Kara Ema:
Estos últimos dos días hice más bonding (amistad / vinculación afectiva) con las niñas que los cuatro días anteriores juntos.
Es gracioso porque me acuerdo que le pregunté al polaco Piotrek —el ayudante que estaba antes que yo— cómo eran las niñas y él me había respondido que básicamente te iban a ignorar la mayor parte del tiempo. Ese habrá sido el caso con él porque seguramente sería como la gran mayoría de los adultos que ni les van ni les vienen los niños.
En mi caso fue muy diferente. Tan pronto como las niñas se dieron cuenta de cómo yo las trataba —de igual a igual, a diferencia del trato que están acostumbradas a recibir de otros adultos—, que me interesaba por ellas, por sus gustos, sus preferencias, sus hábitos y preocupaciones, enseguida me empezaron a llamar para hacerme partícipe de sus juegos y actividades, para invitarme a su cuarto a mostrarme sus pertenencias favoritas, para buscarme en mi cuarto y ver lo que hacía, etc.
El jueves me levanté a las 11:00. Sigo teniendo el problema de sentir mucho sueño y no poder levantarme. A lo mejor también sea el tiempo el culpable de esto, ya que últimamente está haciendo mucho frío con ventiscas y nevadas diarias. Bueno, y el hecho de que amanece a las 10:30 probablemente también tenga algo que ver.
Cuando llegué al salón y me preparé para sacar a pasear a Loki, vi que Drifa e Íris también se estaban vistiendo para salir. Parece que ya estaban un poco mejor, y querían ir a jugar un rato afuera con la nieve.
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Algo que siempre me olvido de contarte es que la familia nunca me dio llaves de la casa dado que nunca cierran la puerta de entrada con llave, ni siquiera cuando no hay nadie adentro o cuando se van todos a dormir. Cosas que solo se pueden permitir los habitantes del país más seguro del mundo.
Cuando volví de pasear a la perra, Gyða me siguió a mi habitación y me pidió de jugar con mi ordenador.
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Al mediodía nos pusimos a jugar al memorama con Íris. Juliette, la niña más pequeña de mi familia francesa, era muy buena en este juego—siempre me ganaba. Por eso no me sorprendió cuando Íris me ganó por varios puntos. Los niños en general son mucho mejor que los adultos en juegos de memoria como este.
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Después del memorama jugamos a armar unos rompecabezas con Íris y con Gyða.
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Luego las niñas se sentaron en la mesa y estuvieron un rato jugando con masa.
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Como verás, comparado con los días anteriores hoy estuve mucho más metido en el juego y las actividades que hacían las niñas. Técnicamente jugar con las niñas (o hacer babysitting) no forma parte de mis tareas. Mis tareas principales son mantener la casa limpia y ordenada, y ocasionalmente conducir el coche para ir a hacer compras o llevar a las niñas a la escuela. Pero como suelo tener mucho tiempo libre, y como las niñas están en casa todo el día ahora que están enfermas, aprovecho y juego con ellas que es lo que más me gusta hacer.
A las 14:30 tenía a las tres niñas en mi cuarto jugando juegos en mi ordenador.
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No le hice foto pero a eso de las 16:00 nos sentamos las tres niñas y yo en la cocina a comer skyr. Ahí fue cuando descubrí cómo se debe de comer el skyr natural (no saborizado) para que sea rico: vi como Drifa metió un par de cucharadas de skyr natural en un pote, luego agregó algo de azúcar y lo mezclo todo para hacer un skyr natural dulce. Las otras dos niñas copiaron a su hermana mayor. También comimos un poco de skyr de vainilla que estaba excelente; todos coincidimos que era el más rico.
Durante la cena —cenamos nuggets de pollo, rollitos de primavera y arroz— los padres de las niñas medio que me regañaron por haberles dejado usar mi ordenador y mi teléfono. Al parecer les controlan bastante el tiempo que están frente a una pantalla. Me dejaron que solo les dejan ver una película durante el fin de semana, y en la semana por regla general no tienen permitido usar dispositivos con pantalla. A mí medio que me cuesta decirles que no cuando quieren jugar con mis dispositivos, pero si me quiero llevar bien con los padres voy a tener que acatarme a sus reglas.
A las 17:00 Drifa e Íris se pusieron a colorear en el cuarto de Drifa.
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Media hora más tarde me encontré de vuelta en mi cuarto, esta vez solo. Haber estado jugando con las niñas toda la jornada me había hecho sentir más cansado de lo habitual. Quise leer mi libro pero se me cerraban los ojos, así que si bien era temprano para irse a dormir, decidí dormir una siesta de todos modos.
Me puse la alarma a las 19:00 y me terminé levantando dos horas más tarde. Típico.
A esta hora normalmente ya están todos metidos en sus respectivos cuartos, con lo cual el salón y la cocina quedan vacíos. Es el momento en que aprovecho para tener un rato para mí. Me preparo un café, te escribo, leo mi libro, miro algún capítulo de alguna serie, esa clase de cosas.
También uso este tiempo para dejar la cocina en orden para cuando la familia se levante, trabajo que siempre incluye trasladar las vajillas limpias del lavavajillas a las alacenas.
Finalmente, alrededor de la medianoche me voy a mi cuarto a dormir.
El viernes a las 10:00 desayuné leyendo el libro de Holt.
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No había nadie en la casa, con lo cual asumí que las niñas finalmente habían ido a la escuela y los padres a trabajar.
Entre las 11:30 y las 12:00 la saqué a pasear a la Loki.
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Cuando volví a la casa me puse a limpiar un poco. Pasé la aspiradora por el salón, ordené todo lo que vi fuera de su sitio, vacié los cubos de basura de los baños, esa clase de cosas.
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Mi jornada transcurrió lenta y serena desde que me levanté hasta las 17:00, horario en que llegaron las niñas con su madre.
Yo estaba con el ordenador en el salón cuando llegaron. Gyða se me subió encima —toda la confianza me tiene ya esta pulguita— y se puso a ver lo que yo estaba haciendo. Lo que estaba haciendo (averiguando cosas para hacer en Dinamarca) no era muy interesante para ella, así que le mostré el mundo con las imágenes satelitales de Google Maps. Enseguida apareció Drifa, así que le pregunté si podía señalarme en el mapa dónde quedaba Rusia. Luego ella me interrogó para ver si yo sabía dónde quedaba Alemania, tras lo cual yo le pregunté cuál era su capital. No solo no sabía la capital de Alemania, sino que ni siquiera conocía el concepto de una ciudad capital. Se lo expliqué y le mostré Berlín en el mapa. Así estuvimos un rato.
No recuerdo cómo pasó, pero unos minutos más tarde nos desplazamos del salón a mi cuarto. Como Drifa iba a clases de danza, le pregunté qué estilo de danza hacía y si podía bailar algo si yo le ponía la música. Me pidió mi teléfono para usar Google Translate, lo cual es algo que hace seguido debido a su voluntad de comunicarse conmigo e inhabilidad con el inglés. Yo le digo que use el reconocimiento de voz dado que es mucho más rápido, pero por alguna razón ella prefiere escribir, así que a veces se pasa como 5-10 minutos tipeando algo en el traductor para poder hablar conmigo.
Esto fue lo que me escribió:
Odio el baile, odio la gimnasia, odio el fútbol, simplemente odio los deportes y ni siquiera me importan los trofeos, pero el baile es lo peor para mí. Tampoco me importan las medallas, por eso no quiero bailar por mí misma. Además, me parece incómodo, así que no insistas y te quejes sin parar para verme bailar algo como «dararí darará». También odio el ballet, pero tengo que practicar algún deporte. Cuando termine con el baile, voy a intentar el balonmano, aunque no sepa nada de eso.
Traducción de lo que escribió Drifa en islandés en mi teléfono
Le pedí perdón por decirle que bailara —ahora que sabía que lo detestaba y que la ponía incómoda—, y le pregunté qué era lo que sí le gustaba hacer. Una vez más tuve que esperar un par de minutos para saber la respuesta.
Me gusta esquiar, me gusta observar, tengo interés en los gatos, los leones y ese tipo de animales. Me gusta un poco escribir, amo los dulces 🍬, me encantan los festivales y muchas cosas más.
Traducción de lo que escribió Drifa en islandés en mi teléfono
Me encanta escuchar a los niños hablando de las cosas que les gustan. Parece que compartimos nuestros gustos por el esquí, los felinos y los dulces. Me resulta curioso que haya dicho que le gusta «observar».
Le propuse jugar un rato al escondite, lo cual aceptó. Me dijo que ella se escondería primero y yo tendría que contar hasta treinta. La busqué por toda la casa, incluyendo la planta superior, y al final resultó que se había escondido detrás de la puerta del baño que estaba a medio metro de donde yo había contado y arrancado la búsqueda. Luego le tocó contar a ella, y yo corrí a esconderme detrás de una cortina en su cuarto. Como era de esperarse, no le costó mucho encontrarme.
Después de jugar a las escondidas volvimos a mi cuarto y nos pusimos a hacer origami. Hicimos una rana saltarina y empezamos a hacer un gato pero no lo pudimos terminar dado que nos habían llamado para ir a cenar.
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Después de cenar, mientras yo estaba cargando los platos sucios en el lavavajillas, las niñas me llamaron para que siguiera jugando con ellas. Freyja me dijo que fuera, que ella se encargaría de limpiar el resto de las cosas, y que de todas formas no quedaba mucho tiempo hasta que fuese el horario de acostar a las niñas, así que que aprovechara a jugar un rato más.
Esta vez jugué con Íris y Drifa en la segunda planta. Hicimos guerras de almohadas, ataques de cosquillas, lanzamientos de escupitajos, piruetas en la cama y esa clase de cosas.
«Te van a ignorar la mayor parte del tiempo.»
Ja.
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En un momento noté que Drifa tenía un fluido translúcido y resplandeciente en su rostro. Cuando le pregunté qué era me señaló su nariz. Acto seguido se introdujo un dedo en la nariz, sacó más de ese fluido y se lo puso en la boca. Le pregunté si estaba rico y me dijo descaradamente que sí.
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A las 20:30 vino Freyja a mi cuarto —no me preguntes cómo pero de repente estábamos todos en mi cuarto de vuelta; yo y las tres niñas— a buscar a las niñas para llevárselas arriba a dormir.
Estas eran la clase de interacciones con niños que tenía a diario en Asia y que había estado echando de menos terriblemente desde que llegué a Europa. Me alegra haberme reencontrado finalmente con ellas dado que me hacían mucha falta.
Ame,
Kato
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