Kara Ema:
Jueves 5 de septiembre.
A las 13:00 fui a una panadería llamada Bakeboy y me pedí un caramel syrok y un almond croissant.
Luego fui al supermercado Festival Market y compré varias cosas, incluyendo un pastel de luna.
El pastel de luna es un dulce chino que se consume tradicionalmente en la Fiesta del Medio Otoño, una de las más importantes de China. Esta fiesta se centra alrededor de la luna, y estos pasteles forman parte de la celebración. Sus orígenes se estiman a partir de la Segunda Era del Imperio Chino. Los sacerdotes solían lanzarlos sobre pequeñas barcas, para de esa forma honrar a los muertos.
Los pasteles de luna típicos son redondos o rectangulares, de unos 10 cm de diámetro y unos 4–5 de espesor. Consisten de un relleno espeso normalmente hecho de pasta de semilla de loto rodeado por una corteza relativamente fina (2–3 mm) y pueden contener yemas de huevos de pato en salazón. Suele comerse en pequeñas porciones acompañado de té chino.
Wikipedia
Viernes 6 de septiembre.
A las 14:30 arranqué a caminar desde el hotel hasta la base de la montaña Núi Cô Tiên, con la idea de escalarla. Fueron más o menos dos kilómetros que hice en media hora.
A las 15:00 arranqué la escalada.
Tras transcurrir quince minutos sin ver a nadie en la montaña me di cuenta de que estaría solo durante toda la subida, dado que era día de semana y aún hacía demasiado calor y había demasiado sol como para estar trepando una montaña.
Ahí fue cuando tomé una decisión heterodoxa: me desnudé y continué la subida hasta la cima sin ropa.
No muchas personas pueden hacer alarde de haber hecho senderismo de montaña desnudos, y me alegra ser oficialmente una de ellas. Después de todo la única razón por la que uso ropa es porque la sociedad me obliga, y si no iba a haber nadie alrededor no había motivo para usarla.
Si alguien me llegaba a pillar tenía preparada la excusa perfecta (que por cierto era cierta): mi ropa estaba completamente empapada con mi sudor —tras haber caminado dos kilómetros con 35 ºC—, con lo cual usarla significaba correr el riesgo de enfermarme. Igual al final no me crucé con nadie durante la subida, así que no tuve que justificar mi singular atuendo (o falta de).
El ser humano es la única especie en el reino animal que cubre su cuerpo. La necesidad de usar ropa no forma parte de la naturaleza humana, si no un bebé o un niño pequeño lloraría hasta que sus padres lo vistieran. En mi experiencia con niños pequeños (menores de 6 años) he notado que les encanta mostrar su cuerpo desnudo; son sus padres los que se muestran incómodos cuando el niño se desnuda, y no el niño. Esa incomodidad de los padres es lo que influencia al niño a eventualmente cambiar la actitud y empezar a adoptar sentimientos de vergüenza ante la idea de estar desnudo en público. En resumen, la necesidad de usar ropa es un constructo social al igual que la moral. No tiene ninguna finalidad práctica—al menos no cuando hacen 35 ºC.
Dos ejemplos concretos sobre a qué me refiero con que la incomodidad está en los padres y no en los niños (al menos al principio):
- Mi amiga japonesa, Akane, cuando cambiaba a su hijo de dos años y medio enfrente de mí, decía: “恥ずかしいよ” («¡Qué vergüenza!»). El niño no mostraba ningún tipo de vergüenza aparente, pero la madre al decir eso le hacía entender que el estar desnudo frente a otra persona debería ser causa de vergüenza. Esta acción va a hacer que en el futuro este niño empiece a sentir vergüenza estando desnudo frente a otros.
- Suong, mi amiga vietnamita de 4 años, me ha llamado una vez para ayudarla a limpiarle la cola mientras ella estaba en el baño. No mostró ningún tipo de vergüenza al estar desnuda enfrente de mí. Sin embargo, la madre insiste en llevarla al baño o taparla cada vez que la cambia. Esta acción de cubrir el cuerpo de la niña estando frente a otras personas va a hacer que Suong empiece a experimentar sentimientos de vergüenza dentro de unos años.
No tardé en empezar a ver un bonito paisaje de la ciudad:
Cerca de las 16:00 llegué a la cima, donde me encontré con una bandera vietnamita y un altar budista.
Te mentí: en realidad esa no era la cima cima. Había que escalar un poco más para llegar a la verdadera cima, pero el trayecto se volvía demasiado empinado y complicado, así que decidí terminar mi ascenso allí.
Me senté un rato en la falsa cima a admirar la vista, descansar y recuperar energías tomando agua y comiendo snacks.
A las 16:30 arranqué el descenso.
En un punto escuché voces a lo lejos y me di cuenta de que se acercaba gente, así que decidí que era el momento de abandonar el senderismo nudista y vestirme. Es que ya era un poco más tarde y no hacía tanto calor como antes, con lo cual la gente empezaba a venir a la montaña. De hecho me crucé con al menos una decena de grupos de personas ascendiendo el monte mientras yo lo estaba descendiendo, incluyendo locales, extranjeros, adultos y niños.
A las 17:00 llegué al pie de la montaña y de ahí caminé de vuelta al hotel, pero antes hice una parada en la playa. Me habría gustado poder quitarme la ropa en la playa —sobre todo porque no llevaba bañador—, pero eso tendrá que esperar a la próxima vez que visite las playas nudistas en Europa.
A las 18:00 llegué al hotel.
Una hora más tarde salí a Circle K, para comprar algo para comer y trabajar un rato allí.
A las 23:00 volví al hotel y ya no volví a salir.
Sábado 7 de septiembre.
El sábado salí del hotel a las 13:30 y caminé media hora hasta Nha Trang Center.
Allí vi una pista para hacer patinaje, un puesto de suvenires vietnamitas, un parque de bolas para niños, una tienda de conveniencia, y un buffet de comida coreana.
A las 14:30 entré a almorzar a Spicy Box, el buffet coreano. Me costó alrededor de 5 dólares y podía quedarme tiempo ilimitado y coger todas las bebidas y platos que quisiera.
A las 16:20 me fui de este centro comercial y me pasé a otro que estaba a la vuelta, llamado Gold Coast Mall. Lo más interesante que había dentro era Lotte Mart, un supermercado coreano gigante que abarcaba dos plantas enteras del mall.
Cuando terminé de recorrer este centro comercial me crucé a la playa y me puse a caminar un rato por la costa, mojándome los pies y observando a la gente.
Anduve por alrededor de un kilómetro en dirección sur, hasta llegar a la icónica torre con forma de loto Trầm Hương.
De ahí me crucé al mercado nocturno (Chợ Đêm).
Se notaba que estaba en el centro de la ciudad dado que realmente estaba lleno de tiendas, mercados y centros comerciales. Incluso descubrí una heladería estilo europeo llamada Henri, que vendía helado de caramelo salado y de dulce de leche. Obviamente tuve que parar a comprarme una bola de cada uno.
Una pena que no haya sabido de la existencia de esta tienda antes de que las niñas se volviesen a Hanói, dado que me habría gustado hacerles probar el helado de dulce de leche.
A las 18:30 me tomé una moto de Grab para volver al hotel.
Dado que esta sería mi última noche en Nha Trang, decidí salir a cenar afuera.
A las 21:30 me fui a Vandana Gastropub, un restorán que quedaba a la vuelta de mi hotel.
Allí me pedí una “kids pizza“, que venía solamente con queso.
Esta pizza me hizo acordar a cuando era niño que siempre pedía pizza solo con queso en un restorán en Argentina llamado La Farola. Recuerdo haber pensado en algún momento, «deberían tener la opción de pizza solo con queso en el menú». Vandana Gastropub hizo mi deseo de niño realidad.
Domingo 8 de septiembre.
A las 11:00 dejé el hotel y me tomé un coche de Grab que me dejó en una cafetería en el centro de la ciudad. Allí me pedí un cà phê sữa đá (café con leche frío) mientras esperaba a que la furgoneta que había contratado me viniese a buscar.
A las 12:00 me subí a la furgoneta rumbo a mi siguiente destino.
Ame,
Kato
Te hubieses sacado las zapas si te la bancabas… jajaja