Fin de semana de Sombateo con mis amigos niños

Kara Ema:

Frase del día en tailandés

โทรทัศน์เสีย ใช้ไม่ได้ ขอให้คุณมาซ่อมหน่อย
thoo-rá-thát sǐa, chái mâi dâai, khɔ̌ɔ hâi khun maa sôm nɔ̀i
La televisión está rota, no se puede usar. Por favor, ven a arreglarla.

โทรทัศน์thoo-rá-tháttelevisión
เสียsǐaroto
ใช้cháiusar
ไม่mâino
ได้dâaipoder
ขอkhɔ̌ɔpor favor
ให้hâique (hacer que alguien haga algo)
คุณkhuntú / usted
มาmaavenir
ซ่อมsômarreglar / reparar
หน่อยnɔ̀iun poco (suaviza la petición)

El sábado a las 10:30 salí del hotel y me fui por primera vez hacia el otro lado de la calle Sukhumvit, es decir el opuesto al centro (Asok/Siam), en dirección del distrito de Phra Khanong (colindante con Ekkamai).

No tardé en cruzarme con Masaru Japan Anime Shop, un local que vendía artículos japoneses de animé, tipo figuras, pósteres y demás. Entré a echar un vistazo, sin intención de comprar nada.

Figuras
Camiseta de Azu-nyan que estuve a punto de comprarme, pero no lo hice porque era talle M y tenía una ligera mancha en una parte. La verdad que no era cara a ฿130 (3,5€). En Japón esta clase de camisetas de animé suelen costar tres veces más por lo menos.
Póster de Kudryavka Noumi (15), protagonista de la novela visual erótica Kud Wafter.
Más pósteres y figuras
Figuras eróticas (I)
Figuras eróticas (II)

De ahí me fui al lugar al que realmente tenía que ir —la razón principal por la que había salido—: una copistería para imprimir las invitaciones al evento que estoy organizando con los niños de Sombat. Me dijeron que solo tenían una impresora normal y hojas normales, pero yo quería imprimir en hojas de buena calidad y sin márgenes blancos, con lo cual me recomendaron que fuese a Asia Copy Center. Caminé entonces hasta allá.

A las 12:00 pasadas llegué a Asia Copy Center, sobre la calle Sukhumvit y cerca de la estación de BTS Phrom Phong.

Asia Copy Center

En este local me imprimieron las 30 invitaciones que había preparado en tamaño A5 (la mitad de A4), en hojas laminadas y de mayor grosor que las comunes. También me recortaron los bordes blancos para que se vean lo mejor posible. Me cobraron ฿450 (~12€).

A las 13:00 regresé al hotel y me puse a preparar las invitaciones, pegando un sticker sobre el código único que tenía cada una.

Preparando las invitaciones

El código único servía para que la persona que recibiera la invitación entrara a un sitio web que había preparado yo y confirmara asistencia ingresando su código y rellenando el formulario que aparecía.

Así lucía el formulario que los padres debían completar. Pedía datos como nombre, apodo, edad y género del niño.

A las 15:00 pasadas llegué a Sombat, con las 30 invitaciones en mi bolso.

La idea era primero pasar por la biblioteca de Sikkha Asia y dejar que los niños de allí jugaran con las acuarelas que había comprado, pero para mi sorpresa cuando llegué ya no quedaban muchos niños. Nalin me explicó que habían tenido muchas actividades desde temprano y es por eso que muchos niños ya se habían ido a sus casas. Decidí entonces irme yo también y volver al día siguiente con las acuarelas.

Fue entonces al campo de fútbol, donde me encontré con Phet, Mali y varios niños más. Jugamos bastante.

Una nueva loli (de alrededor de 3 años) se me acercó a saludarme y jugar conmigo.
Jugando en el ring de boxeo con Phet y Mali
Esta loli (la de la izquierda) me recuerda a las filipinas por sus rasgos faciales.
Foto en portrait que tomé de la peque
Esta es probablemente la única cosa de las niñas que permanecerá siempre un misterio para mí: cómo atarles el cabello. Por suerte parece que no necesitan a un adulto porque se los atan entre ellas mismas.

A las 18:00 les propuse a los cinco niños con quienes estaba jugando de ir al 7-Eleven conmigo para comprarles algo; una sola cosa a cada uno. Yo me compré para mí una bebida de café. En cuanto a los niños, una eligió unos fideos instantáneos, otros dos un chocolate caliente, otro un pan tipo croissant y otra unas gomitas creo. Me costó todo ฿104 (~2,8€).

Phet me pidió de mi bebida de café para probar. Otro adulto quizás no le habría dado porque es café, pero yo no soy de esos adultos. La dejé y le gustó. Me volvió a pedir y la volví a dejar. Me la terminó terminando ella.

Phet tomando mi bebida de café

Beber café no es nada comparado con las otras cosas que hacen algunos chicos en este barrio, como consumir cannabis y tabaco. De hecho, hoy en un momento un par de niños varones que no parecían tener más de 11-12 años, estaban parados a centímetros de mí fumando tabaco. Les intenté decir que por favor se alejaran porque no me gustaba para nada cómo olía.

Al fin conseguí hacer una foto de Phet sonriendo

Decidí que finalmente era hora de irme, pero antes de eso tenía que repartir las invitaciones.

Como el número de niños que podía invitar estaba limitado —dado que no soy Elon Musk y mi presupuesto es limitado—, lamentablemente no podía invitar a cualquiera/todos sino que tenía que seleccionar. Obviamente iba a preferir que fuesen los mismos niños con quienes más jugaba y a quienes mejor conocía, así que la idea era darles las invitaciones a ellos. Por ejemplo a Phet, y a Kalaya, por supuesto.

El problema es que iba a ser difícil darles la invitación solo a los niños que yo quería, dado que inevitablemente otros niños se iban a terminar enterando del evento y me iban a pedir también una invitación. Además —algo que yo no pensé pero que también pasó—, algunos de los niños que yo quería invitar tenían hermanos, entonces me iban a pedir más invitaciones para que sus hermanos también pudiesen asistir.

Niñas con las invitaciones en la mano

En total acabé repartiendo 6 de las 30 invitaciones hoy. Seguiré mañana con las que me faltan.

Si bien son 30 invitaciones, lo más probable es que el espacio en el autobús que voy a alquilar sea para menos de 30, así que el sitio web que creé de momento está configurado para que apenas se registren los primeros 20 niños, los siguientes que quieran hacerlo van a encontrarse con un cartel explicándoles que por desgracia el cupo ya está cubierto.

A las 19:00 pasadas llegué al hotel.

Arranqué a ver la peli live-action de Hataraku Saibō (はたらく細胞; Células trabajadoras), basada en una serie de manga homónima. Me encanta esta serie porque es la clase de contenido que mismo sin saber que es de Japón, apenas te lo pones a ver te das cuenta de que a ningún otro país se le podría haber ocurrido semejante locura.

Básicamente se trata de células antropomorfizadas combatiendo virus y otros agentes patógenos también antropomorfizados. En otras palabras, imagínate que estás viendo los Power Rangers, pero en vez de los malos ser monstruos, son bacterias, y en lugar de tener a los rangers azul, verde y rojo, tienes a las células blancas, las células rojas y las plaquetas.

Las plaquetas son antropomorfizadas como lolis, y no podían ser más kawaii. Así da gusto lastimarse para que vengan las loliplaquetas a curarte tiernamente la herida.

YouTube player
Escena de las loliplaquetas haciendo su trabajo

El domingo a las 10:00 salí del hotel, pero antes extendí mi estadía por ocho noches más (฿2160; ~58€).

A pocas cuadras de casualidad descubrí un pequeño centro comercial llamado Qiss Mall, que en el medio tenía un jardín lleno de estatuas de niños y animales. Viendo esas estatuas sentí que estaba de vuelta en Japón.

Estas son las esculturas que merecen la pena construir, no las de militares y políticos (para eso ya están los libros de historia).
Estatus de niños y animales en Qiss
La única forma que verás a un niño leyendo en Tailandia es representando en una escultura (me gustaría poder decir que esto es un chiste pero…).
Loli leyendo
Loli jugando

A las 10:30 llegué a la biblioteca de Sikkha Asia. Casi al mismo tiempo que llegué yo, llegó también mi amiga Phet. Al principio no había muchos niños, pero a medida que avanzó el día se fue llenando.

Al fin les pude dar las acuarelas y demás material de pintura que había comprado la otra vuelta.

Niños pintando con las acuarelas que les di (I)
Ídem (II)
Ídem (III)

Cerca de las 12:00 los acompañé a los niño a 7-Eleven, dado que querían ir a comprarse unos dulces con el dinero que asumo habían recibido de sus padres.

Niños comprando en 7-Eleven con su propio dinero

Cuando volvimos a la biblioteca nos pusimos a dibujar con Phet.

Phet mostrándome el dibujo que había hecho
Jugando con Phet

A las 14:00 les pregunté a Phet y a Mali si tenían hambre, ya que me había dado cuenta de que ni ellas ni ya habíamos almorzado todavía. Les ofrecí ir a 7-Eleven a comprarles algo para comer (฿133; ~3,5€).

Tan pronto como salimos a la calle me cogieron de la mano (las dos de la misma).
Phet y Mali almorzando
También les compré un yogur para el postre

A las 15:00 pasadas nos fuimos de la biblioteca.

Tras haber estado como cinco horas jugando con estas dos niñas, si bien las quiero mucho también quería ir a ver a Kalaya, así que les dije que me tenía que ir. Tras intentar sin éxito que se despegaran de mí, al final decidí que me quedaría un rato más con ellas.

Phet en un momento paró en este quiosco para comprarse algo, pero al final no se llevó nada.
En su lugar lo que sí se compró (con su dinero) fue un helado, cuando pasó el heladero con el carrito.
Lengüita lengüeteando el helado

Cerca de las 17:00 pasamos por 7-Eleven por tercera vez en el día.

Phet y Mali escogiendo unos dulces en Seven

Yo quería algo frío y refrescante para tomar, y para compartir con las niñas. Vi que había una botella grande de chocolatada, así que les ofrecí comprar eso para los tres. Phet respondió a mi oferta con una simple palabra que me causó mucha risa: «café». O sea, yo le ofrezco a una niña chocolatada y la niña me responde diciendo que prefiere café. Excelente. (Obviamente que le compré su café.)

Phet eligiendo café por sobre chocolate

En total compré dos botellitas de café —una para Phet y una para mí—, un postre de té tailandés para Mali, y unas gomitas que quería Phet pero compartió con todos (฿97; 2,6€).

Phet tomando su café

Después de tomar el tentempié, les dije a las niñas que desde donde estábamos sentados (frente al 7-Eleven) ahora ellas se irían hacia la derecha y yo hacia la izquierda, dado que quería ir a ver a Kalaya. Una vez más no logré hacer frente a sus protestas y me terminé quedando con ellas un rato más.

Fuimos hacia Sikkha Asia pero claro, ya eran pasadas las 17:00, con lo cual ya había cerrado. Nos sentamos entonces en la acera unos minutos. Aquí fue donde se desmoronó todo.

Phet estaba apoyando su cabeza contra mi regazo, y yo le acariciaba el palo y la espalda como siempre hago.

Phet en mi regazo como un gatito

Estábamos charlando lo más bien los tres, hasta que en un momento noté que Phet se puso seria y silenciosa. Sus ojos vidriosos pronto se convirtieron en lágrimas y luego en llanto.

Yo no entendía nada. Si habíamos estado jugando todo el día lo más bien, ¿por qué habría de llorar ahora, así tan de repente?

Resulta que sus padres no la habían dejado ir al evento. Además le habían pegado la noche anterior, así como hacen probablemente todos los días. Pero ninguna de estas era la razón principal por la cual estaba llorando.

Cuando me enteré de que yo era el motivo principal por el cual lloraba, el corazón me estalló en cien mil añicos. La abracé fuerte fuerte; ella me abrazó y lloró más fuerte aún.

No creo que haya pasado ni siquiera una semana desde que conozco a Phet (contando los días no consecutivos sino solo los que fui a Sombat y nos vimos), pero en ese breve tiempo conectamos muchísimo, con los caballitos, los abrazos, las caricias, los «I love you» susurrados en el oído, el café…

Yo nunca le di nada más que amor y cariño, y ella me lo reciprocó. Mientras tanto cuando ella llega a su casa todos los días, ¿qué recibe de parte de sus padres? Palizas y regaños. ¿Entonces es realmente sorprendente que esta niña se haya apegado tanto a mí en tan poco tiempo?

Entre lo que me intentaba decir Phet mientras lloraba y lo que me decía Mali a través de Google Translate, lo que entendí fue lo siguiente:

  • Phet no quería perderme y quería que siempre estuviésemos juntos.
  • Que si yo no estaba con ella no iba a tener a nadie con quien jugar.
  • Que pensaba en mí y me echaba de menos cuando yo no estaba.
  • Que Phet quería seguir jugando conmigo, pero su mamá estaba volviendo del trabajo y entonces tenía que buscar un lugar para jugar conmigo donde su mamá no la vea.

Esto fue lo último que Phet me dijo hoy antes de despedirme: วันอื่นคุณจะมาไหมหนูคิดถึง (¿Vas a venir otro día? Te extraño.)

Finalmente nos despedimos a las 18:00 pasadas, lo que significa que estuvo más o menos una hora llorando y abrazándome.

No tengo dudas de que yo también voy a llorar por ella en algún momento, así como lloré por otras de mis amigas niñas que me fui haciendo durante mis viajes, luego de que no pudiese verlas más porque me había ido de donde estaban. Este es el gran problema de viajar seguido, y es una de las razones por las que quiero dejar de hacerlo pronto. Viajar es hermoso pero las despedidas pueden ser muy duras cuando te encariñas mucho con alguien.

Era hora de que socializara un poco con adultos también, en particular con los de mi hostal que son todos majos pero pobres casi nunca les presto atención porque siempre estoy en Sombat, y el tiempo que estoy en el hotel lo suelo dedicar a escribirte a ti y no a mucho más.

Así que cuando me invitaron a participar del karaoke esta noche les dije que sí. También me ofrecieron sumarme a cenar con ellos comida india que iban a pedir (฿180; ~5€), lo cual también acepté.

Un filipino participando del pasatiempo favorito de los filipinos: karaoke.
Cena del domingo: comida india.

Ame,
Kato