Jornada de sábado con mi amiga Yume en Sakai

Kara Ema:

Qué bonito es tener amigos pequeños.

Ojalá todos los adultos tuviesen oportunidad de tener un amigo niño, y todos los niños de tener un amigo adulto. El mundo sería un lugar mejor sin duda.

Uno suele pensar la relación como unidireccional: el adulto —con mayor experiencia— enseña al niño y el niño aprende del adulto. Pero los adultos también tenemos mucho que aprender de los niños.

Tener una amistad con ellos no solo nos enseña cosas sino también nos inspira, como Gilbert O’Sullivan fue inspirado por su amiga de 3 años Clair a escribir una canción para ella, y Charles Dodgson fue inspirado por su amiga de 7 años Alice a escribir un poema para ella, y a crear Alicia en el país de las maravillas.

Clair
The moment I met you, I swear
I felt as if something, somewhere
Had happened to me
Which I couldn’t see

And then, the moment I met you, again
I knew in my heart
That we were friends
It had to be so
It couldn’t be no

But try as hard as I might do
I don’t know why
You get to me in a way
I can’t describe
Words mean so little
When you look up and smile
I don’t care what people say
To me you’re more than a child
Oh, Clair
Clair

Clair
If ever a moment so rare
Was captured for all to compare
That moment is you
In all that you do
But why in spite of our
Age difference do I cry
Each time I leave you
I feel I could die
Nothing means more to me
Than hearing you say
I’m going to marry you
Will you marry me, Uncle Ray?
Oh, Clair
Clair

Clair
I’ve told you before
Don’t you dare
Get back into bed
Can’t you see that it’s late
No you can’t have a drink
Oh, all right then
But wait just a minute
While I, in an effort to babysit
Catch up on my breath
What there is left of it
You can be murder
At this hour of the day
But in the morning the sun
Will see my lifetime away
Oh, Clair
Clair
Oh, Clair
Clair
En el momento en que te conocí, te juro
Sentí como si algo, en algún lugar
Me hubiera pasado
Que no podía ver

Y entonces, en el momento en que te conocí, de nuevo
Supe en mi corazón
Que éramos amigos
Tenía que ser así
No podía no serlo

Pero por más que lo intento
No sé por qué
Me llegas de una manera
que no puedo describir
Las palabras significan tan poco
Cuando miras hacia arriba y sonríes
No me importa lo que diga la gente
Para mí eres más que una niña
Oh, Clair
Clair

Clair
Si alguna vez un momento tan raro
Fue capturado para que todos lo comparen
Ese momento eres tú
En todo lo que haces
Pero por qué a pesar de nuestra
diferencia de edad lloro
Cada vez que te dejo
Siento que podría morir
Nada significa mas para mí
Que oírte decir
Voy a casarme contigo
¿Te casarás conmigo, tío Ray?
Oh, Clair
Clair

Clair
Te lo he dicho antes
No te atrevas
Vuelve a la cama
No ves que es tarde
No, no puedes beber
Bueno, está bien
Pero espera un minuto
Mientras yo, en un esfuerzo por hacer de niñero
Recupero el aliento
Lo que queda de él
Puedes ser asesina
A esta hora del día
Pero por la mañana el sol
Verá pasar mi vida
Oh, Clair
Clair
Oh, Clair
Letra de la canción Clair de Gilbert O’Sullivan
A boat, beneath a sunny sky
Lingering onward dreamily
In an evening of July

Children three that nestle near,
Eager eye and willing ear,
Pleased a simple tale to hear

Long has paled that sunny sky;
Echoes fade and memories die;
Autumn frosts have slain July.

Still she haunts me, phantomwise,
Alice moving under skies
Never seen by waking eyes.

Children yet, the tale to hear,
Eager eye and willing ear,
Lovingly shall nestle near.

In a Wonderland they lie,
Dreaming as the days go by,
Dreaming as the summers die;

Ever drifting down the stream
Lingering in the golden gleam
Life, what is it but a dream?
Un barco, bajo un cielo soleado
Avanzando soñadoramente
En una tarde de julio

Niñas tres que anidan cerca,
Ojos ávidos y oídos dispuestos,
Complacidas de escuchar una simple historia

Mucho tiempo ha palidecido ese cielo soleado;
Los ecos se desvanecen y los recuerdos mueren;
Las heladas de otoño han matado a julio.

Aún me persigue, fantasmal,
Alicia moviéndose bajo cielos
Nunca vista por ojos despiertos.

Niñas aún, el cuento por escuchar,
Ojos ávidos y oídos dispuestos,
cariñosamente anidarán cerca.

En un País de las Maravillas yacen,
Soñando mientras pasan los días,
Soñando mientras los veranos mueren;

Siempre a la deriva por el arroyo
Perdidas en el brillo dorado
La vida, ¿qué es sino un sueño?
Poema Life is but a Dream de Charles Dodgson

El sábado a las 8:00 pasadas salí de casa y me fui a tomar un tranvía—que más tarde me enteré que los japoneses lo llaman ちんちん電車 (Chin-chin densha; tren chin-chin).

El vagón iba completamente lleno, y la mayor parte de los pasajeros eran colegialas de secundaria, que estaban con el uniforme a pesar de ser sábado. Se bajaron todas en la estación Tezukayamasanchome, y ahí fue cuando descubrí —mirando el mapa en mi teléfono— que eran estudiantes de la escuela secundaria para mujeres Tezukayama Gakuin. A partir de ese momento el tren pasó de estar casi lleno a casi vacío.

Tranvía lleno de colegialas

A las 9:00 en punto llegué a la estación Shichidō, en Sakai. Aquí era donde habíamos quedado que nos juntaríamos con Rina, para pasar todo la jornada con su familia, y en particular con mi amiga Yume.

Diez minutos más tarde apareció frente a la estación una camioneta bastante espaciosa, desde la cual unas personas me sonreían y me llamaban para que me acercara. Era Yume y su familia, incluyendo a su papá que todavía no lo conocía.

El coche tenía tres filas de asientos. Antes de que yo me subiera, en la primera fila iban los padres y en la segunda los dos niños. Cuando yo entré al coche Yume se mudó a la tercera fila y me indicó a mí que me sentara allí con ella. La siguientes veces que nos subiríamos al coche la disposición de asientos cambiaría a la siguiente: papá manejando con Akio al lado de él en la primera fila, Yume y yo en la segunda, y Rina en la tercera.

En un momento cuando yo me senté y me estaba por poner el cinturón de seguridad, Rina me dijo que no hacía falta, lo cual me sorprendió bastante. En el Sudeste Asiático ya me había pasado de que me dijeran de no usar el cinturón, pero nunca me imaginé que me sucedería en Japón, con lo hiperfanáticos que son los japoneses con respetar las reglas.

La familia de Yume había planificado varias actividades para hacer conmigo durante la jornada del sábado, lo cual me había puesto supercontento y ansioso por saber a dónde me llevarían. Básicamente tenía a toda una familia de locales haciéndome un tour por su ciudad y ofreciéndose a invitarme todo. Aunque lo mejor de todo era que estaba con Yume.

El primer sitio donde me llevaron fue el Museo de Konpeitō, un lugar donde te enseñaban a hacer konpeitō —un dulce japonés— y luego te lo podías llevar para comer en tu casa.

El konpeitō (金平糖, 金米糖) es un caramelo japonés.

El konpeitō suele tener de 5 a 10 mm de diámetro. Cada caramelo está cubierto de pequeñas protuberancias generadas en el proceso de cocción. Suele tardarse de 7 a 10 días en confeccionar konpeitō y se hacen a mano incluso en la actualidad. El proceso consiste en bañar con almíbar un tubo giratorio gigante llamado dora. Este proceso de formación es un ejemplo típico de ingeniería molecular, pues las protuberancias no se formarían si el tubo girase más rápido.

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En realidad no hacíamos el konpeitō desde cero en este sitio sino que nos daban uno ya hecho pero sin sabor ni color, entonces la idea era agregarle ambas cosas. Para hacerlo nos dividimos en dos grupos: papá, mamá y hermano mayor por un lado, y Yume y yo por el otro.

En esta hoja teníamos que marcar todas las opciones que elegíamos, incluyendo el tamaño que queríamos que tuviera nuestro konpeitō, el color, el sabor, si queríamos que tuviese brillo, etc.

Obviamente le dejé a Yume elegir todo. Para el tamaño eligió mezcla (mitad pequeños y mitad grandes); para el color, azul y rosa (podías elegir dos para mezclarlos y formar otro); para el sabor, lima-limón y cola. Luego también añadió las opciones pagas —tras haberlo consultado con su mamá y conmigo— de hacerlo brillante y duplicar la cantidad.

Mi amiga Yume preparando nuestro konpeitō
El producto terminado que preparamos con mi amiga, y que estoy comiendo mientras escribo esta entrada (es duro y sabe básicamente a azúcar saborizada).

A las 11:00 pasadas llegamos al segundo lugar en el itinerario que había preparado Rina. Se trataba del Museo de Artesanía Tradicional y Cuchillería de Sakai.

El museo era bastante pequeño—solo tenía dos salas en el piso de arriba y una tienda en el de abajo. Me lo recorrí todo siempre de la mano de Yume.

Candelabro hecho con cuchillos, una de las cosas que estaban siendo expuestas en este museo.

En un momento apareció una pareja de extranjeros, a quienes Yume no paraba de clavarles la mirada. Me agaché y le dije al oído «¿quieres saludarlos no?», tras lo cual mi amiga asintió con la cabeza. Me acerqué a los extranjeros y los saludé, preguntándoles de dónde eran. Me dijeron Oregon (a los estadounidenses les encanta decir el estado de donde son en lugar de el país como respondería cualquier otra persona). Les dije que la pequeña los quería saludar, así que eso hizo. Nos quedamos charlando entre los cuatro unos minutos.

A todo esto los demás ya estaban abajo, en la tienda. Cuando Yume y yo los alcanzamos, Rina me dijo que tenía un regalo para darme. Resulta que me había comprado un tenugui con un dibujo de un mapa de Sakai. Me pareció genial como suvenir de tan hermosa jornada con ellos en esta ciudad. Aparte nunca había tenido un tenugui antes así que me venía bien.

Un Tenugui (en japonés: 手ぬぐい o 手拭い; lit.: “para secar las manos”) es un tipo de pañuelo o toalla de mano japonés hecho de algodón.

Puede ser utilizado de muchas maneras: como toalla de mano, pañuelo, paño de secar platos, bandana, suvenir, pieza decorativa o, aún, como pieza del vestuario ninja o como protector de cabeza en el Kendo.

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Tenugui que me regaló Rina

A las 12:00 fuimos a almorzar zarusoba (fideos soba fríos remojados en salsa).

Zarusoba

De ahí nos fuimos a tomar un chin-chin densha —ahí fue cuando me enteré que los llamaban así— desde la estación Shukuin hasta Hamaderaekimae.

Chin-chin densha

Cuando nos bajamos —a las 13:00 pasadas—, fuimos a visitar la antigua estación de Hamaderakōen, la cual fue construida originalmente en 1897. Hoy en día este edificio se conserva con fines históricos pero ya no funciona más como estación sino como cafetería y museo. La actual estación Hamaderakōen fue construida al costado de la antigua.

Antigua estación de Hamaderakōen

Después de ver la estación nos cruzamos al parque Hamadera. Mientras estábamos caminando hasta allá Rina se cruzó con una amiga suya que vivía por ahí. Estaba con su hijo y casualmente ellos también estaban yendo al parque, así que fuimos todos juntos.

En una parque del parque había un montón de fuentes de agua que se prendían y se apagaban sobre una superficie de agua poco profunda para que los niños —y personas con corazón de niño— pudiesen jugar a mojarse.

Nadie tenía ropa para cambiarse porque en realidad no estaba en los planes originales esto de ir a este parque y jugar en el agua. Por suerte la amiga de Rina se ofreció a ir a su casa a buscar varias toallas para que los niños y yo pudiésemos meternos en el agua y luego secarnos al salir.

Lugar para jugar con agua en el parque Hamadera

Entramos Akio, Yume, yo, y el pequeñito hijo de la amiga de Rina (tendría 3 años). Todos nos sacamos el calzado y la camiseta antes de entrar, aunque Yume se quedó con una camiseta interior. Jugamos a corretear por el agua, a pasar por las fuentes y a arrojarnos agua entre nosotros.

En un momento tanto Yume como Akio se quitaron el pantalón y se quedaron en ropa interior. Cuando finalmente salimos para secarnos, Yume se quitó las bragas empapadas y se tapó con una toalla. No se quería poner el pantalón ni las bragas dado que estaban mojados. El padre le explicó que hasta que no lo hiciera no nos moveríamos de allí, así que eventualmente accedió a ponerse el pantalón pero no las bragas.

Yo también tenía todo el pantalón mojado pero no me importó mucho dado que hacía calor y estaba soleado, con lo cual no tardaría mucho en secarse.

Cerca de las 15:00 nos tomamos el tranvía de vuelta para volver a donde habíamos dejado el coche. Desde ahí fuimos a la siguiente parada programada: la tumba (kofun) del emperador Nintoku.

Los kofun (古墳 literalmente, «tumba antigua» o «túmulo antiguo») se refieren generalmente a las tumbas o túmulos megalíticos en Japón; aunque en un modo más estricto se refiere a las grandes construcciones megalíticas, cuyo origen remoto puede estar en China, y que fueron realizadas como tumbas para las personas influyentes y de alta jerarquía en el Antiguo Japón, entre la segunda mitad del siglo III hasta la primera mitad del siglo VII, y cuyo nombre dio origen a la era Kofun, período localizado dentro de la era Yamato.

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La entrada principal a la tumba del emperador. Según me contó Rina, el acceso está prohibido a toda persona que no forme parte de la familia imperial japonesa.

Decidimos dar toda una vuelta entera caminando por alrededor de la tumba. Eran unos 2800 metros en total, los cuales tardamos alrededor de cuarenta minutos en hacerlos. Yume fue al lado mío todo el tiempo, a veces corriendo y a veces caminando, pero siempre agarrados de la mano.

Cartel indicando que hacia la izquierda faltaban 2500 metros para llegar a la entrada principal, y hacia la derecha 350.
Yume rezando a una estatua budista que había en el camino

A las 16:30 hicimos una parada en el supermercado para comprar unas cosas para la cena. A Yume a mí nos habían encargado ir a por el queso. Mi amiga se acercó a una de las cajeras para preguntarle dónde estaba la góndola con los quesos. La cajera cerró su caja, nos pidió que la siguiésemos y nos llevó hasta la góndola. Después de agarrar el queso Yume quiso ir a la góndola de las golosinas.

En un momento Yume me tomó de la mano y me hizo seguirla hasta la entrada del supermercado, donde había máquinas de gachapon. Le dije a mi amiga que eligiera una máquina que yo le daría el dinero para comprar uno de los juguetes.

Los juguetes de gachapon que eligió Yume (el azul me lo quedé yo y el verde se lo regalé).

Cerca de las 18:00 llegamos a la última parada programada de la jornada: la casa de Yume y su familia. Mi amiga no tardó en llevarme al segundo piso para mostrarme su cuarto, el cual compartía con su hermano mayor. Estaba un poco desordenado:

Cuarto de Yume y Akio

¿Ves la cocina roja de madera que está en el fondo del cuarto? Ahí es donde pasamos la mayor parte del tiempo con Yume, jugando a que éramos hermano mayor y hermana menor, y ella cocinaba para mí.

Yume cocinando para mí

A las 19:00 arrancamos la たこ焼きパーティ (Takoyaki Party); en otras palabras nos sentamos todos en la mesa para preparar y comer takoyaki con las cosas que habíamos comprado en el súper.

Hacer takoyaki se divide en tres etapas: (1) verter el líquido en la plancha, (2) añadir el contenido que quieres que tenga cada takoyaki dentro del líquido (e.g. salchichas, kimchi, queso, pulpo, etc.), y finalmente dar vuelta cada uno para que se vayan formando las bolitas a medida que se van cocinando con el calor de la plancha.

Yume vertiendo el líquido en la plancha, que luego se convertiría en la masa del takoyaki.
Una vez que habíamos agregado todo el contenido que queríamos
Una vez que las bolitas habían comenzado a tomar forma.

La tierna de Yume había preparado una bolita con cuatro salchichas en su interior, que al principio dijo que quería comer ella, pero rápidamente cambió de opinión y anunció que a nadie se le ocurriera agarrarlo porque ese takoyaki estaba reservado para su amigo Kato. Cuando estaba listo incluso me lo sirvió ella en mi plato y todo. Es lo más esta niña ♡.

El primer takoyaki que comí, que me había preparado Yume.

Yume me había contado que estaba practicando la coreografía de la canción アイドル (Idol) para bailar en la escuela. Le pedí que la bailara para mí y le pregunté si me daba permiso para filmarla, lo cual aceptó. Más tarde también me mostró como tocaba el piano —estudia piano desde que iba al jardín—, lo cual también filmé un poco:

Yume tocando el piano (el tema principal de la película de Godzilla de 2019).

Me habían invitado a quedarme a dormir, lo cual me habría encantado dado que habría significado que el domingo podría haber seguido divirtiéndome con Yume, pero yo el domingo a la mañana ya tenía algo programado desde hacía rato que no podía cancelar, así que tuve que decirles que no.

A las 22:00 me despedí del papá y el hermano de Yume, y me subí al coche dado que Rina me iba a llevar hasta la estación, y Yume también me acompañaría para despedirme.

En este trayecto Yume se sentó arriba mío con la espalda apoyada sobre mi pecho, así que aproveché para abrazarla bien fuerte, no sabiendo cuándo sería la próxima vez que podría hacerlo.

Cuando me bajé del coche fue ella la que me abrazó fuerte, mientras su mamá nos hacía una foto. También nos sacamos una última foto los tres, y una yo solo con Yume haciendo un corazón con nuestras manos.

Miré hacia atrás un par de veces mientras me acercaba a las escaleras mecánicas para entrar al metro. Cada vez que miré seguían allí, Yume todavía saludándome con la mano desde la ventana abierta del coche. Yo le devolví el saludo con un gesto de la mano, intentando al mismo tiempo tener cuidado de no chocarme con ninguna de las personas que entraban y salían del metro a mi alrededor.

A las 22:30 llegué a casa.

Ame,
Kato