Kara Ema:
El domingo me levanté a las 9:00 y bajé a desayunar. Por primera vez desde que llegué a Dublín no me preocupé por apurarme a salir a ningún sitio. Es que hoy era mi último día en esta ciudad y ya había visto todo lo que quería ver, así que decidí tomármelo tranquilo.
Tenía una sola cosa planeada para esta jornada, y recién a las 12:30, así que aproveché la mañana para prepararme un café vietnamita y tomármelo lentamente mientras leía un nuevo capítulo de The Fear of Child Sexuality (para que veas que no solo leo cuando estoy en un tren o en un avión).
El capítulo 4 se llamaba Homosexual Pedophilia (Pedofilia homosexual).
En el invierno de 1978/79, el colectivo editorial de la revista socialista gay británica Gay Left observó lo que les parecía una tendencia preocupante en las sociedades occidentales. «Es sorprendente que en los últimos dos o tres años la ansiedad moral conservadora en todos los países capitalistas avanzados haya pasado de la homosexualidad en general a las relaciones sexuales entre adultos y jóvenes.» La razón aducida para este cambio fue que, dado que los «conservadores morales» ya habían perdido en algunos países (y en otros estaban perdiendo) la batalla para mantener la homosexualidad privada y consentida como delito penal, se hizo un esfuerzo concertado para reconstruir un nuevo «consenso moral» conservador. […] La conclusión a la que llegó el colectivo fue que los «abusadores de niños eran los nuevos monstruos sociales».
[…] Numerosos estudiosos (entre los que me incluyo) han argumentado que los homosexuales y los etiquetados como pedófilos eran los chivos expiatorios de los problemas de abusos sexuales y asesinatos de niños, pornografía infantil, prostitución homosexual adolescente, pobreza infantil y niños desaparecidos. […] Yo sostengo que la protección de los niños frente a la explotación, el abuso y el daño a manos de pedófilos homosexuales es el motor manifiesto o públicamente declarado del pánico a la pedofilia, y la negación de la sexualidad juvenil el trasfondo latente y a menudo negado. Es decir, se trata tanto de un pánico a la sexualidad infantil como de un pánico a la pedofilia, aunque centrarse en este último sirve habitualmente para ocultar el primero.
[…] El 5 de noviembre de 1983, tras media década de preocupación generalizada en Norteamérica y el Reino Unido en torno a la pornografía infantil […], el grupo operativo Delta de la policía de Victoria realizó una redada en el Grupo Australiano de Apoyo a la Pedofilia (PSG). […] Los hombres fueron acusados de «conspirar para corromper la moral pública».
[…] Alison Thorne, portavoz de la Coalición por los Derechos Legales de los Gays, concedió una entrevista a Mike Edmonds, de la radio 3AW de Melbourne, esa misma semana. En la entrevista condenó las detenciones de los miembros del PSG, destacando el hecho de que la mayoría de los hombres no fueron acusados de organizar, fotografiar o participar en la penetración sexual de niños, sino simplemente de hablar sobre cuestiones relacionadas con la pedofilia. Thorne argumentó que se trataba de una infracción de las libertades civiles y del derecho a la libertad de expresión de las personas.
[…] Todos [los miembros del PSG] fueron acusados de «conspirar para apoyarse y animarse activamente unos a otros a participar en actos de penetración sexual con menores de 16 años con la intención de corromper la moral pública y crear en sus mentes deseos desmesurados y lujuriosos.» Era evidente que la policía tenía muy pocas pruebas, y lo más probable es que los cargos de conspiración para corromper la moral pública se invocaran como medio políticamente conveniente para legitimar las acciones de Delta y favorecer su propia reputación y su agenda homófoba antipedófila.
[…] Si el feminismo antiviolación de los años setenta golpeó el corazón de las relaciones de género y la masculinidad normativa con imágenes de todos los hombres como violadores en potencia, el feminismo contra el abuso sexual infantil de los años ochenta asestó un segundo duro golpe al perfeccionar su «doctrina del peligro íntimo». Ésta era la idea de que los niños corren un mayor riesgo de sufrir abusos sexuales por parte de sus padres, parientes varones y amigos varones de la familia —en resumen, hombres con los que son íntimos o conocidos— que por parte de «extraños míticos». […] Como señaló la Alianza de Feministas Revueltas (ARF) en su manifiesto, «Igual que todos los hombres son violadores en potencia, todos los hombres son pedófilos en potencia».
[…] A semejanza de lo ocurrido en Estados Unidos, donde el problema del abuso sexual infantil se había politizado a escala nacional unos años antes, Australia fue testigo de una explosión de preocupación pública y mediática por el abuso sexual infantil entre principios y mediados de la década de 1980. […] sólo en Nueva Gales del Sur, se había pasado de 45 casos reportados en 1980 a 2.519 en 1985. […] A los lectores no les quedaba ninguna duda de que se trataba de un problema cada vez mayor que afectaba sobre todo a la población masculina: «El 90% de los autores de abusos sexuales a menores son hombres». Incluso se lanzaron campañas publicitarias en televisión […] para poner de relieve la amenaza del peligro íntimo masculino.
[…] Sostengo que el pánico sexual a la pedofilia homosexual fue […] una respuesta a la legitimidad y el reconocimiento del niño sexual. Los límites del debate público aceptable sobre el sexo intergeneracional se habían redibujado radicalmente a raíz del cambio de paradigma del abuso sexual infantil. Las distinciones entre pedofilia y hebefilia, niños y adolescentes, y abuso sexual de menores y sexo consentido se disolvían o minimizaban para considerar todo tipo de sexo entre adultos y niños y entre adultos y adolescentes como intrínsecamente abusivo. […] Por eso, cuando grupos homosexuales y pedófilos como la PSG, NAMBLA y PIE intentaron hacer visible al niño o adolescente sexualmente agresivo —y, por tanto, diferenciar entre sexo voluntario y coercitivo entre adulto y niño—, como vamos a ver, tocaron una fibra discursiva y emocional especialmente problemática.
[…] La lógica en la que se basaban los movimientos de oposición a la homosexualidad era la temida pendiente resbaladiza que llevaría de la despenalización a la educación sexual homosexual y a la seducción de los niños. La oposición ya había ido en aumento contra las medidas para despatologizar la homosexualidad en los folletos de educación sexual para jóvenes.
[…] el Grupo de Profesores y Estudiantes Gays de Melbourne, del que formaba parte Alison Thorne, redactó su propio folleto de educación sexual, pero centrado exclusivamente en la homosexualidad. Titulado Young, Gay, and Proud (Joven, gay y orgulloso), […] animaba a los jóvenes con deseos homosexuales a explorar las zonas erógenas de su cuerpo y a masturbarse con el fin de prepararlos para el sexo con otros individuos del mismo sexo. También se daban ejemplos bastante explícitos de instrucción sexual. […] Sin embargo, tan pronto como la figura del niño sexual agentivo hace su aparición más conspicua, es inmediatamente desplazada por la retórica del pánico sexual sobre la corrupción y el abuso. […] En Nueva Gales del Sur, el Ministerio de Educación prohibió el folleto Young, Gay, and Proud en todas las escuelas públicas.
[…] Durante la entrevista [de la radio 3AW de Melbourne], Mike Edmonds preguntó a Thorne: «Alison, ¿puedes entender los sentimientos de, yo sugeriría, la gran mayoría de la comunidad que tiene hijos, los sentimientos que tendrían hacia los pedófilos?» […] «Puedo entender los sentimientos de la gente desde el punto de vista de que tienen muchas ideas equivocadas y no creo que muchas de las cosas que están haciendo los medios de comunicación ayuden realmente mucho. Porque a los pedófilos les importan mucho los niños. Los pedófilos aborrecerían absolutamente… el abuso de los niños, están realmente preocupados por el consentimiento».
[…] «Creo que los niños están en condiciones de consentir y depende de la definición de niño», respondió Thorne. «De lo que los medios de comunicación han estado hablando es de personas de entre 10 y 16 años y creo que esas personas son capaces de consentir». En respuesta a otra pregunta sobre si le gustaría que se rebajara la edad de consentimiento o se suprimiera por completo, Thorne dijo: «Creo que las leyes sobre la edad de consentimiento en sí mismas son cosas reaccionarias».
En este punto, Thorne reiteraba la postura liberacionista gay articulada por el Colectivo de Izquierda Gay de que «la edad legal de consentimiento es una ficción arbitraria». De hecho, la PIE en Gran Bretaña también había provocado una importante controversia precisamente sobre este punto de corte en la edad de consentimiento. […] argumentaron que los niños de entre diez y diecisiete años deberían poder consentir mantener relaciones sexuales con un adulto. Sin embargo, la mera sugerencia de la agencia sexual infantil provocó respuestas extraordinariamente hostiles y emocionales.
La entrevista con Thorne terminó cuando sonó el timbre del recreo en el colegio en el que daba clase. […] Consternado por el hecho de que una profesora de secundaria pudiera sostener tales opiniones […], el polémico presentador de radio de 3AW Derryn Hinch editó y reprodujo partes de la entrevista original en su programa de radio al día siguiente. […] «La mujer que expresa esas opiniones sobre los derechos de los niños a tener relaciones sexuales con adultos, Alison Thorne, del Comité de Derechos Legales de los Gays, es una maestra de escuela. De hecho es profesora en la Escuela Técnica de Glenroy y les digo que no dejaría que esa mujer enseñara a mi hijo».
[…] El 12 de noviembre de 1983, el director general de educación […] cesó a Thorne de su puesto docente y la trasladó a uno administrativo. […] Lo que siguió fue una larguísima batalla para que Thorne fuera readmitida. […] Thorne presentó una denuncia ante la Junta de Igualdad de Oportunidades de Victoria. El 6 de noviembre de 1986, la junta dictaminó que Thorne había sido efectivamente discriminada y ordenó no sólo su reincorporación a un aula, sino a un aula en una escuela técnica de una lista de diez escuelas que la propia Thorne proporcionaría. […] se llegó a un acuerdo entre el gobierno de Victoria y Thorne. […] Sin dejar de pertenecer al servicio docente, Thorne iba a ser destinada al sector terciario de la Enseñanza Técnica y Superior. […] está claro que el gobierno tuvo éxito en su objetivo homófobo de eliminar a Thorne de las aulas de enseñanza secundaria y, lo importante, de excluir la cuestión del consentimiento de los adolescentes en cuestiones de sexo intergeneracional.
[…] En un clima de creciente preocupación tanto por el abuso sexual infantil como por la resbaladiza pendiente de la igualdad homosexual, cualquier debate que no rechazara el sexo intergeneracional de plano tenía pocas esperanzas de obtener apoyo, pero grandes perspectivas de ser censurado social y políticamente. […] Lo que he destacado es que los pánicos pedófilos, y las formas en que se desarrollaron, fueron moldeados en aspectos significativos por la movilización de respuestas altamente emotivas a la legitimidad y el reconocimiento del niño sexual. Los deseos sexuales intergeneracionales de los propios jóvenes […] eran tan inquietantes como los deseos pedófilos de los adultos; a veces, incluso más.
[…] El niño sexual no debía ser tolerado; o si lo era, debía ser desestimado o minimizado. No se trataba sólo de proteger a los niños de los abusos, sino también de regular las normas y prácticas aceptables de la infancia. La crítica y el escarnio públicos de la pedofilia fueron en parte una crítica y un escarnio indirectos o implícitos —incluso involuntarios— de la sexualidad infantil. […] en una «cultura de protección infantil hipervigilante, la negación de la sexualidad infantil y la caza perpetua del pervertido depredador son caras opuestas de la misma moneda».
[…] una de las cuestiones que suscitó más controversia fue […] que las organizaciones de pedófilos trataban de desafiar las leyes sobre la edad de consentimiento. Al plantear explícitamente la cuestión de la posibilidad del consentimiento, el deseo y el placer sexuales de los niños, los grupos pedófilos […] presentaban a la sociedad una imagen del niño sexualmente activo. […] El modelo de explotación del daño del paradigma del abuso sexual infantil, basado en las diferencias de poder inherentes entre adultos y niños, desplazó al niño sexual con tropos de inocencia, impotencia, victimización y abuso.
[…] Tres días después del anuncio de la ofensiva del gobierno de Nueva Gales del Sur contra la pedofilia, apareció un artículo titulado «Pedófilos: Amamos a los niños». En él, un pedófilo homosexual autoidentificado defendía el derecho de los niños a consentir relaciones sexuales con adultos. «El gobierno no habla con los niños. ¿Por qué a la gente no le interesa el punto de vista de un niño? En cuanto un niño dice que consintió, nadie le escucha». Tal vez una de las cosas que más preocupaba a la sociedad de los pedófilos […], además de su genuina preocupación por el bienestar de los niños, era su tenaz exposición del hecho de que los propios niños a veces se embarcan en —de hecho, inician y disfrutan de— relaciones sexuales con adultos. En cualquier caso, esquivar al niño sexualmente agresivo fue tan decisivo para la evolución del pánico a la pedofilia y la política de protección de la infancia como el imperativo de detener y castigar a los autores de abusos sexuales.
Homosexual Pedophilia, The Fear of Child Sexuality
A las 12:30 fui a un Starbucks a un par de cuadras de mi hotel, donde me había apuntado a una reunión de Meetup con gente interesada por Japón. Me pedí un Golden Caramel White Hot Chocolate (6,65€) y me fui a sentar.
Me impresionó la cantidad de gente que había, quizás no al principio cuando llegué pero sí a medida que fue avanzando el día e iban llegando más y más. Habremos sido como veinte personas, la mayoría de los cuales eran irlandeses, aunque también había una buena cantidad de japoneses que estaban viviendo o estudiando en Dublín. Aproveché para practicar mi japonés con ellos.
A las 17:00 pasadas volví al hotel.
A las 20:30 volví a salir y fui primero a buscar un Too Good To Go que había pedido en Starbucks, y luego a un restorán llamado Xian Street Food Dublin, donde una chica irlandesa con quien había estado platicando en la reunión me dijo que tenía que ir a pedir la «spice bag».
En el camino pasé por la General Post Office, The Spire y Dublin Portal.
La Oficina General de Correos (GPO; en irlandés: Ard-Oifig an Phoist) en Dublín es la sede de An Post, la Oficina de Correos de Irlanda y la oficina de correos principal de Dublín. Ubicada en el centro de Calle O’Connell, la principal vía de la ciudad, es uno de los edificios más famosos de Irlanda, y fue el último de los grandes edificios públicos de la arquitectura georgiana erigidos en la capital.
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El Spire de Dublín, oficialmente denominado Monumento de la Luz (en inglés, Monument of light; en irlandés, An Túr Solais), es una escultura de acero inoxidable situada en la calle O’Connell, una de las más céntricas de la capital irlandesa. Con sus 120 metros de altura, es una de las esculturas más altas del mundo.
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Los Portal son esculturas circulares grandes e idénticas que se comunican entre sí mediante videoconferencia, inspirándose en el concepto de portal que conecta dos lugares. Se encuentran en espacios públicos de la ciudad y conectan dos ciudades al mostrar una transmisión en vivo de cada ciudad junto con una cámara en la parte superior de la pantalla. Fueron creadas por el artista lituano Benediktas Gylys en 2016, y se presentaron oficialmente en 2021 con el Portal de Vilna-Lublin. En 2024 se inaugurará el Portal de Nueva York-Dublín, las dos siguientes y más recientes instalaciones de la serie.
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Me pedí la spice bag para llevar así veía un episodio más de 不適切にもほどがある! mientras la comía de cena sentado en un mesa del hotel. Me costó 12,5€, que es un poco más de mi presupuesto para comidas, pero cada tanto me tengo que dar el gusto (si no me disgusto).
Mañana por la mañana toca avión ✈️.
Ame,
Kato