Kara Ema:
Estas son las clases de cosas locas que yo solo soy capaz de hacer.
Me quedaba un día extra en Berlín y una sola ciudad que quería visitar en Alemania.
¿El problema? Esta ciudad queda a más de 500 kilómetros de Berlín, con lo cual no es exactamente cerca como para ir y venir en el día como hice con Hamburgo.
No me importó. Cogí un ICE y me fui para allá igual.
Contando la ida y la vuelta, habré estado cerca de diez horas arriba de un tren recorriendo más de 1000 kilómetros de vía férrea. Todo para estar apenas tres horas paseando por el centro de Múnich.
Pero bueno, lo bueno es que ahora ya puedo dar por completada toda Alemania —las ciudades que más me interesaban al menos—, y mañana ya me puedo ir al siguiente país en la lista.
Hoy salí del hotel a las 9:00, un poco antes de lo habitual dado que sabía que me esperaba un largo trayecto de tren.
A las 9:30 estaba en la estación central de Berlín esperando el ICE hacia München (Múnich).
Algunas cosas curiosas de los trenes alemanes (y por extensión de muchos otros trenes europeos que funcionan igual):
- La gente no forma filas en la estación mientras espera a que llegue el tren, como pasa en Japón.
- Está la posibilidad de reservar tu asiento, pero es paga y opcional. Si no reservas puedes sentarte en un asiento siempre y cuando no esté ya reservado, pero el problema es que al menos hasta donde pude ver yo, no hay forma de saber si un asiento está reservado o no, con lo cual siempre está la posibilidad de que aparezca alguien y te diga «che, estás sentado en mi asiento» (me pasó varias veces). Pienso que la forma que lo hacen los japoneses es mucho mejor: tres vagones de asientos libres (que no se pueden reservar) y el resto de los vagones de asientos que solo pueden usarse con una reserva.
- Cada tanto aparece un controlador de boletos para controlar tu boleto, el cual normalmente es un código QR dentro de la aplicación por donde lo hayas comprado. Yo siempre lo tengo preparado cuando veo que el controlador se está acercando, pero no sé por qué un par de veces me ha pasado de que me pasara de largo. Controlaba al de al lado mío pero no a mí. No entiendo bien por qué hacen eso a veces.
Tras cuatro horas y media de viaje, a las 14:00 pasadas llegué a la ciudad de Múnich. Empecé a tildar las cosas que tenía planeadas ver a medida que iba caminando y pasando por ellas.
A Múnich la voy a denominar la ciudad de las iglesias. Nunca en mi vida vi tantas iglesias juntas. De las más o menos ocho cosas que tenía para ver, la mitad eran iglesias. Lo bueno es que ninguna cobraba entrada, así que pude entrar a verlas por dentro, aunque sea para sacar una foto de la nave y salir.
La primera fue la Asamkirche.
Asamkirche («iglesia de los Asam», en lengua alemana) es el nombre que habitualmente se da a la iglesia de San Juan Nepomuceno de Múnich, obra de los hermanos Asam1 durante el segundo cuarto del siglo XVIII. Está considerada como uno de los más importantes ejemplos del Barroco tardío o Rococó. Se ha señalado como su principal influencia la iglesia romana de San Carlo alle Quattro Fontane de Borromini.
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Por esta zona noté no solo que había un montón de banderas LGBT, sino que hasta los semáforos eran LGBT:
A las 15:00 pasé por varias tiendas de comida y decidí parar en una para pedirme un Bratwurst Semmel, que era muy similar en gusto y forma a lo que en Argentina se conoce como choripán.
Interesante la cantidad de gente que le ha tocado el seno a la estatua, dejándolo de distinto color al resto, especialmente considerando la edad que tenía Julieta en la obra de Shakespeare.
Siempre quise comer una Käsekuchen (tarta de queso) en Alemania porque tienen la fama de ser muy ricas, así que de postre me compré una en Rischart.
La siguiente parada programada fue otra iglesia más: St. Peter.
La iglesia de San Pedro es una parroquia católica romana del centro de Múnich, en el sur de Alemania. Su torre de 91 metros de altura se conoce comúnmente como «Alter Peter» -el viejo Pedro- y es emblemática de Múnich. Es la iglesia parroquial más antigua de la que se tiene constancia en Múnich y, presumiblemente, el punto de origen de toda la ciudad.
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De ahí me fui a ver lo más impresionante que tiene Múnich: Marienplatz, la plaza central donde está el Neues Rathaus (Nuevo Ayuntamiento).
Luego me fui a ver la última iglesia que tenía en mi lista: la Frauenkirche, o Catedral de Múnich.
La Frauenkirche (cuyo nombre completo es Dom zu Unserer Lieben Frau, Catedral de Nuestra Querida Señora alemán) es la iglesia catedral de Múnich la capital bávara (Alemania). Situada en el centro de la ciudad en la Frauenplatz, la catedral católica es una de las más importantes atracciones turísticas de la ciudad.
A día de hoy la catedral y el Nuevo Ayuntamiento dominan el centro de la ciudad y sus torres pueden ser vistas desde todas las direcciones, gracias a una orden del consistorio de Múnich que prohíbe cualquier edificación de más de 100 m. La torre sur de la catedral puede ser visitada ofreciendo una vista panorámica de la ciudad y de los Alpes.
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En este punto —a las 16:15— ya no me quedaba mucho: solo la Münchner Residenz y el Hofgarten, que estaban uno al lado del otro.
La Residencia de Múnich (en alemán: Münchner Residenz) es el anterior palacio real de los reyes de Baviera en el centro urbano de Múnich. La Residencia es el palacio urbano más grande de Alemania y sirve hoy en día como uno de los mejores museos decorativos de Europa.
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El Hofgarten es un parque situado en el interior de la ciudad alemana de Múnich. Fue construido entre 1613 y 1617 por Maximiliano I de Baviera imitando el estilo renacentista italiano. En el centro del parque se encuentra el pabellón dedicado a la diosa Diana construido en 1615 por Heinrich Schön. En el techo del pabellón hay una réplica de la escultura de Hubert Gerhard conocida como Bavaria, creada en 1623.
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A las 16:30 me fui caminando rápido hacia la estación de vuelta dado que ya había hecho todo y el ICE hacia Berlín salía a las 16:55. Si no llegaba iba a tener que esperar una hora hasta que pasara el siguiente. Por suerte llegué bien.
En este momento son las 22:30 y todavía sigo en ese tren que me tomé hace ya más de cinco horas. Todo para ver cuatro iglesias y comerme un choripán.
Al menos he podido añadir un par de estatuas más a mi colección.
Ame,
Kato
Que odisea! Lo de tocar los senos al julieta es porque trae suerte en el amor (así dicen, pero no comparto)