Probando pastas polacas

Kara Ema:

El lunes a las 11:00 salí del hotel y caminé por la franja verde hacia el río Vístula.

Paseo ribereño y río Vístula
Smok Wawelski (Dragón de Wawel)

El Dragón de Wawel (en polaco: Smok Wawelski), también conocido como Dragón de la Colina de Wawel, es un famoso dragón de la leyenda polaca.

Según el relato más antiguo (siglo XIII), un dragón (holophagos, «el que traga entero») asolaba la capital de Cracovia, fundada por el legendario rey Krak. El monstruo devorador de hombres era apaciguado con una ración semanal de ganado, hasta que finalmente fue derrotado por los hijos del rey utilizando vacas señuelo rellenas de azufre. […]

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Pomnik psa Dżoka (Monumento a Dżok)

Dżok («Jock») fue un perro mestizo negro que fue visto esperando en vano durante todo un año (1990-1991) en la rotonda Rondo Grunwaldzkie en Cracovia, Polonia, para que su dueño, quien había fallecido allí, regresara por él. Un monumento a Dżok se encuentra en el bulevar Czerwieński, a orillas del río Vístula en Cracovia, cerca del Castillo de Wawel y el Puente de Grunwald.

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A las 11:30 me paseé por el patio de Zamek Królewski na Wawelu (el castillo de Wawel). La entrada al castillo en sí costaba dinero, pero el acceso a los terrenos era gratuito.

El castillo de Wawel está situado en Cracovia, Polonia. Fue construido a instancias de Casimiro III el Grande, quien reinó entre 1333 y 1370, y consta de varias estructuras situadas alrededor de un patio central. […] El castillo de Wawel y la colina Wawel constituyen el lugar histórico y cultural más importante de Polonia. Durante siglos fue la residencia de los reyes de Polonia y símbolo del estado polaco.

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Castillo de Wawel (I)
Castillo de Wawel (II)
Castillo de Wawel (III)

De ahí me fui a la calle Kanonicza, y luego a Grodzka.

Kanonicza
Kościół św. Andrzeja w Krakowie (Iglesia de San Andrés de Cracovia)
Grodzka

A las 12:00 entré a almorzar a un local sobre la calle Grodzka, llamado Bar mleczny «Pod Temidą» (Bar de leche «Bajo Temida»).

El bar mleczny (en polaco significa «bar de leche») es un tipo de restaurante de Polonia donde se sirven menús y comidas a precios económicos.

Fundados a finales del siglo XIX, su expansión por todo el país llegó en tiempos de la República Popular de Polonia, cuando las autoridades socialistas abrieron restaurantes de este tipo para los obreros sin cantina en sus puestos de trabajo. Debe su nombre al hecho de que se utilizan productos lácteos y verduras en el menú, si bien hoy se sirven platos de la cocina polaca tradicional.

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Me pedí un plato llamado kluski leniwe z masłem (kluski leniwe con mantequilla), una especie de ñoquis polacos.

Los kluski leniwe («albóndigas perezosas») […] se elaboran con queso fresco (twaróg), harina y huevos, y a menudo se endulzan con azúcar. Son planos y se cortan en diagonal en forma de rombo […]. Casi siempre se comen con una guarnición muy sencilla, normalmente dulce (sólo azúcar, nata y azúcar, azúcar y canela, etc.), pero también hay recetas saladas (mantequilla, pan rallado, etc.).

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Kluski leniwe (25 zł; 6€).

Después de comer continué mi paseo por la franje verde alrededor del casco histórico. Cuando terminé de transitarla toda, me metí al centro y caminé un poco por lugares por donde aún no había pasado.

Paseo por el centro (I)
Paseo por el centro (II)
Paseo por el centro (III)
Mercado en MNK Sukiennice
Wieża ratuszowa w Krakowie (Torre del Ayuntamiento de Cracovia)

Cerca de las 13:00 volví al hotel a descansar un rato y seguir leyendo mi libro.

El capítulo 5 de Sex without Shame (Sex Dysfunction in Childhood; Disfunción sexual en la infancia) describe varios casos de niños que tuvieron que ir a terapia sexual debido a las actitudes indiferentes o negativas de sus padres con respecto al sexo. Por ejemplo el caso de David:

David era el menor de cinco hermanos nacidos de padres estables e inteligentes, ambos licenciados universitarios. […] asistían a la iglesia con regularidad y enseñaron a sus hijos responsabilidad, paciencia y buenos hábitos de trabajo.

[…] A los tres años [David] disfrutaba frotándose y tirándose del pene sentado en el retrete. Su madre lo observó y se apresuró a subirle la cremallera. Después se aseguró de que tuviera un libro o un juguete con el que entretenerse mientras estaba sentado. Tenía cuidado de no dejarlo allí demasiado tiempo. Un año más tarde, David observó que un perro montaba a otro y corrió a preguntar a su padre qué hacían. El padre lanzó un palo y gritó para que los perros huyeran. A los cinco años, la educación sexual de David consistía en los comentarios de su profesor de la escuela dominical sobre ciertas historias de la Biblia. Sabía que los adultos se enfadaban si abría las puertas sin llamar, pero lo máximo que había presenciado era a su madre en sujetador y bragas.

[…] A los siete años, David contó un chiste que había oído en el colegio sobre un niño que se bañaba con su madre. La misma historia que había provocado las carcajadas de sus compañeros fue recibida con un silencio sepulcral en casa. Su madre le dijo que no era un buen chiste y que no volviera a contarlo. Poco antes de este incidente, David había vuelto a jugar con su pene, esta vez ocultándolo cuidadosamente bajo las sábanas por la noche. Tras el fiasco de la broma, dejó de darse placer y se preguntó si los pensamientos sucios le habían vuelto malo, como su hermano favorito que nunca había vuelto a casa. Abrumado por sentimientos de culpa e inutilidad, David pasaba largas horas solo y mostraba un comportamiento desconcertante. Descuidaba sus tareas y le reprendían; se olvidaba de llevar un lápiz a la escuela hasta que su profesor le enviaba una nota a casa. Aunque había sido un alumno excelente, las letras y las sílabas parecían mezclarse sin remedio y empezó a fracasar en la lectura. Todos los remedios fueron ineficaces. Los padres de David estaban frustrados, enfadados y preocupados.

Finalmente, David fue llevado a tratamiento psiquiátrico. Durante los primeros meses de terapia, jugó desganado y se mantuvo distante. Llenaba un cubo de arena y lo tiraba una y otra vez. Le preocupaba ensuciarse las manos e iba a menudo al baño. […] Un día hablamos de cómo nacen los bebés. David estaba callado y se hurgaba la oreja. De repente preguntó si los bebés morían por «cosas sucias». A pesar de que le tranquilicé, se negó a entrar en detalles. […] En silencio, modelé un gran pene rojo de plastilina en un muñeco. Lo miró fijamente durante unos instantes. De repente, voló hacia el muñeco y rompió el pene con el puño. «Ya sé lo que es», gritó. En las semanas siguientes, construyó y demolió más órganos. Le pregunté si alguna vez había querido hacérselo a sí mismo. Siguió un torrente de palabras intercaladas con lágrimas. Su pene estaba «sucio, podrido, malo y apesta». Esto se debía a que había jugado consigo mismo aun sabiendo que era malo. Dijo: «Si hicieras eso, Dios te odiaría y te echaría de tu casa».

Los padres de David se quedaron atónitos. Nunca habían castigado a David ni le habían dicho que el sexo era malo. Afortunadamente, lo entendieron y tranquilizaron a David diciéndole que no era malo y que no le echarían. Su padre le dio permiso para masturbarse relatándole sus propios placeres y preocupaciones tempranas. David volvió a leer con fluidez y se acordó de llevar lápices a clase.

Como David tenía poca información o experiencia positiva, malinterpretó gravemente los acontecimientos. Avergonzado y abatido, intentó negar todo sentimiento erótico, dedicándose únicamente a actividades limpias y respetables. Todo esto era demasiado para David, por lo que se volvió sintomático. Si David hubiera tenido seguridad, estímulo y permiso para participar en juegos sexuales, la terapia habría sido innecesaria.

Sex Dysfunction in Childhood, Sex without Shame

A las 16:00 volví a salir. Me corté el pelo. La última vez que me lo había cortado fue en diciembre en Bangkok. Allí me había costado US$3, mientras que aquí me costó ocho veces más: 100 zł (24€).

Al lado de la peluquería había un local de pierogi llamado Przystanek Pierogarnia. Me compré una caja degustación donde venían 10 pierogi de distintos gustos (carne de cerdo, patatas y queso cottage, bacon y patatas, etc.).

Pierogi es el nombre de uno de los platos más típicos de la cocina polaca. Consiste en pasta rellena de diferentes tipos y variedades de vegetal (posee alguna similitud con los ravioli). Pierogi es la denominación en plural de este plato (en polaco pieróg).

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Se los considera pastas rellenas pero visualmente tienen un aspecto muy similar al de una miniempanada.

Me costaron 29 zł (7€). Me las pedí para llevar y me las comí en el hotel, aprovechando que mi hotel quedaba a solo una cuadra.

Caja de los 10 pierogi que pedí

Después de cenar los pierogi me puse a leer otro capítulo más de Sex without Shame: Other Countries, Other Styles (Otros países, otros estilos).

Cuando te das cuenta de que dos países (o dos culturas/sociedades/comunidades) tienen ideas y actitudes muy diferentes con respecto a ciertas cosas, es cuando la burbuja etnocentrista en la que estabas encerrado se empieza a desvanecer y te permite ver que la moralidad absoluta no existe, y que los valores morales no son más que un producto de la cultura y la historia de cada sociedad. Por eso me gusta tanto leer etnografías y aprender sobre grupos étnicos muy diferentes de la sociedad occidental contemporánea. Te abren la cabeza.

¿Qué les ocurre a los niños cuando se les permite la libertad sexual? En algunas sociedades de Oceanía y África, los niños pequeños exploran el cuerpo de los demás, a veces inician el coito a los cuatro años y se les calma frotándoles los genitales. Los niños nunca necesitan que se les hable de sexo, ya que tienen muchas oportunidades de observar a los adultos. El crecimiento sexual es un continuo suave que depende en su mayor parte del tamaño, la agresividad y la función glandular. Las culturas liberales, como la Mangaia polinesia, dan perspectiva a nuestras propias técnicas de crianza. En Mangaia, prácticamente el cien por cien de las mujeres alcanzan el orgasmo. En marcado contraste, en la pequeña isla irlandesa de Inis Beag, el clímax femenino se desconoce o se considera anormal.

Inis Beag es una pequeña isla irlandesa investigada por John C. Messenger. Es la comunidad más eróticamente estéril jamás descrita por los antropólogos. […] la gente es católica devota. […] Nunca se habla de sexo en casa y los isleños son monumentalmente ingenuos e inexpertos. […] es la perfección de la moral cristiana. Todo erotismo es sistemáticamente constreñido desde una edad temprana. No sólo se desconocen las relaciones prematrimoniales y es raro el adulterio, sino que la unidad matrimonial es extremadamente estable. El coste es elevado.

[…] Mangaia es una isla de vegetación exuberante, escasos ingresos y muchos niños. Los bebés son personas especiales, acunados y mimados por todos los miembros de la familia. Los genitales desnudos se estimulan de forma lúdica o casual, y la manipulación lingual del diminuto pene es habitual. Las niñas se cubren los genitales a los cuatro o cinco años, pero los niños pueden permanecer desnudos hasta la pubertad. La intimidad es desconocida, ya que cada choza contiene de cinco a dieciséis miembros de la familia de todas las edades. Las hijas adolescentes suelen recibir a sus amantes por la noche y los padres «chocan» entre sí, de modo que los niños pequeños pueden despertarse con el sonido de las bofetadas de los genitales húmedos. Aunque los adultos rara vez hablan de sexo con los niños, son frecuentes las insinuaciones e ingenios eróticos.

[…] Los niños aprenden sobre sexo primero entre ellos. […] Las niñas aprenden también de las mujeres mayores, que les enseñan contándoles historias y con instrucciones prácticas directas. En la pubertad, los varones mayores enseñan a los niños. […] Antes de los veinte años, los chicos han copulado con diez o más chicas, y a los dieciocho tienen una media de tres orgasmos por noche. Las chicas sienten un aumento del apetito erótico hacia la época de su primera menstruación, y pronto se vuelven orgásmicas. […] El placer sexual es una de las principales preocupaciones tanto de los chicos como de las chicas.

[…] En Mangaia, los niños son testigos habituales de la desnudez de los adultos y de las relaciones sexuales de sus padres. En nuestra sociedad, estas experiencias constituyen «traumas», que contribuyen a la neurosis. Aquí, la desnudez se desaconseja por ser sobreestimulante y producir culpa. El coito de los padres se malinterpreta como «papá le está pegando a mamá». Los niños reaccionan con ansiedad y rabia.

[…] La comodidad de ver, tocar y oler el cuerpo desnudo es un requisito previo para una respuesta erótica total. En Mangaia los niños nunca tienen la oportunidad de sentirse incómodos. El resultado es una aceptación sin reservas de todos los cuerpos como innatamente buenos. Los niños y los adultos son más receptivos y menos críticos.

[…] En nuestro país, la mayoría de los niños son criados por adultos siempre vestidos que cierran la puerta del baño. La carne cruda, como el sexo crudo, es peligrosa: los niños muy pequeños pueden corretear desnudos por la casa simplemente porque se les considera asexuales y no demasiado listos. En cuanto se vuelven más perceptivos, surgen las prohibiciones, se cierran las braguetas y se suben las bragas en público. Llevar demasiado poco, o el atuendo incorrecto, provoca vergüenza y miedo al ridículo.

Other Countries, Other Styles, Sex without Shame

Continué leyendo hasta la noche.

Ame,
Kato