Kara Ema:
El lunes me levanté a las 5:30 e hice el check-out a las 6:00. Sabiendo que yo me tenía que ir más temprano de lo que abría el área de desayuno, mi nuevo amigo nórdico Egil pidió en la recepción que me prepararan una bolsa de desayuno para que me llevara conmigo.
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Quince minutos después de las seis de la mañana llegué a la estación ferroviaria Grefsen.
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Dado que los aseos eran de pago (10 kr; ~US$1), antes de subirme al tren hice pis en un árbol a pocos metros de la estación. Las ventajas de ser hombre, supongo.
Hay dos aeropuertos que dan servicio a la ciudad de Oslo: el de Gardermoen a 45 kilómetros y el de Torp a más de 100 kilómetros. Adivina cuál me tocó.
Para viajar a Torp me tuve que tomar dos trenes, pagar 360 kr (~US$30) y aguantarme un trayecto de dos horas, razón por la cual me tuve que levantar tan temprano. En el tren me puse a desayunar lo de la bolsa que me habían dado mientras veía un episodio de House of the Dragon.
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A las 8:30 estaba haciendo el check-in en el aeropuerto.
Mientras hacía la fila para pasar por seguridad, vi un tubo de la Røde Kors (Cruz Roja) con dinero de distintos países. No podía creer que finalmente había encontrado qué hacer con las monedas que aún tenía de Hong Kong, Taiwán y China, las cuales no había podido cambiar en la oficina de cambio dado que allí generalmente solo trabajan con billetes.
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Cerca de las 9:00 llegué al lado aire del aeropuerto, es decir la parte donde esperas el embarque y donde están las puertas que dan acceso a los aviones. Al final terminé haciendo rápido, así que tuve que esperar un rato largo hasta entrar al avión.
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Recién pasadas las 10:30 despegó mi vuelo.
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Fueron tres horas y media de viaje, durante las cuales dormí un poco y terminé de leer el segundo capítulo de The Fear of Child Sexuality, titulado Premarital Sex (Sexo prematrimonial).
[…] la movilización del miedo fue un vehículo para hacer avanzar varias estrategias sociales, discursivas y políticas interrelacionadas. Era una forma de estimular la acción de la comunidad para controlar la sexualidad de los jóvenes, imponer una serie de normas sociales y morales sobre la sexualidad, reafirmar los límites entre niños y adultos y reforzar el poder de los adultos. También era, y esto es muy importante, una forma de socavar las reivindicaciones de los jóvenes en cuanto a su capacidad de acción, autonomía y conocimientos sexuales, al presentar a los adolescentes como esencialmente inmaduros e incompetentes en cuestiones sexuales.
[…] Se lamentó repetidamente que los padres no sólo no estuvieran cualificados para enseñar educación sexual, sino que demasiados de ellos sufrieran vergüenza y nerviosismo para hacerlo con franqueza y eficacia. […] Con frecuencia se criticaba que la vergüenza impedía a los jóvenes adquirir los conocimientos adecuados sobre sexualidad.
[…] En un reportaje de primera página del Sydney Morning Herald [se decía que la propuesta del programa de educación sexual] podría tener el efecto de fomentar la inmoralidad al “inflamar aún más” las mentes jóvenes. Los detractores se mostraron consternados por la medida de suprimir las enseñanzas morales e introducir la instrucción sexual en la escuela primaria.
[Los partidarios de la pedagogía comprensiva argumentaron] que, precisamente porque no existía un consenso moral en la sociedad, no se podían imponer preceptos morales uniformes. […] En marcado contraste con el enfoque basado en la moralidad y la disuasión que predominaba en el país hasta ese momento, los humanistas, […] insistieron en la necesidad de dispensar a los alumnos hechos e información francos, científicos, «objetivos» y racionales en un entorno no emotivo y libre de vergüenza.
[…] cuando se buscaban las perspectivas de los adolescentes, normalmente se limitaban a obtener la confirmación de comportamientos sexuales problemáticos y de la inmoralidad, inmadurez, irresponsabilidad y desinformación de los adolescentes. Los deseos, los placeres, las competencias, las inversiones emocionales y los problemas de los jóvenes, así como la forma en que les gustaría que se abordaran, no solían formar parte de estos intercambios.
[…] Los alumnos pedían franqueza en las pedagogías sexuales en lugar de evasivas y eufemismos, reticencias y vergüenza, todo lo que, en su opinión, había caracterizado a la educación sexual hasta ese momento. [A diferencia de los adultos, los estudiantes decían que la educación sexual] debería comenzar a más tardar en los primeros años de la escuela primaria.
[…] Lejos de reconocer la subjetividad sexual adolescente, el discurso sobre la sexualización prematura descalificó su aparición convirtiéndola en una implantación social o familiar patológica. […] los adolescentes estaban atrapados en el país de nunca jamás entre la infancia pasada y el futuro adulto. […] La subjetividad sexual adolescente ya existente en tiempo presente fue desposeída por la hegemonía del futuro perfecto y las evasiones discursivas que lo acompañaban.
[…] El estudio realizado por John Collins en 1972 entre 1.560 padres e hijos sobre el tema de la educación sexual era ejemplar en cuanto a la hipótesis represiva: «El misterio, el secretismo, la vergüenza y la culpa que rodean al sexo son producto de nuestro pasado… los tabúes y las supersticiones que fueron producto de la época victoriana». Una «nueva iluminación», suponía (como la mayoría de los defensores de la lucha contra la vergüenza), libraría a individuos y sociedades de esa timidez y emoción negativa aparentemente innecesarias.
[…] Gran parte de esto refleja la rutinaria infantilización de los jóvenes y la forma en que se les sigue situando, al igual que en los años sesenta y setenta, «como imprudentes, fácilmente presionables, ignorantes o insensatos». Como los académicos y los expertos en educación sexual integral se han esforzado en comunicar, lo que se necesita urgentemente son programas educativos y debates que involucren a los jóvenes no principalmente como objetos pasivos o incompetentes de peligro sexual, sino como sujetos sexuales que a menudo practican el sexo y negocian complejas relaciones sexuales, emociones, deseos y placeres.
[…] el cerebro adolescente tiende a verse a través de una lente de déficit y disfunción. Los estereotipos de hace décadas sobre la agitación, la vulnerabilidad, la incapacidad y la deficiencia en el desarrollo de los adolescentes impregnan problemáticamente la arquitectura epistemológica de la neurociencia actual. […] Un énfasis excesivo en el riesgo y el peligro ocluye la apreciación de las fortalezas, potencialidades y capacidades de adaptación, resiliencia y agencia de los jóvenes; e impide los esfuerzos […] para desarrollar «políticas que ayuden a reforzar y perpetuar las oportunidades para que los adolescentes prosperen en esta etapa de desarrollo, no sólo sobrevivan».
Premarital Sex, The Fear of Child Sexuality
A las 14:00 llegué al aeropuerto de Alicante, donde me vino a buscar mi hermana para llevarme con el coche hasta su casa. En el trayecto pasamos por un negocio de comida donde compramos gazpacho para almorzar.
El gazpacho es una ensalada batida con varios ingredientes como aceite de oliva, vinagre, agua, hortalizas crudas, generalmente tomates, pepinos, pimientos y ajo.
Wikipedia
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A las 16:00 salimos a comprar al supermercado, o los dado que fuimos a dos: el Mercadona y el Aldi. Sabía que la variedad de cosas de los supermercados europeos era superior a la de los asiáticos pero no recordaba hasta qué punto. No podía creer la cantidad de cosas ricas y relativamente baratas que de repente me rodeaban. Teniendo todo esto sinceramente no sé cómo los europeos no son todos obesos como los yanquis.
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A las 19:30 salimos al parque a pasear al nuevo perrito de mi hermana —bueno, nuevo para mí dado que no lo conocía—, Oliver, o «el Oli» como lo llaman aquí anteponiendo el artículo al nombre como les gusta hacer a los españoles.
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A la noche pedimos sushi para cenar, el cual llegó recién a las 23:00.
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El martes fue Nochebuena.
Desayunamos a las 9:40, el clásico desayuno español: lonchas de jamón ibérico en pan con aceite de oliva. Y por supuesto café con leche de la supermáquina de café expreso De’Longhi que tienen aquí.
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A las 13:00 salimos para la casa donde pasaríamos la mayor parte de la jornada, junto con varios miembros de la familia del marido de mi hermana.
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Yo no me sumé a las partidas de dominó pero sí a las cartas cuando se pusieron a jugar al chinchón.
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A las 20:30 nos fuimos.
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Antes de llegar a casa decidimos parar para cenar, en uno de los únicos restoranes que encontramos abiertos; uno de comida japonesa. Pedimos dos ramens y un donburi para compartir entre los tres. Dado que los tres éramos fanáticos del picante, le echamos al ramen el tarro entero de picante prácticamente.
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A las 23:00 regresamos a casa.
El miércoles pasé una de las Navidades más tranquilas de mi vida. Tanto mi hermana como su marido se sentían un poco mal entre la resaca y la gripe que tenían, y todo lo que habíamos comido el día anterior, con lo cual no salimos a ningún sitio, nos levantamos tarde, desayunamos tarde y ese desfase lo acarreamos a todas las demás comidas.
A las 11:00 desayunamos.
A las 15:00 almorzamos un clásico argentino que hacía tiempo no comía: milanesas con puré.
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A las 20:00 salimos al parque con el perro. Me resulta curioso cómo todo el barrio lleva a su perro al parque a la misma hora y se queda por lo menos una hora allí charlando con las otras personas mientras su perro juega con los otros perros, algo así como si fuese que está llevando a su hijo a los juegos para que juegue con los otros niños mientras los adultos conversan.
Otra cosa interesante que noté, que en otros países no suele pasar, es que la gente aquí se saluda todo el tiempo aunque no se conozcan. Por ejemplo, si estás paseando por el parque y pasas por al lado de otras personas que también están paseando, aunque ninguno se conozca lo más probable es que alguien vaya a saludar al otro con un «hola» cantado y un breve intercambio de miradas y sonrisas.
A las 22:00 cenamos pasta.
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Y así fue como pasamos la Navidad y Nochebuena.
¡Feliz Navidad! ☺️
Ame,
Kato
Feliz navidad!