Kara Ema:
El viernes fue mi primera jornada como voluntario en el colegio de Bảo, el amigo del primo de Hùng.
Bảo me vino a buscar a mi habitación a las 7:30, y bajamos juntos por el ascensor hasta el tercer piso, que es donde estaba el comedor escolar. Allí desayunamos.
A las 8:00 bajamos al primer piso, donde nos encontramos con el profesor de educación física y deportes. Fuimos los tres a tomar un café a una cafetería a media cuadra, luego volvimos al colegio.
En el patio del colegio el profe de deportes tenía que armar dos carpas, así que me pidió que lo ayudara. Un niño vino a saludarnos y a ver lo que estábamos haciendo.
En un momento este niño llamó a su hermana —que estaba en su casa— por videollamada y me la pasó a mí de repente, sin decirme nada dado que al parecer no hablaba mucho inglés. Pero la hermana sí hablaba inglés superbien, así que estuve como media hora charlando con ella por videollamada.
A las 9:15 subí a mi habitación. Cuarenta y cinco minutos más tarde me vino a buscar Bảo para llevarme a las clases donde estaban los niños.
Pasamos primero por una clase donde estaban construyendo cosas con bloques. Cuando entré todos me saludaron con una sonrisa y un «hello teacher!».
De ahí fuimos a otra aula donde estaban viendo un video.
El video estaba en vietnamita, pero por lo que llegué a entender se trataba de un niño que estaba solo en un parque y una mujer desconocida le venía a hablar y se lo quería llevar con él. Básicamente era uno de esos videos que usan para hacer que los niños tengan miedo y desconfíen de los extraños, lo cual es gracioso cuando te pones a ver las estadísticas y descubres que la gran mayoría de los abusadores infantiles no son extraños sino conocidos/familiares/amigos.
A las 11:00 fui con los niños al comedor escolar para almorzar.
En este punto pasó algo que me llenó el corazón de ternura. ¿Ves en la última foto que están todos los niños sentados en una mesa y la mesa de al lado está vacía? Como no había más lugar en esa mesa yo me fui a sentar a la mesa vacía. Tan pronto como me senté, la mitad de los niños que ya estaban sentados en la otra mesa se pasaron a mi mesa para hacerme compañía y almorzar lo más cerca posible de mí.
Después de almorzar me volví a mi habitación y descansé por un par de horas. Los niños también se fueron a sus habitaciones (al parecer tenían una habitación para las niñas y otra para los niños; no se quedaban a dormir ahí a la noche pero sí podían tomar una siesta después de almorzar si querían).
Cerca de las 16:00 bajé nuevamente al segundo piso, a la misma aula donde había estado a la mañana. Los niños estaban haciendo manualidades con papel, tijera, cola y lápices.
A las 16:30 terminó la clase y los niños se fueron a su casa. Excepto por tres niñas, dos de las cuales no se irían a ningún sitio dado que eran las nietas del dueño del colegio, y se estaban quedando con él por unos meses en el décimo piso (el penthouse).
Las tres niñas me pidieron que las siguiese hasta la biblioteca del colegio, no para leer libros sino para tocar el piano que estaba allí. Resulta que Anh, la más grande de las nietas de Bảo (8 años), sabía tocar el piano y me quería mostrar. El problema es que también estaba la traviesa de Chi, la hermanita menor de Anh (6 años), que no la quería dejar tocar.
En un momento, cuando Chi se aburrió de molestar a su hermana y finalmente la dejó tocar, yo le ofrecí de buscar un libro en inglés así lo leíamos juntos. A todo esto la otra niña se había ido a su casa, así que solo quedábamos las dos hermanas y yo.
La hermana mayor tocaba el piano mientras la hermana menor leía un libro conmigo; nos íbamos intercalando una hoja cada uno. Cada vez que se trababa o no leía correctamente una palabra, yo la corregía y le pedía que lo leyese de vuelta.
Por cierto, el inglés de Chi y Anh es tan bueno que a veces siento que estoy hablando con niñas estadounidenses y no vietnamitas. Probablemente sea la primera vez en mi vida que hablo con niños con un nivel de inglés tan alto y una pronunciación tan cercana a la nativa.
Más tarde yo le di la idea a Anh de que fuese a la casa de sus abuelos a buscar algún juego para jugar, así que se trajo el Uno y el Monopoly. Jugamos a ambos juegos en la biblioteca con las dos niñas y un niño que andaba por ahí y se quiso sumar también.
A las 18:30, Bảo nos vino a decir que era hora de ir a bañarse y a prepararse para la cena. Me había invitado a cenar a su casa con su familia. Me dijo que fuese a mi habitación y que me alistara para subir al penthouse a las 19:15.
A la hora que me dijo Bảo recibí una llamada desde su teléfono, pero la voz que escuché cuando atendí no fue la de Bảo sino la de Anh, avisándome que la cena estaba lista y ya podía subir.
Así es como acabé cenando con el fundador de un colegio de mil estudiantes y cincuenta profesores, la exalcaldesa de la ciudad, y las dos lolis más tiernas y con el mejor nivel de inglés de todo Vietnam.
Después de cenar nos pasamos al sofá donde comimos el postre —melón— mientras veíamos Cómo entrenar a tu dragón en la tele de un número absurdo de pulgadas que tenían.
Allí fue done Anh me mostró una historia en inglés que escribió, titulada The Adventures of Su in Cryptography Land (Las Aventuras de Su en la Tierra de la Criptografía).
Considerando que había sido escrita por una niña de ocho años, la historia me pareció increíble. Bien redactada, sin faltas de ortografía, utilizando un amplio vocabulario, y tratando contenido técnico sobre criptografía como el cifrado César, el código morse y el binario. Lo único que noté que quizás se podría mejorar es la inconsistencia de los tiempos verbales; a veces usaba el pasado y a veces el presente.
Pero lo que más me gustó a mí no fue la historia sino la carta que me hicieron ambas niñas, presentándose y contándome todo lo que les gusta:
Esta carta es un tesoro invaluable para mí, junto con todas las otras cosas que he recibido de la parte de niños. La guardaré conmigo siempre.
A las 21:15 Bảo anunció que era hora de que las niñas se acostaran, así que les deseé buenas noches a todos y me volví a mi habitación en el noveno piso.
Ame,
Kato
Buen primer dia fue!