Jornada de campamento sanuk: visita al museo y pícnic en el parque

Kara Ema:

Finalmente había llegado el sábado: el día de la salida con los niños que había estado planificando, al cual apodé Sanuk Day Camp (jornada divertida de campamento).

A las 8:20 salí del hotel medio apurado, cargando con todas las cosas para el evento: las 12 botellas de agua, los snacks, los papeles para pintar, el material para hacer las cometas, etc. Todo iba en un bolso y tres balsas grandes y pesadas (más que nada por el peso del agua en las botellas).

A las 8:50 llegué a Sombat. El día anterior había quedado con Phet que me encontraría con ella en su casa a esta hora, para ir juntos al campamento. Cuando llegué a su casa toqué la puerta: dentro estaban Phet con su padre. Utilizando el traductor en mi teléfono, le pregunté al papá de Phet si me podía llevar a su hija conmigo para ir con ella al museo y al parque. No lo podía creer cuando me dijo que sí.

Era la primera vez que él me había visto. No sabía ni mi nombre, ni mi edad ni nada sobre mí. No me preguntó ni siquiera mi teléfono, ni a qué hora regresaríamos (igual en la invitación que yo le había dado lo decía). Simplemente me dijo que sí y se puso a peinar a su hija y a arreglarle la ropa antes de que ella saliera a la calle y me tomase de la mano para empezar a caminar juntos.

Interior de la casa de Phet. El padre estaba arreglando la ropa de Phet antes de dejarla venir conmigo.

Creo que nunca te lo conté, pero Phet también tiene un hermano, más o menos de su misma edad o quizás un año menor. Muchas veces cuando yo te digo que estoy con Phet, en realidad estoy con Phet y su hermano, pero mi relación con su hermano no es tan cercana como la que desarrollé con ella. Por ejemplo, cuando caminamos los tres juntos siempre es Phet la que me coge de la mano, me pide que la alce o me dice «I love you», no el hermano. Por supuesto que el hermano también estaba invitado al campamento, y también vino con nosotros.

Cuando salimos de su casa, le pedí a Phet que me llevara rápido a la casa de Mali, dado que se suponía que ella también iba a venir al evento. Fuimos a su casa pero no estaba allí. La buscamos un poco más pero cuando no la pudimos encontrar, le dije a Phet que ya no había tiempo para seguir buscándola dado que los demás participantes del campamento nos estarían esperando en el lugar donde yo les había dicho que fueran. Así que Phet entendió que había que apurarse y caminó conmigo a paso ágil.

Caminando por el barrio con Phet en busca de Mali

Durante el camino Phet me dijo —a través de Google Translate— la siguiente frase:

คุณรักฉันใช่ไหม
khun rák chăn châi mái
¿Me amas, verdad?

คุณkhun
รักrákamar
ฉันchănyo (forma femenina)
ใช่châi
ไหมmáipartícula interrogativa
Sí, princesa—te amo.

A las 9:30 llegamos al lugar donde estaban todos. Les pedí disculpas por haberme demorado, dado que según el programa que había planificado se suponía que íbamos a salir de allí a las 9:15. Este era el programa que aparecía en las invitaciones:

09:00–09:15Encuentro y bienvenida
09:15–10:00Viaje en furgoneta a Chatuchak
10:00–12:00Visita al Museo de los Niños de Bangkok
12:00–13:00Almuerzo de pícnic en el Parque Reina Sirikit
13:00–14:00Juegos y actividades en el parque
14:00–16:00Zona de juegos de agua del museo
16:00–16:45Viaje de regreso a Khlong Toei (con snacks)
16:45–17:00Cierre y despedida

Ahora que lo veo de vuelta me doy cuenta de que la verdad es que no nos desviamos tanto de lo que estaba en la planificación. Salió todo relativamente de acuerdo a lo que planeado.

En total éramos 8 niños y 5 adultos; 13 en total. Más o menos la mitad de lo que me habría gustado y de lo que me había preparado para que fuese (e.g. comprando 24 unidades de snacks), aunque igual pienso que terminó siendo un buen número. Permitió que pudiésemos ir todos en una misma furgoneta y al no ser un grupo tan grande fue fácil coordinarnos y mantenernos siempre juntos.

De los ocho niños que participaron, la mitad de ellos venían invitados por mí personalmente (Kalaya, Prisana, Phet y su hermano), y la otra mitad venían por Dara, del jardín de Duang Prateep. Entre los invitados por Dara estaba Minoi. Entre los adultos estaban la mamá de Minoi y el abuelo de Kalaya y Prisana. No lo podía creer cuando me enteré de que el policía era su abuelo—siempre pensé que era su padre. Quiere decir que Kalaya y Prisana viven con su mamá y su abuelo, y el padre claramente está ausente.

Era la primera vez que estaba con mis tres mejores amigas de Sombat al mismo tiempo: Kalaya, Minoi y Phet. Ellas no se conocían entre sí antes del campamento, y por lo que pude observar se agradaron y charlaron bastante, sobre todo Kalaya con Phet.

Pedí una furgoneta a través de la app de Grab. A las 9:45 estábamos todos dentro y emprendimos el viaje hacia Chatuchak, donde quedaba el Museo de los Niños de Bangkok.

Kalaya, Phet y Prisana sentadas en la primera fila de la furgoneta. Yo iba al lado del conductor.

A las 10:00 pasadas llegamos al museo. La furgoneta me costó ฿850 (~22€). La entrada al museo por suerte era gratuita, con lo cual los únicos gastos que tenía que cubrir realmente eran el transporte y la comida.

No solo la entrada al parque fue gratuita, sino que tuvimos mucha suerte dado que justo este fin de semana estaban haciendo un festival y regalando cosas a todos los que asistían al museo. Nos dieron una bolsa a cada uno con ciertas cosas, y tres cupones para intercambiar por comida/bebida.

Entrando al museo

Casi tan pronto como entramos, los niños vieron unos juegos y salieron corriendo a jugar en ellos, así que los adultos los seguimos y nos quedamos un rato allí mientras los niños jugaban y se divertían.

Kalaya y Prisana
Minoi
Kalaya y Phet
Dos lolis que también estaban con nosotros
Kalaya y Phet mostrándome los stickers que se ganaron (y mirando a cualquier lado menos la cámara).
Phet

A las 10:30 nos movimos a otra parte del museo. Yo me quedé atrás con Phet así que la tuve que llamar por teléfono a Dara para preguntarle dónde estaban todos. Me dijo que estaban en la biblioteca.

Jugando con Phet cuando nos quedamos atrás y nos separamos del grupo unos minutos
Los niños dibujando en la biblioteca
Jugando en la biblioteca (I)
Jugando en la biblioteca (II)

A las 11:30 nos volvimos a mover, esta vez a unos juegos más grandes e interesantes que estaban afuera.

Jugando en los juegos del museo (I)
Jugando en los juegos del museo (II)
Jugando en los juegos del museo (III)

A las 12:00 decidimos entre los adultos que reuniríamos a todos los niños y nos iríamos al parque para hacer el pícnic, dado que todos estábamos empezando a tener hambre. Pero hubo un problema serio: no encontrábamos a uno de los niños.

Phet no estaba en los juegos. Con Dara y los demás padres inmediatamente iniciamos una operación de búsqueda por todo el museo. Habrán pasado no más de 10 minutos hasta que recibimos la llamada de uno de los padres para avisarnos que la había encontrado, pero fueron los 10 minutos más largos de mi vida. Los padres de Phet no estaban allí y me la habían confiado a mí, con lo cual si le pasaba algo yo habría sido 100% responsable. Más allá de eso, mi preocupación no pasaba tanto por mi responsabilidad legal sino por el hecho de que mi mejor amiga estaba perdida.

Ahora entiendo por qué los japoneses hacen tanto hincapié con las reglas, repitiéndoles a los niños cada vez que los llevan al parque que nunca deben alejarse ni irse a ningún lado por su cuenta sin avisar a un adulto primero. Lo primero que se me vino a la cabeza cuando no encontramos a Phet fue esto de los japoneses, y me hizo arrepentirme de no haber hecho algo similar con estos niños (es decir, antes de dejarles la rienda suelta para que cada uno fuese a jugar, explicarles que no debían alejarse demasiado del área de juegos sin avisar antes a alguien). Le pedí a Dara que por favor le dejase bien en claro a Phet que no volviera a alejarse del grupo así sin decir nada a nadie.

A las 12:30 llegamos al parque.

Los niños sentados en el césped

Quedamos en que pediría pizza para todos. Había un The Pizza Company muy cerca del parque. Yo estaba pensando ir en persona, pero Dara sugirió que pidiese a domicilio (o a parquicilio). Entonces abrí Line Man en mi teléfono y pedí cuatro pizzas (฿938; ~25€).

Mientras esperábamos las pizzas los adultos armaron cometas para que los niños jugaran.

Armando cometas con los materiales que compré

Las cometas volaron pero no mucho ni muy alto, pienso que porque el papel no era lo suficientemente liviano. Lo bueno es que cumplió su propósito, que era el de mantener entretenidos a los niños hasta que llegase la comida.

La otra cosa que había preparado para tal fin era el material para pintar, el cual por desgracia —debido a que salí con apuro del hotel y con muchas cosas— me olvidé de llevarlo. Llevé el papel para pintar pero no los pinceles ni las acuarelas.

En un momento y por iniciativa mía las niñas se pusieron a jugar al mon son pha, un juego tradicional tailandés que consistía en ponerse en ronda sentados y cantar una canción mientras una persona caminaba por la ronda con un pañuelo, lo dejaba detrás de alguien quien debía pararse y perseguirlo.

Jugando a mon son pha
Mon son pha y cometas
Kalaya, Prisana y Phet leyendo un libro.
Lolis jugando con los barriletes
Jugando con una soga que había comprado yo para hacer el juego de la soga
Prisana

A las 13:30 llegó la comida.

Las cuatro pizzas que pedí
Kalaya cortando su pizza
¿Qué le hicieron en los ojos a mi princesa? No me gustó para nada el delineador ese que se puso. Las niñas (y las mujeres) en mi opinión siempre se van a ver mejor al natural que con maquillaje.
Si van a tener la cara marcada con algo mejor que sea pizza, helado o chocolate en los contornos de la boca, en lugar de cosméticos.

A las 14:00 pasadas salimos del parque y volvimos al museo.

Volviendo al museo

Cuando volvimos a entrar en el museo fuimos directo a la zona de juegos de agua. Bueno, directo no porque primero los niños tenían que cambiarse la ropa.

Prisana —la niña de 3 años— se me acercó de repente, me dio su camiseta y se quitó su vestido, con la intención de que yo la ayudara a cambiarse. También se empezó a quitar la parte de abajo quedándose en pañales pero los demás adultos la frenaron por algún motivo. Lo gracioso para mí fue que podría haber ido con su abuelo, pero prefirió venir conmigo. También en otro momento más tarde (cuando nos estábamos yendo del museo) prefirió que yo la cargase en brazos en lugar de su abuelo.

Phet no tenía ropa de recambio, así que no fue al área de juegos de agua con los demás. En lugar de eso me tomó de la mano y me llevó a un sitio donde estaban haciendo un workshop de arte.

Phet en el workshop de arte

La dejé a Phet sola unos minutos en el workshop (bueno sola no porque estaba con los instructores que la estaban ayudando) y me fui a ver lo que hacían los demás.

Juegos de agua
Kalaya en los juegos de agua
Kalaya y Minoi

Al rato volví con Phet.

Phet mostrándome su obra de arte cuando la finalizó

A las 14:30 terminó la sesión de juegos de agua—volvería a abrirse a las 15:00. Los niños estaban todos mojados y creo que no se querían cambiar todavía porque iban a participar de la otra sesión cuando arrancara. Yo le propuse a Dara que fuésemos todos juntos a explorar el resto del museo, que todavía había varias partes que no habíamos visto. Ella me dijo que los niños no iban a poder entrar mojados, así que cogí a Phet de la mano (la única que no estaba mojada) y me fui a explorar el museo yo solo con ella.

Phet con un cupcake que le dieron para que decorara ella misma

No tardamos en encontrar una zona de dinosaurios/paleontología, la cual incluía un gran arenero donde los niños podían jugar a ser paleontólogos y descubrir huesos de dinosaurios enterrados.

Phet la paleontóloga

Unos minutos más tarde se sumaron al arenero Kalaya, Prisana y Minoi.

Kalaya y Minoi
Phet y Kalaya
Prisana

En algún momento Minoi se volvió con los demás —que creo que estaban en los juegos de agua—; mientras tanto yo estaba intentando sacar a las niñas del arenero porque quería seguir explorando el resto del museo con ellas. Me costó pero por fin a las 15:30 conseguí que vinieran conmigo.

Kalaya y Phet

Ya faltaba poco para que el museo cerrara (a las 16:00), con lo cual ya había muchas partes (sobre todo los workshops) que no estaban funcionando más. Por suerte encontramos uno donde las dejaron a las niñas participar aunque sea unos minutos.

Kalaya y Phet haciendo un workshop
Prisana también quiso pintar un poco
Kalaya (con su hoyuelo en el moflete) mostrándome la obra de arte que realizó en el workshop.
La mano de Phet sobre mi mano, con corazones pintados (los pintó ella).

A las 16:00 pasadas nos reencontramos con los demás en la puerta del museo. Nos sentamos a la salida para esperar allí la furgoneta que pedí. Esta vez me costó un poco más caro: ฿920 (~24€).

A las 16:30 nos subimos a la furgoneta y empecé a repartir los snacks para todos.

Mofletesssss ♡

A las 17:00 en punto llegamos de vuelta a Sombat y nos despedimos. ¿Ahora ves a lo que me refería más arriba de que dentro de todo el evento terminó saliendo muy similar a lo que estaba en el programa que yo había diseñado?

Cada uno se fue a casa por su lado, menos Phet y su hermano que se volvieron caminando conmigo, al igual que habíamos hecho a la mañana.

En un momento durante la caminata entramos a un callejón para acortar camino y Phet de repente empezó a llorar un poco. Le pregunté por qué lloraba, a lo que me respondió con que quería ir a 7-Eleven. No lo expresó directamente, pero era obvio por qué lloraba. Porque había pasado una hermosa jornada junto a mí y no quería volver a su casa, porque volver a su casa implicaba tener que despedirse. Por eso me dijo que quería pasar por 7-Eleven: no porque tuviese hambre (después de todo acababa de comer varios snacks), sino para prolongar su tiempo conmigo unos minutos más.

Justo cuando llegamos a 7-Eleven (a las 17:30) se largó a llover fuerte. Phet quería comprarse unos fideos instantáneos de Doraemon que costaban ฿12. Le di estampillas por el valor de ฿12 para que pudiese comprarlos con eso. Los compró y los comimos entre los dos ahí mismo dentro del 7-Eleven, frente a la máquina de agua caliente.

La forma en que comimos los fideos fue ridículamente adorable. Phet creó un cono con la tapa de los fideos y preparó una porción colocando fideos dentro de dicho cono; luego me pasó el conó a mí para que yo lo comiera. Con el cono vacío de vuelta, esta vez me tocó a mí preparar la porción para ella. Así seguimos alternando hasta que ya no quedaron más fideos.

Phet preparando una porción para mí

En un momento, mientras yo estaba preparando una porción para ella, quise agregar también algo de caldo pero se me volcó un poco en mis manos. No estaba lo suficientemente caliente como para quemarme pero igual Phet se preocupó al ver el caldo cayendo en mis manos: me las acarició y me las llevó a las neveras del local para que el frío que emanaba de ellas me refrescara y me curara. No pude evitar abrazarla y besarla tras semejante acto de amor por su parte.

Cuando terminamos de comer los fideos, viendo que seguía lloviendo decidí comprar unos impermeables para los dos.

Impermeables descartables que compré en 7-Eleven, uno rosa tamaño niño para Phet y otro amarillo tamaño adulto para mí (฿49; 1,3€).

A las 18:00 salimos a la calle con nuestros impermeables puestos y unos minutos más tarde estábamos despidiéndonos en la puerta de su casa.

A las 19:00 llegué al hotel.

Ame,
Kato