Pattaya – Día 4: Orfanato de Pattaya y Fundación Padre Ray

Kara Ema:

Jueves 7 de diciembre.

Dejé el hotel a las 9:30.

Unos días atrás había enviado un correo electrónico al Orfanato de Pattaya para ver si podía ir a visitar. Me habían dicho que sí, pero que por protocolo aún vigente de COVID-19 no podría interactuar con los niños, a no ser que llevara snacks para ofrecerles (?). Así que fui con cuatro bolsas de galletas para repartir a los ~80 niños.

A las 10:00 llegué al orfanato.

Orfanato de Pattaya

No hice ninguna foto adentro dado que me parecía que no estaba permitido; simplemente disfruté el momento mientras la directora me hacía un tour por las instalaciones y los niños formaban filas frente a mí para recibir cada uno una bolsa con dos galletas.

La mayoría de los niños eran de edad preescolar, dado que según me informaron a los niños de edad escolar el orfanato los enviaba a un internado.

Dentro del predio había una escuela para niños sordomudos. Aprendían la lengua de signos estadounidense (ASL), la cual empleaban para comunicarse entre ellos y con los profesores. La única seña que yo sabía era la de «I love you» (esta: 🤟), así que la usé con algunos de los niños quienes me la devolvieron junto con una sonrisa.

Otra cosa interesante que me contaron sobre este orfanato es que todos los niños están en adopción, y que la gran mayoría de la gente que los adopta son de Europa, en particular de Alemania y Dinamarca.

El orfanato fue fundado por un hombre que pasó a ser una gran inspiración para mí, dado que dedicó su vida a los niños y ejerció un impacto enorme en muchísimas personas que necesitaban ayuda. Se llamaba Ray Brennan (1932-2003) y esta es su historia:

El padre Ray Brennan fue un sacerdote estadounidense de la Orden Redentorista.

[…]

Tras diez años en el noreste de Tailandia, el padre Ray fue destinado al pueblo pesquero de Pattaya, que estaba creciendo debido a su popularidad como destino de «descanso y relajación» para los soldados estadounidenses que luchaban en la guerra de Vietnam.

[…]

Un día, al final de una misa dominical, se le acercó una mujer con un bebé en brazos. Le dijo que el padre del bebé, su antiguo marido, había huido y que ella había encontrado un nuevo marido. Sin embargo, como suele ocurrir en muchos casos, su nuevo marido no quería saber nada del niño.

El padre Ray dijo que aceptaría al niño, a pesar de que no tenía ninguna experiencia en el cuidado de niños. Cuando el padre Ray aceptó al niño, no era consciente de cuántas vidas iba a cambiar esa acción.

Durante la guerra de Vietnam nacieron muchos niños de madres tailandesas y padres estadounidenses. Estos niños no eran aceptados por la sociedad; muchos no querían un niño medio blanco o medio negro en sus familias, pero el padre Ray aceptó a estos niños no deseados y les dio un hogar.

Pronto se corrió la voz por la ciudad sobre el trabajo que estaba haciendo el padre Ray, y llegaron más niños. Llegaron tailandeses pobres y pidieron a este sacerdote estadounidense que cuidara de su hijo, ya que eran demasiado pobres para proporcionarle lo que necesitaba.

El primer niño llegó en 1974, y durante los siguientes veintinueve años el padre Ray trabajó incansablemente para proporcionar un hogar a los desamparados y una educación a los que carecían de ella.

Se convirtió en «padre» de cientos de bebés huérfanos, niños desatendidos y adolescentes maltratados. Se convirtió en un héroe para muchas personas discapacitadas: les dio una educación y la confianza para mantener la cabeza alta y ser iguales en la sociedad.

El 16 de agosto de 2003 murió el padre Ray.

Su cuerpo permaneció tres días en el auditorio del orfanato de Pattaya, y por la noche sus hijos dormían en el suelo junto a su ataúd para que no estuviera solo.

El funeral del padre Ray fue el mayor que ha visto Pattaya. Su familia voló desde Estados Unidos para asistir, y se unió a miles de sus hijos y alumnos, pasados y presentes, jóvenes y mayores, así como a amigos y simpatizantes que acudieron a dar el último adiós a un gran hombre.

Su Majestad el Rey de Tailandia envió representantes que presentaron una pequeña caja con tierra real que sería enterrada con el padre Ray, el mayor honor que una persona puede recibir.

Cientos de coronas florales perfumaron el ambiente y, mientras los dolientes desfilaban junto a la última morada del Padre Ray, sus hijos cantaron una canción escrita especialmente para la ocasión: «Unsung Hero».

Father Ray Foundation
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Unsung Hero, canción dedicada al padre Ray.

Antes de irme del orfanato le pregunté a la directora si había otra fundación por la zona, dado que todavía me quedaban varias horas hasta que me tuviese que tomar el autobús de regreso a Bangkok. Me dijo que sí, que estaba la Fundación Padre Ray, del mismo padre Ray que había fundado el orfanato. Así que decidí ir hasta allá. Esta vez iría sin haber anunciado de mi llegada previamente.

A las 11:30 llegué a la Fundación Padre Ray.

Fundación Padre Ray
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Video corto de la fundación

Cuando entré me presenté en la recepción y pregunté si podía hablar con alguien que supiera inglés. Les conté que venía de visitar el orfanato y quería saber más sobre la fundación y dar una vuelta por las instalaciones. Me hicieron sentar, me ofrecieron agua y unos panfletos explicativos en inglés.

Mientras estaba sentado leyendo un panfleto se me acercó una persona que claramente no era de Tailandia. Me dijo que se llamaba James, tenía 65 años y venía de los Estados Unidos. Me contó que él estaba muy interesado en ayudar a la gente discapacitada y se la pasaba viajando a distintos lugares haciendo eso. Se ofreció hacerme un tour del predio, dado que él ya conocía (había ido a la fundación varias veces).

El primer edificio que me mostró fue el de la Escuela Padre Ray para Niños con Necesidades Especiales.

Escuela Padre Ray para Niños con Necesidades Especiales

Cuando pasamos por allí estaban haciendo una clase de evento afuera del edificio, pero como ninguno de los dos sabíamos tailandés, no logramos descifrar exactamente de qué se trataba.

Luego pasamos frente a una estatua que me agradó mucho:

Estatua del padre Ray siendo abrazado por varios niños

Al pie de la escultura podía leerse la siguiente inscripción:

Rev. Raymond A. Brennan, C.Ss.R.
07/12/1932 – 16/08/2003
«Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día de tu vida.»

Inscripción en estatua del padre Ray
Templo dentro del predio

El siguiente edificio que visitamos fue el Colegio Tecnológico Redentorista de Pattaya para Personas Discapacitadas. En este lugar vivían, estudiaban y trabajaban personas discapacitadas mayores de 16 años.

Colegio Tecnológico para Personas Discapacitadas (I) — Un dormitorio
Colegio Tecnológico para Personas Discapacitadas (II) — Otro dormitorio
Colegio Tecnológico para Personas Discapacitadas (III) — El comedor
Colegio Tecnológico para Personas Discapacitadas (IV) — Una clase

Quiero parar en esta última imagen por un momento para destacar algo. La foto la saqué mientras los alumnos estaban en clase, a través de un vidrio transparente por el cual se podía ver el interior del aula desde el pasillo. Fíjate las expresiones que tienen los alumnos en los rostros. La mayoría están mirando a la cámara con sonrisas de oreja a oreja. Esta gente tuvo la desgracia de tocarles vivir la vida en modo difícil debido a sus discapacidades, y aun así se esfuerzan por seguir adelante, por aprender habilidades para servir a la sociedad y poder valerse por sí mismos. Son la prueba de toda la ayuda que el padre Ray y su fundación han brindado a miles de personas como ellos, a lo largo de toda su historia.

La fundación les enseña distintas habilidades a estas personas, en particular cosas relacionadas con la informática y la electrónica, para que ellos luego puedan explotar esas habilidades y empezar a ganar dinero y eventualmente independizarse de la fundación.

Una chica en silla de ruedas que acababa de salir de trabajar nos saludó mientras pasaba por el pasillo donde estábamos nosotros. Nos quedamos allí hablando un rato con ella. Nos contaba que desde muy pequeña había estado al resguardo de la fundación, y ahora ya ganaba su propio dinero y estaba viviendo sola, pero seguía viniendo al predio para trabajar. James y yo nos quedamos asombrados. No podíamos creer todo lo que veíamos a nuestro alrededor. Toda la gente sonriéndonos y contándonos sobre sus historias conmovedoras, historias que no habrían sucedido de no ser por el padre Ray.

La chica con la que hablamos en el pasillo
Una persona discapacitada trabajando con componentes electrónicos (arreglando un microondas)

El edificio que estaba enfrente creemos que era un poco más de lo mismo, dado que también tenía dormitorios y aulas para que los discapacitados durmieran y estudiaran. Cuando subimos al último piso nos encontramos con una mujer que trabajaba allí, y que nos dijo que dado que este piso contenía el dormitorio de las mujeres, estaba estrictamente prohibido el acceso a hombres. Nosotros le dijimos que no sabíamos, nos disculpamos y empezamos a bajar las escaleras de vuelta, pero la simpática mujer nos empezó a hacer preguntas así que al final nos terminamos quedando como media hora hablando con ella en la puerta del dormitorio de las mujeres, en el piso en el que los hombres no tenían permitido estar.

Edificio de enfrente, también dedicado a las personas discapacitadas.

De ahí nos fuimos a ver la Guardería Infantil del Padre Ray.

Guardería Infantil del Padre Ray

Había dos maestras a cargo de los ~15 niños que había ese día, y también había dos personas más (tailandeses) que estaban de visita al igual que nosotros. Yo no podía creer lo simpático que era todo el mundo que nos encontrábamos en esta fundación.

Nos quedamos un buen rato hablando con una de las maestras y los dos tailandeses, quienes nos hacían de intérprete dado que la maestra no hablaba mucho inglés. Nos contaron que los niños tenían entre un año y medio y 3 años, que vienen ahí porque sus padres no los pueden cuidar durante el día, y que a partir de los 4 años ya van a jardín público.

Una cosa que no podíamos creer con James es que según nos contaron había presupuesto y lugar para un máximo de 100 niños en esa guardería (un maestro cada 10 niños), pero actualmente con suerte llegaban a 40. La razón por la que nos resultaba extraño es que esta guardería era gratuita y muy valiosa sobre todo para los padres de bajos recursos que no tuviesen donde dejar a sus niños mientras trabajaban durante el día.

El segundo piso de la guardería estaba siendo usado para acumular todos los regalos de Navidad que habían recibido como donaciones y que tenían preparados para ofrecerles a los niños

Otra cosa que me impactó y me hizo reflexionar fue con respecto a la pareja de tailandeses visitantes. Habían llevado un montón de donaciones para los niños y nos contaban que ese día era el cumpleaños de la mujer; que se venían todos los años desde Bangkok para celebrar su cumpleaños con los niños dándoles torta y un montón de snacks.

«Y sí, la hacen bien», pensé yo. No hay mejor regalo de cumpleaños que el de ofrecer felicidad a niños. No hay mejor forma de pasar tu cumpleaños que rodeado de niños sonrientes, compartiendo tu torta de cumpleaños con ellos. Me parece que les voy a copiar la idea.

La pareja de tailandeses con los niños y todo lo que les habían comprado

Después de hacernos todos unas fotos con los niños, nos fuimos a jugar a los juegos mientras los padres iban llegando para venir a buscarlos.

Niños jugando en los juegos de la guardería

A las 16:00 visitamos el último edificio: la biblioteca de la fundación. Allí conocimos a una mujer de 44 años que había estado en la fundación desde que tenía 6 meses de edad. Había llegado a conocer al padre Ray.

La bibliotecaria

De ahí nos fuimos de vuelta para el edificio principal, donde yo había dejado mi mochila.

Cuadros, peluches y árbol de Navidad en el edificio principal.
Cartel de la fundación
Esta foto la tomé porque me llamó la atención la notación de los años en tailandés. Para los tailandeses estamos en el año 2567, no 2024, dado que usan el calendario budista.

El calendario budista se emplea en Sri Lanka, Camboya, Laos, Tailandia y Birmania. Comienza con el año del nacimiento de Buda, que hasta mediados del siglo XX se creía que era el 543 a. C. (Actualmente se cree que nació hacia el 480 a. C., ± 20 años).

Wikipedia

Antes de irme de la fundación me despedí de James. Él me dijo que se hacía llamar a sí mismo un «Global Ambassador for Disabled People» (Embajador Global de las Personas Discapacitadas). Yo le dije que yo sería algo parecido a eso pero con niños, así que él me sugirió autoproclamarme «Global Ambassador for Children» (Embajador Global de los Niños). No me pareció mala idea.

A las 17:00 llegué a la terminal de autobuses, y una hora más tarde salió mi autobús hacia Bangkok.

A las 21:00 llegué a mi hotel en Bangkok.

Ame,
Kato