Excursión en el pueblo indígena Badui – Día 1

Kara Ema:

Llegó el momento de hablarte de la mejor experiencia de mi vida, con la comunidad indígena de los Badui. Visitar un pueblo originario ha sido uno de mis sueños desde que leí el libro de Daniel Everett, Don’t Sleep, There Are Snakes, que cuenta sobre la tribu Pirahã de Brasil.

El pueblo badui también conocido como baduy, urang kenekes, urang parahiang o urang rawajan, es un grupo étnico de origen sondanés que habita en el extremo occidental de la isla de Java, Indonesia. Está constituido por unas 27.000 personas. Rechazan la modernidad, la tecnología y los medios de transporte a favor de un estilo de vida en contacto directo con la naturaleza en las montañas Kendeng de la provincia de Bantén, a 112 kilómetros de Yakarta. Hablan una forma arcaica de sudanés conocida como banui, sunda o sondanés. Debido a su estricto aislamiento durante la pandemia no se registraron casos de Covid-19 en sus poblados a febrero de 2021.

Wikipedia

Tengo tantas cosas para contarte sobre esta comunidad que sinceramente no sé por dónde empezar. Supongo que la religión es un punto de arranque tan bueno como cualquier otro, así que comenzaré por ahí, citando lo que dice Wikipedia sobre la religión badui:

Su sistema de creencias tradicionales es conocido como Sunda Wiwitan. Contiene un importante culto a los espíritus de sus antepasados. A lo largo de su historia el sistema de creencias badui fue influenciado por el budismo, el hinduismo y el islam.

Se estructura en base a una serie de reglas y tabúes conocidos como pikukuh que rigen la vida cotidiana de los badui. La idea central del sistemta pikukuh es evitar los cambios. Un proverbio badui lo ejemplifica: «Lojor heunteu beunang dipotong, pendek heunteu beunang disambung», que significa: «Lo largo no debe acortarse, lo corto no debe alargarse».

El espacio más importante es Arca Domas, un lugar secreto que los badui consideran el lugar más sagrado del mundo. Lo visitan una vez al año en el mes de Kalima según el calendario badio. Solo el puun como jefe supremo y algunos miembros elegidos de la comunidad pueden unirse al grupo que peregrina al Arca Domas.

En el espacio sagrado se encuentran huecos en las rocas que almacenan agua de lluvia. Los badui creen que en el momento de los sacrificios anuales, si las rocas están llenas de agua clara, esto es una señal de que habrá mucha lluvia ese año y la cosecha será buena. Si las rocas están secas o contienen agua fangosa, esto es una señal de que la cosecha será mala.

Los badui se consideran los últimos hombres puros y los primeros en pisar la Tierra. Su misión es vivir igual que lo hicieron aquellos ancestros para evitar que un desastre se cierna sobre el mundo.

Wikipedia

Fascinante, ¿a que sí?

En el artículo de Wikipedia sobre la religión de Sunda Wiwitan, en la parte que hablan del sistema de valores mencionan algo que me pareció interesante:

Originalmente, el Sunda Wiwitan no incorporaba muchos tabúes o prohibiciones. Las normas básicas de conducta consisten en sólo dos elementos:

  • No hagas algo que disguste a los demás, y no hagas daño a los demás.
  • No hagas algo que te perjudique a ti mismo.

Sin embargo, para honrar los lugares sagrados (Kabuyutan, Sasaka Pusaka Buana o Sasaka Domas) y seguir ciertas tradiciones en el cultivo del arroz, Sunda Wiwitan elaboró muchas restricciones y tabúes. Los tabúes más numerosos (llamados Buyut por el pueblo Kanekes) se aplican a quienes viven dentro del lugar más sagrado de la tierra: el pueblo de Baduy Dalam que habita Sasaka Pusaka Buana (Lugar Sagrado de la Tierra).

Wikipedia

Es decir, básicamente la moralidad de los seguidores de esta religión se basaba en solo dos simples reglas: no hagas nada que el otro no quiera y no hagas nada que te lastime a ti o a otros. La razón por la cual me parece interesante es que esto coincide a la perfección con mi propia moralidad. Personalmente no creo necesaria ninguna otra regla (ni tabú, ni restricción) más que estas.

Igual los badui tienen varios tabúes y prohibiciones. O al menos en teoría. En la práctica es un poco más complejo, como ya te contaré más adelante. Pero por lo pronto déjame copiarte lo que dice Wikipedia sobre sus tabúes:

La mitología badui utiliza innumerables tabúes con fines de control social.

El pueblo badui no utiliza la escritura por una prohibición de su religión tradicional. Existe un sistema nativo de escritura cuyo uso está reservado a los sacerdotes con fines ceremoniales. Existen tres poblados, de un total de unos 35 que administra la comunidad badui, totalmente prohibido para los forasteros (badui dalam). En ellos rigen una serie de tabúes o prohibiciones para sus habitantes como cultivar productos con fines comerciales, comer animales cuadrúpedos, domesticar cualquier animal salvo gallinas, utilizar fertilizantes o usar medicinas industriales , aunque sí las naturales de uso tradicional.

Wikipedia

Hay ciertas cosas sobre esta tribu que Wikipedia no menciona, y que la única forma de saberlas es yendo a visitarlos como hice yo.

Lo último que me parece importante destacar del artículo de Wikipedia es la parte que habla sobre la organización de la sociedad badui:

Los baduis se dividen en tres subgrupos: dangka; luar o panamping (baduis del exterior); y dalam o tangtu (baduis del interior). Los dalam o tangtu son los miembros del pueblo badui más estrictos en el seguimiento de las tradiciones y restricciones sociales y religiosas. Se visten de blanco o azul oscuro. Los hombres llevan un pañuelo blanco en la cabeza. Está prohibido a los extraños ingresar en sus poblados. Tanto los dalam con los luar viven en la región de Kenekes. Los dangka habitan dos poblados situados fuera de Kenekes. La estructura territorial y demográfica cumple una función de filtro o protección de la comunidad dalam. Los poblados dangka cumplen un primer control del exterior, luego los poblados luar rodean a los tres dalam donde habita en cada uno de ellos un pu’un, líderes de mayor rango de la etnia.

Wikipedia

Todo lo que te voy a contar a partir de ahora viene de mi propia experiencia con los badui, no de Wikipedia o de Internet. Cada cosa interesante que iba notando sobre su estilo de vida y sus costumbres la fui anotando en el cuaderno que me había comprado para tal fin.

Llegó la hora de pasarlo en limpio y presentarte todos mis descubrimientos.


El domingo 12 de noviembre a las 7:30 me pasaron a buscar a la puerta de mi hotel. El tour que había contratado incluía un coche, un conductor y un guía privados. El guía se llamaba Oman y era sundanés de la provincia de Bantén, que es donde estaba la tribu.

(Por cierto: los sundaneses hablan principalmente el idioma sundanés. El idioma de los badui es básicamente un dialecto del sundanés hablado en el resto de Bantén; esta es la razón por la cual Oman puede comunicarse con los miembros del pueblo indígena.)

Teníamos un trayecto de varias horas por delante, el cual aproveché para hacerle a Oman veinte millones de preguntas sobre el estilo de vida de los Badui. Cogí mi cuaderno y empecé a tomar apuntes de todo lo que me decía.

Por ejemplo, me contó que están los badui del interior (dalam) y los del exterior (luar). Los dalam no tienen contacto directo con el mundo exterior —justamente porque están rodeados por los luar—, mientras que los luar sí están constantemente en contacto con turistas que los vienen a visitar. También a menudo salen y comercian con un pueblo que queda cerca de la entrada al territorio de la tribu.

Este contacto con el mundo ha provocado un cierto grado de influencia en los usos y costumbres de los badui del exterior. Por ejemplo, algunos de ellos hoy en día practican el islam en lugar de (o quizás junto con) la religión tradicional de la tribu. Muchos eligen vestirse con jeans y camiseta en lugar de utilizar el vestido tradicional. Incluso hay varios que tienen teléfonos móviles y hasta Facebook (!).

Los dalam, por su parte, no han cambiado nunca sus costumbres antiguas y primitivas. No sufren de influencias externas dado que ni siquiera permiten el acceso a los turistas y a los extranjeros dentro de su territorio. Solo tres de los 63 poblados badui pertenecen a los dalam. La forma fácil de diferenciarlos es que los dalam siempre van vestidos de blanco, mientras que los luar de negro (tradicionalmente).

Otra importante diferencia es que los dalam siguen empleando el trueque (e.g. hacen azúcar morena y se la ofrecen a alguien a cambio de arroz o aceite), mientras que los luar ya están familiarizados con y hacen uso de las rupias indonesias, no solo para comerciar con turistas y gente del pueblo vecino, sino también entre ellos.

Una anécdota graciosa que me contó Oman fue la siguiente. A los luam les gusta copiar las modas de los turistas—es por eso que hoy en día se los ve usando ropa de estilo occidental, e incluso algunos accesorios como pendientes, collares y relojes. Una vez Oman le preguntó «¿Qué hora es?» a un badui que llevaba puesto un reloj. Inmediatamente el hombre miró al cielo en lugar de a su reloj, determinando la hora de la forma tradicional en base a la posición del sol.

Luego también me habló sobre su religión basada en el animismo, y me dijo que jamás había visto a un badui rezando o haciendo ningún tipo de ritual que podría considerarse religioso. Bautismo, comunión, confirmación, Navidad, Pascuas… nada de esto existe para los badui (ni tienen un equivalente). Ni siquiera celebran los cumpleaños, aunque sí han empezado a llevar la cuenta.

Me dijo que ha visto niños pequeños manipulando cuchillos, lo cual al principio le causó impresión dado que él jamás dejaría a sus propios hijos emplear herramientas tan peligrosas. En general los niños badui hacen las mismas cosas que los adultos. No hay separación artificial entre niños y adultos, entre lo que puede hacer uno y otro, como existe en las sociedades industrializadas. Todos son miembros completos y reconocidos de la misma comunidad. Todos se conocen y se ayudan entre ellos, seas niño, adulto, anciano, hombre o mujer.

Pienso que una razón importante por la cual esto es así (niños y adultos juntos en lugar de separados) es que no existen las escuelas en Badui. Los niños aprenden solo las cosas que necesitan para su estilo de vida simple, y lo hacen de forma práctica observando a los demás y trabajando junto a ellos. No saben leer ni escribir, pero la realidad es que tampoco lo necesitan.

Otra razón es que el concepto de adolescencia inventado por los estadounidenses nunca llegó a esta tribu. En Badui o eres niño o eres adulto; distinción que igual tampoco importa demasiado dado que como te dije todos los badui hacen las mismas cosas. He visto niños trabajando así como he visto ancianos jugando. Todos son iguales y tienen los mismos derechos y responsabilidades para con la comunidad.

Esto de «todos son iguales» va mucho más allá que el hecho de no haber adultocracia (adultos más importantes que niños) ni patriarcado (hombres más importantes que mujeres). Tampoco hay ricos ni pobres, dado que todos tienen más o menos las mismas cosas y se comparten los recursos del poblado entre todos sus miembros. Esto hace que sentimientos como la avaricia, la codicia, la envidia, el rencor, el odio, simplemente estén ausentes en los badui.

El viaje hacia el pueblo indígena fue casi tan fascinante como todo lo que me estaba contando Oman. Esto es porque en un momento el paisaje que nos rodeaba dejó de ser urbano y pasó a ser rural, con lo cual empecé a ver toda clase de cosas interesantes por la ventana, como:

Cuatro personas en una moto, incluyendo una niña que no tendría más de dos años.
Niños yendo a la escuela en camión
Mujer caminando por el costado de la carretera cargando con una niña en la espalda
Hombre y niño transportando durians (niño descalzo)
Niña montada en una motoneta

Y estas son solo las cosas a las que llegué a tomarles fotos, dado que íbamos rápido y a veces no me daba el tiempo. También he visto algunos niños pequeños caminando solos por la ruta.

A las 10:30 paramos en una tienda al costado de la carretera para tomar un café e ir al baño.

Así es como lucen los aseos en el ámbito rural de Indonesia
Algunos de las cosas que comimos con el café, incluyendo rambután recién sacado de unos árboles que había allí.
Sopa de fideos que me compró Oman (tenía un gusto cítrico que para mí era nuevo en una sopa, pero parece que es normal en esta región).

Dado que yo ya había pagado por el tour y todos los gastos estaban incluidos, no me tenía que preocupar por pagar nada durante, lo cual era genial. Por cierto, me costó alrededor de 450 dólares, lo cual para ser un tour de dos días y una noche, con dos guías, un conductor y un coche, comidas y gasolina incluidas, me pareció realmente económico.

Mientras estaba comiendo mi plato de fideos aproveché para contarle a Oman sobre las cartas que me habían escrito los estudiantes balineses para el pueblo badui. Le pareció un gesto tierno pero inútil, dado que no las iban a poder leer. Le di una para que leyera y me tradujera.

Carta de una alumna balinesa dirigida a los Badui

De: Trisna (Bali, Indonesia)
Para: el pueblo de Badui

Hola, a menudo veo muchos videos de TikTok relacionados con la tribu Baduy, y la gente en la tribu Baduy es tan increíblemente hermosa, que es comprensible que no le aburra a la gente verlos. Vuestra cultura está bien preservada y me asombra. Siempre mantenéis el ánimo, cuidáis vuestra salud, todos tenéis rostros guapos y hermosos. Me encantaría ver la tribu Baduy en persona, espero poder conocerlos y tal vez aprender un poco sobre la cultura Baduy y disfrutar de la vista serena de la tribu Baduy con los árboles y colinas que vi en un video. Quizás algún día nos encontremos, cuidaos y siempre sed felices. ¡Amamos a la tribu Baduy! <3 ¡ÁNIMO! <3 🙂

Traducción de lo que dice la carta

En algún momento me gustaría traducir todas las cartas y compartirlas aquí contigo, así al menos alguien las puede leer y quedan aquí como un bonito tributo al pueblo Badui por parte de estos alumnos.

A las 12:15 llegamos a Ciboleger, que es el pueblo este que te conté que queda frente a la entrada de Badui, y a donde los badui bajan seguido a comprar y vender cosas.

«Selamat Datang di Ciboleger» (Bienvenidos a Ciboleger)

Aquí fue donde dejamos el coche, me despedí de mi conductor y me encontré con mi segundo guía, Eka, un hombre de la tribu Badui. Junto a Oman y Eka nos dirigimos los tres hacia la entrada del territorio indígena.

Para poder pasar por la entrada tuve que registrarme anotando mi nombre en un libro, y creo que Oman le dio al jefe de la tribu un dinero a modo de impuesto por mi visita turística.

Lo primero que me llamó la atención cuando entré fue la cantidad de tiendas que había flanqueando el sendero, donde los badui vendían toda clase de productos a los turistas que venían a visitarlos. Los turistas eran 99% indonesios. De hecho no recuerdo haberme cruzado con ninguno que no fuese de Indonesia. Yo era el único con apariencia occidental en todo el territorio.

Tienda badui

Una cosa que me encanta de los asiáticos del sudeste es lo sonrientes que son. En Filipinas, Indonesia, Tailandia e incluso Badui la experiencia siempre fue la misma: todo el mundo me sonreía tan pronto como cruzábamos nuestras miradas. No importa que no podamos comunicarnos de otra forma dado que no hablamos la misma lengua; al menos podemos hacerlo mediante sonrisas.

Así que a medida que iba caminando por este sendero, me la pasé intercambiando sonrisas y asentimientos de cabeza tanto con los badui de las tiendas como con los turistas domésticos que iban y venían. Algunos de ellos estaban tan sorprendidos de ver a un occidental que me pidieron hacerse una foto conmigo. Yo aproveché y les pedí hacerme una con ellos también.

Siguiendo a mis dos guías por el sendero a través de los poblados badui (notar cómo Eka iba descalzo)

Más adelante en el sendero nos cruzamos con algunos niños vendiendo botellas de agua y palos de madera (para usar como bastones de senderismo).

Niña badui vendiendo agua y posando para la foto después de que yo le preguntara si podía hacerle una
Mujer badui trabajando con un telar de cintura (notar el teléfono móvil siendo cargado con una batería portátil).

El telar de cintura es un telar simple que tiene sus raíces en civilizaciones antiguas. […] En este telar se pueden tejer tejidos simples y complejos. El ancho se limita a la distancia que puede alcanzar el tejedor de lado a lado para pasar la lanzadera. En la actualidad, los pueblos indígenas de todo el mundo tejen textiles con cara de urdimbre, a menudo decorados con intrincados patrones recogidos tejidos en técnicas de urdimbre complementarias y complementarias. Producen cosas como cinturones, ponchos, bolsos, cintas para sombreros y paños para llevar. El patrón de trama complementario y el brocado se practican en muchas regiones. Los tejidos equilibrados también son posibles en el telar de cintura. Hoy en día, los kits de telar de cintura producidos comercialmente a menudo incluyen un lizo rígido.

Wikipedia

Fíjate cómo Trisna tenía razón: los badui tienen unos rostros guapos y hermosos. Y siempre están de buen humor, felices y sonrientes, lo cual los hace más apuestos aún.

Pasando por el primer poblado badui
Niños transportando durians para vender (notar la ropa que llevan puesta).
Niños badui sentados en la entrada de una casa
No se nota mucho pero los niños a la derecha estaban jugando a hacerse pases con una pelota
Niños badui sentados frente a una casa
Puente construido por los badui para atravesar el río sin mojarse

Según me contó Oman, los lumbung es donde mantienen las reservas de comida para todo el poblado. Por lo que noté, no tienen puerta ni ventanas, con lo cual la única forma de acceder a ellos es rompiendo las paredes. Supongo que la razón por la cual los hacen así es para proteger la comida de los animales que haya en el bosque, y además para que nadie pueda individualmente ir y robar comida de ahí sin que todos se enteren.

En total caminamos alrededor de una hora. Fue por lejos el senderismo más fascinante de toda mi vida.

A las 14:00 finalmente llegamos al poblado donde pasaríamos la noche. Me presentaron a la familia de la casa donde me quedaría, compuesta por un hombre, una mujer y una niña. Nos sentamos a charlar con ellos un rato en la entrada de la casa. Justo se había puesto a llover, así que nos quedamos allí hasta que la lluvia se detuvo.

Tomando apuntes en mi cuaderno

En un momento le pregunté al hombre de la casa si podía entrar a echar un vistazo por dentro. Me sorprendió encontrarme con una casa totalmente desprovista de muebles. De hecho no había nada de todos los elementos que damos por sentado en las sociedades industriales (e.g. nevera, microondas, inodoro, televisión, ordenador, estufa, aire acondicionado, etc.).

Cocina (I)
Cocina (II)
Sala de estar / comedor / dormitorio principal (notar las fotografías de la familia en las paredes).
Fotografías más de cerca
Habitación de la niña

(Todas estas fotos las tuve que sacar con flash dado que estaba bastante oscuro dentro de la casa.)

Azúcar morena que nos ofrecieron para merendar

Mientras merendábamos y conversábamos, continué tomando notas. A continuación algunas de las cosas que apunté que me explicó Oman.

Los matrimonios son siempre entre hombres y mujeres, y se celebran todos juntos en determinada época del año. Cuando dos personas se casan, el poblado los ayuda a construir una casa donde puedan ir a vivir ellos solos y eventualmente formar una familia con niños.

Las casas son todas iguales: fabricadas con madera de caoba para que sean durables y resistentes, con una sola planta dividida en dos o tres habitaciones, separadas unos centímetros del suelo para evitar que las gallinas entren, y con un área de 5 × 12 metros (60 m²).

Los hombres por lo general trabajan en el bosque (haciendo cosas como recolectar durian, leña, bambú, etc.), mientras que las mujeres trabajan en los poblados, sobre todo con los telares, haciendo cosas como sarungs (tardan alrededor de una semana en completar uno).

Tienen bolsas de basura en distintas partes del poblado. Cada tanto las vacían y recolectan toda la basura en un lugar donde luego la queman.

Una de las cosas más interesantes para mí de la cultura badui, es que tienen un montón de tabúes y restricciones impuestas por los pu’un (líderes), pero en la práctica la mayoría de los badui luar las ignoran, dado que los líderes viven en dalam, y solo pasan a visitar a los luar una vez cada tanto.

Por ejemplo, la siguiente es una lista parcial de las cosas que supuestamente no tienen permitido hacer pero que hacen de todas formas (a escondidas de los líderes):

  • Tener ningún tipo de material de plástico o de vidrio.
  • Tener sexo antes de casarse.
  • Usar electricidad (por medio de baterías o paneles solares).

Esta es una lista de cosas que solían estar prohibidas pero que actualmente tengo entendido que las permiten:

  • Tener un teléfono móvil y una línea de teléfono con Internet.
  • Hacer uso de dinero (rupias indonesias).
  • Usar cualquier vestimenta que no sea la tradicional.

Y por último, esta es una lista incompleta de prohibiciones que —a diferencia de las anteriores— sí se respetan:

  • El adulterio, poliamor y poligamia.
  • La homosexualidad.
  • Los tatuajes.
  • El alcohol.

Mientras charlábamos un ruido extraño llamó mi atención. Resulta que al lado de donde estábamos alguien se había puesto a jugar con un palo de madera que tenía una especie de hélice en uno de los extremos, lo cual hacía que al girarlo produciera un sonido interesante.

Hombre jugando con un instrumento que produce sonido a partir del viento

A las 15:00 pasadas salimos a dar una vuelta por el poblado.

En casi todas las casas nos encontrábamos con una mujer trabajando con un telar
A veces las trabajadoras eran bastante jóvenes, como la de esta foto quien tenía 12 años.
Niña llevando un balde
Una tienda dentro del poblado
Algunas de las casas del poblado vistas desde arriba

En un momento paramos en una de las casas para probar un durian.

Eka lo cortó con su machete
Interior del durian
Esta casa también tenía fotografías en las paredes (del lado de afuera) y arriba de la puerta tenía un letrero con el nombre de la familia que habitaba allí.

A las 16:30 bajamos al río.

Largo puente de cañas de bambú por el que pasamos para llegar a la ribera opuesta
Al lado de la ribera había esta caña por donde salía agua de manantial, limpia y potable. Aquí es donde vienen los lugareños a cargar sus recipientes de agua y a lavar su ropa.

Oman me compró un jabón en una tienda del pueblo —lo cual me causó gracia dado que parecía ser un jabón importado de Japón llamado Shinzui— y me lo dio para que lo usara para bañarme y enjuagarme en el río. Me dijo que en una época solían usar plantas de honje (bastón de emperador; Etlingera elatior) como jabón natural, dado que tienen propiedades antibacteriales, pero hoy en día simplemente compran jabón fabricado industrialmente en el pueblo de Ciboleger.

Los badui se bañan en el río, generalmente vestidos por lo menos con un short o ropa interior, aunque también he llegado a ver un par que estaban desnudos. Las mujeres suelen ir a una zona más río arriba, unos veinte o treinta metros separada del área donde van los hombres. También hacen sus necesidades en el río (los dos tipos—líquido y sólido).

Una cosa que me fastidió cuando me la contó Oman, pero la verdad no me sorprendió para nada, es que hace no mucho solían tener unos baños públicos donde todos se bañaban desnudos en el mismo sitio—sin separación por sexo. Pero el gobierno parece que viene cada tanto a la tribú a —palabras de Oman— «enseñarles moralidad», incluyendo el hecho de que las mujeres y los hombres deben bañarse separados y no desnudos. Por eso es que hoy en día los baños públicos son solo para las mujeres y los hombres van a bañarse al río.

A las 17:45 ya habían terminado de preparar la comida así que cenamos en la casa junto a mi familia de acogida badui.

Horno de leña en el interior de la casa, con la llama encendida.

Dado que los badui no usan muebles como sillas o mesas, comimos sentados en el piso. Si bien teníamos cubiertos que podíamos usar si queríamos (yo los usé), noté que los badui comían el arroz y el omelette (todo menos la sopa) usando nada más que sus manos.

Cenando con los badui en el piso de la sala de estar de la casa
Para cenar encendieron la única lámpara que tienen, conectada a una batería.

Durante la cena le pregunté a la familia qué edades tenían cada uno. El padre tenía 40, la madre 25 y la niña 7. La niña comía su arroz con las manos en un rincón de la sala, en silencio. Se ve que no debe de ver turistas occidentales frecuentemente, dado que no paró de observarme durante toda la cena.

A las 18:30 terminamos de comer y Oman y yo nos fuimos a sentar un rato en la entrada de la casa, mientras él fumaba un cigarrillo y yo tomaba un café.

La única luz que se veía en el poblado —y el único sonido que se oía, aparte del de la naturaleza— provenía de la tienda, la cual hace uso de paneles solares durante el día para poder tener luz durante la noche.

La tienda de noche

Noté que había varias personas dentro de la tienda, que parecían no estar comprando sino simplemente pasando el rato y charlando amistosamente entre ellos. Le pedí a Oman si podíamos acercarnos.

A las 19:00 fuimos a la tienda. Había alrededor de diez personas sentadas en el piso, charlando, fumando y bebiendo té. Nos recibieron con una sonrisa y unas palabras afectuosas que no entendí, y nos invitaron a sentar junto a ellos. Eran todos hombres y la mayoría bastante jóvenes.

Velada dentro de la tienda

Algunas cosas que aprendí durante las charlas que tuve con los badui durante la velada:

  • Cargan sus teléfonos móviles con baterías portátiles o bien en la estación del pueblo de Ciboleger.
  • Todos los días son iguales para ellos (i.e. la rutina del miércoles es la misma que la del domingo).
  • Normalmente arrancan a trabajar a las seis de la mañana. Se pasan la jornada trabajando, aunque a veces si tienen ganas se toman días libres.
  • Hay una patrulla compuesta por algunos miembros de la comunidad—más que nada para asegurarse de que no haya incendios y si detectan uno apagarlo lo más pronto posible.
  • Muchos de los hombres fuman cigarrillos, pero ninguno bebe alcohol (está prohibido).
  • Los niños y ancianos por lo general también trabajan. Aunque los hijos van seguido a visitar a sus padres cuando son mayores y los ayudan en lo que necesiten.
  • Todo el mundo se conoce, no solo dentro de un mismo poblado sino también entre los poblados vecinos.

En un momento les pregunté qué es lo que hacen para divertirse cuando no están trabajando—si tienen algún tipo de juego tradicional o algo por el estilo. La respuesta me sorprendió bastante. Básicamente me dijeron que lo que hacen cuando no trabajan es simplemente «estar». Me hizo acordar a los filipinos con su standby que hacen al costado de la calle. Si vuelves a ver algunas de las fotos que te mostré más arriba, sabiendo esto de que a los badui les gusta simplemente «estar», vas a entender a qué se refieren con esto.

Otra cosa que me pareció interesante y me la anoté en mi cuaderno fue cuando un niño pequeño entró a la tienda, agarró un paquete de snacks, dejó una moneda en el piso donde estábamos nosotros sentados y se fue. Luego vi que uno de los muchachos que estaban en la ronda cogió esa moneda y se la pasó a otro, y así siguiendo hasta que finalmente llegó a las manos del dueño del negocio.

A las 20:00 empecé a escuchar un ruido curioso. Resulta que un grupo de cuatro hombres se habían puesto a hacer música en el medio de la noche (cuando todo el poblado estaba dentro de sus casas durmiendo o por dormir), con un instrumento tradicional de la tribu llamado angklung, fabricado con cañas de bambú.

El angklung es un instrumento musical típico de Indonesia elaborado de un número variable de tubos de bambú unidos a un marco del mismo material. Los tubos están tallados para tener un tono resonante cuando se golpean y están sintonizados en octavas, similar a las campanillas. La base del marco se sostiene con una mano, mientras que con la otra mano se sacude el instrumento. Esto hace que suene una nota que se repite. Cada uno de tres o más intérpretes en un conjunto de angklung tocan solo una nota o más, pero se producen melodías completas.

El angklung es popular en todo el sudeste de Asia, pero se originó en lo que hoy son las provincias de Java Occidental y de Bantén en Indonesia, y ha sido tocado por los sondaneses durante muchos siglos, convirtiéndose en parte importante de la identidad cultural de dichas comunidades. Tocar el angklung como parte de una orquesta requiere cooperación y coordinación, y se cree que promueve los valores del trabajo en equipo, el respeto mutuo y la armonía social.

El 18 de noviembre de 2010, la UNESCO reconoció oficialmente el angklung indonesio como una Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, y alentó al pueblo y al gobierno de Indonesia a salvaguardar, transmitir, promover las actuaciones y alentar la artesanía de angklungs.

Wikipedia

Intenté filmarlos pero estaba todo tan oscuro que lamentablemente no se ve nada en mis grabaciones, pero al menos se llega a escuchar el sonido del angklung que es lo más interesante.

Video del grupo que estaba tocando angklung afuera de la tienda

A las 20:30 nos fuimos a dormir.

Nuestras «camas», en la misma sala de estar donde habíamos cenado un par de horas antes. La familia de acogida estaba durmiendo en la habitación de al lado (la cocina).

La verdad que me costó dormirme dado que no estaba acostumbrado a hacerlo en un superficie tan dura (básicamente estaba durmiendo en el suelo). Además también estaba el hecho de que las 20:30 para mí es aún hipertemprano; normalmente me voy a dormir al menos tres o cuatro horas más tarde que eso.

A las 23:30 me levanté para ir al «baño» (a la vuelta de la casa si era solo orina, sino tenías que bajar al río). Cuando salí de la casa noté que la luz de la tienda ya no estaba encendida y que ya no se escuchaba más que el sonido de los grillos y no se veía más que las estrellas en el cielo. No lo podía creer cuando miré para arriba: jamás había visto un cielo tan estrellado como el de aquella noche, y el hecho de que no había ninguna contaminación lumínica a mi alrededor hacía que resaltaran más aun.

Si tan solo la lente de mi cámara pudiese capturar la belleza indescriptible que capturaron mis ojos

Estaba tan maravillado que me quedé unos diez minutos ahí parado frente a la casa, observando el cielo. Luego me volví a pelear con la almohada un rato más hasta que finalmente me dormí.

Ame,
Kato