Kara Ema:
El sábado a las 9:00 en punto bajé a desayunar, aprovechando que tenía un desayuno tipo buffet incluido en el hotel.
Los desayunos tipo buffet japoneses son súper interesantes, dado que la comida que ofrecen es distinta de la que te esperarías encontrar, acostumbrado a lo que tienen en el Occidente. Ejemplos de cosas que hay en el Occidente pero que no encontrarás normalmente en Japón: cereales, waffles, panqueques, quesos. Ejemplos de lo que suele haber en Japón pero que no encontrarás en el Occidente: curry, arroz, sopa, fideos, y varias cosas más cuyo nombre desconozco o he olvidado.


Taco rice (タコライス) es un plato de la cocina japonesa muy popular en la prefectura de Okinawa que consiste en una porción de carne molida para tacos al estilo Tex-Mex servida sobre una cama de arroz, y cubierta de lechuga, tomate, queso y salsa picante Tex-Mex. En raras ocasiones se sirve en una tortilla enrollada. Es una de las comidas más habituales en Okinawa, y se suele servir en los colegios.
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Otras cosas que comí en mi desayuno del hotel fueron arroz al curry y una sopa de udon, ambas cosas que yo consideraría más bien comidas para almorzar o cenar, y no para desayunar, pero como estaban ahí me dije «¿por qué no?».
A las 10:00 subí de vuelta a mi habitación, me lavé los dientes, guardé todo en mi mochila y volví a bajar para hacer el check-out y salir a recorrer la ciudad de Naha.
Los primeros sitios que visité fueron un parque y una playa —el parque Asahigaoka y la playa Naminoue—, ambos ubicados al norte de la ciudad, en el barrio de Wakasa.

Cuando los japoneses piensan en Okinawa lo primero que se les viene a la cabeza son playas tropicales, seguido por calor, sol y verano. Las playas tropicales estaban cuando fui; lo que no estaba era el calor, el sol y el verano. Me habría encantando meterme al mar cálido en una de estas playas, pero en esta época del año está prohibido bañarse, así que tendrá que esperar a más adelante.
Continuando mi paseo, a las 11:00 llegué a un templo confucionista llamado Kume Shiseibyō.

El Shiseibyō (至聖廟) es un templo confuciano en el distrito de Wakasa de Naha, Okinawa. Sirvió durante siglos como un importante centro de aprendizaje chino para el Reino de Ryūkyū, y contiene en su recinto el Meirindō, primera escuela pública de Okinawa.
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Muy cerca de este templo había un parque llamado Matsuyama. En la entrada al parque había una estructura con una curiosa arquitectura:


En este parque también me encontré con la obligatoria estatua de niñas—o en este caso más bien diría jovencitas:

Doncellas de la Ciruela Blanca
Más adelante en mi recorrido, en otro parque distinto (Midorigaoka), me encontré con otra singular estructura de aseos públicos:

Como suele ser el caso con los aseos públicos en parques japoneses, estaba todo completamente a la vista de cualquiera que pasase cerca de la entrada. La pared de los mingitorios era lo suficientemente baja como para ver a través de ella, y tenía una máquina expendedora del otro lado. Una mujer podría estar comprándose una bebida mientras tú la saludas con una sonrisa al mismo tiempo que estás usando el urinario. O bien también podrías observar cómo los niños juegan en los juegos que estaban enfrente mientras haces uso de las facilidades del baño.
Mientras me paseaba de parque en parque, de a poco me iba acercando a Kokusai-dōri, probablemente la calle más céntrica e importante de todo Naha, repleta de negocios comerciales.

Estas criaturas mitológicas, llamadas Shisa, estaban por todas partes en casi todas las calles de Okinawa. Algunas eran gigantes como las de esta imagen, y otras eran diminutas.
Los shisa (シーサー) son seres mitológicos japoneses típicos de la cultura Ryukyu presente en la prefectura de Okinawa. Generalmente se encuentran representados sentados o agazapados, y formando parejas, en las cuales uno de ellos presenta la boca abierta y el otro cerrada, atribuyéndoseles género masculino y femenino respectivamente. Tradicionalmente el ejemplar izquierdo era llamado perro guarda, el derecho, era, concretamente, el llamado shisa.
En la cultura de las islas Ryukyu se colocan flanqueando las puertas de entrada o sobre el tejado frontal de la casa, donde juegan un papel protector como guardianes contra los malos espíritus.
Los shisa son un animal, mezcla entre león y perro que muy probablemente sean, al igual que los koma-inu, una derivación local de los leones de Fu chinos, propios del Budismo.
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Te voy a dar una oportunidad para que adivines cuál fue el primer negocio al que entré en Kokusai-dōri. Si has pensado alguno de animé, estás absolutamente en lo correcto. Entré a la tienda de Animate.


Esos libros que ves a la izquierda en la última imagen son todo el material pornográfico que tenía esta tienda. Lo curioso es que estaban completamente a la vista, casi sin separación alguna de los libros no pornográficos que estaban al lado. Había niños pequeños que pasaban detrás de mí mientras yo estaba echando un vistazo a esta sección.


Pero pasemos a algo un poco más kawaii y menos sukebe (lascivo, depravado).



Al lado de Animate había un Blue Seal, una heladería muy conocida de Okinawa, con sabores originales de helado tales como beni-imo (batata morada).

La siguiente tienda donde entré fue un Don Quijote, también ubicado en Kokusai-dōri. Aquí me encontré con productos interesantes como:


De ahí me fui para las calles comerciales cubiertas, las cuales había un montón por esta zona del centro de Naha. Era como una gran red de calles peatonales conectadas entre sí, con infinidad de negocios en cada una de ellas. Me venía bien que hubiese tantas calles cubiertas dado que estaba garuando.





Un rato después —a las 14:00— estaba de vuelta recorriendo un parque (el Kibogaoka). En este parque me pasaron dos cosas curiosas casi al mismo tiempo. Una fue que me senté al lado de un gato que había allí, y el neko se me subió inmediatamente a mi regazo y se puso a dormir arriba mío mientras yo lo acariciaba.
La otra cosa que me pasó fue que justo cuando el gato se me subió, aparecieron dos hombres de la nada y se sentaron al lado mío. Si me hubiese ocurrido esto mismo en Argentina habría pensado que querían robarme, pero no: solo estaban siendo amistosos.
Me preguntaron de dónde venía y qué andaba haciendo allí. Luego uno de ellos se me puso a hablar largo y tendido —mientras yo solo asentía con la cabeza— sobre los problemas que tiene Japón, como por ejemplo una de las cosas que entendí fue cuando mencionó al asesino de Abe-san y a la Iglesia de la Unificación, la secta religiosa donde estaba metido Abe junto con otros altos funcionarios nipones.
Tras darme charla por como diez minutos, me dijeron que a lo mejor nos veíamos de vuelta si me volvía a pasear por la zona y se despidieron con un «adiós» en español. Antes de que se fueran aproveché y les pedí que me hiciesen una foto con mi nuevo amigo el neko, que seguía cómodamente recostado arriba mío, dándome calor con su mullido pelaje.


Mientras estaba yendo a mi siguiente objetivo, me crucé con una de las Poké Lids:

Dado que ya eran las 14:40 y tenía hambre, el siguiente lugar donde estaba yendo era a almorzar a Burger Stand. Allí me pedí una bacon cheeseburger, pagada con uno de los cupones de ¥1000 que me habían dado el día anterior en el hotel.

Cuando terminé de almorzar decidí ya dar por finalizada mi recorrida por la ciudad de Naha y pasar a ver un lugar diferente de la isla. Así que me fui a la parada de autobús a tomarme un bus hasta Mihama American Village.
El Mihama American Village (アメリカンビレッジ) es un gran complejo de entretenimiento situado en el centro de Okinawa Honto. En la zona se encuentran muchas bases militares estadounidenses, y la temática americana del complejo de entretenimiento proporciona un placer nostálgico a los residentes de las bases, así como una interesante diversión para los lugareños. El Mihama American Village parece un gran centro comercial americano al aire libre con muchas tiendas, restaurantes y un gran aparcamiento.
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El trayecto en bus duró alrededor de una hora y terminé llegando a destino a eso de las 17:00.






A las 17:30 paré en Oniyanma Coffee, una de esas cafeterías que un café te sale como cinco dólares pero te lo traen bien preparado con un dibujo en la espuma y demás. No suelo frecuentar este estilo de cafeterías caras, pero como todavía tenía dos cupones más que tenía que usar sí o sí ese día, me dije por qué no usar uno para una buena merienda.

Cuando salí de la cafetería noté que hacía más frío y se había hecho de noche. Decidí dar una vuelta más por algunas partes que me faltaban ver del American Village antes de irme.




Pese a que aún era temprano para cenar, antes de ir a donde quedaba mi hotel (súper lejos y sin muchas tiendas de comida cerca), decidí que lo mejor sería cenar algo allí, aprovechando que todavía me quedaba un cupón más que podía usar.
Así que a las 19:00 me fui a Sushiro, una popular cadena de kaitenzushi.

Me pedí dos nigiri de salmón con queso (en cada porción venían dos así que en total me comí cuatro), un shoyu ramen con atún frito, y de postre un parfait de tiramisú. Es decir básicamente que el sábado comí hasta explotar, todo porque quería usar los tres cupones que me habían dado en el hotel por el programa del gobierno.
Las siguientes tres horas —entre las 20:00 y las 23:00, que fue cuando finalmente llegué al hotel—, si te soy sincero debo decir que la pasé bastante mal.
Resulta que mi pasado yo tuvo la brillante idea de reservarme una noche en el hotel E-horizon Resort, que en principio no tenía nada de malo—de hecho el hotel en sí estaba bien. El problema era la ubicación. Quedaba en el medio de una pequeña isla llamada Sesoko, la cual a su vez quedaba a 65 kilómetros del American Village donde todavía me encontraba.
Aparte de la distancia, también estaba el hecho de que ya eran las ocho de la noche y estaba empezando a hacer mucho frío y mucho viento, además de lluvias intermitentes, y que el bus tardó un montón en aparecer, y que luego tardó un montón en llegar, y que tuve que cambiarme a otro bus a medio camino, y que para cuando finalmente llegué a la parada, todavía me quedaba caminar dos kilómetros y medio más hasta el hotel en un ámbito rural, en completa oscuridad y soledad, donde un jabalí japonés se me podría haber aparecido en cualquier momento y no habría tenido a mi Eevee para defenderme porque no lo había podido atrapar antes, pasando por un puente de 800 metros en el cual el viento norte de 13 metros por segundo me pegaba de costado y me hacía deslizar hacia el abismo, hasta finalmente llegar al hotel en la isla de Sesoko.
Apuesto a que yo era el único lunático que estaba en esa mini-isla en el medio de la nada sin haber ido con un coche. Igual estuvo interesante la experiencia.

Ame,
Kato
Jajajaja muy bueno el relato de la última parte! Espero que hayas aprendido y te lleves la pokebola para la próxima!