Kara Ema:
El martes cerca de las 10:00 pasé por Bánh Mì Huynh Hoa —la tienda de bánh mì más famosa de Saigón— y me pedí un bánh mì. Me costó ₫68k (~US$2,8), que es alrededor del triple de lo que normalmente cuesta en otros sitios, pero también era considerablemente más grande.
Me fui a comerlo a un GS25 mientras tomaba un cà phê sữa đá (café con leche helado).
A las 13:00 me volví al hotel y me encontré con Suong y Linh, que habían venido desde Vũng Tàu con el ferry y una moto alquilada.
El primer sitio a donde fuimos fue Phố Nhật Sài Gòn, el barrio japonés de Saigón.
Tras sugerencia mía fuimos a almorzar a Sukiya, la famosa cadena de comida rápida japonesa.
A las 15:00 salimos de allí y caminamos hacia el río Saigón.
Linh no suele tomar café, pero este día me dijo que se sentía cansada y que necesitaba uno, así que paramos en la cafetería Katinat frente al río y nos pedimos uno cada uno. Yo me pedí un Mê Phô Mai (café con queso y miel).
A las 16:30 continuamos el paseo por al lado del río.
A las 17:30 llegamos a un parque de juegos para niños, y nos quedamos allí para que Suong jugara.
En un momento nos pusimos a charlar con unos niños que habían venido al parque. Eran alrededor de media docena, todos varones menos Vy, una niña de nueve años.
Platicando con ellos nos enteramos de que solo dos iban a la escuela, mientras que el resto ayudaba a los padres en casa o en el trabajo. Eran todos vecinos y amigos, que habían venido al parque solos caminando desde sus casas. A las 19:30 sus familias los esperaban de vuelta, así que a las 19:20 se fueron. Ninguno hablaba mucho inglés, pero todos eran extremadamente simpáticos y amistosos, y se notaba que querían hablar conmigo.
Me resultaba increíble cómo los niños interactuaban con nosotros (y nosotros con ellos) casi como si fuésemos sus padres, como si nos conociésemos de toda la vida. Por ejemplo, les dimos botellas de agua cuando nos pidieron, cartones de leche, golosinas, etc. Hablábamos y nos referíamos recíprocamente en dialecto superfamiliar y afectuoso.
Esta es la clase de cosas que pienso que los niños necesitan, pero que lamentablemente en el Occidente no pasan debido al alarmismo generalizado sobre el “stranger danger” (peligro con los extraños). Cuando yo era niño me empezaron a dejar salir solo a la calle a los 13 años; antes de eso el único sitio donde podía jugar al aire libre era con mis vecinos en el patio interno del edificio residencial donde vivía.
A las 19:30, luego de que el grupo de niños se fuera, nos fuimos nosotros también.
Pasamos por la estatua de Ho Chi Minh (Tượng Chủ tịch Hồ Chí Minh) y llegamos nuevamente al barrio japonés, que era donde habíamos dejado la moto.
Con la moto nos fuimos a Saigon Centre.
Cenamos en el McDonald’s del B2.
A las 22:30 volvimos a mi hotel.
Un rato más tarde ellas se fueron a dormir a lo de una de las tías de Linh.
Ame,
Kato
Y justo vos le das de probar un cafe con queso y miel! Uno más normal no habia? Jajaja