Excursión a Jaipur: Fuerte Amber, Jal Mahal y Hawa Mahal

Kara Ema:

El domingo tuve la excursión a Jaipur.

Jaipur (/ˈdʒaɪpʊər/ en hindi जयपुर /yáipur/), conocida también como La ciudad rosa, es la capital del estado de Rajastán, en la India.

Jaipur fue fundada en 1727 por Sawai Jai Singh II, el gobernante Kachhwaha Rajput de Amer, que da nombre a la ciudad.​ Es una de las primeras ciudades planificadas de la India moderna, diseñada por Vidyadhar Bhattacharya.​ Durante el periodo colonial británico, la ciudad sirvió como capital del Estado de Jaipur. Tras la Independencia de la India en 1947, Jaipur se convirtió en la capital del recién formado estado de Rajastán en 1949.

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A las 6:00 me subí al tren, que partía desde la estación ferroviaria de Nueva Delhi. Cuatro horas y media más tarde me baje en la estación de Jaipur.

Estación de Jaipur

Me puse en contacto con mi chofer para avisarle que había llegado. Al cabo de unos minutos apareció con su coche frente a la estación.

Yo pensaba que mi chofer sería también mi guía dentro de las atracciones, pero al parecer solo era chofer, con lo cual tan pronto como salía del coche —o mismo a veces aún estando dentro— me atosigaban todos los guías ofreciéndome sus servicios.

Entrando a la Ciudad Rosa
Chanpole Bazar Road

El primer sitio al que me llevó mi chofer fue a un baori del siglo XVI, llamado Panna Meena ka Kund.

Un baori, baoli o baodi (en hindi: बावड़ी bāwṛī/ बावली bāwlī; se traduce a veces como ‘cisterna escalonada’), en la India, es un manantial o pozo en el que se puede acceder al agua mediante una serie de gradas o escaleras. Pueden estar cubiertos y protegidos y aunque su construcción era obviamente utilitaria, a menudo incorporaron significativos embellecimientos arquitectónicos. Fueron comunes en el oeste de la India, extendiéndose en Pakistán y otras regiones áridas del sur de Asia.

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Panna Meena ka Kund

Por esta zona también podían verse la muralla de la ciudad y el Fuerte Amber.

Muralla de la ciudad
Fuerte Amber

El Fuerte Amber es un fuerte situado en Amer, Rajastán, India. Amer es una ciudad de 4 km² situada a 11 km de Jaipur, la capital de Rajastán. Situado en lo alto de una colina, es la principal atracción turística de Jaipur. El Fuerte Amer es conocido por sus elementos de estilo artístico. Con sus grandes murallas y una serie de puertas y caminos empedrados, el fuerte domina el lago Maota, que es la principal fuente de agua del palacio Amer.

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A las 12:00 entré al fuerte. La entrada me costó ₹500.

Fuerte Amber (I)
Fuerte Amber (II)
Fuerte Amber (III)
Fuerte Amber (IV)
Fuerte Amber (V)
Fuerte Amber (VI)
Fuerte Amber (VII)
Fuerte Amber (VIII)
Fuerte Amber (IX)
Fuerte Amber (X)

A las 13:00 pasamos por el Jal Mahal.

Jal Mahal (Palacio del agua) es una edificación situada en medio del lago de Man Sagar en Jaipur, Estado del Rajastán, India. Está situado al norte de la ciudad en dirección a Amber. El palacio y el lago fueron arreglados por el maharajà Jai Singh II (1699-1743) en el siglo XVIII.

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Jal Mahal

Luego mi chofer me llevó a una tienda y fábrica de textiles, dado que su compañía tenía un acuerdo con ellos para llevarles potenciales clientes.

Fábrica de textiles

No tenía intención de comprar nada, pero al final me acabé llevando una tela cuadrada para poner en un cojín. Me costó ₹500. Tengo pensado regalársela a una amiga en cuanto me reencuentre con ella.

Llevé la roja de la derecha

De ahí mi chofer me llevó a un restorán para almorzar, llamado Shree Aanandam. Estaba lleno de clientes extranjeros —de otros tours que también los habían llevado ahí— y me pareció ligeramente caro, pero al menos estaba rico.

Lo que almorcé: pollo, chutney, naan, lassi (₹960).

Después de comer pasamos por un fabricante y mayorista de joyas. Tampoco tenía pensado comprar nada, hasta que se me ocurrió preguntar por anillos para niños. Le terminé comprando uno a mi amiga japonesa Yume.

Anillo dorado, plateado y brillante que le compré a Yume (₹2000).

También tenían anillos réplicas de Gucci y Tiffany, por ejemplo uno de oro rosado de Gucci que lucía bastante bien, pero me parecía un poco mucho ya. Costaba alrededor de 50€ comprado aquí, o más de 700€ comprado en Gucci.

Cuando le conté al dueño de la joyería que yo estaba viajando por el mundo, me dijo que tendría que iniciar un negocio comprándole joyas baratas a él y revendiéndolas en Europa. Si le comprara al por mayor, me podría vender joyas a 2€ que en Europa las podría vender a 50€, es decir que los potenciales márgenes de ganancia son abismales.

Después de esto mi chofer me llevó a ver —por fuera— el Hawa Mahal, lo que para mí era lo más imponente de esta ciudad, y parte de la razón por la que quise hacer esta excursión.

Puerta a Chanakya Marg
Hawa Mahal

El Hawa Mahal (en español: ‘Palacio de los vientos’) es un palacio de la ciudad de Jaipur en la India. El palacio fue construido en el año 1799 por el marajá Sawai Pratap Singh (1764-1803) y fue diseñado por Lal Chand Usta. Forma parte del Palacio de Jaipur.​ Servía como extensión de la zenana o cámara de las mujeres destinada al harén. La función original del edificio era la de permitir a las mujeres reales observar la vida cotidiana de las calles de la ciudad sin ser vistas.

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Es decir que Hawa Mahal era el sitio donde vivían las maharaní (reinas) del maharajá (rey) de Jaipur. Esto me lleva a una historia bonita, la de Gayatri Devi y Sawai Man Singh II:

Cuando uno se enamora, no hay edad correcta, y esto es cierto en la legendaria historia de amor de la Maharaní Gayatri Devi y el Maharajá Sawai Man Singh II.

En la India, se cree que los matrimonios por amor tienen menos posibilidades de éxito y que, si quieres vivir una vida feliz, debes seguir la elección de tus padres. Pero no siempre es así, hay muchas historias de amor que tienen finales felices. Y tal es la historia de amor de Maharaní Gayatri Devi y Maharajá Sawai Man Singh II.

[…] A la edad de 21 años, el Maharajá Sawai Man Singh II había ido a Woodlands, Calcuta, para jugar los partidos de polo de 1931 y allí fue donde conoció al amor de su vida, Gayatri Devi, que entonces tenía 12 años. Fue amor a primera vista para Gayatri Devi, que se quedó asombrada por el riquísimo y elegante Maharajá. Estuvieron seis años de noviazgo secreto y se veían para jugar al tenis y correr en bicicleta. Pronto, la gente empezó a darse cuenta de que se estaba gestando un romance y advirtieron a la madre de Gayatri Devi de que la vida de su hija como tercera Maharaní sería dura. En una entrevista concedida a The Times of India, Gayatri Devi recordó aquella hermosa época:

«[…] Existía el reto de burlar a nuestros mayores, de organizar reuniones secretas… Y de vez en cuando, existía la maravillosa e inaudita libertad de dar un paseo en coche por el campo con Jai, de una cena robada en Bray, o de una excursión por el río en barca. Fue una época encantadora y embriagadora.»

La historia de amor de Gayatri Devi y Sawai Man Singh tuvo un final hermoso y feliz. Sin embargo, fue su proposición la que demostró que era un caballero. Un buen día, Sawai Man Singh le propuso matrimonio a Gayatri Devi, de 16 años, mientras paseaban por el parque. Le preguntó si quería casarse con él y le dijo que ya había hablado de ello con su madre. […] Aunque la madre de Gayatri no estaba contenta con la unión, el dúo se casó el 9 de mayo de 1940. Su boda entró en el Libro Guinness de los Récords por ser la más cara de la historia.

Bollywood Shaadis

A eso de las 15:30 terminamos el recorrido por la ciudad y mi chofer me llevó de vuelta a la estación.

Yendo a la estación
Algo común de ver en las estaciones en India: gente sentada o acostada en el piso.

A las 17:30 me tomé el tren de regreso a Nueva Delhi. Este duró cinco horas, pero lo bueno es que me dieron no solo cena sino también merienda.

Entre las cuatro horas y media de ida, las cinco de vuelta y las dos que tuve que esperar al tren en la estación, tuve once horas y media de «tiempo muerto». Ya sabía que iba a tener este tiempo, así que me había ido preparado: me llevé la Kindle y arranqué a leer un libro nuevo.

El libro en cuestión se titula Nisa: The Life and Words of a !Kung Woman (Nisa: La vida y las palabras de una mujer !Kung), y fue escrito por la antropóloga estadounidense Marjorie Shostak.

Nisa – The Life and Words of a !Kung Woman

Hacía rato que no leía una etnografía. Me encanta aprender sobre la forma distinta en que viven, piensan y actúan otras sociedades. Mientras más diferentes sean de la nuestra (industrializada, occidental, globalizada), más fascinante me resulta. Esta etnografía trataba sobre los !Kung.

Los !Kung son un pueblo San, que viven en el desierto de Kalahari entre Botsuana, Namibia y Angola.​ […] Esta sociedad de bandas utilizó métodos tradicionales de caza y recolección para subsistir hasta la década de 1970.​ En la actualidad, la gran mayoría de los ǃKung viven en los pueblos de pastores bantúes y ganaderos europeos.

Históricamente, los !Kung vivían en campamentos semipermanentes de entre 10 y 30 personas, dispuestos generalmente cerca de una extensión de agua. Una vez que el agua y los recursos se agotaban en el entorno del poblado, el grupo o banda se trasladaba a nuevas zonas ricas en recursos por explotar. Vivían en una economía basada en la caza-recolección, donde los hombres eran los responsables de proveer carne, producir herramientas y mantener una provisión de flechas y lanzas envenenadas, mientras que las mujeres proporcionaban la mayor parte de la comida, pasando entre dos y tres días a la semana recolectando raíces, frutos secos y bayas en el desierto de Kalahari.

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Llegué a leer los siete primeros capítulos, de los quince que son en total.

Lo que más me llamó la atención fue la forma en que crían a sus hijos. No hay escuelas en esta tribu, y los niños casi que no tienen responsabilidades. No hay educación formal; la forma en que los niños aprenden es observando a los adultos e imitándolos en juego simbólico. Los niños duermen con los padres, con lo cual los padres suelen tener relaciones sexuales allí mismo al lado de sus hijos, lo que lleva a que no haya secretos sobre sexo en los niños, como sí hay en las sociedades industriales.

Con el tiempo, los niños se daban cuenta de que sus padres mantenían relaciones sexuales discretamente por la noche en la misma cabaña de una sola habitación. Así fue como los niños tuvieron sus ideas para el juego sexual. Al principio jugaban así con sus amigos y a veces incluso con sus hermanos o hermanas. A medida que crecían, dejaban de jugar con sus hermanos y jugaban sólo con niños del sexo opuesto.

Introducción

Debido al reducido número de familias, los grupos de juego de las aldeas suelen estar formados por unos pocos niños de distintas edades, cualquiera que viva en la aldea en un momento dado. Estos grupos, cuyas edades oscilan entre los bebés y los adolescentes, suelen permanecer en los alrededores de la aldea, cerca de los adultos, o instalan sus propias «aldeas» a unos cientos de metros, al alcance del oído, pero no de la vista. Muchos de sus juegos son imitaciones de las actividades de los adultos: cazar, recolectar, cantar y hacer trance, jugar a las casitas y a ser padres y casarse. […] Dado que se imparte poca enseñanza formal —la observación y la práctica son la base de todo aprendizaje—, es en estos grupos donde los niños adquieren muchas de las habilidades que les convertirán en adultos productivos. […]

Las niñas y los niños !Kung juegan juntos y comparten la mayoría de los juegos. La mayoría de las culturas, incluida la nuestra, consideran que algunas actividades son apropiadas para las niñas y otras para los niños, y animan a los dos sexos a jugar por separado desde una edad temprana. […] Los niños !Kung no están segregados por sexos, ninguno de los dos está entrenado para ser sumiso o feroz, y a ninguno se le impide expresar toda la amplitud de emociones que parece inherente al espíritu humano. […] Como los !Kung no imponen responsabilidades a sus hijos, no valoran la virginidad y no exigen que el cuerpo femenino esté cubierto u oculto, las niñas son tan libres y sin trabas como los niños. […] a diferencia de los estudios sobre el juego infantil en otras sociedades, se observó que las niñas y los niños !Kung eran igualmente activos, igualmente capaces de mantener la atención en las tareas, e iguales en la cantidad de tiempo que pasaban jugando con objetos. Además, los niños !Kung no mostraban preferencia por jugar sólo con niños de su mismo sexo.

Capítulo 4: Descubriendo el sexo

Por esta precisa razón es que soy tan crítico de la segregación de sexos que noto constantemente aquí en la India, en los colegios, los templos y otros lugares públicos. También soy extremadamente crítico del recato y el secretismo que tienen las culturas occidentales para con el sexo y los niños. Pienso que el estilo de los !Kung es mucho más próximo a la naturaleza humana y a la forma en que la mayoría de las civilizaciones humanas solía criar a sus niños (siglos antes de la invención de la adolescencia, el feminismo, y la paranoia prevalente en la modernidad).

A los niños !Kung se les deja esencialmente a su libre albedrío. Lejos de aburrirse, esta libertad se traduce en juegos inventivos y enérgicos, que caracterizan gran parte de su día. Aunque este juego incluye muchas actividades diferentes, el juego sexual es lo que muchos adultos recuerdan más vívidamente. […] El juego sexual de los niños más pequeños comienza con niños que juegan juntos y niñas que juegan juntas, y luego cambia a niños y niñas que juegan entre sí, con los niños como iniciadores habituales. Los juegos de los niños mayores suelen implicar algún contacto genital, pero las relaciones sexuales reales no parecen producirse hasta años más tarde, y algunas chicas que se casan jóvenes llegan al matrimonio sin haberlo experimentado.

Los adultos no aprueban los juegos sexuales entre niños y adolescentes, pero hacen poco por evitar que ocurran. Recuerdan esos juegos de su propia infancia y, aunque suelen negarlo, saben que sus hijos también juegan así. Mientras el juego sexual tenga lugar fuera de la vista de los adultos, no se impide activamente que los niños lo practiquen. Si se les pilla, se les regaña y se les dice que «jueguen bien», pero eso es todo. Los niños saben que no serán molestados en sus aldeas de juego, y cuando juegan al «matrimonio» se sienten muy adultos y lejos de sus padres, al menos hasta que necesitan comida, agua o la ayuda de un adulto para resolver una pelea.

Capítulo 4: Descubriendo el sexo

Todos los capítulos de este libro están divididos en dos partes. En la primera habla la autora describiendo sus vivencias durante el tiempo que convivió con los !Kung. La segunda parte está narrada en primera persona desde el punto de vista de Nisa, una mujer !Kung a quien la autora entrevistó muchas veces. El capítulo 4 cuenta anécdotas de cuando Nisa tenía entre seis y doce años aproximadamente (c. 1927-1933).

Por la noche, cuando un niño se tumba al lado de su madre, […] y su madre y su padre hacen el amor, el niño mira. Sus padres no se preocupan por él, un niño pequeño, y su padre se limita a hacer el amor con su madre. Porque, aunque el niño vea, aunque oiga a sus padres haciendo su trabajo [eufemismo] por la noche, no es consciente de lo que hacen sus padres; todavía es joven e insensato. Él se limita a mirar y no tiene ningún pensamiento al respecto.

Tal vez sea así como el niño acaba aprendiendo, porque, a medida que crece, empieza a entender que su madre y su padre están haciendo el amor. Al principio piensa: «Así que eso es otra cosa que la gente hace con sus genitales». Luego el niño cogerá a una niña, tal vez a su hermana, y le hará lo mismo; se enseñará a sí mismo. Hará como que tiene relaciones sexuales con ella, como vio hacer a su madre y a su padre. Y una vez que lo haya aprendido, intentará jugar así con todo el mundo.

A medida que los niños crecen, empiezan a ser más conscientes de sus sentimientos sexuales. Si, mientras duermen en la cabaña de sus padres, no se han dormido y sus padres empiezan a hacer el amor […], cuando oyen, empiezan a excitarse sexualmente. Porque los niños mayores son casi como los adultos y sus sentimientos sexuales son muy fuertes; si sólo oyen a otras personas haciendo el amor, se excitan. Así que se quedan ahí tumbados, hasta que amanece. Pero cuando llega la mañana y se reúnen con los demás niños para jugar, cuentan cómo oyeron a sus padres hacer su trabajo la noche anterior.

Eso es lo que hace un niño mayor. Espera a estar con una niña y se acuesta con ella. Toma un poco de saliva, se la frota en los genitales, se pone encima y la toca con su semierección, como si estuviera teniendo relaciones sexuales, pero no es así. Porque aunque los chicos jóvenes pueden ponerse duros, en realidad no penetran a las niñas. Tampoco conocen aún la eyaculación. Sólo cuando un chico es casi un hombre empieza a tener relaciones sexuales como un adulto.

[…] Con el tiempo, mis amigas empezaron a jugar sexualmente entre ellas. Se ponían saliva en las manos, se la frotaban en los genitales y se los tocaban. […] Poco después, algunas de las niñas empezaron a jugar a ese tipo de juegos con niños. […] Fue entonces cuando pensé: «Así que, cuando eres niño, tocarse los genitales debe ser la forma de jugar». Porque después de ver a los otros, empecé a jugar yo también de esa manera. Con el tiempo, me gustó.

Y así crecimos. Abandonábamos la aldea de nuestros padres y montábamos nuestra propia aldea «adulta» en las cercanías. Jugábamos a recoger comida del monte, a traerla y a comérnosla. Luego nos «casábamos» y jugábamos juntos sexualmente. Jugábamos así todo el día.

[…] Con el tiempo, Keya y yo tuvimos novios y aprendimos. Keya estaba con Besa y yo con Tikay. Los dos nos enseñaron sobre los hombres, y una vez que lo supimos, jugábamos así todos los días. Construíamos pequeñas chozas y teníamos sexo allí. Fue entonces cuando me di cuenta de que jugar así era algo bueno. Pensé: «¿Cómo es posible que esto sea tan bonito y, sin embargo, yo lo rechace? Los otros niños lo sabían, pero yo no tenía sentido común. Finalmente, he aprendido y ahora sé que cuando eres niño, esto es algo que haces. Te lo enseñas a ti mismo». Por aquel entonces, yo aún no entendía lo que era el placer sexual; simplemente me gustaba lo que hacía Tikay y me gustaba jugar a eso.

Capítulo 4: Descubriendo el sexo

Aunque en los últimos años las niñas se casan en torno a los dieciséis años y medio —también la edad media de la primera menstruación—, las generaciones anteriores se casaban a veces a los diez o doce años. Los varones, en cambio, no suelen considerarse aptos para el matrimonio hasta que tienen entre veinte y treinta años, y sólo después de haber demostrado su capacidad para mantener a una familia matando un animal grande. Por lo tanto, los hombres suelen ser diez o más años mayores que sus esposas. Independientemente de la edad a la que se case una muchacha, no se espera que inicie las relaciones sexuales hasta que muestre signos de madurez sexual, lo que culturalmente se reconoce como el momento próximo a la primera menstruación.

Capítulo 5: Matrimonios de prueba

Nada de este párrafo me sorprende (salvo quizás lo de la menarca a los 16 años). En las sociedades preindustriales era lo más común que el hombre fuese varios años mayor que la mujer y que la mujer se casara a la edad de madurez biológico-sexual, es decir en la etapa de la pubertad. A partir de la era industrial e impulsada por el fenómeno de la globalización, la edad media en que la gente se casaba empezó a subir en casi todas las sociedades del mundo; las leyes y las normas sociales también se adaptaron a estos cambios. Es increíble cómo la globalización afecta tanto que incluso una tribu remota como los !Kung se ve influenciada, ya que como cuenta la autora las mujeres ahora se están casando a los 16 mientras que en generaciones anteriores lo hacían a los 10-12.

Tras el matrimonio, el marido suele reunirse con su esposa en la aldea de sus padres, ya que no se espera que las niñas abandonen a sus madres cuando aún son jóvenes. Esencialmente informal, este «servicio a la novia» es uno de los principales alicientes para casar a las hijas tan jóvenes: el marido ayuda a proveer de carne a la chica y a su familia.

[A partir de aquí narra Nisa, anécdotas de cuando tenía entre 12 y 15 años.]

[…] Cuando aún no tenía pechos, cuando mis genitales aún no estaban desarrollados, cuando mi pecho no tenía nada, fue cuando un hombre llamado Bo llegó de una zona lejana y la gente empezó a hablar de matrimonio. ¿No era yo casi una mujer joven?

[…] Había rechazado a Bo, pero Tsaa, mi siguiente marido, me gustaba. Cuando me casé con él, mis pechos estaban empezando a desarrollarse.

[…] Después de casarme y dejar a mi primer marido y después de casarme y dejar a mi segundo marido, fue cuando empecé con Kantla. Su corazón estaba conmigo y el mío con él. Fue y siempre ha sido uno de los hombres importantes de mi vida. Incluso cuando mis pechos estaban empezando a desarrollarse, él ya era mío.

Pero no me casaría con él. Ya estaba casado con Bey, la mujer con la que sigue casado hoy. Ella era joven y yo también, y Kantla quería casarse con las dos, dos niñas pequeñas. Pero yo me negué. […] Bey me dijo: «Las dos somos amigas. […] Somos niñas y terminaremos nuestra infancia juntas. Este hombre, Kantla, nos criará—juntos. Nos criará a las dos en una cabaña. ¿Por qué me rechazas?»

Capítulo 5: Matrimonios de prueba

Es decir que los padres de las niñas !Kung, cuando el cuerpo de la niña empezaba a desarrollarse, buscaban a un hombre para casarse con su hija, convivir con ella y terminarla de criar.

La menstruación no marca la entrada en la edad adulta de las niñas !Kung como lo hace en muchas otras culturas. Si la niña está casada, su madre y sus suegros siguen contribuyendo sustancialmente a la economía de su hogar, mientras que ella misma puede seguir pasando mucho tiempo jugando con los amigos. Sin embargo, indica que han llegado las últimas etapas de la adolescencia despreocupada y la irresponsabilidad juvenil. Si se han pospuesto las relaciones sexuales, es probable que se inicien en este momento, a pesar de la resistencia que pueda ofrecer la chica. […] Cuando la joven tenga su primer hijo, normalmente entre los dieciocho y los veinte años, se considerará —por fin— adulta.

[A partir de aquí narra Nisa, anécdotas de cuando tenía entre 15 y 18 años.]

[…] Después de que Tashay y yo lleváramos viviendo juntos mucho tiempo, empezamos a gustarnos de corazón y empezamos a vivir bien juntos. Sólo cuando llevábamos mucho tiempo viviendo juntos me tocó los genitales. Para entonces, mis pechos ya eran grandes.

[…] También pensaba que una persona mayor, un adulto como mi marido, me destrozaría, que su pene sería tan grande que me haría daño. Porque yo no había conocido a hombres mayores. Sólo había jugado al sexo con niños pequeños. Entonces, cuando Tashay se acostó conmigo y me dolió, fue cuando me negué.

Capítulo 6: Matrimonio

Y sí, normal. Si los niños juegan por su lado separados de los adultos y de repente un día esperan que la niña que acaba de empezar a desarrollarse se acueste con un hombre (que en muchos casos apenas conoce porque es un matrimonio arreglado por sus padres), claro que va a tener miedo y le va a doler. La introducción debe de ser progresiva y afectuosa para ser exitosa.

Ame,
Kato