Kara Ema:
Hoy —miércoles 18 de enero— tomé el transporte público y salí de Meinohama (mi barrio) por primera vez en dos semanas. Y es que desde que volví de mi viaje he estado llevando una vida de hikikomori.
Hikikomori (引きこもり) es un término japonés para referirse al fenómeno social que consiste en personas apartadas que han escogido abandonar la vida social; a menudo buscando grados extremos de aislamiento y confinamiento, debido a varios factores personales y sociales en sus vidas. En Japón, suele afectar más a hombres que a mujeres.
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Pero hoy no me quedaba otra que salir dado que tenía que ir al médico.
A eso de las 12:00 llegué a la clínica, ubicada en el barrio de Befu.
Menos mal que con el japonés que sé consigo hacerme entender y entender la idea general de lo que me dicen, porque si tuviese que encontrar una clínica donde hablen inglés acabaría muerto mucho antes de lograrlo.
La recepcionista de la clínica me hizo completar una ficha médica completamente en japonés. Luego me hicieron pasar a la sala del médico, quien me revisó y me dijo que no era nada lo que tenía—que con solo ponerme una crema dos veces por día se me pasaría al cabo de unos días. Así que me indicó que volviera a sentarme en la recepción y esperase a que me llamaran de vuelta.
Al cabo de unos minutos la recepcionista me llamó y me dio la receta del médico para el ungüento. También me devolvió mi tarjeta del seguro de salud nacional y me dijo lo que tenía pagar por la consulta: ¥2000 (~US$15). No me pareció tanto; me esperaba un número bastante más alto que ese. Menos mal que tengo el seguro de salud nacional que me cubre el 70% de todos mis gastos médicos.
Cuando salí de la clínica hice dos pasos y llegué a la farmacia, la cual estaba convenientemente ubicada al lado. Le mostré a la recepcionista la receta que me había hecho el médico. Una vez más me hicieron completar una ficha en japonés.
Al cabo de unos minutos me entregaron el medicamento junto con otros cinco papeles más (a los japoneses les encanta darte papeles por todo). Incluso me dieron una libreta llamada「お薬手帳」(«cuaderno de medicamentos»), la cual de ahora en más voy a tener que presentar cada vez que vaya a una farmacia a comprar un remedio.
Okusuri-techō (お薬手帳) es un sistema de Historia Clínica Personal (PHR) introducido en Japón y es un nombre común para un cuaderno que contiene información necesaria para los profesionales médicos, como el historial de medicación, las enfermedades preexistentes y las alergias. La utilizan médicos, dentistas y farmacéuticos para saber qué medicamentos ha tomado un paciente y durante cuánto tiempo. También se utiliza para gestionar las interacciones entre medicamentos (toma conjunta) en pacientes que utilizan varios hospitales, de modo que cada paciente es propietario y lo gestiona.
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Me parece bien que dejen a cada individuo gestionar estos datos en vez de tenerlos informatizados en un sistema centralizado. Después de todo estos son datos personales, sensibles y privados de cada persona, con lo cual nadie más que uno mismo debería tener acceso a ellos. Bueno, y los médicos que te estén tratando cuando lo necesiten.
Lo malo es que es una cosa más que debo acordarme de llevar cada vez que vaya al médico o a la farmacia, junto con mi tarjeta del seguro de salud nacional.
Por cierto, por la pomada tuve que pagar ¥400 (~US$3), que no es casi nada tampoco (gracias al seguro).
Cuando terminé con el asunto del médico pensé lo siguiente: «Me obligaron a dejar a salir de mi zona de confort y abandonar mi vida de hikikomori, y ahora me encuentro a solo seis estaciones de Tenjin. Extraño Tenjin. Recién es mediodía y no tengo nada planeado. Voy a ir para allá antes de volver a casa.»
Es que desde antes de mi viaje que no pisaba el centro de Fukuoka; es decir, desde hace casi un mes. Y de verdad que lo echaba de menos. Ahí es donde están todas las cosas interesantes. Todas las tiendas de animé, las mejores tiendas de comida, los centros comerciales más grandes, las tiendas de Pokémon, de Hello Kitty (Sanrio), de Disney, de Bandai Namco, de Kirby, etc.
Así que me fui hasta allá y visité los tres lugares que para mí son los puntos neurálgicos del centro de Fukuoka: la estación de Tenjin y sus alrededores, el complejo comercial Canal City, y la estación de Hakata y sus alrededores.
Entre cada uno de estos puntos hay unos 15-20 minutos de marcha aproximadamente (Canal City queda casi exactamente a medio camino entre Tenjin y Hakata). No es tanto, así que por supuesto que los hice caminando, empezando por Tenjin y terminando en Hakata un par de horas más tarde (dado que fui haciendo varias paradas).
Adivina cuál fue mi primera parada. Correcto: una tienda de animé. Es que no puedo pasar más de dos semanas sin visitar una. Me he vuelto adicto a pasear por ellas y curiosear sus contenidos sin comprar nunca nada. Además me complace el hecho de sentirme rodeado de tantas chicas kawaii bidimensionales.
De hecho no visité una sino tres tiendas otaku: Lashinbang, Melon Books y Animate. Luego pasé por Village Vanguard, una tienda de productos varios—la mayoría cosas kawaii.
De ahí me fui a Canal City, donde entré a varios negocios, incluyendo una tienda de Hello Kitty y la zona de entretenimiento de Bandai Namco.
Cuando salí de ahí pasé por la parte con los shows de aguas danzantes justo cuando estaba por terminar uno. Llegué justo a tiempo para sacar esta foto antes de que acabara:
Después entre unos minutos a la tienda de One Piece que había por ahí, no porque me interesara One Piece sino porque sabía que también habría otras cosas que sí me podían llegar a gustar, como esta:
Ya que estaba en Canal City y que era la hora de almorzar, aproveché para ir a Shakey’s, la tienda especializada en pizzas donde puedes comer todo lo que quieras por un precio fijo.
Por ¥1400 (~US$11) me quedé allí una hora y me comí como seis porciones de pizza, un bol de arroz al curry, un plato de espagueti y un par de patatas fritas.
Cuando terminé de almorzar me fui caminando hasta la estación de Hakata, donde pasé un rato curioseando varias tiendas, entre ellas la de Disney y la de Pokémon.
Por cierto, el árbol enorme y el resto de los adornos navideños que habían estado colocados frente a la estación de Hakata durante los pasados meses de noviembre y diciembre, habían desaparecido.
Hay una popular canción navideña que dice: «I Wish It Could Be Christmas Everyday» («Me gustaría que pudiese ser Navidad todos los días»). Pero tú y yo sabemos por qué no puede ser Navidad todos los días, y por qué han tenido que quitar los adornos de Navidad en Hakata.
¿Recuerdas lo que te había contado sobre el mono no aware? Esa es la razón. Si dejaran los adornos navideños en Hakata durante todo el año, por un lado sería genial porque quedan súper bonitos y hacen que el lugar se vea fantástico, sobre todo a la noche con las luces. Todos los días se llenaba de gente alrededor del árbol gigante; todo el mundo con sus cámaras haciéndose fotos con el árbol y las decoraciones, seguramente para subirlas a Instagram.
Pero por otro lado implicaría normalizar la magia de la Navidad, lo cual indefectiblemente haría que dejase de ser mágica y pasase a ser… un día mundano más. Todo el mundo pasaría por el árbol de Navidad de camino a su trabajo o a la escuela, y ni se molestaría en mirarlo ni mucho menos en detenerse un minuto a hacerse una foto con él. Los cúmulos de gente alrededor del árbol serían cosa del pasado.
En fin… me agarró por filosofar un poco de vuelta. Volviendo a mi jornada mundana del día de la fecha.
El último local que visité antes de volverme para casa fue Kaldi Coffee Farm. Puede que te suene el nombre dado que en el pasado te lo he mencionado varias veces. Es esta tienda donde venden un montón de alimentos importados de otros países—cosas como quesos, galletas, chocolates, confituras, cafés, tés, vinos, etc. Y lo mejor de todo es que no es caro, a pesar de ser importado. Toda mi vida estuve acostumbrado a que importado=caro, dado que en Argentina a todo lo que llega de afuera lo recargan con impuestos, los cuales muchas veces llegan a ser el 100% del valor de producto o incluso más.
Así que entré ahí y me compré todo lo que pude encontrar que tuviese caramelo. De las seis cosas que me compré, cuatro eran con caramelo. Incluso vendían caramelo salado en pote importado desde Francia:
Finalmente encontré un lugar que venda caramelo en pote en Japón. ¿Sabes lo que eso significa? Que ya está; ya no necesito más de Francia. Ya me puedo quedar a vivir en Japón por el resto de mi vida.
También vendían chocolate con la forma de apósitos adhesivos, lo cual me pareció un poco bizarro (pero no tanto considerando que aparentemente venía de Japón). De todas las cosas de las que se puede hacer que un chocolate tenga forma, deciden hacerlo de tiritas sanitarias. Fantástico.
Ame,
Kato
Había dulce de leche argentino???
Me encantaron sobretodo 2 cosas:
Que digas barrio y no vecindario.
El concepto de Hikikomori