Kara Ema:
Sentados a mi lado en el avión había dos personas una arriba de la otra. Una de ellas era una mujer joven, de aspecto asiático y muy atractiva. La otra era un niño de alrededor de un año.
Dormí casi todo el trayecto. Solo me desperté para comer lo que me dio la aerolínea (Juneyao Airlines). Tendría una escala en Shanghái antes de llegar a mi destino final.
Cuando el avión aterrizó en Shanghái, la mujer sentada a mi lado notó mi billete para el segundo vuelo, con destino a Narita. Me dijo «¿Narita?», y luego repitió la misma palabra señalándose a ella misma, haciéndome entender que ella también iba a Japón al igual que yo. Le sonreí.
Me la volví a encontrar más tarde, al pasar por el control de seguridad y de pasaportes. Llegamos a la puerta de nuestro vuelo juntos, y allí nos pusimos a charlar un rato mientras esperábamos el embarque.
Me di cuenta de que era vietnamita, así que configuré el traductor de mi teléfono en vietnamita y lo usé para comunicarme con ella. Luego aprendí que ella sabía un poco de japonés, así que empezamos a hablar en japonés, sin tener que usar tanto el traductor.
Se llamaba Mavy y tenía 25 años, aunque parecía de no más de 20. Le dije «đẹp quá», que significa «muy hermosa» en vietnamita. Su hijo tenía un año y cuatro meses. Su marido también era vietnamita, pero estaba viviendo en Yokohama y trabajando como ingeniero. Tanto ella como su hijo tenían una visa de residencia temporal, que seguramente habían conseguido a través del trabajo de su marido. Su plan era quedarse en Japón a largo plazo, imagino que porque aquí pueden ganar mucho más de lo que ganarían en Vietnam, aunque es cierto que el costo de vida también es más elevado.
Nos dimos cuenta de que esta vez no nos habían tocado asientos juntos aunque sí estaríamos cerca, a unas tres filas de distancia. Me la pasé durmiendo en este segundo vuelo también.
Cuando llegamos a Narita, yo salí antes del avión porque mi asiento estaba más cerca de la puerta que el de ella. Tan pronto como salí del avión me quedé parado en el corredor, esperando a que saliera ella.
Caminamos juntos hacia el control migratorio. Como yo era turista y ella era residente temporal, la fila que ella tenía que hacer era distinta de la mía, así que nos tuvimos que separar.
Tras pasar por todos los chequeos, fui a recoger mi maleta a la cinta. Me quedé cerca de la cinta unos minutos, pensando que a lo mejor me encontraría con ella allí, pero la gente pasaba y no la veía.
Así que al final decidí salir a la parte pública, atravesando el punto de no retorno. Había una sola salida, así que decidí que si esperaba allí un rato de seguro tendría que verla salir.
Cuando salió y me vio esperándola, me sonrió. Se me acercó y me dijo que tenía que buscar a su marido, que había venido a recogerla con el coche y llevarla a su casa en Yokohama.
Su teléfono no tenía más batería, así que le presté mi batería portátil para que lo cargara y pudiese comunicarse con su marido. Al cabo de unos minutos apareció su marido.
Antes de despedirnos intercambiamos contactos y dijimos de encontrarnos en unos días para hacer algo juntos, ya sea en Yokohama o en Tokio.
Eran las 13:30 del viernes cuando bajé las escaleras mecánicas para ir a tomarme el tren hacia mi hotel. Aún tenía carga en la Suica (la tarjeta que te sirve para todos los servicios de transporte público en Japón), así que pude ir directamente al tren sin tener que preocuparme por extraer dinero, cargar la tarjeta o comprar un billete.
Dos cosas noté drásticamente diferentes comparado con la ciudad de donde venía. La calidad del aire en Hanói era terrible (250), mientras que en Tokio era muy buena (28). Lo segundo era la temperatura: en Hanói hacían 20-25 ºC y en Tokio 8-12 ºC. Bastante más fresco.
A las 16:00 llegué al hotel, llamado Akasaka the Hostel. Si bien era uno de los hoteles más baratos en Tokio que me aparecieron en Booking.com cuando busqué, aun así me pareció bastante caro la verdad. No recordaba que los hoteles en Japón fuesen tan caros, aunque últimamente escuché que están viniendo muchos turistas extranjeros, ¿con lo cual habrá más demanda y eso habrá hecho que los precios suban?
Pagué alrededor de 100 dólares por tres noches, es decir US$33 la noche. Lo peor es que ni siquiera era habitación privada sino que se trataba de un dormitorio compartido. Ni los dormitorios compartidos en los países nórdicos me habían costado tan caros…


Lo que me resultó curioso de este hostal era que admitían tanto hombres como mujeres en la misma habitación, lo cual nunca antes había visto en Japón. Por lo general en los hoteles cápsula y hostales japoneses, hay una planta para uso exclusivo de hombres y otra para uso exclusivo de mujeres. Lo que sí: había dos baños, uno para mujeres y otro para hombres. Así que al menos eso sí estaba separado.
Otra cosa peculiar de este hostal es que el ambiente era bastante social. Cada vez que me iba a sentar en el sofá de la sala común, la gente me saludaba y se me ponía a hablar. Hablé con un alemán, una china, un mexicano, un turco y un japonés. Recuerdo que en los hostales (o más bien hoteles cápsula) que me he quedado anteriormente nunca nadie te hablaba—aunque es cierto que en aquellos casos eran todos japoneses, y en este era más variado.
La ubicación de mi hotel era bastante céntrica (es difícil definir «céntrico» igual en una ciudad tan inmensa como Tokio, ya que no hay un solo centro sino varios barrios que podrían considerarse céntricos), en el barrio de Akasaka, distrito de Minato (una de las zonas residenciales más ricas y caras de Tokio). Supongo que esta era parte de la razón por la cual costaba tan caro.
El sábado a las 12:00 salí del hotel y caminé un rato hasta llegar al barrio de 六本木 (Roppongi). Pasé por un parque llamado 檜町公園 (Hinokichō Kōen; parque Hinokichō).


Tras quince minutos de caminata llegué a donde quería llegar: Saizeriya, que si recuerdas es uno de mis restoranes japoneses favoritos debido a que es relativamente barato, tiene drink bar (bebidas y café ilimitados por ~¥200) y me puedo quedar allí por horas con el ordenador.
Los precios creo que están iguales a los que recordaba del año pasado, aunque me da la sensación de que la pizza es más pequeña ahora (shrinkflation). Lo que sí cambió es la forma de hacer el pedido.
Antes tenías que anotar en un papel el código de los productos que querías (en el menú aparece el código asociado a cada artículo de comida/bebida). Ahora debes escanear el código QR correspondiente a tu mesa, el cual te llevará a un sitio web desde donde puedes añadir los productos que quieres pedir.

Me pedí una pizza con drink bar, y un par de horas más tarde me pedí unos espaguetis; básicamente lo que siempre suelo pedir cada vez que vengo aquí. Me costó exactamente 1000 yenes (~5,5€).

A las 17:00 me fui y un cuarto de hora más tarde estaba de vuelta en el hotel.
A las 20:30 salí a dar un pequeño paseo nocturno, en particular a la Harry Potter Street, que quedaba a tan solo 200 metros de mi hotel.




Había un edificio por aquí llamado Akasaka Biz Tower, el cual dentro tenía varias tiendas. En el sótano había un supermercado llamado マルエツプチ (Maruetsu Petit), y en el supermercado había un ATM el cual usé para extraer yenes.

Ya que estaba en el supermercado, supermerqué (o sea, compré cosas allí).



Gasté ¥610 (~3€) en provisiones, incluyendo mi cena.
El domingo a las 17:00 volví a ir al sótano de Akasaka Biz Tower para supermercar, pero esta vez en 成城石井 (Seijō Ishii), una cadena que suele tener ciertos productos importados y cosas que en otros supermercados no se consiguen. Como por ejemplo:

Después de buscarlo por toda Asia, no podía creer que al fin había encontrado un lugar donde lo vendieran. La última vez que tomé skyr creo que fue cuando estuve en Finlandia en abril.
En Japón el skyr creo que solo se consigue en Seijō Ishii y se vende a ¥194 (~1€) el pote de 80 gramos. El precio por gramo creo que es similar al de Europa, pero el envase es mucho más pequeño. En Islandia se vende en potes de 200 y 500 gramos. Igual ya el hecho de que se consiga es una fantástica noticia para mí.

Ninguna de todas esas cosas que compré sobrevivió más de un par de horas. Lo comí todo a modo almuerienda (?).
A las 20:00 salí del hotel nuevamente y me fui a tomar el metro, línea Chiyoda (¥178; 1€). Media hora más tarde llegué a English Only Café.
No es la primera vez que iba a este café, así que a lo mejor lo recuerdes de entradas anteriores. Se trataba de una cafetería cuyo principal propósito no era ir a tomar café sino conversar con otras personas en distintos idiomas. Había mesas donde se hablaba japonés, otras donde se hablaba inglés, etc.
Si bien era gratis, había que pedir obligatoriamente al menos una bebida. Me pedí un caramel macchiato (¥800; ~4€). Me senté primero en una mesa de inglés y luego probé con una de japonés.
Me quedé hasta el cierre, a las 22:00. Me podría haber vuelto a tomar el metro, pero como no tenía ningún apuro decidí regresar al hotel caminando (~4 km).




Tres cuarto de hora más tarde llegué al hotel y me lo crucé al alemán y al mexicano. El alemán dijo que quería salir a comer los tres, así que yo dije de ir a 鳥貴族 (Torikizoku) que sabía que estaría abierto.

Todo lo del menú costaba ¥390 por cada ítem (las brochetas venían siempre dobles). El mexicano y yo nos pedimos cuatro ítems en total cada uno, mientras que el gordito (con cariño) alemán se pidió seis cosas. Cuando salimos pagué todo yo con mi tarjeta y luego me dieron en efectivo el dinero que correspondía pagar a cada uno. En definitiva me terminó saliendo lo mío ¥1560 (~8,5€).
Nos quedamos en el restorán hasta pasadas las 25:00, luego volvimos caminando hasta el hotel (quedaba a pocas cuadras).
El lunes ya tenía que hacer el check-out. Dejé todo mi equipaje dentro del hotel y a las 11:00 me fui a pasear un rato.
No tardé en cruzarme con un grupo de niños de jardín, todos con sus tiernos gorros de colores llamativos para que sea más difícil perderlos de vista.

Echaba de menos ver esto. En el Sudeste Asiático no se ven prácticamente nunca grupos de niños saliendo a pasear así, en parte porque las calles allí no son seguras y fáciles de caminar como las de Japón.

A las 11:20 entré a 港区立赤坂図書館 (Biblioteca Akasaka del distrito de Minato). Francamente no recuerdo haber ido nunca a una biblioteca municipal en Japón, así que es posible que esta sea la primera que visito. Sí he ido muchas veces a librerías (en centros comerciales), pero no bibliotecas.



La biblioteca era compacta y prágmatica: tenía estanterías de libros catalogados y no mucho más. No había muchos espacios para sentarse cómodamente a estudiar, leer, o estar con el ordenador.
Me acerqué a la recepcionista para preguntarle dónde podía ir a sentarme y utilizar mi propio ordenador, tras lo cual me dio un formulario donde tuve que escribir mi nombre y número de teléfono, y luego me entregó una tarjeta con un número 10 y un texto que decía que me podía quedar hasta las 14:40 (tres horas en total). Me acompañó hasta el espacio número 10, donde me pude sentar y utilizar mi laptop.

Jamás en mi vida había visto este sistema en una biblioteca. Por lo general uno llega, buscar un lugar libre, se sienta, abre su laptop, se conecta al wifi gratis y listo. Pero en Japón todo tiene que estar meticulosamente organizado y sistematizado. Todo es un proceso aquí. Todo tiene un protocolo a seguir, con instrucciones detalladas para cada caso de uso, incluyendo los más extremos.
A las 13:30 devolví la tarjeta y me fui de la biblioteca. Media hora más tarde pasé por un McDonald’s que quedaba a un par de cuadras de mi hotel. La idea era almorzar allí, pero el wifi no estaba funcionando, así que me pedí para llevar y me llevé la Samurai Mac (con menú ¥940; ~5€) al hotel para comer en la sala común.


A las 15:00 dejé el hotel. Está vez sí que me llevé todas mis cosas conmigo dado que ya no volvería. Había consigo otro hotel mucho más barato, aunque algo más alejado del centro de Tokio.
Esta vez me tomé la línea Namboku del metro. Noté que arriba de las puertas el tren tenía unas pantallas nuevas, que mostraban vídeos publicitarios sin sonido y además tenían una cámara la cual a través de inteligencia artificial permitía tomar estadísticas de la cantidad de personas que veía cada comercial mostrado en las pantallas.

A las 16:00 llegué a la estación de Ōokayama (大岡山). Desde allí tendría que caminar durante veinte minutos hasta llegar a mi nuevo hotel en el distrito de Ōta (大田区; Ōta-ku).


El hotel era también tipo dormitorio compartido, aunque más espacioso que el anterior dado que esta vez tenía una mesa, una silla y una pequeña nevera dentro de mi «habitación».


El ambiente en este hotel era muy distinto comparado con el otro. Primero, solo había hombres (las mujeres no estaban permitidas). Segundo, no había un elemento social sino que cada uno hacía sus cosas y no hablaba con nadie.
La ubicación si bien era un poco menos conveniente al estar más alejada del centro, tampoco estaba tan mal. Estoy a media hora en tren de Shinjuku y a media hora también de Yokohama. Además francamente me gusta más el ambiente aquí: más residencial, menos gente y más tranquilo.
El precio que me costó fue de aproximadamente US$15 por noche.
A las 17:00 salí a comprarme algo para comer en FamilyMart.

Ame,
Kato