Concierto de idols y charla con japoneses en Taco Bell

Kara Ema:

A diferencia del sábado, el domingo estuvo nublado y lluvioso.

Mi plan para la mañana era ir a ver un concierto de idols en Fulali Kyobashi, un patio de comidas a cielo abierto. Pensé que se cancelaría por la lluvia pero por suerte eso no ocurrió.

Llegué a las 10:30 y el evento arrancaba a las 11:00, así que tuve que esperar un poco.

Fulali Kyobashi antes de que arrancara el show

Se trataba de un evento gratuito organizado por Starbell Production. En total pasarían cuatro grupos de idols de esta productora.

Si bien el show era gratuito, para acceder a la parte más cercana al escenario había que pagar ¥1000 (~US$6). Yo preferí verlo sin pagar desde detrás de la cinta que separaba la parte paga.

Escenario donde bailaron los idols

El primero grupo de idols en pasar fue 異次元ポケットドール (Ijiken Pocket Dolls; Muñecas de bolsillo interdimensionales).

Ijiken Pocket Dolls
Algunos fans copiando las poses de las chicas

Después de este grupo pasó uno de chicos, que no me interesaba mucho así que ahí fue cuando me fui. Decidí caminar hasta Umeda (~1 hora) para almorzar en el Taco Bell que había ahí.

Algunas fotos que tomé durante el trayecto:

Coms Garden, una especie de parque con dos subsuelos y tiendas.
Un bonito sendero bordeando el río Okawa

A las 12:30 llegué a Taco Bell. No hay muchos Taco Bell en Japón; de hecho este al que fui es el único que hay en todo Kansai. En el Sudeste Asiático recuerdo haber visto más. Supongo que es porque los japoneses no son mucho comida mexicana, y mucho menos picante.

Me pedí un combo Big Bell, que incluía un taco, un burrito, unas espirales de canela, unos nachos y una bebida recargable (¥1080; ~US$7).

Combo Big Bell — Fíjate qué curioso cómo el paquete de salsa picante dice «mild» (suave) y es amarillo. Recuerdo que en el Sudeste Asiático me daban uno de estos pero también otro que era rojo y decía «hot», el cual era bastante más picante.

Durante todo el tiempo que estuve almorzando había una niña sentada delante de mí que no paraba de observarme. Estaba comiendo junto a su padre y a su madre. En un momento, cuando yo ya había terminado de comer y estaba concentrado escribiendo un mensaje en mi teléfono, de repente siento que alguien me dice «hello». Era la madre de la niña.

Me preguntó si me había parecido rica la comida, lo cual me resultó gracioso. ¿Qué clase de pregunta era esa? Después entendí que tanto la mujer como la niña estaban curiosos por mí y querían hablarme para preguntarme sobre mi vida, y esa pregunta extraña al principio era simplemente un rompehielos para arrancar.

Nos pasamos hablando como una hora. Cada tanto yo le hacía preguntas a la niña y le ofrecía que ella me preguntase cosas a mí, lo cual hacía pero siempre a través de la madre —susurrándole al oído— dado que le daba vergüenza hablarme a mí directamente (tenía 7 años). Al final la madre me pasó su correo electrónico para que siguiésemos en contacto.

Todavía no puedo creer que me haya pasado esto en Japón. En Filipinas no me sorprendería dado que me ha pasado varias veces, pero en Japón es la primera vez que me sucede de esta forma. Al fin y al cabo parece ser cierto eso que dicen sobre que los osaqueños son los japoneses más amistosos.

A eso de las 14:30, poco después de que la familia con la loli se haya ido, me fui yo también a tomarme el metro para volver a casa.

A las 15:00 pasadas llegué a Arachi y ya no volví a salir.

Ame,
Kato