Visitas a una escuela y a una casa en el barrio de Khlong Toei

Kara Ema:

El miércoles salí del hotel a las 11:00.

Me estoy por ir de Asia —tras haber pasado los últimos ~9 meses aquí—, así que necesitaba cambiar los dólares taiwaneses y yuanes chinos que aún me quedaban. Frente a CentralWorld descubrí una casa de cambio que tenía cero comisión y muy buenas tasas, así que intercambié mi dinero allí. Tuve que hacer dos transacciones: compra de bahts tailendeses y luego venta de bahts para comprar euros, dado que mi próximo destino es en Europa.

Después de cambiar dinero me fui a Mercury Ville, donde me pedí un burrito en Taco Bell (฿199; ~US$6). Lo sé, lo sé: en mi última semana en Bangkok, Tailandia y Asia no debería estar almorzando en Taco Bell sino en algún mercado o restorán local comida tailandesa, que encima es mucho más barata. Pero bueno, se dio así. Igual tampoco es que coma seguido en burritos en Taco Bell o mismo hamburguesas como la del otro día. La mayoría de las veces he estado comiendo arroz, fideos, curry y otras comidas asiáticas.

Cuando terminé de almorzar empecé a caminar hacia Khlong Toei. A las 14:00 llegué a la fundación Duang Prateep, dado que el día anterior les había dicho que los ayudaría con unas cosas que necesitaban. Una mujer tailandesa que no hablaba inglés pero si un poco de japonés, me dijo en japonés lo que tenía que hacer: traducir del inglés al japonés unos textos para poner en las redes sociales. Obviamente que le delegué todo el trabajo a ChatGPT; yo solamente supervisaba que lo que mi subordinado hiciera tuviese sentido.

Puesto donde estuve trabajando. Notar el año que aparece en el calendario: 2567 (2024 en el calendario budista/tailandés).

A las 15:15 me fui de la fundación, pasando por varias personas que estaban acomodando un montón de donaciones que habían recibido.

Donaciones para los niños

Cuando salí me fui a dar una vuelta por los sois (calles laterales estrechas) del barrio, antes de llegar a la escuela primaria local.

Paseo por los sois

La escuela se llamaba โรงเรียนชุมชนหมู่บ้านพัฒนา (Escuela comunitaria Muban Phatthana).

En la entrada había unos profesores vestidos de militares (por alguna razón todos los profesores de escuelas públicas en Tailandia están uniformados así). Los saludé y entré así sin más; ni yo di explicaciones de por qué estaba entrando ni ellos me las pidieron.

A la hora en que fui los niños estaban sentados en el piso del patio, esperando a que los profes les dejaran irse a sus casas.

Niños esperando el final de la jornada

Algunos me miraban y me sonreían. De los alumnos que pasaron por mi lado, la mayoría lo hizo lanzándome solo una breve mirada; solo unos pocos me saludaron con una sonrisa, un gesto de la mano o un sa wat dee.

Lolis escolares
Clases extracurriculares de… ¿ping pong?
Aula en la que había alumnos ensayando una danza, probablemente para un evento de Navidad o fin de año.
Alumnos ensayando desde otro ángulo
Pasillo del segundo piso

A las 16:00 me fui la escuela, y algo curioso e inesperado ocurrió al mismo tiempo. Dos de los niños con quienes había estado charlando y jugando me empezaron a seguir. Nos topamos con una profesora justo a la salida de la escuela—yo pensé que ella les iba a decir que volvieran a entrar para esperar a sus padres allí, pero no, los dejó irse conmigo.

Terminamos yendo los tres a 7-Eleven, donde me preguntaron si les podía comprar algo. No les pude decir que no, así que les pedí que eligieran dos cosas cada uno. Uno eligió una sopa instantánea y un huevo (para añadir en la sopa); el otro eligió unos fideos instantáneos y una Pepsi. A pesar de mi advertencia de que los fideos que estaba eligiendo eran muy picantes, insistió con que quería esos.

Normalmente tienes que pasar primero por la caja y pagar los productos antes de abrirlos e ir a poner agua caliente en los fideos y la sopa instantáneos, pero a los niños estas reglas mucho no les importan. Después de que se prepararan sus fideos y su sopa, los llevamos a la caja para que yo pagara todo. Me costó ฿98 (~US$2,7).

Los niños preparando su sopa y fideos

A las 16:30 nos sentamos frente al 7-Eleven para que comieran lo que les había comprado. Como era previsible, el niño que había pedido los fideos ultrapicantes no los pudo comer dado que eran demasiado picantes (los probé y puedo atestiguarlo), así que los esperamos a que el otro terminara con su sopa.

Niños sentados frente a 7-Eleven tomando el tentempié que les había comprado

En un momento el niño de la sopa me preguntó si quería ir con él hasta su casa. Le dije que sí y empezamos a caminar los tres hacia allá, pasando por un laberinto de callejuelas.

Siguiendo a los niños hasta la casa
La clase de cosas que se veían en el barrio: casas sobre agua, chabolas sobre el agua, perros y gente sonriente. También había muchos gatos, aunque no en esta foto.
Estas jóvenes simpáticas no solo me saludaron cuando pasé por al lado de su casa, sino que me dejaron hacerles una foto e incluso posaron para ella.
El interior de muchas de las casas de esta zona podía verse casi completamente desde la calle, y lucía como este que ves aquí. Lo básico: colchón en el piso, ventilador y teléfonos para entretener a los niños.
Así lucían las casas por afuera
Y así las calles estrechas por las que los niños me estaban conduciendo

A las 17:00 finalmente llegamos a la casa del niño. Tan pronto como llegamos me mostró su gatito bebé, el cual era el gato más tierno y pequeño que tuve oportunidad de conocer y acariciar en toda mi vida.

Gatito bonito
Casa del niño

Le pregunté al niño con quiénes vivía allí, y me dijo que eran solo él y su abuelo. Le quería preguntar sobre sus padres pero me retuve, dado que si estaba viviendo con su abuelo seguramente sería porque había una situación difícil en torno a sus padres: podría ser que fuesen drogadictos, o estuviesen en la cárcel o muertos.

Cuando finalmente me tuve que despedir de los niños, se mostraron algo tristes así que les dije que a lo mejor nos veríamos de vuelta dado que de seguro pasaría a visitar su colegio nuevamente pronto.

A las 17:20 pasé por un patio de juegos donde había dos niñas jugando.

Niñas jugando en los columpios

Parecían un poco tímidas o poco interesadas en interactuar conmigo, así que las dejé tranquilas y seguí caminando hacia la zona donde siempre me encuentro con mis amigos.

Kalaya no estaba y sus hermanas tampoco, pero sí había unos niños así que me puse a jugar con ellos. En un momento uno de ellos trajo unos ladrillos de plástico tipo Lego, para armar un Pikachu. Me pidió que por favor se lo armara para él. No lo llegué a terminar cuando se empezó a hacer de noche, así que me dijo que me lo llevara a mi casa para poder seguirlo.

Armando el Pikachu con los ladrillos de plástico

Una cosa interesante de este niño es que mientras yo armaba el Pikachu, él no paraba de agradecerme por jugar y pasar tiempo con él. Es que ninguno de estos niños debe de estar acostumbrado a pasar tanto tiempo con un adulto, ni siquiera con sus propios padres. No necesariamente porque sus padres no quieran jugar con ellos, sino porque no tienen tiempo dado que tienen que trabajar para sobrevivir.

A las 18:20 pasé por el mercado nocturno del barrio, donde me compré algunas cosas para servirme de cena. Gasté en total ฿61 (~US$1,8), es decir tres veces menos de lo que me había salido el almuerzo en Taco Bell.

Mercado nocturno (I)
Mercado nocturno (II)
Mercado nocturno (III)

Una hora más tarde llegué al hotel.

Ame,
Kato