Kara Ema:
El miércoles salí a la calle a las 10:00. Por alguna razón los niños ya estaban saliendo del colegio a esa hora.

Me olvidé de mencionarlo ayer, pero en Baseco parecería que hay un grupo importante de musulmanes así como de cristianos. En la foto de arriba puedes ver a una niña llevando su hiyab.
Caminé primero hasta la salida del barrio, pasé por Intramuros y llegué a la estación del LRT United Nations.


En mi paso por Intramuros paré unos minutos en un Uncle John’s para tomar un tentempié de media mañana.

A las 11:30 me bajé en Blumentritt y fui al supermercado Puregold que quedaba allí. Lo que compré fueron más que nada snacks para ofrecer a los niños, y un paquete de leche condensada para mi café de la mañana.

De ahí tomé la calle Blumentritt, donde había un mercado.



A las 12:00 llegué a Manila North Cemetery (Cementerio norte de Manila).

En YouTube hay un documental muy interesante sobre este cementerio y las miles de personas que viven en él. Hoy llegué a conocer a algunas de ellas.
La vez pasada había visitado el cementerio sur de Manila, y esta vez fui a ver el norte. Si bien era tres o cuatro veces más grande, pensé que la experiencia iba a ser más o menos la misma, pero no pude haber estado más equivocado. En el cementerio sur me crucé con un grupo de niños y anduve con ellos mientras repartía chupetines a cada niño que se me aparecía en el camino. El cementerio norte fue diferente.

En el video que te pasé más arriba cuentan que los familiares de las personas muertas generalmente dejan que personas vivan en la tumba de su ser querido a cambio de que la mantengan limpia y la protejan.
Me crucé con gente del equipo de producción de CCM, una productora de películas y series filipinas. Resulta que estaban filmando algo que si entendí bien era un episodio de la serie Batang Quiapo.

Un chico de 14 años enseguida se acercó a mí, me saludó y se ofreció hacerme una visita guiada por todo el cementerio, lo cual acepté.


Cuando me empecé a encontrar con residentes, abrí mi mochila y les repartí dulces de chocolate que había comprado en el supermercado. Los niños automáticamente formaron una fila y yo les fui entregando un chocolate a cada uno. Las madres me pedían también para otros niños que aún estaban en la escuela.

En un momento mi guía me llevó a su casa y me invitó a pasar. Sus padres estaban ambos durmiendo una siesta encima de una de las tumbas. Tenían ventiladores con lo cual tenían electricidad, pero el agua la traían con bidones de afuera, al igual que hacían en Baseco.





En un punto mi guía —de 14 años— se puso a fumar un cigarrillo. Le pregunté a qué edad había arrancado a fumar y me dijo que a los 11. También tomaba alcohol, pero solo en ocasiones festivas.

Me daba un poco de cosa hacer fotos al interior de las casas mientras los habitantes estaban allí. Siempre pensaba que iban a reaccionar mal pero por el contrario me sonreían cada vez que me veían, mismo haciendo las fotos. Y los niños se ponían contentos al recibir los chocolates, que yo seguía repartiendo.
A medida que avanzaba mi recorrido gané más guías, hasta que al final tuve tres: el original de 14, un niños de alrededor de 10, y un hombre de 20. Me llevaron a ver los mejores y más llamativos mausoleos de todo el cementerio.














Cerca de las 14:00 mis guías me llevaron hacia la entrada del cementerio y concluyeron la visita guiada. Les di 100 pesos (~1,5€) a los dos más grandes, que fueron los que más contribuyeron. Luego nos despedimos y yo continué caminando por mi cuenta.
Un niño que tendría alrededor de 12 o 13 años me ofreció algo llamado lulu, que por la seña con la mano que me hizo entendí que eran servicios sexuales. Luego lo busqué y al parecer «lulu» es argot para referirse a la masturbación. Me cobraba 500 pesos. Le agradecí la oferta pero le dije que la tendría que rechazar puesto que no era gay.



Caminando por esta calle me crucé con una chica de 18 años que estaba haciendo stand-by con su familia mientras comían trozos de mango mojados en salsa de pescado. Me ofrecieron para probar.




A las 15:30 me acerqué a la salida, ya a punto de irme. Ahí fue cuando entendí por qué no veía tantos niños en el cementerio como esperaba: estaban todos ahí en la entrada mirando cómo rodaban la serie.



¿Recuerdas a Mark, mi amigo el concejal de Navotas? Hoy me reencontré con él después de dos años. Tan pronto como salí del cementerio me reconoció y me saludó Indio, el chofer de Mark, que me estaba esperando para llevarme en el coche hasta la Base en Navotas.
Base es como llaman al sitio donde Mark está construyendo una cafetería en el primer piso y un bar en el segundo. Actualmente no está abierto al público todavía, pero lo usan internamente el equipo de Mark como base para juntarse, hacer stand-by y demás. También lo utilizan como base de operaciones para la brigada de rescate, con la ambulancia y el camión de bomberos que tienen aparcados afuera, siempre listos para salir a atender llamadas de urgencia.
Antes de llegar a la Base pasamos por una panaderya (panadería), donde Indio compró varias cosas para llevar al equipo y para convidarme, incluyendo un brazo de Mercedes y Spanish bread (pan español).
El brazo de Mercedes es un dulce de merengue enrollado, relleno de crema pastelera y espolvoreado con azúcar glas, típico de Filipinas, en particular de los pueblos tagalos, batangueños y pampangueños. Se deriva del brazo de gitano español y un tipo de pionono.
Wikipedia

El pan señorita (en inglés: señorita bread), pan español (Spanish bread) o pan de Castilla (en filipino: pan de kastila) es un pan dulce típico de las islas Filipinas, de pequeño tamaño, forma alargada y relleno de caramelo. Contiene harina de trigo, levadura, mantequilla, sal, azúcar, huevos y leche, y el relleno se hace con azúcar moreno, mantequilla y pan rallado. Opcionalmente se le puede añadir un toque de leche condensada o queso rallado suave al relleno. Resulta en un pan de corteza dorada y suave, y una miga blanca y esponjosa. Es un popular pan de merienda (dicho así en filipino).
Wikipedia


A las 17:30 llegamos a la Base. Los miembros del equipo me recibieron calurosamente. Uno de ellos me hizo sentar y me preparó un café. Otro posicionó un ventilador apuntando hacia mí y me recargó mi botella de agua. Como ellos trabajan para Mark, y yo soy el invitado especial, agasajado de Mark y miembro honorario del equipo, todos me tratan a mí como si fuese un VIP.
A las 18:00 salimos con Mark a una parte de Navotas llamada Fish Port. Se trataba de una zona portuaria con una parte residencial y una parte comercial donde vendían y procesaban pescado.



Cuando me vieron, estas niñas enseguida se abalanzaron sobre mí y me dejaron levantarlas. Me resulta fascinante ver actitudes tan polarmente opuestas en los niños filipinos. En un extremo están los que me toman confianza de inmediato, y en el otro los tímidos que retroceden y se tropiezan con el escalón de la entrada a su casa. En un extremo los que se cubren la cara y salen corriendo cuando les apunto con el teléfono, y en el otro los que me piden que les haga fotos y hacen toda clase de poses y gestos.



A las 19:00 nos reunimos con Mark —él había ido a correr al lado de la avenida mientras yo me paseaba con Indio por la zona portuaria— y nos volvimos al coche.
Mark pidió un taxi para mí, para que me llevara de regreso a Baseco mientras él se volvía a la Base con el Indio.
A las 19:40 volví a casa.
Ame,
Kato
No me hubiese imaginado la cantidad de casas tumva que habia!