Paso por la ciudad de Ángeles con final desafortunado

Kara Ema:

A las 14:00 llegué a Dau, en Angeles City.

Ángeles, oficialmente Ciudad de Ángeles, es una ciudad altamente urbanizada de la región de Luzón Central, en Filipinas. Según el censo de 2020, tiene una población de 462.928 habitantes.

Angeles City es el núcleo urbano de Metro Clark, una zona urbana de Pampanga. Esta zona, también conocida como Metro Ángeles, está considerada el corazón industrial y residencial de Luzón Central. Metro Clark-Angeles también está identificado como centro regional por el gobierno nacional.

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Una consecuencia de la presencia histórica de una base estadounidense (hasta 1991) es la industria de la prostitución en Ángeles. Desde los primeros días de la base aérea Clark, la avenida Fields, en el distrito de Balibago, se convirtió en una zona muy frecuentada por los militares estadounidenses. Hasta hoy es ampliamente conocida como centro de prostitución y turismo sexual. Un artículo de la BBC la caracterizó como «el centro de la industria del sexo de Filipinas» y la apodó «Ciudad del Pecado». En otros lugares y en años posteriores, publicaciones de viajes filipinas la han descrito como la «Capital del Entretenimiento de Luzón Central», «Las Vegas filipina» y «Ciudad del Entretenimiento».

Wikipedia

Ángeles es la ciudad número uno para el turismo sexual en Filipinas, así como Pattaya lo es para Tailandia. Y así como cuando fui a Pattaya no paré de cruzarme con hombres occidentales —algunos solos, otros de la mano de jóvenes asiáticas—, en Ángeles también me crucé con unos cuantos. Lo cual es gracioso porque en general en todas las otras ciudades filipinas en las que estuve (incluida Manila) no me cruzaba casi nunca con extranjeros.

Pero esa no era la razón por la que yo había ido a Ángeles, sino simplemente porque quedaba de camino a Manila y quería conocer una ciudad más antes de tener que irme de Filipinas (mi visa turista está por vencer dentro de unos días).

Tras bajarme del autobús en la terminal, caminé directo hacia el centro comercial SM City Clark, uno de los más grandes de la región.

Autopista MacArthur

Antes de llegar pasé por un puesto de comida que estaba vendiendo empanadas a 3 por ₱25, o 8 pesos filipinos cada empanada, o 200 pesos argentinos. Me fijé cuánto están las empanadas hoy en día en Argentina y al parecer están 4000 pesos la unidad, es decir que en este puesto las tenían 20 veces más baratas. Es cierto que eran ligeramente más pequeñas, pero igual, estaban bastante bien. Eran fritas y podías elegir dos gustos: jamón y queso o pollo. Me pedí dos de pollo y una de JyQ.

A las 14:20 llegué al mall.

SM City Clark (I)
SM City Clark (II)
SM City Clark (III)

A las 15:00 dejé mi equipaje de mano en un sitio que por suerte tenía el centro comercial para dejar cosas gratis, así no tendría que cargar con él todo el tiempo (sobre todo porque con todos los pasalubong que compré pesaba bastante). Luego salí del centro comercial.

Después de todo no había venido a esta ciudad para pasarme la jornada dentro de un centro comercial sino para explorar la ciudad misma. Así que decidí ir a caminar por las zonas residenciales de los alrededores, incluyendo barrios bajos.

Barrios bajos de Ángeles (I)
Barrios bajos de Ángeles (II)
Barrios bajos de Ángeles (III)

Fue mientras caminaba por estas calles cuando noté algo extraño. Mi riñonera, en lugar de estar enfrente de mi cuerpo estaba al costado, y también estaba medio abierta. El corazón me dio un vuelco al darme cuenta de lo que había sucedido: me habían robado la billetera.

En algún momento entre que salí del centro comercial y pasé por las calles de los barrios bajos alguien muy astuta y ágilmente había tirado de mi riñonera para abrirla y sacarme la billetera sin que me diese cuenta. Así fue como perdí:

  • ₱2800 (~40€).
  • Mi tarjeta de crédito (ya bloqueada).
  • Objetos de valor sentimental como el imán que me había regalado Diễm.
  • Una billetera que si bien no era de marca, era de buena calidad y gran tamaño, de un estilo que no es fácil de conseguir. Además me había acompañado durante todos mis viajes desde que empecé a viajar cinco años atrás.

Me venían advirtiendo sobre esto desde que llegué a Filipinas. «Cuidado con los snatchers y los pickpockets.» Decenas de veces he visitado barrios bajos y zonas por donde suele haber carteristas, y nunca me pasó nada. Siempre pensé que estaba tomando los suficientes recaudos, pero al parecer no fue así.

Esta experiencia me sirvió de lección y me enseñó que:

  • Las riñoneras son menos seguras de lo que pensaba.
  • Guardar la billetera en una riñonera no es una buena idea.
  • Guardar objetos de valor sentimental / objetos irremplazables en una billetera no es una buena idea.
  • Esconder un AirTag en una billetera podría llegar a ser una buena idea, pero es demasiado tarde para la mía.

Cosas que voy a tener que hacer en los próximos días después de esto:

  • Probablemente dejaré de usar la riñonera (ya que me traicionó) y la reemplazaré por uno de esos bolsos pequeños que se cuelgan del cuello.
  • Pedir una nueva tarjeta de crédito.
  • Tratar de sobrevivir con el dinero en efectivo que me queda hasta que me llegue la nueva tarjeta.
  • Tratar de conseguir una nueva billetera igual de grande y buena que la que tenía (esto es lo que siento que me va a costar más, dado que la que tenía la compré por Amazon cuando estaba en España).

En fin.

Mi idea original era pasearme por la ciudad un par de horas al menos, volver al centro comercial a buscar mi equipaje e irme a la terminal para coger un autobús hacia Manila. Pero tan pronto como me enteré de que ya no tenía billetera, se me fueron totalmente las ganas de seguir en esta ciudad.

Lo único que sí quería ver antes de irme era la walking street en Fields Avenue, es decir la parte de la ciudad con bares y discotecas, que a la noche se llena de gente buscando entretenimiento y sexo.

Walking street de Ángeles

Dado que todavía no era de noche y encima estaba lloviendo, la walking street no se veía nada interesante cuando pasé. Pero no me quedó otra que contentarme con eso y seguir rumbo.

De ahí volví a SM Clark, fui a una oficina de cambio de divisa para cambiar 30 dólares que por suerte llevaba conmigo por pesos filipinos. Metí los 1700 pesos que me dieron en una bolsa de plástico tipo Ziploc—esa sería mi billetera temporal hasta que me pueda comprar una nueva. Fui a buscar mi equipaje y me fui a la terminal.

En el trayecto me crucé con una niña mendiga en un puente sobre la autopista, y una madre y su hija pequeña sentadas en una estera en la acera de la calle, probablemente donde dormían y vivían. Me puse a pensar en lo injusto que era el hecho de que una mala persona se hubiese hecho con 40 euros mientras estas buenas personas estaban allí, recibiendo unos pesos cada tanto de los transeúntes.

Si te pones a pensar esto es así siempre: las personas más honestas y altruistas son las que menos dinero y poder llegan a conseguir, mientras que los más egoístas y corruptos son los únicos que llegan a la cúspide del poder, generando su riqueza a costa de otros. No por nada todos los empresarios y políticos millonarios siempre tienen el mismo estilo de personalidad, preocupándose principalmente por ellos mismos. Por ejemplo, la persona más rica del mundo, Elon Musk, en vez de usar su dinero para ayudar a otros (filantropía), lo emplea para que los políticos apoyen sus intereses (lobbying).

Una vez más tuve que esperar una hora hasta que finalmente salió mi autobús, a las 18:30. Me cobraron ₱189 (2,8€).

A las 19:50 me bajé del autobús en Monumento, Caloocan. Desde ahí me tomé un jeepney hasta Navotas. Estoy orgulloso de mí mismo por haber conseguido tomarme un jeepney sin ayuda de nadie por primera vez.

A las 20:30 llegué a la Base de Mark en Navotas. Mark no estaba, pero sí algunos miembros de su equipo, quienes me saludaron y me ofrecieron algo de cenar.

Ame,
Kato