Kara Ema:
¡Magandang umaga! (Buenos días en tagalo; literalmente «hermosa mañana»).
A las 8:00 me pasó a buscar al hotel el chofer de Mark y me llevó a la base de operaciones de la brigada de rescate. Cuando llegamos me preparó un café.
A las 9:30 fuimos a visitar Smokey Mountain.
Para que te des una idea de lo que es esta zona, voy a dejarte algunas palabras de Sabrina, una bloguera que visitó este sitio y escribió lo siguiente sobre su experiencia:
Salí en taxi del lujoso barrio de Makati y me dirigí al norte de Manila, hacia Tondo. Me dirigía a visitar Smokey Mountain, uno de los barrios marginales de Manila y el mayor vertedero donde más de 25.000 personas se ganan la vida recogiendo basura. La triste realidad es que Smokey Mountain es una de las zonas más empobrecidas del mundo.
Smokey Mountain es un mundo completamente distinto. Es una gigantesca montaña de basura de 50 metros de altura formada por más de 2 millones de toneladas de residuos. Es una locura. Si te acercas a la montaña puedes ver todas las capas de basura: bolsas de plástico, madera, metal, botellas, hierro, telas, neumáticos y más bolsas de plástico. Todo aplastado. Es desgarrador.
El lugar se llama Smokey Mountain por el fuego constante. Queman neumáticos y madera. El aire huele a podrido y está muy contaminado. No me cabe duda de que respirar este aire todos los días es venenoso para cualquiera. Es difícil creer que más de 25.000 personas vivan allí. Familias con niños. Todos los días muere gente aquí y nacen bebés.
Probablemente te preguntes, ¿por qué demonios vive la gente allí? Es sencillo: para ganarse la vida. La mayoría de la gente vino de provincias, soñando con una vida mejor en Manila, pero por desgracia la gran ciudad no cumplió su sueño. En Smokey Mountain, todo el mundo puede vivir y trabajar. Pero no todos sobreviven.
Por la mañana temprano, los habitantes de Smokey Mountain esperan a los camiones de la basura que recogen los desechos de la ciudad. La gente se abalanza hacia los camiones, algunos incluso saltan a los camiones en marcha para ser los primeros en recoger la basura.
Los habitantes del vertedero se ganan la vida recogiendo basura. Recogen cualquier material reciclable, como plástico o hierro, y ganan unos 100 PHP (2 dólares) al día.
La gente quema madera desechada para convertirla en carbón y venderla después. Había tantos niños trabajando que resultaba doloroso verlos. Los niños trabajaban tan duro, llevando grandes cestas y bolsas… Me sentí fatal.
Viven en simples chabolas o refugios, algunos de ellos en chozas hechas de madera, hierro, plástico o lo que encuentren para construir paredes. Incluso vi somiers utilizados como valla. ¡Qué creatividad! Estas personas se convirtieron en expertos en saber qué cosas son reciclables o útiles para un fin distinto.
No todos tienen puertas ni muebles en su interior. La gente se sentaba en el suelo y comía. Todo el mundo nos saludaba. En ningún momento me sentí insegura ni nada parecido. De hecho, ¡la gente sonreía!
Una niña se lavaba el pelo fuera con un cubo. Eché un vistazo a algunas casas. La mayoría no tiene agua ni electricidad. El saneamiento es deficiente. No hay retretes. Los residentes pueden utilizar un baño público si lo desean, pero cuesta 5 PHP (US$0,12). La mayoría de la gente prefiere gastarse el dinero en comida antes que utilizar un retrete público.
La mayoría de los residentes no pueden permitirse comprar carne fresca, por lo que comen arroz y pescado seco a diario.
Una cosa que me llamó mucho la atención fue que apenas vi gente mayor. Es una población muy joven. Y cuanto más lo pienso, más claro tengo el porqué:
¿Cómo puede alguien envejecer en unas condiciones de vida tan horrendas? La media de vida está entre los 40 y los 45 años. La gente está físicamente acabada a esa edad.
Muchos otros mueren de enfermedades. Hay un montón de enfermedades que vienen de la falta de higiene.
No pude evitar preguntarme cómo conservaban la sonrisa aquellas personas. ¿Cómo?
Estaba pensando en mis problemas del primer mundo, en mis amigos y mi familia que viven en el mundo occidental. Nos quejamos todos los días de chorradas y no tenemos ni idea de lo afortunados que somos por tener un techo, una cama donde dormir, ropa que ponernos y algo que comer en la nevera.
Y entonces pensé en los niños que conocí en Smokey Mountain. No tienen futuro. Pero ríen. Corretean con sus caras sucias y sus ropas gastadas y parecen felices.
Ver sus caras alegres me ha hecho cambiar de opinión y me ha iluminado. La felicidad no tiene nada, absolutamente nada que ver con la riqueza. La humanidad brilla aún más en medio de la pobreza. Estos niños pueden soportar más dificultades en la vida de las que podamos imaginar…
La vida continúa. Pero nunca olvidaré este día.
Just One Way Ticket
Ay Sabrina, como me hiciste llorar con lo que escribiste, sobre todo porque me acordaba de las cientas de sonrisas que recibí yo también de toda esta gente viviendo en la pobreza, levantándose todos los días sin saber si ese día van a tener algo para comer.
Mi experiencia en Smokey Mountain no fue como la de Sabrina, dado que yo no subí a la parte donde está toda la basura. Me quedé cerca de la base, donde hay un mercado y una escuela para los habitantes de este barangay (barrio).
Un colega de Mark y miembro de su equipo de rescate es profesor voluntario en esta escuela, así que me invitaron a visitarla. Hablé con Jade, la directora, y le expresé mi deseo de hacer una experiencia de voluntariado como profesor de esa escuela, para ayudar a los niños pobres que asistían allí. Quedamos en que iría el día siguiente.
También conocí a Clara y a Lina, dos chicas alemanas que estaban participando de un programa de voluntariado en esa fundación. En total eran unos seis profesores; todos voluntarios. El niño más joven que vi en esta escuela tenía 2 años y el más grande 13. Había solamente dos clases: la de los más pequeños (jardín de infancia), y la del resto.
Según me contaron en realidad no se trataba de una escuela sino más bien de un lugar donde los niños podían recibir enseñanza complementaria más personalizada que la que reciben en la escuela a la que asisten. Es que las escuelas públicas en Filipinas, si bien son gratuitas, suelen tener entre 30 y 50 niños en una misma aula con un solo profesor.
A las 11:00 Mark me invitó a almorzar a su casa en Navotas. Al parecer no solo tiene chofer personal sino también cocinero.
La pasta de gambas o también denominada salsa de gambas, es un ingrediente muy común de las cocinas del Sureste de Asia y del sur de China. Es conocida también como terasi (pronunciado también trassi, terasie) en indonesio, kapi (กะปิ) en tailandés, belacan (también pronunciado belachan, blachang, balachong) en malayo, mam tom en vietnamita y bagoong alamang/aramang en tagalo.
Se elabora la pasta con la fermentación del camarón. A muchos occidentales este condimento no les es familiar, el olor puede ser extremadamente repulsivo (sobre todo si se le compara con la asafétida), sin embargo, es un ingrediente esencial en muchos curry y salsas. La pasta del camarón se puede encontrar como condimento en muchas de las comidas en la cocina tailandesa, cocina de Malasia, cocina de Indonesia y cocina filipina a menudo como ingrediente en salsas para mojar los pescados o vegetales.
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El kare-kare es un estofado filipino hecho de un caldo de cacahuete con diversas verduras, rabo de toro y ocasionalmente casquería o tripa. La carne puede cambiarse por cabra o (raramente) pollo. A menudo se come con bagoong (pasta de gamba), a veces con chiles, y rociado con jugo de calamondina. Tradicionalmente las fiestas filipinas (especialmente en la región de Pampanga) no están completas sin el kare-kare.
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Al rato volvimos a coger el coche para ir a otro sitio llamado Tanza. En el camino estuvimos escuchando música filipina, incluyendo un tema que me encanta a mí llamado Sayang Na Sayang.
En el barangay de Tanza Mark me llevó a conocer unos edificios que había construido el gobierno para reubicar ahí a algunas de las personas que estaban viviendo en chabolas.
En un puesto de comida que había en una de las calles de este barrio, Mark me invitó a probar isaw (intestinos de pollo), palitaw (pastel de arroz) y shanghai (rollito de primavera).
El isaw es una popular comida callejera de Filipinas, elaborada con intestinos de cerdo o pollo asados a la parrilla. Es un tipo de inihaw. Los intestinos se limpian, se vuelven del revés y se limpian de nuevo, repitiendo el proceso varias veces; después se hierven o se asan inmediatamente en palitos. Suelen mojarse en vinagre o sukang pinakurat (vinagre con cebolla, pimiento y otras especias). Suelen venderlos los vendedores en las esquinas durante las tardes.
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El palitaw es un pastel de arroz pequeño, plano y dulce consumido en las Filipinas. Se hace con malagkit (arroz glutinoso) lavado, remojado y luego molido. Se cuecen echando cucharadas de la masa al agua hirviendo, donde flotan hasta la superficie como discos planos, indicando que están listos. Al servirlos, estos discos planos se recubren con coco rallado y se acompañan con una salsa para mojar consistente en azúcar y semillas de sésamo tostadas.
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El lumpiang shanghai (también conocido como rollitos de primavera filipinos, o simplemente lumpia o lumpiya), es un aperitivo filipino frito que consiste en una mezcla de giniling (carne de cerdo picada) envuelta en una fina crêpe de huevo. El lumpiang Shanghai se considera el tipo más básico de lumpia en la cocina filipina, y suele ser más pequeño y fino que otras variantes de lumpia.
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También pasamos por una parte donde había varias chabolas. Me dijo Mark que estaban construyendo más edificios para reubicar a los que vivían aquí también.
De ahí nos fuimos a ver el barco en la calle. El mismo era apodado Noah, seguramente por la fábula del Arca de Noé.
A las 13:00 nos fuimos al Ayuntamiento de Navotas dado que Mark tenía una reunión con los demás concejales. Me invitó a presenciar la reunión, lo cual por supuesto acepté.
Algo que me llamó la atención era cómo estaban vestidos todos los concejales. Se supone que es un cargo político alto (el único que está arriba de ellos es el alcalde de la ciudad), y aun así estaban vestidos informalmente, con jeans y camiseta.
La reunión fue en tagalo, así que no entendí mucho de lo que hablaban. De todas formas la disfruté, dado que no todos los días uno tiene la oportunidad de presenciar esta clase de reuniones políticas. Mientras estaba allí me ofrecieron un café y una botella de agua.
Me acabo de dar cuenta de algo: cada vez que alguien me ofrece un café aquí, nunca les aclaro ni ellos me preguntan cómo lo quiero, pero parece que el por defecto en Filipinas es exactamente como me gusta a mí —con leche y sin azúcar—, dado que eso es lo que siempre me traen.
Mark me contó que los temas que les tocaba debatir en la reunión de esa jornada eran estos dos:
- Incentivos a oficiales de policía por detener a delincuentes.
- Expropiación de tierras privadas para hacer obras públicas.
Creo que estoy empezando a entender ahora por qué el trabajo de político es tan atractivo para mucha gente. No parece ser tan exigente en cuanto al tiempo y esfuerzo que debes dedicarle (de hecho Mark tiene tanto tiempo libre que puede participar de operaciones de rescate y pasearme a mí por toda la ciudad), ganas superbien (lo suficiente como para poder comprarte una cafetería, una ambulancia y un coche de bomberos), y tienes un montón de poder e influencia.
A las 15:00 volvimos al cuartel. Mark me invitó más comida (come como cinco veces al día). Me hizo probar la dila (lengua de vaca) y el lugaw (gachas de arroz).
Luego me ofreció un té de arándanos.
Y un halo-halo de postre.
El halo-halo (del tagalo halò, ‘mezcla’) es un popular postre filipino consistente en una mezcla de hielo raspado y leche evaporada a la que se añaden diversas judías dulces cocidas y frutas, sirviéndose en un vaso alto o cuenco.
Los ingredientes incluyendo judías rojas, garbanzos, fruta de palmera azucarera (kaong), brotes de coco (macapuno) y plátanos caramelizados en azúcar, yaca (langkâ), gulaman, tapioca o sagú, nata de coco, batata (kamote) y arroz joven machacado (pinipig). Al prepararlo, la mayoría de los ingredientes (frutas, judías y otros dulces) se ponen primero en el vaso alto, y a continuación se añade el hielo raspado. Luego se espolvorea con azúcar y se cubre con leche flan, ube halaya, helado o mezcla de ellos. Se vierte leche evaporada encima de la mezcla en el momento de servir.
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No lo pude terminar por dos razones: estaba más que lleno con todo lo que me estaba dando Mark para probar, y además porque a las 16:00 nos tuvimos que subir a la ambulancia para ir al hospital dado que Mark tenía que participar de una reunión que estaba teniendo lugar allí.
Por lo que entendí la reunión se celebraba para reconocer el hecho de que una empresa privada estaba obsequiando equipamiento caro para ser utilizado por este hospital público. Además de corporativos de la empresa y del hospital, también estaban presentes varios de los concejales de la ciudad e incluso el mismísimo Señor Alcalde.
A las 16:30 salimos del hospital y fuimos todos en hilera caminando por la calle, con el alcalde encabezando el grupo adelante de todo. Nos dirigíamos a un evento de baloncesto que tendría lugar en uno de los barrios marginales de Navotas.
Aquí fue donde Mark me presentó al alcalde. Estuvimos hablando unos minutos y luego yo le pedí hacerme una foto con él. Me pareció una excelente persona, sobre todo porque parece que es bastante de querer estar cerca de la gente de su pueblo (yendo a eventos como este en un barrio marginal), lo cual todos los políticos deberían de hacer pero la mayoría no lo hace. Otra cosa que me gusta que hace es que si bien tiene dos escoltas de seguridad que lo siguen a todos lados, él les pidió que lo custodearan desde lejos; que no estén pegados a él dado que no quería parecer intimidante teniendo dos custodios tan cerca todo el tiempo.
Había un montón de niños del barrio que habían venido a presenciar el evento y ver el partido de baloncesto. Muchos de ellos me empezaron a hablar y preguntarme un montón de cosas. En un punto me vi rodeado de alrededor de diez niños todos intentando hablar conmigo al mismo tiempo y preguntar cosas como mi nombre, mi edad, mi estatura, mi país de origen, la razón por la cual estaba allí en las Filipinas, si era millonario, y una de las niñas quiso saber si tenía esposa.
Había una tienda ahí que vendía sangre de pollo seca asada cortada y servida en dados pequeños llamados Betamax. Mark me compró uno para que lo probara.
A las 17:15 nos subimos a la ambulancia y quince minutos después estábamos de vuelta en la base.
Como si la sangre de pollo no hubiese sido suficiente cosas bizarras para probar en un mismo día, Mark me ofreció también comer embrión de pato, conocido como balut.
Un balut (o Hột vịt lộn en vietnamita) es un huevo de pato ya fertilizado con su embrión dentro que se cuece al igual que un huevo cocido. Es considerado una delicia en Asia y en especial por su alto contenido proteínico en las Filipinas, en China, en Camboya, y en Vietnam. Se tiene la creencia popular de que este plato es un afrodisíaco y es considerado además como un tónico, y se suele vender en muchos países en puestos callejeros. Se suele servir acompañado de una consumición alcohólica como una cerveza. En filipino y malayo la palabra balut (balot) significa «envuelto».
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A las 19:30 me subí al coche para que me llevaran de vuelta al hotel.
Una hora más tarde llegué al hotel.
Ame,
Kato
Que cosas raras porbaste! No se si lo haria.. que grande! El buque en la calle! Una locura!
Dentro de poco te eligen como presidente! Jajaja
Y muy tirtse la realidad del Smokey Mountain, creo que habia un documental de eso, Mark no tiene pensado como hacer para ayudar a esa gente??
Qué tremendo los langostinos jajaja qué locura todo