Kara Ema:
El jueves a las 11:30 fuimos al centro comercial. Mi hermana dejó su coche para que lo lavaran en el lavadero del sótano mientras nosotros hacíamos compras; le costó 30€.
El centro comercial es toda una planta grande llena de tiendas de ropa y accesorios, aunque además tiene una segunda planta más pequeña donde está el patio de comidas y creo que también un cine.
Yo andaba necesitando unos pantalones vaqueros (jeans), así que me compré unos en H&M. Me costaron 40€.
A las 15:00 almorzamos en casa un arroz con pollo que preparó mi hermana.
Una hora más tarde yo preparé un café vietnamita que me había regalado mi amiga Linh.
A las 17:00 me puse a ver un capítulo de House of the Dragon mientras mi hermana iba al gimnasio.
A las 18:00 bajé al perro a pasear mientras mi hermana se duchaba después de volver del gimnasio.
A las 19:30 fuimos a pasear por el centro.
Me acuerdo cuando pasé la Navidad en Japón, que casi todos los que pasaban al escenario que habían colocado frente al ayuntamiento eran niños bailando. Aquí en España son adultos cantando.
A las 20:30 fuimos a cenar a un bar de tapas llamado Taberna Chico Calla. Pedimos varias tapas para compartir, incluyendo una ensaladilla rusa, patatas bravas y alcachofas.
A las 22:00 volvimos a casa.
El viernes a las 12:30 salimos con mi hermana a pasear a la Oveja por el barranco.
Mi hermana es profesora de inglés en un colegio secundario. Mientras paseábamos le pregunté por su trabajo. Me contó que los estudiantes siempre están metidos en rollos raros, que le cuesta hacer que presten atención en clase, que a veces los pesca mirando pornografía o juntándose en los aseos haciendo quién-sabe-qué. En otras palabras, cosas normales que hacen los adolescentes modernos.
Le pregunté si tenía el WhatsApp o el Instagram de alguno de sus alumnos y me dijo que no porque estaba prohibido; que ni siquiera se podía tener fotos con ellos. La docencia es uno de los únicos entornos de la sociedad moderna en el que existe oportunidad de que los niños y adolescentes puedan formar una amistad intergeneracional con un adulto por fuera de su familia, y en España lamentablemente lo arruinan con restricciones tontas como estas.
Está demostrado que las relaciones intergeneraciones ofrecen un montón de beneficios. De hecho parte de la razón por la cual el sistema educativo finlandés y de los países nórdicos en general —del cual ya te hablaré en detalle en algún momento— es el mejor del mundo, es justamente porque allí sí permiten que el profesor forme un vínculo cercano con sus alumnos.
Las prohibiciones que ponen en España y otros países pueden ser muy perjudiciales. Imagínate cómo se sentiría una alumna cuando se descubriera el vínculo de amistad que tenía con uno de los profesores, y dicho profesor fuese suspendido o expulsado por aquel motivo. Seguramente se sentiría triste y llena de culpa, dado que de no haberse acercado al profe el escándalo no habría ocurrido.
Debido a la paranoia colectiva que ha arrancado a fines del siglo pasado, la gente tiende a prejuzgar y pensar estas relaciones como conflictivas o abusivas, ya sean románticas o simplemente de amistad. Tanto es así que mismo romances auténticos han sido catalogados como abuso, como el de la maestra Mary Kay Letourneau, quien fue a prisión por haber tenido relaciones sexuales con uno de sus alumnos, y tan pronto como salió de la cárcel se casó con él.
Mary Katherine Schmitz, más conocida como Mary Kay Letourneau (Tustin, 30 de enero de 1962 – Des Moines, 6 de julio de 2020), fue una maestra estadounidense condenada por haber perpetrado el abuso sexual infantil de un adolescente alumno suyo con quien tuvo dos hijas y con quien más tarde se casó.
Wikipedia
Otro caso más reciente —de parejas intergeneracionales, aunque no de profesor-estudiante—, es el del músico chino Zhang Muyi con la modelo japonesa Miki Akama, quienes se pusieron en pareja cuando él tenía 24 y ella exactamente la mitad. Nunca le hicieron caso a lo que decía la gente sobre ellos, se casaron tan pronto como Miki cumplió los 18 y ahora son muy felices juntos. Son la prueba perfecta de que para el amor verdaderamente no hay edad.
A las 14:00 volvimos a casa y picamos unas Ruffles de jamón mientras se preparaba la comida.
Después de comer arrancamos a ver la segunda temporada de El juego del calamar en Netflix.
A las 17:30 saqué a pasear a la Pulga.
A la noche fuimos al parque. Lo interesante de este parque es que tiene toda una parte grande —tan grande como muchos parques en otros países— cerrada para que los dueños de perros puedan ir allí y dejar a sus perros sueltos, y luego otra parte de humanos donde los perros deben ir con correa.
A las 21:30 cenamos en casa comida mexicana: fajitas y nachos.
El sábado fuimos de compras, dado que yo tenía que comprar algunas cosas necesarias.
Primero fuimos a Primark, uno de mis sitios favoritos para comprar ropa en Europa, dado que es relativamente buena y barata. Me compré tres calzoncillos (10€), dos camisetas (7€) y una maleta (60€).
Lo que no me gusta del Primark es que la sección de ropa para hombres es la que por lejos menos variedad de colores y diseños tiene. La ropa más mona y colorida es la que está en la sección de niños.
De ahí nos fuimos a otra de mis tiendas preferidas para hacer compras en Europa: Decathlon, donde tienen de todo para el deporte o actividad que se te ocurra (ciclismo, senderismo, natación, esquí, tenis, patinaje, etc.). Me compré una chaqueta contra el frío, la nieve y la lluvia (80€), una camiseta interior térmica (10€) y dos toallas pequeñas de microfibra (10€).
A las 14:30 almorzamos en casa unas pastas con queso y salsa de tomate.
A las 21:30 cenamos una picada/tapeo de patatas bravas, tequeños, croquetas de jamón, queso y encurtidos.
Después de cenar vimos dos capítulos más de El juego del calamar antes de ir a dormir.
El domingo a la mañana después de desayunar salimos a pasear al Peludín por el barranco. Caminamos bastante —alrededor de cinco kilómetros—, y al final mi hermana se fue a dar unas vueltas corriendo mientras yo me quedé con el perro andando.
A las 17:00 fuimos a comer unos churros con chocolate a la taza en la chocolatería Valor. Este plan lo teníamos para hacer desde el primer día que llegué y lo postergamos varias veces hasta que finalmente se dio el domingo.
Nos pedimos una porción de churros (4 unidades) y dos tazas de chocolate. Yo invité; me costó todo 8,4€.
De ahí nos fuimos a dar una vuelta por el centro.
Ya de vuelta en casa, a las 19:30 jugamos los tres un Scrabble.
A las 21:30 cenamos comida china.
Ame,
Kato