Kara Ema:
El lunes me tocó conducir nuevamente la misma hora estresante de la otra vez, dado que la tenía que llevar a Svala a su casa.
Al igual que el viernes, salí primero con Freyja a las 6:00 pasadas, cuando llegamos a su trabajo me volví a la casa con el coche, y luego a las 7:00 salí con Svala.
Lo bueno es que como había estado lloviendo, esta vez no había nada de nieve en la carretera, con lo cual iba a ser un poco menos duro. Si bien no hubo nevadas, sí hubo momentos de fuertes vientos y lluvias durante partes del camino. Eso sumado a la baja visibilidad por neblina y oscuridad me mantuvo en alerta máxima y con picos de pulsaciones.
A las 8:00 pasadas dejé a Svala en su casa. No volví a arrancar el coche hasta las 8:30, primero porque necesitaba un descanso para normalizar las pulsaciones, y segundo porque quería que se hiciera un poco más de día para tener mejor visibilidad y conducir más tranquilo.
Tras veinte minutos de andar en coche, aparqué frente a un Bónus en Hveragerði. Era la cuarta vez que visitaba este pueblo. El supermercado recién abría a las 10:00, pero la panadería que estaba al lado ya estaba abierta, así que decidí ir pedirme algo allí y sentarme un rato.



A las 10:40 volví al coche y emprendí la marcha de regreso a Mosfellsbær. Esta vez no necesitaba esperar hasta la tarde dado que Svala se quedaría con la madre.
A las 11:30 llegué a la casa.
A eso de las 14:00 llegó Drifa de la escuela. Aprovechando que no había nadie más en la casa más que nosotros dos, fuimos a su habitación, cerramos la puerta, nos tiramos en la cama e hicimos algo que los padres de la niña no pueden enterarse ya que no la dejan: jugar con el teléfono. La dejé instalar los juegos que quisiera en mi teléfono y le dije que tenía media hora para jugar.
La media hora terminó convirtiéndose en 40 minutos, lo cual nos dejó solo 5 minutos para prepararnos para salir a buscar a Freyja a su trabajo, dado que ella salía a las 15:00 y para llegar allí con el coche tardaríamos 15 minutos.
Drifa se sentó en el asiento delantero y me dijo que quería escuchar música, así que conecté mi teléfono al coche por Bluetooth y se lo pasé para que ella hiciese de DJ mientras yo conducía. Normalmente no me gusta escuchar música mientras manejo porque necesito estar muy concentrado en la carretera, pero esta vez decidí hacer una excepción dado que el trayecto hacia el trabajo de Freyja era corto y fácil, a diferencia del trayecto hacia lo de Svala.

A las 15:00 llegamos al trabajo de Freyja. Freyja se sentó en el asiento del conductor, yo al lado de ella y Drifa se pasó a atrás.
Antes de volver a la casa pasamos por el jardín de Gyða para recogerla. También recogimos a una amiga y compañera de clase de Gyða, llamada Lilja, a quien llevamos con nosotros a la casa hasta que su padre la pasó a buscar un rato después.
Cuando llegamos a casa Gyða, Lilja y yo nos pusimos a jugar juntos.


A las 17:30 llegaron dos amigas de Freyja, para celebrar juntas el cumpleaños de una de ellas. Me invitaron a participar de la mesa, donde estaban charlando mientras tomaban café y comían queso, por alguna razón.

Más tarde, cuando ya todos los invitados se habían ido, Gyða me fue a buscar a mi habitación para jugar. Me encanta cuando hace eso, y lo hace todos los días—las otras dos más grandes no me buscan tanto ya que hacen otras cosas como jugar con los Legos, hacer la tarea (que tienen muy poca pero tienen), repasar las tablas de multiplicación.
Como siempre enseguida me pidió jugar con el ordenador, pero como sé que a la madre no le gusta que esté con pantallas, y además que una vez que la dejo luego es muy difícil que lo suelte, conseguí redirigir su atención hacia otra actividad que no involucrara una pantalla sino papel y bolígrafo.

El martes a las 9:30 desayuné.

Aproveché que no había nadie en la casa para pasar la aspiradora y limpiar un poco.
A las 13:00 pasadas me fui a pasear a Loki. Tomé un camino nuevo por donde nunca había ido antes, el cual me llevó a un parque infantil, un puente, y desembocó en la escuela de las niñas.



Pasé frente a la escuela a 14:00 en punto, horario en que muchos de los niños estaban saliendo y yendo a la parada a tomarse el autobús para ir a su casa. Había tantos niños cuando pasé por ahí que me costaba caminar entre ellos con la perra. Algunos me miraron pero ninguno me saludó.
A las 19:00 Gyða me fue a buscar a mi cuarto para avisarme que la cena estaba lista: Freyja había preparado salchichas en pan para las niñas, para ella y para mí.
Después de cenar jugué un rato con Gyða a un juego de cartas especiales. Mientras jugábamos aparecieron sus dos hermanas mayores, así que arrancamos una nueva partida para que se pudiesen sumar también ellas.


A las 20:00 las niñas subieron a la planta superior dado que era su hora de dormir. Al cabo de unos minutos volvieron a bajar Íris y Gyða en su pijama (camiseta y bragas) para venir a molestarme a mi cuarto. Una cosa que les encanta hacer para embromarme es entrar rápido al cuarto, coger algo como mi teléfono, mis peluches o el mando de la luz y salir corriendo para que yo las tenga que perseguir y recuperar lo que me quitaron.


El miércoles me tocó hacer de niñero, es decir, tener a las dos niñas más grandes en casa mientras los padres iban a trabajar. No es que necesiten realmente un niñero, ya que si son capaces de ir a la escuela solas también lo serían de quedarse solas por unas horas en la casa.
Resulta que este día no tenían escuela dado que su colegio estaría haciendo reuniones de padres con los profesores y los alumnos. A eso de las 11:00 vino Freyja de su trabajo, las recogió a las dos niñas, se las llevó a la escuela para la reunión, y luego las dejó de vuelta en la casa al mediodía y se volvió a su trabajo.
A las 8:30 saqué a pasear a Loki. A propósito me levanté temprano y saqué a la perra temprano para luego llegar a la casa y aprovechar el tiempo que tenía solo con las niñas.
Cuando volví a la casa las niñas estaban sentadas en la mesa del salón jugando al Mikado (palitos chinos). Me pidieron sumarme así que me quite todo el abrigo que tenía encima y me fui a sentar con ellas.

A las 9:00 Stefán se llevó a Gyða al jardín y se fue al trabajo. Ahora sí oficialmente había quedado solo con Drifa e Íris.
Al parecer ellas no habían desayunado todavía, y yo tampoco, así que eso fue lo primero que hicimos. Nos servimos un bol de yogur y cereales cada uno.

A las 12:30 almorzamos una sopa de fideos que preparé yo (de esas instantáneas que solo hace falta añadir agua caliente). Los fideos venían con formas de letras, lo cual me hizo recordar a mi propia infancia tomando este tipo de sopas. Me resultó tierno ver a las niñas pescando la letra que correspondía a la inicial de sus respectivos nombres.

Seguramente te estarás preguntando qué hicimos entre que desayunamos y almorzamos. Primero las dejé jugar un rato con mi teléfono en el sofá del salón, y luego nos pusimos a baka smákökur (hornear galletas). El almuerzo fue básicamente una pausa de diez minutos que hicimos; tan pronto como terminamos de comer continuamos cocinando.

También hicimos pausas para tomar una leche chocolatada, y para bailar vídeos de Just Dance en YouTube.



A las 14:30 Íris tenía clase en la escuela de música, y no quería ir sola así que su hermana se ofreció acompañarla. A las 14:00 se fueron las dos solas de la casa a tomar el autobús para ir a la clase de música, donde Íris toca la flauta dulce.
Aproveché que se habían ido las niñas para limpiar un poco la cocina y para arreglar la mezcla de las galletas, que había quedado bastante seca dado que le habíamos metido mucha harina y solo un huevo (sin embargo eran las cantidades que decía el vídeo que encontré en YouTube). Por suerte conseguí arreglarla simplemente añadiendo un poco de leche.
Pasé la mezcla a un papel de cocina y la aplané, dejándola lista para darles forma a las galletas con las niñas cuando volvieran más tarde.

A las 16:00 las tres niñas ya estaban de regreso en casa, y Freyja también. Nos pusimos a hacer las galletas con la mezcla y con los moldes.





A las 17:00 puse las galletas en el horno. No tomé una foto del producto terminado, pero debo decir que quedaron muy bien y logramos hacer un montón. Me alegra porque fue bastante trabajoso: fuimos tres personas (cuatro cuando se sumó Gyða a la tarde) y habíamos estado más o menos desde las 12:00 hasta las 17:00 trabajando en la cocina (descontando las pausas que hicimos en el medio).
Las niñas obviamente quisieron probarlas tan pronto como las saqué del horno, pero también me dijeron que querían hacerles un glaseado, así que antes de que desaparecieran decidí meter todas las galletas en un contenedor de plástico y llevármelas a mi cuarto para ser guardadas dentro de mi maleta bajo código numérico.
Con las termitas humanas adictas al azúcar que hay en esta casa, aquella era la única forma de asegurarme de que las galletas sobrevivirían al siguiente día. No pudimos hacer el glaseado este día dado que no teníamos los ingredientes, y además ya habíamos tenido suficiente de cocina por una sola jornada.
A las 17:30 me puse a jugar al dominó con Gyða.

Entre las 19:30 y las 20:30 —o por ahí; no estaba viendo la hora y no tengo fotos así que no sé los tiempos exactos— fue mi momento favorito de la jornada, dado que las tres niñas habían venido a visitarme al cuarto y nos la pasamos en mi cama haciendo cosas prohibidas como jugar con el teléfono, hasta que finalmente las llamaron para ir a dormir.
Ame,
Kato
👨🍳