Kara Ema:
Frase del día en tailandés
ฉันกับเพื่อนเล่นวอลเลย์บอลที่ชายหาดในฤดูใบไม้ร่วง
chǎn kàp phʉ̂an lên wɔɔn-lây-bɔɔn thîi chaai-hàat nai rʉ́-duu bai-mái-rûang
Juego al vóley con mis amigos en la playa en otoño.
ฉัน | chǎn | yo (forma femenina) |
กับ | kàp | con |
เพื่อน | phʉ̂an | amigo(s) |
เล่น | lên | jugar |
วอลเลย์บอล | wɔɔn-lây-bɔɔn | voleibol |
ที่ | thîi | en (posición, ubicación) |
ชายหาด | chaai-hàat | playa |
ใน | nai | en (período, contexto) |
ฤดู | rʉ́-duu | estación (del año) |
ใบไม้ร่วง | bai-mái-rûang | otoño |
El martes finalmente me mudé de Nonthaburi.
A las 16:00 me fui con todo mi equipaje a tomarme un songthaew hasta Talad Bang Yai (฿10), desde donde me tomé un MRT hasta Chatuchak Park (฿28), desde donde me tomé un BTS hasta Ekkamai (฿47). En total gasté ฿85 (~2€), que no es tanto para haberme desplazado 30 kilómetros.
A las 18:00 pasadas llegué al hostal Chill Inn, donde había reservado por internet una sola noche. Me costó ฿328 (~9€). Se trataba del mismo hotel en el que me había quedado a fines del año pasado.
No volví a salir. Miento: sí salí un momento para reservar cinco noches en otro hostal que quedaba a 500 metros. No solo era ligeramente más barato que Chill Inn sino también superior dado que ofrecía desayuno, café, té, agua, etc. Se llamaba Holy Sheet y me costó ฿1350 (฿270 / ~7€ por noche). La única razón por la que no fui directamente aquí fue que por internet no vi que tuviesen disponibilidad.
El miércoles a las 12:00 hice el check-out en Chill Inn y el check-in en Holy Sheet. Luego me tomé un BTS hasta Ari (฿47—qué caro que es el BTS comparado con el MRT…).
Desde la estación de Ari caminé hasta Tipco Tower, para pasar por la oficina de TEFL One para recibir una parte de mi salario en el jardín que todavía me faltaba cobrar.
Tras caminar durante tres kilómetros, a las 14:30 entré a Century The Movie Plaza Victory Monument en busca de un helado. Descubrí que no era el único que había tenido la misma idea:

No quería Dairy Queen igual, sino Mixue. Supuestamente había un Mixue en ese centro comercial, pero no lo pude encontrar. Pregunté a un par de personas y nadie sabía. Así que seguí caminando.
En lugar del helado me terminé comprando un refresco en 7-Eleven: una botella de té de limón Lipton gasificado (฿15; 0,4€).
A las 15:00 pasadas entré al BACC (Bangkok Art and Culture Centre), en Siam.
El Centro de Arte y Cultura de Bangkok (BACC) es un centro de arte contemporáneo situado en la zona de Siam, en Bangkok, Tailandia. En sus espacios de exposición y actuación se celebran eventos artísticos, musicales, teatrales, cinematográficos, de diseño y culturales/educativos. El centro cuenta con cafeterías, galerías de arte comerciales, librerías, tiendas de artesanía y una biblioteca de arte. Su objetivo es servir de lugar de intercambio cultural, proporcionando a Bangkok una base operativa en la escena artística internacional.
Wikipedia

En el sótano tenían una exposición de arte de mis favoritas: las hechas por niños y adolescentes. Se llamaba 2.ª Exposición de Pintura Infantil y Juvenil y fue organizada por el Centro Juvenil de Bangkok (Tailandia-Japón) 2025.
Los cuadros a continuación fueron todos pintados por chicos de entre 12 y 17 años. A juzgar por las fotos que acompañaban las pinturas en el folleto informativo, la mayoría eran mujeres.










Frente a la exposición había una biblioteca. Allí me topé con un libro cuya tapa me resultó familiar.

La razón por la que me sonaba familiar es que ya lo había visto en bibliotecas japonesas: se trataba de un libro originalmente japonés que había sido traducido al tailandés. La siguiente es la descripción del libro en Amazon:
[…] Mamás y papás que no recibieron una educación sexual detallada en la escuela. Hoy en día, las escuelas enseñan aún menos. Mientras tanto, en una época en la que los niños pequeños pueden acceder fácilmente a información sexual en Internet, las noticias diarias sobre niños que se convierten en víctimas o autores de delitos sexuales llenan a los padres de una vaga ansiedad: «No quiero que mi hijo se convierta en ninguno de los dos». Aprender sobre educación sexual no ofrece más que beneficios: ayuda a prevenir que se conviertan en víctimas o autores de delitos sexuales, evita los riesgos de las experiencias sexuales precoces o los embarazos, y además refuerza la autoestima, fomentando la capacidad de amarse a uno mismo y a los demás.
Entonces, ¿cuándo y qué se debe enseñar? Muchos países de todo el mundo incorporan la educación sexual a partir de los cinco años (!), y el momento más natural para empezar es entre los tres y los diez años, cuando los niños comienzan a mostrar interés por su propio cuerpo. Cuando empiezan a decir juguetonamente «culo, tetas» después del baño, ¡esa es tu oportunidad para enseñarles! Este libro cubre todo, desde responder a preguntas repentinas e inocentes como «¿Nosotros también tendremos un bebé?» hasta conversaciones diarias para prevenir la victimización o la perpetración de delitos sexuales, y los cambios físicos y emocionales que experimentan los niños y las niñas durante la pubertad, todo ello para que padres e hijos aprendan juntos.
Amazon
Me parece fenomenal que los padres enseñen a sus hijos educación sexual desde temprano, sobre todo en países donde las escuelas se rehúsan a hacerlo (como la mayoría de los países asiáticos, desgraciadamente). Lo que sí, espero que este libro lo enseñe desde un punto de vista objetivo y no moralizador, e.g. tratando de convencer a la persona joven que lo mejor es abstenecerse del sexo hasta llegar a la adultez, o haciéndole creer que tocarse está mal y es una enfermedad (trastorno de gratificación).

Hablando de cosas que los niños aprenden desde temprano:

Continué recorriendo el centro artístico-cultural, planta por planta—eran 10 en total, contando el sótano. Había cafeterías, exhibiciones, tiendas de comida y oficinas de arte.







Cerca de las 17:00 me fui del BACC y reemprendí mi megacaminata. Media hora más tarde paré en un lugar para comer un shawarma de pollo (฿80; ~2€). Un rato más tarde también pasé por un Tops y me compré un yogur bebible (฿37; ~1€).
A las 18:30 llegué al hotel. En total caminé 21 kilómetros.
Pocos minutos después de que llegué, empezó a llover fuerte y nunca más paró hasta que me fui a dormir. Tuve mucha suerte con eso.
En el hotel leí el capítulo 21 de Sex at Dawn. Algunos párrafos que resalté mientras iba leyendo:
[…] una parte importante de la sociedad estadounidense sigue oponiéndose rotundamente a cualquier sugerencia de que la actividad sexual pueda comenzar antes de lo que permite la ley.
En 2003, Genarlow Wilson, un estudiante de diecisiete años con excelentes calificaciones y rey del baile de fin de curso, fue sorprendido manteniendo relaciones sexuales orales consentidas con su novia, que aún no había cumplido los dieciséis años. Fue declarado culpable de abuso sexual agravado, condenado a un mínimo de diez años de prisión en Georgia y obligado a registrarse como delincuente sexual de por vida. […]
El año anterior, Todd Senters grabó en vídeo una relación sexual consentida con su novia, que era mayor de la edad de consentimiento. No hay problema, ¿verdad? Pues no. Según la ley del estado de Nebraska, aunque la relación sexual en sí era perfectamente legal, grabarla constituía «fabricación de pornografía infantil». La joven de diecisiete años tenía permiso legal para mantener relaciones sexuales, pero las imágenes de ella haciéndolo eran ilegales. Imagínate.
Los adolescentes de todo el país se están metiendo en serios problemas por hacer sexting entre ellos: tomar una foto atrevida de sí mismos con su teléfono móvil y enviársela a un amigo. Resulta que, en muchos estados, estos chicos pueden ser enviados a prisión (donde el abuso sexual es rampante) por fotografiar sus propios cuerpos (fabricar pornografía infantil) y compartir las fotos (distribuir pornografía infantil). Se les obliga a registrarse como delincuentes sexuales a pesar de que ellos mismos son las «víctimas» de sus propios «delitos».
Una encuesta realizada en 2005 a 12 000 adolescentes reveló que aquellos que se habían comprometido a permanecer abstinentes hasta el matrimonio eran más propensos a practicar sexo oral y anal que otros adolescentes, menos propensos a usar preservativos y tan propensos a contraer enfermedades de transmisión sexual como sus compañeros que no se comprometían a la abstinencia. Los autores del estudio descubrieron que el 88 % de los que se comprometieron a la abstinencia admitieron no haber cumplido su promesa.
Si nuestra relación distorsionada con la sexualidad humana es la fuente de gran parte de esta frustración, confusión e ignorancia, las sociedades con puntos de vista menos conflictivos deberían confirmar la conexión causal. El neuropsicólogo del desarrollo James Prescott descubrió que el placer corporal y la violencia parecen tener una relación excluyente: la presencia de uno inhibe el desarrollo del otro. En 1975, Prescott publicó un artículo en el que argumentaba que «ciertas experiencias sensoriales durante los períodos formativos del desarrollo crearán una predisposición neuropsicológica para comportamientos violentos o hedonistas más adelante en la vida». […]
Prescott aplicó esta lógica a nivel intercultural. Realizó un metaanálisis de datos recopilados previamente sobre la cantidad de afecto físico mostrado a los bebés (años de lactancia materna, porcentaje de tiempo en contacto físico directo con la madre, caricias y juegos con otros adultos) y la tolerancia general hacia el comportamiento sexual de los adolescentes. Tras comparar estos datos con los niveles de violencia dentro y entre las sociedades, Prescott concluyó que, en todas menos una de las culturas para las que se disponía de estos datos (cuarenta y ocho de cuarenta y nueve), «la privación del placer corporal a lo largo de la vida, pero especialmente durante los períodos formativos de la infancia y la adolescencia, está muy relacionada con la cantidad de guerras y violencia interpersonal». Las culturas que no interfieren en el vínculo físico entre madre e hijo ni prohíben la expresión de la sexualidad adolescente muestran niveles mucho más bajos de violencia, tanto entre individuos como entre sociedades.
[…] En 1879, […] gran parte de la cultura occidental libraba una extraña guerra, que duraba ya siglos, contra cualquier indicio de sexualidad infantil, incluida la masturbación.
La despiadada campaña contra la masturbación fue solo un aspecto de la larga lucha de Occidente contra los deseos «pecaminosos» de la sexualidad humana. […] Siguiendo los consejos de «expertos» tan destacados como John Harvey Kellogg, muchos padres […] sometían a sus hijos a brutales abusos físicos y mentales para erradicar cualquier signo de sexualidad. Personas por lo demás razonables, aunque confundidas, creían fervientemente que la masturbación era realmente «el elemento destructor de la sociedad civilizada», en palabras del New Orleans Medical & Surgical Journal.
[…] Como médico, Kellogg reivindicaba la autoridad moral para instruir a los padres sobre la educación sexual adecuada de sus hijos. […] Kellogg ofrecía a los padres orientación para lidiar con la exploración erótica natural de sus hijos […]: «Un remedio que casi siempre tiene éxito en los niños pequeños», escribió, «es la circuncisión». Estipuló que «la operación debe ser realizada por un cirujano sin administrar anestesia, ya que el breve dolor que acompaña a la operación tendrá un efecto saludable sobre la mente, especialmente si se relaciona con la idea de castigo…».
Si circuncidar a un niño que se resistía y estaba aterrorizado sin anestesia no era precisamente lo que los padres tenían en mente, Kellogg recomendaba «la aplicación de una o más suturas de plata de tal manera que se impidiera la erección. […] Se aseguró a los padres que coser el pene de su hijo al prepucio «actúa como el medio más poderoso para superar la predisposición a recurrir a la práctica [de la masturbación]».
[…] Por si pensabas que Kellogg solo estaba interesado en la tortura sádica de los niños varones, en el mismo libro aconseja con seriedad aplicar ácido carbólico en el clítoris de las niñas pequeñas para enseñarles a no tocarse.
[…] En la década de 1960, el antropólogo William Davenport vivió entre un grupo de isleños melanesios que consideraban el sexo como algo natural y sin complicaciones. Todas las mujeres afirmaban ser muy orgásmicas, y la mayoría declaraba tener varios orgasmos por cada uno de su pareja. Sin embargo, según Davenport, «se supone que, tras unos años de matrimonio, el interés del marido por su esposa comienza a decaer». Hasta que la reciente imposición de las leyes coloniales puso fin a esta práctica, los melanesios evitaban la monotonía permitiendo que los hombres casados tuvieran amantes jóvenes. En lugar de sentir celos de estas concubinas, las esposas las consideraban un símbolo de estatus, y Davenport afirmó que tanto los hombres como las mujeres consideraban la pérdida de esta práctica como el peor resultado del contacto con la cultura europea. «Los hombres mayores suelen comentar hoy en día que, sin mujeres jóvenes que los exciten y sin la variedad que antes les proporcionaba el cambio de concubinas, se han vuelto sexualmente inactivos mucho antes de lo que les correspondía».
Más cerca de casa, William Masters y Virginia Johnson informaron que «la pérdida de interés sexual provocada por la monotonía en una relación sexual es probablemente el factor más constante en la pérdida de interés de un hombre mayor por el rendimiento sexual con su pareja». Señalan que esta pérdida de interés puede revertirse con frecuencia si el hombre tiene una amante más joven, incluso si esta no es tan atractiva o hábil sexualmente como la esposa del hombre. Kinsey coincidió con ello y escribió: «No parece haber ninguna duda de que el hombre sería promiscuo en su elección de parejas sexuales a lo largo de toda su vida si no existieran restricciones sociales».
[…] ¿Qué hacer al respecto? La mayoría de las parejas modernas no son tan flexibles a la hora de tolerar una variedad de parejas sexuales como los melanesios y muchas de las sociedades que hemos analizado en capítulos anteriores. Tras revisar la amplia bibliografía sobre el matrimonio occidental, la socióloga Jessie Bernard argumentó a principios de la década de 1970 que aumentar las oportunidades de los hombres de tener parejas sexuales nuevas era uno de los cambios sociales más importantes que se necesitaban en las sociedades occidentales para promover la felicidad conyugal. Pero esto aún no ha sucedido y parece aún menos probable ahora, casi cuatro décadas después. Quizás por eso unos veinte millones de matrimonios estadounidenses pueden clasificarse como sin sexo o con poco sexo debido a la pérdida de interés sexual del hombre.
Sex at Dawn (Cap. 21)
Dado que el capítulo 22 era el último, ya que estaba me quedé hasta tarde leyéndolo también. En estas citas del capítulo resaltaré en negrita las cosas que me resultan más importantes:
[…] Después de haber escrito todo este libro sobre el sexo, nos gustaría sugerir, aunque pueda resultar confuso, que la mayoría de nosotros nos tomamos el sexo demasiado en serio: cuando solo es sexo, eso es todo lo que es. En esos casos, no es amor. Ni pecado. Ni patología. Ni una buena razón para destruir una familia que, por lo demás, es feliz.
Al igual que los victorianos, la mayoría de las sociedades occidentales contemporáneas exageran el valor inherente del sexo restringiendo la oferta («Las chicas buenas no lo hacen») e inflando la demanda (Girls Gone Wild). Este proceso conduce a una visión distorsionada de la importancia real del sexo. Sí, el sexo es esencial, pero no es algo que deba tomarse siempre tan en serio. Pensemos en la comida, el agua, el oxígeno, el refugio y todos los demás elementos de la vida que son cruciales para la supervivencia y la felicidad, pero que no figuran en nuestro pensamiento cotidiano a menos que dejen de estar disponibles. Una relajación razonable de los códigos sociales moralistas que faciliten la satisfacción sexual también la haría menos problemática.
[…] Si es así, las generaciones futuras podrían sufrir menos manifestaciones patológicas de frustración sexual y fracturas familiares innecesarias. En cuanto a los siriono, con quienes vivió, Holmberg escribe: «Los siriono rara vez, o nunca, carecen de parejas sexuales. Cuando el deseo sexual aumenta, casi siempre hay una pareja disponible dispuesta a satisfacerlo… La ansiedad sexual parece ser notablemente baja en la sociedad siriono. Rara vez se observan manifestaciones como la indulgencia excesiva, la continencia o los sueños y fantasías sexuales».
[…] Las falsas expectativas que tenemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre la sexualidad humana nos causan un daño grave y duradero. Como explica el autor y columnista de consejos sexuales Dan Savage: «La expectativa de la monogamia de por vida supone una presión increíble para el matrimonio. Pero nuestro concepto del amor y el matrimonio se basa no solo en la expectativa de la monogamia, sino también en la idea de que, cuando hay amor, la monogamia debería ser fácil y alegre».
[…] «Las personas por las que siento pena son aquellas que ni siquiera se dan cuenta de que tienen otras opciones más allá de las opciones tradicionales que les presenta la sociedad», afirma Scott, que forma parte de una relación triádica duradera con Terisa (una mujer) que también mantiene una relación con Larry (a quien Scott presentó a Terisa). Aunque estas relaciones comprometidas entre tres o cuatro personas han pasado desapercibidas hasta hace poco, se cree que las llamadas familias poliamorosas suman alrededor de medio millón en Estados Unidos, Según un artículo de Newsweek. Aunque Helen Fisher cree que las personas que participan en este tipo de configuraciones están «luchando contra la madre naturaleza» al intentar afrontar sus inseguridades y celos de forma directa, hay muchas pruebas de que, para las personas adecuadas, este tipo de acuerdos pueden funcionar muy bien para todos los implicados, incluso para los niños.
[…] En 1988, Roy Romer, entonces gobernador de Colorado, se enfrentó a una avalancha de preguntas sobre su prolongada relación extramatrimonial, que se había hecho pública. Romer hizo lo que pocas figuras públicas se han atrevido a hacer. […] se negó a aceptar la premisa subyacente a las preguntas indiscretas: que su relación extramatrimonial era una traición a su esposa y a su familia. En su lugar, convocó una rueda de prensa extraordinaria en la que señaló que su esposa, con la que llevaba cuarenta y cinco años casado, conocía y aceptaba la relación desde el principio. Romer se enfrentó a los risueños periodistas con «la vida tal y como es en realidad». «¿Qué es la fidelidad?», preguntó al grupo de periodistas, que de repente se quedó en silencio. «La fidelidad es el tipo de franqueza que tienes. El tipo de confianza que tienes, basada en la verdad y la franqueza. Y así, en mi propia familia, lo hemos discutido detenidamente y hemos tratado de llegar a un entendimiento de cuáles son nuestros sentimientos, cuáles son nuestras necesidades, y resolverlo con ese tipo de fidelidad».
Sex at Dawn (Cap. 22)
En resumen, este libro pone de manifiesto algo que yo ya sabía y siempre pensé: el ser humano sería mucho más feliz si dejase de lado todo ese bagaje moral que le atribuye al sexo —gracias a siglos de adoctrinamiento social, político y religioso—, y lo conceptualizara mucho más relajadamente. Así como nadie se pone a pensar «un hombre solo debería poder abrazar a una mujer», «un adolescente solo debería poder abrazar a otro adolescente cercano a su edad», «un hombre casado solo debería poder abrazar a su esposa», o «una película no debería mostrar escenas con abrazos no sea cosa que lo vean los niños», lo mismo debería pensarse con respecto al sexo. Como los bonobos. No existe la violencia ni las violaciones en los bonobos; ¿por qué? Porque son unos hedonistas libertinos que se la pasan teniendo sexo entre todos como si este acto para ellos fuese tan natural y cotidiano como para los humanos es un estrecho de manos. Así de bien les va y así de bien nos podría haber ido a nosotros si hubiésemos seguido sus pasos en lugar de los del celoso y agresivo chimpancé.
Ame,
Kato