran sorpresa del día. No podía creer lo que estaba viendo.
Para mí —habiendo sido criado en el Occidente— las cafeterías escolares son lugares administrados por adultos, quienes les venden a los alumnos y los alumnos compran lo que quieren. Cuando visité la escuela de Sarah (mi amiga francesa) hace dos años, había una cafetería escolar (la Cantine) que funcionaba también de esta forma.
Pero este no era el caso en la escuela Srinehru. La cafetería era de los alumnos, para los alumnos y por los alumnos. No había ningún adulto ayudando ni supervisando. Los alumnos del curso más alto (6º) eran los que estaban detras de la barra recibiendo el dinero de los demás y preparando las bebidas que les pedían. Fue una de las cosas más fenomenales que tuve oportunidad de presenciar y espero algún día poder ver algo similar de vuelta.
Cuando ya la mayoría de los niños tenían sus bebidas, aproveché para pedir una para mí también. No podía dejar pasar la oportunidad única de hacer a un niño trabajar para mí por dinero. Me pedí un té tailandés frío. Me lo cobraron 50 bahts (~US$1,4), que la verdad que para ser una cafetería escolar me pareció un poco caro. Pero sí que valió la pena.
A las 13:30 me fui con mi té recién preparado para el patio de la escuela, donde vi que había varios niños sentados preparándose para algún evento que estaba por empezar. Me posicioné al lado de Eme.
Parece que estaban haciendo una entrega de premios, aunque no entendí bien por qué era que los estaban premiando exactamente (creo que tenía que ver con los krathongs que habían hecho).
Una cosa que me pareció muy interesante y me la anoté para acordarme de contártela, es que estos niños cada vez que pasaban por al lado de un adulto hacían una reverencia arqueando su espalda de forma pronunciada. Esto es una forma de mostrar respeto hacia los adultos y reconocimiento de su autoridad. A mí me lo hicieron un par de veces y no me pude decidir si me gustaba o no, dado que por un lado me mostraban respeto, pero por otro me acordaban una autoridad que a mí no me interesaba tener por sobre ellos. Para mí los niños no son personas que están por debajo de mí sino a mi misma altura. No me gusta que me traten como superior ni me gusta tratarlos a ellos como inferiores.
Tras la entrega de premios vino la parte que todos estábamos esperando: la colocación de los krathongs en el agua, para mostrarle a todo el mundo cómo flotaba (y lo bonito que lucía) el krathong que había hecho cada uno.
A las 14:00 nos fuimos a sentar al césped, dado que se venía la siguiente gran actividad de la jornada: el lanzamiento de los globos.
Dado que lanzar esos globos llevaba tiempo, para entretener a los niños mientras esperaban la profe puso música para que cantaran y bailaran.
En un momento la profe puso este video de YouTube:
En este video había unos temas que aparentemente a los niños les encantan dado que apenas los escucharon se pusieron a bailar como locos. Las niñas en particular los bailaban de una manera un tanto sensual, meneando la cadera y esas cosas. No sé dónde ni cómo habrán aprendido a hacer eso, pero lo hacían como si fuese lo más natural del mundo para ellas. Intenté copiar a una y pedirle que me enseñara a hacerlo pero se ve que le dio vergüenza y se alejó. De todas formas no me habría salido tan bien como a ella.
A todo esto los profes seguían intentando hacer volar los globos.
En un momento hicieron una especie de sorteo. Había distintos premios que se podían ganar; cada uno tenía un número (e.g. 1 era un oso de peluche, 2 una bolsa de patatas fritas, 3 un chupetín, etc.). Cada alumno tenía que abrir un huevo de plástico, dentro del cual estaba el número que le había tocado. Todos ganaban algo, pero solo unos pocos ganaron el mejor premio posible que era el oso de peluche.
Después de ver el lanzamiento de los tres globos, a las 15:30 llegó la hora de limpiar la escuela. Como en todos los países de Asia, en Tailandia también son los mismos alumnos los encargados de la limpieza. Me pareció supertierno ver niños tan pequeños demostrando ser tan capaces y responsables mientras dejaban sus aulas limpias.
Dado que era viernes, era el día en que a Eme le tocaba irse a Fang, y para ello tenía que sí o sí pasar por Chiang Mai, así que se ofreció a dejarme ahí con la moto. Cerca de las 16:00 —hora en que la escuela terminaba y los niños se iban a sus casas— nos subimos a la moto y nos fuimos. Cuando pasamos por la entrada di una última mirada hacia atrás y saludé a los niños que estaban allí.
A las 17:00 me despedí de Eme. Le dije que le quería dar un dinero en forma de agradecimiento y para que lo usara para comprar algo a los niños como unos snacks o peluches para sortear. Le extendí un billete de ฿1000 (~US$30). Al principio no lo quiso aceptar y dijo que era mucho, pero le insistí y le dije que lo usara para los niños, así que terminó aceptando.
Empecé a caminar hasta que al rato me crucé con un centro comercial llamado Maya. Decidí entrar a verlo, y de paso a descansar un poco dado que hasta el hotel todavía me quedaba un largo trayecto.
En el sótano había un patio de comidas, donde me pedí un menú que incluía una porción de arroz, un omelet y curry verde tailandés con albóndigas de pescado. Todo esto me costó apenas ฿65 (~US$1,8).
A las 18:15 empecé a caminar de vuelta y una hora más tarde llegué al hotel.
Realmente no podría haber elegido una mejor manera de pasar mi última jornada completa en Chiang Mai que con aquellos niños en la escuela Srinehru. No los olvidaré nunca.
Ame,
Kato
Muy bueno! 👏🏻👏🏻
Igual estás comparando cosas distintas. Vos a una escuela rural en Argentina, entiendo que no fuiste nunca. Así y todo hay diferencias, pero es un contexto completamente distinto con una población que no es cosmopolita creo.
Por otro lado, no entendí esto :»No podía dejar pasar la oportunidad única de hacer a un niño trabajar para mí por dinero.»
Y una cosa más, mejoraste mucho la calidad de las fotos.
¡Era un chiste lo de hacer trabajar a un niño por dinero! Gracias por el cumplido de las fotos 🙂