Días con la familia enferma

Kara Ema:

Martes 28 de enero.

Toda la familia está enferma. El único que se salvó del virus —por ahora— he sido yo.

Me está pasando que me cuesta muchísimo salir de la cama a la mañana, por varias razones: (1) hace mucho frío y dentro de las sábanas está calentito, (2) la familia no me exige un horario específico en el que me tenga que levantar (salvo los días que tengo que llevar a Svala a la escuela), y (3) a pesar de dormir siete/ocho horas, me sigo sintiendo cansado así que escucho el despertador, lo silencio y enseguida me vuelvo a dormir involuntariamente.

Así estuve —despertándome y volviéndome a dormir— desde las 8:00 hasta las 10:00, cuando finalmente conseguí levantarme.

Se suponía que a esa hora un día de semana no habría nadie en la casa, pero para mi sorpresa cuando entré al salón vi que estaban todos allí.

Freyja me informó que las tres niñas faltarían a la escuela dado que estaban enfermas. Normalmente ella no les deja mucho estar con pantallas, pero parece que había hecho una excepción hoy dado que las niñas se pasaron prácticamente toda la jornada alternando entre ver películas en el ordenador y jugar juegos en el móvil. Me pareció un poco triste ver cómo los niños de la actual generación, dada la libertad de hacer lo que quieran, van a elegir casi siempre interactuar con pantallas. Aunque también hay una realidad, y es que los adultos hacemos lo mismo.

Al rato Freyja se fue a trabajar. Stefán se pasó casi todo el día encerrado en su habitación, dado que parece que se sentía bastante mal. Las niñas, por su parte, se la pasaron en el sofá del salón entretenidas con los dispositivos.

Me fui a duchar. Me resultó curioso ver unos papeles pegados en los paneles de vidrio de la ducha, que ponían distintas palabras en islandés junto a su traducción en alemán. Parece que estaban hechos por Freyja, que quiere que sus hijas puedan hablar su idioma materno además de la lengua de su padre y de la tierra donde habitan.

Papeles con palabras en islandés y alemán para que las niñas practicaran

Al mediodía saqué a pasear a la loquita de Loki.

Paseando a Loki

Decidí pasar por el jardín de Gyða, que quedaba a solo unos 500 metros de la casa.

La primera área de juegos que se ve en esta foto es en realidad un parque infantil público para ser usado por los niños del barrio. Contiguo a este parque infantil está el jardín de Gyða.

A las 13:00 regresé a casa. Las niñas seguían concentradas en los juegos. Cada vez que una perdía, le tocaba el turno a la siguiente.

Niñas jugando con el teléfono en el sofá

Antes de irse a trabajar Freyja me había pedido que les preparase algo sencillo para almorzar a las niñas. No tengo mucha experiencia en la cocina, así que le delegué el trabajo de pensar qué hacer a ChatGPT.

Le tomé una foto a la nevera abierta, se la envié a ChatGPT y le pedí que me dijera qué puedo preparar con esos ingredientes y que me diese instrucciones detalladas de cómo hacerlo.

La foto de la nevera que le mostré a ChatGPT
La lonchera que Freyja había preparado para una de las niñas antes de decidir que no irían a la escuela. Contenía un pedazo de banana, un sándwich y dos rodajas de pan crujiente de centeno. Mucho uso de pan, mientras que en Asia harían mucho uso de arroz en lugar de pan.

ChatGPT me recomendó que hiciera unos sándwiches de queso y huevos revueltos, así que eso hice. Primera vez en mi vida que preparaba huevos revueltos. Las niñas contaban conmigo para su almuerzo, así que intenté hacerlo lo mejor posible.

Preparando el almuerzo de las niñas

Tardé más o menos una hora. A las 14:15 llamé a las niñas a la mesa.

La mesa servida
La más peque probando mis sándwiches

Al final apenas llegaron a comer uno o dos triángulos de los ocho que había hecho. Quiero creer que esto es porque estaban enfermas y sin hambre, y no porque no les haya gustado. Yo los probé —me comí dos triángulos— y no estaban tan mal.

A las 15:00 me senté un rato en el sofá con Gyða. Las otras dos no sé dónde estaban; creo que Drifa estaba en su cuarto e Íris estaba con el padre. Alrededor de esta hora fue cuando Freyja regresó del trabajo.

Gyða jugando con el móvil

A las 17:00 las tres niñas se pusieron a ver Onward en Disney Plus. Eligieron verla en islandés, dado que de las tres lenguas que más o menos saben, es con la que por lejos se sienten más cómodas (es la que usan el 90% del tiempo, mismo cuando su madre les habla en alemán).

A las 18:30 arranqué a leer un nuevo libro. Esta vez me tocaba no ficción, así que elegí Teach Your Own: The John Holt Book Of Homeschooling.

En la actualidad, más de un millón y medio de niños reciben clases en casa de sus propios padres. En esta edición ampliada del libro que ayudó a lanzar todo el movimiento, Pat Farenga ha destilado la comprensión atemporal de John Holt de las formas en que los niños llegan a entender el mundo y ha añadido consejos legales, financieros y logísticos actualizados. Ningún padre que se plantee la educación en casa debería prescindir de esta referencia única y sabia.

En lugar de proponer que los padres conviertan sus hogares en escuelas en miniatura, Holt y Farenga demuestran cómo los padres corrientes pueden ayudar a los niños a crecer como aprendices sociales y activos. Los capítulos sobre la vida con niños, el «juego serio», los niños y el trabajo, y las dificultades de aprendizaje fascinarán y animarán a los padres y les ayudarán a disfrutar de cada día de «educación en casa». La cálida comprensión de John Holt hacia los niños y su apasionada creencia en la capacidad de aprendizaje de cada niño han convertido este libro en la biblia de las familias que educan en casa en todo el mundo.

Goodreads

John Holt es mi ídolo. No solo es uno de los principales propulsores del movimiento de homeschooling (educación en la casa), sino que fue el inventor del concepto de unschooling (en español, desescolarización).

La desescolarización es un término que designa un método educativo y una filosofía que promueve la libertad de los niños de elegir lo que quieren aprender. Los estudiantes aprenden durante las actividades cotidianas como el juego, tareas del hogar, intereses y curiosidad personales, trabajo y contratos de aprendizaje, viajes, libros, clases particulares, familia, mentores e interacción social. Quienes desescolarizan exploran actividades iniciadas por los niños, pues creen que cuanto más individual es el aprendizaje, tanto mayor es su importancia, grado de asimilación y utilidad para el niño. Si bien es compatible con la asistencia a cursos, la desescolarización cuestiona la utilidad del currículo estándar, las calificaciones y otras medidas tradicionales para educar a niños que son diferentes.

El término «desescolarización» (deschooling o unschooling en inglés) fue acuñado en los años 70 y usado por el educador John Holt, quien es considerado como el «padre de la desescolarización».

Wikipedia

John Caldwell Holt (14 de abril de 1923 – 14 de septiembre de 1985) fue un educador y escritor estadounidense, reconocido por sus propuestas de Educación en el Hogar y pionero en la teoría de los derechos de los jóvenes.

[…]

Según Holt, nadie comienza la vida siendo un estúpido. Sólo hay que observar a los bebés y a los niños y pensar seriamente sobre todo lo que hacen y aprenden, para notar que, con excepción de los seriamente retardados, muestran una forma de vida y una habilidad y deseo de aprender que bien podríamos llamar genial en una persona mayor.

Pero, ¿qué es lo que pasa con esta extraordinaria capacidad de aprendizaje y comprensión intelectual cuando vamos creciendo? Lo que pasa es que esto se destruye, más que nada debido al proceso mal llamado educación, que se desarrolla en la mayoría de los hogares y escuelas. Nosotros, los adultos, destruimos la mayor parte de la capacidad intelectual y creativa de los niños por las cosas que les hacemos y obligamos a hacer. Sobre todo destruimos esta capacidad al hacerlos miedosos, temerosos de no hacer lo que otras personas desean, de no agradar, de cometer errores o de estar equivocados. Les infundimos miedo para arriesgarse, miedo para experimentar, para probar las cosas difíciles, miedo a lo desconocido. En lugar de aminorar sus temores los acrecentamos, a menudo de forma monstruosa. Encontramos ideal la clase de ‘buenos’ niños que nos tienen el suficiente miedo para hacer lo que queremos, sin hacernos sentir que lo hacen debido al miedo que les imponemos. Los animamos a sentir que el principal objeto de todo lo que hagan en la escuela es nada más conseguir una buena clasificación en un examen, o impresionar a alguien con lo que ellos aparentan saber. No solamente matamos su curiosidad sino el sentimiento de que es una cosa buena y admirable el ser curioso, para que así, a la edad de diez años, la mayoría de ellos no hagan preguntas y muestren desdén hacia los pocos que así lo hacen.

Sus primeros libros «Cómo los niños fracasan» (1964) y «Cómo aprenden los niños» (1967), han vendido más de un millón y medio de copias y han sido traducidos a catorce idiomas. Holt relata en estos libros, que las escuelas fomentan la competencia y la ansiedad, que los niños fracasan en ellas porque sienten miedo a ser humillados o castigados. Así que buscó métodos alternativos, cómo suprimir exámenes, para que los alumnos pudiesen concentrarse en el aprendizaje y no en el temor a los profesores y las notas. Esa iniciativa le sirvió entre otras cosas para que lo expulsaran de un colegio. Para Holt la escuela era una imposición dogmática que no tenía en cuenta los principios básicos de la educación: libertad y comunicación.

Wikipedia

Hasta ahora he leído dos libros de Holt: How Children Learn (1967) y Escape from Childhood (1974). Ahora estoy leyendo Teach Your Own (1981) y tengo ganas de leer también How Children Fail (1964).

A las 20:00 me fui a acostar en la cama, leyendo en la Kindle mientras Kisa se me acomodaba encima.

Gato y libro en la cama, ¿qué más se puede pedir?

Kisa durmió conmigo en mis piernas, al igual que solía hacer Samy, la gata que adoptó mi familia francesa. Me pregunto qué será de ella ahora. Era muy bonita y pequeñita.

Kisa posicionándose en mis piernas

Miércoles 29 de enero

A las 7:30 apagué la primera alarma, y recién a las 9:00 conseguí levantarme. Una hora antes que la jornada anterior, con lo cual lo consideraré un ligero progreso.

Esta vez era el padre de las niñas quien había ido a trabajar, y la madre quien se había quedado en casa. Freyja también estaba algo enferma. Las niñas seguían igual, así que también faltaron a la escuela.

Me contó Freyja que los islandeses son bastante relajados y no te piden mostrar ningún certificado o justificativo ni en el trabajo ni en la escuela. Con avisar que estás enfermo y que te tomarás el día es suficiente.

Decidí arrancar la jornada paseando a Loki.

Foto tomada a las 9:10. Todavía no había amanecido. Notar la forma de las casas y las ventanas que tienen, permitiendo ver el interior desde afuera.

Dado que el día anterior había caminado hasta el jardín de Gyða, esta vez me tocaba ir a conocer la escuela de sus hermanas, Varmárskóli.

En el trayecto pasé por otra escuela llamada Kvíslarskóli. Por lo que llegué a ver parecería que Kvíslarskóli es la escuela secundaria del barrio mientras que Varmárskóli es la primaria.

Kvíslarskóli (I)
Kvíslarskóli (II)
Varmárskóli (I)
Varmárskóli (II)
Varmárskóli (III)

Como siempre, las constantes que se repiten una y otra vez cada vez que visito una escuela islandesa son el terreno abierto y la gran cantidad de ventanas sin cortinas que permiten ver el exterior desde el interior y el interior desde el exterior. Me encanta.

Una vez que llegué hasta allá empecé a volver por el mismo camino que había venido, el cual por cierto era también el camino que transitaba Drifa todos los días para volver sola desde su colegio hasta su casa.

Este es el paisaje que Drifa ve todos los días mientras vuelve caminando a su casa. Nada mal, ¿eh?
Otra foto del paisaje. La casa de Drifa es una de las que se ven entre el arroyo y las montañas.

A las 10:00 volví a casa y desayuné mientras leía el libro de Holt.

Desayunando y leyendo

A diferencia de la jornada anterior, las niñas esta vez no se la pasaron todo el tiempo sentadas en el sofá. Varias veces las vi deambulando por la casa, luciendo aburridas, seguramente pensando en qué hacer para entretenerse.

Esto es lo que hace una niña de 5 años cuando la dejas en una casa sin una actividad específica para hacer

A las 11:30 les mostré a las niñas mis stickers de Hello Kitty, Pokémon, Doraemon, etc. Les dije que podían elegir algunos que les gustaran para quedarse.

Las niñas inspeccionando mis stickers y demás cosas que compré en Japón

A las 12:00 finalmente logré algo que llevaba un rato intentando: que las niñas cogieran algunos juegos de todos los que tienen y jugaran, tanto entre ellas como conmigo.

Jugando con Drifa al 4 en Línea

Después de almorzar unas gachas que había cocinado Freyja, la mamá de las niñas me dio las llaves de su coche, su tarjeta de débito y una lista de compras, y me pidió que fuese al supermercado por ella. También me dijo que pasase por la estación de servicio dado que el coche tenía poco combustible.

A las 13:30 salí con el coche y a los veinte minutos llegué a Krónan.

Krónan y lista de compras que me dio Freyja

Tenía que comprar pan, mermelada, muesli, cereales, bananas, uvas, café y leche. En total me costó todo alrededor de 7000 kr (~50€). Bueno, digo «me costó» pero como usé la tarjeta de Freyja en realidad no me costó nada.

Lo que Freyja me pidió que comprara

A las 14:30 cargué 15 litros de combustible en la gasolinera, lo cual costó 5000 kr (~35€).

Después de volver a casa y poner todas las cosas que había comprado en sus respectivos sitios, me preparé unos cereales y continué leyendo mi libro un poco más.

Libro y cereales

A las 18:00, mientras estaba en mi cuarto descansando, de repente apareció Gyða con una bicicleta. Enseguida dejó su bicicleta y se vino a la cama conmigo. Yo le puse unos juegos en mi ordenador y ella se puso a jugar un rato, mientras yo la ayudaba y le decía lo que tenía que hacer y los botones que tenía que presionar.

Gyða en mi cama jugando con el ordenador

A las 19:00 me vino a buscar Drifa al cuarto, dado que estaba la cena lista. Una vez más se trataba de algo simple que había preparado Freyja para todos: unos fideos con queso.

Cuando terminamos de comer ayudé a despejar la mesa y a poner los platos y cubiertos sucios en el lavavajillas. También me ofrecí a sacar a pasear Loki.

El paseo de la noche de Loki normalmente lo hace Stefán, mientras que yo solo hago el de la mañana. Pero como Stefán estaba enfermo, le dije que lo haría yo por él.

A las 20:00 regresé del paseo y me fui a tirar en la cama un rato más, con Kisa.

En la cama con Kisa

Al rato me puse a ver Moana 2.

Viendo Moana 2 mientras Kisa dormía a mi lado

Ame,
Kato