Kara Ema:
Frase del día en tailandés
ตาของเธอโตโต ปากเล็กเล็ก
Sus ojos son muy grandes, su boca es muy pequeña.
ตา | taa | ojo(s) |
ของ | khǎawng | de (posesivo) |
เธอ | thooe | ella |
โตโต | too-too | grande grande (énfasis) |
ปาก | pàak | boca |
เล็กเล็ก | lék-lék | pequeño pequeño (énfasis) |
La repetición de adjetivos en tailandés es común en lenguaje coloquial y denota énfasis. Por ejemplo, lék significa «pequeño» mientras que lék-lék podría traducirse como «muy pequeño».
Otras cosas a notar en esta oración en tailandés es que el verbo (ser) está implícito, y que no hay signos de puntuación. Las dos partes que en español se separan con una coma, en tailandés lo hacen con un espacio, y al final de la oración no se pone punto para terminarla. Además, todas las palabras van pegadas unas a otras, sin espacios entre ellas.
Entre el lunes y el viernes de esta semana caminé un promedio de 6 kilómetros por día. El sábado caminé 32 kilómetros, es decir más de lo que había caminado en toda la semana laboral entera.
Arranqué la jornada a las 7:30, tomando un songthaew por ฿10 para ir a tomarme el MRT.
A las 8:45 me bajé en Kamphaeng Phet, la estación que daba acceso al mercado de Chatuchak, el más grande de Bangkok y de Tailandia. Había pasado por este mercado varias veces, pero nunca me había detenido a pasearme por él.
El mercado Chatuchak (también conocido como Jatujak o simplemente JJ’s Market, en idioma tailandés: ตลาดนัดจตุจักร), ubicado en el norte de Bangkok, es un mercado de fin de semana, el más grande de Tailandia y uno de los más extensos del mundo. Ocupa una extensión de 140.000m², tiene entre 8.000 y 15.000 puestos, y entre sábado y domingo suele ser visitado diariamente por cerca de 200.000 personas.
Abierto desde 1983, el mercado Chatuchak tiene 27 secciones divididas en frutas y verduras frescas, flores y plantas de jardín, antigüedades, juguetes, libros, artesanías, vajilla, mobiliario y decoración, indumentaria y accesorios, piezas de cerámica, obras de arte, y mascotas, aunque también se puede encontrar toda clase de artículos en toda la extensión del mercado. También dispone de una extensa y variada sección de comidas y bebidas.
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Como todavía era temprano, no había mucha gente y varios de los puestos aún estaban cerrados.


Decidí finalmente comprarme los pantalones de elefantes clásicos de Tailandia (y de Laos), que tanto se ven aquí. Hace rato que tenía ganas de comprarme unos.

Los pantalones elefante son un tipo de pantalones holgados confeccionados con un tejido ligero y estampados con motivos de elefantes. Se venden principalmente en Tailandia y el sudeste asiático, y se han asociado sobre todo con los mochileros, pero desde 2022 también han experimentado un aumento de popularidad entre los tailandeses locales.
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Lo que más me gusta de estos pantalones es que la tela es superliviana, lo que lo hace ideal para usar en un país donde hace tanto calor todo el tiempo. Lo que menos me gusta es que tiene un solo bolsillo y del lado derecho, opuesto a mi lateralidad dominante.
Tras visitar el mercado me fui a tomar el BTS; me subí en Saphan Khwai y me bajé en Phaya Thai. Desde Phaya Thai caminé unos diez minutos hasta llegar a la tríada de centros comerciales Siam Discovery, Siam Center y Siam Paragon.

Tuve que esperar unos diez minutos hasta que se hicieran las diez en punto, horario en que abrían los malls. Me acuerdo que en Japón si entrabas a un centro comercial justo a la hora en que abría, los empleados te recibían con reverencias; nada de recibimientos aquí.
Volví a visitar Loft en Siam Discovery, y descubrí unos sellos similares a los que estaba buscando, pero no me convencieron lo suficiente como para gastar ฿155 (~4€) en comprarme uno.

Estaban en coreano —algunos también en inglés—, con lo cual claramente eran sellos importados de Corea del Sur. Siento que en Corea y en Japón me habría sido mucho más fácil conseguir los sellos que quiero.
Me paseé un breve rato más por los tres centros comerciales hasta dar con una panadería estilo japonés donde me compré tres panes para servirme de almuerzo. Me costaron ฿142 (~3,7€).

Luego caminé por media hora hasta que a las 11:00 llegué al parque Lumphini. Era la segunda vez que visitaba este parque céntrico de Bangkok (la primera fue hace dos años).



Estaba bastante bien: tenía baños públicos y gratuitos, máquinas gratuitas para cargar agua potable, gimnasios al aire libre y parques infantiles. El parque infantil que vi dejaba que desear igual. Para un parque tan grande, importante y céntrico como este uno esperaría más y mejores juegos. El gimnasio al aire libre que estaba al lado tenía muchas más instalaciones que el parque infantil.
Otra cosa buena de este parque y que me sorprendió encontrar, fue una biblioteca pública.

Al entrar tuve que registrarme en un libro de visitas, al igual que pasaba en las bibliotecas en Filipinas (pero no en las bibliotecas de Europa).



A las 11:30 me fui del parque, pasando por la Torre del Reloj Chino.

Caminé durante veinte minutos más hasta llegar a Sikkha Asia Kindergarten, el jardín de infancia de mi organización amiga Sikkha Asia.

Por desgracia estaba cerrado (claro, siendo sábado), así que no lo pude visitar. Continué entonces mi caminata en dirección de Sombat.

Siguiendo las instrucciones que me había dado Google Maps, acabé en una «calle» con una vía férrea. Me sorprendió que la app me indicase pasar por allí.

Entré a Sombat por una parte por la que no había pasado nunca antes.

Incluso descubrí que el barrio tiene un centro juvenil, llamado Khlong Toei Youth Center. El mismo cuenta con pistas de baloncesto, un campo de fútbol, e incluso una piscina.


Es una pena que la piscina no esté siendo utilizada actualmente. Me pregunto por qué. Podría estar repleta de niños divirtiéndose y refrescándose un sábado caluroso como este, pero no.
A las 13:15 llegué a la biblioteca de Sikkha Asia en Sombat. Me pasé cerca de cuatro horas allí jugando con los niños.


En un momento apareció un grupo de voluntarios; la mayoría de ellos japoneses. Se quedaron un rato para ver cómo bailaban las niñas, y luego tocaron y cantaron un par de canciones antes de irse.



Varios de los niños —sobre todo la niña de la imagen anterior— se me paraban enfrente de mí y me decían khìi lǎng nòi o ùm nòi, frases en tailandés que significan respectivamente, «cárgame en la espalda» y «llévame en brazos».

A las 17:00 salí a la calle y me crucé con algunos de los niños con quienes había estado jugando antes en Sikkha.


Luego me despedí de ellos y me fui caminando hasta Sukhumvit, a tomarme el MRT de regreso a Nonthaburi.
A las 18:00 me subí al metro y una hora más tarde me bajé en Talad Bang Yai.
Antes de volver a casa decidí pasar por el mercado de Bangyai, el cual quedaba justo enfrente de Central Westgate, al otro lado de la autopista.


A las 19:30 empecé a caminar de regreso a casa. Podría haberme tomado el autobús, pero por esta vez decidí probar ir a pie. Grave error.
En Japón me encantaba hacer caminatas nocturnas porque era superplácido y pacífico. En Tailandia las caminatas —ya sea nocturnas o diurnas— son todo lo contrario a plácido y pacífico.
El problema es que los tailandeses —y esto que voy a decir en realidad vale para todo el Sudeste Asiático— no caminan, entonces las calles no están pensadas para ser caminadas: las aceras están en mal estado o son casi inexistentes, se deben tomar frecuentes desvíos (tales como atravesar pasajes alto y bajo nivel), y cada tanto debes enfrentarte a perros salvajes que se han apoderado de las aceras vacías y que amenazan con atacarte si te atreves a pasar cerca de ellos.

Si te fijas bien en esta última foto, sobre la estrecha acera de la izquierda y detrás del poste de luz puede vislumbrarse un perro. Yo no lo había visto todavía cuando tomé la foto. Me di cuenta de que estaba allí cuando él me vio a mí, se levantó y empezó a ladrarme. Allí fue cuando saqué mi paraguas.
En Tailandia no salgo nunca a la calle sin mi paraguas, el cual me sirve para tres propósitos diferentes:
- Protección contra la lluvia.
- Protección contra el sol.
- Protección contra perros salvajes.
Caminé un poco más y finalmente llegué a la autopista nuevamente.
En realidad tendría que haber sido todo derecho el trayecto, dado que el mercado de Bangyai desde donde partí quedaba al lado de la autopista y mi apartamento también queda prácticamente al lado del autopista, con lo cual en teoría solo tenía que caminar por el costado de la autopista durante unos 40-50 minutos y ya llegaría. Pero la práctica era otra cosa.
Me tuve que desviar bastante para poder atravesar el nudo de autopistas y carreteras que había justo después de Central Westgate / Bangyai Market.
Empecé a caminar por la autopista y me dije a mí mismo: «el problema de los perros ya lo superé, era solo en esa calle interna y oscura, ahora que estoy al lado de la autopista con un montón de luz y ruido de los coches pasando no creo que vaya a haber más perros». Error.
No tardé mucho en cruzarme con una jauría.

Si intentaba acercarme me ladraban y me miraban mal, con lo cual estaba claro que no me iban a dejar pasar ileso. Entonces tuve que caminar unos metros para atrás, tomar el pasadizo elevado y cruzar al otro lado de la autopista.

Continué caminando, esta vez del lado este de la autopista—el lado del jardín donde trabajaba, opuesto al lado donde estaba mi casa.

En un momento pensé en tomarme el autobús, ya que no quería saber más nada de los perros salvajes y aún no estaba dicho que no me volvería a topar con ellos. Cuando pasé por una parada me paré a esperarlo, pero el autobús pasó sin parar. Y claro: seguramente estará acostumbrado a no parar nunca en aquella parada porque literalmente estaba en el medio de la nada—no había nada ni nadie a mi alrededor, muchos menos a la noche.
Seguí caminando hasta llegar a un Lawson 108. Qué bueno, señales de vida y personas, finalmente.

Para combatir un poco el estrés, la ansiedad, el cansancio y la sed que tenía, decidí entrar a la tienda de conveniencia para comprar algo para tomar. Me compré un yogur bebible y una Fanta de litchi (฿38; ~1€).

Poco después de haber dejado atrás el Lawson, me crucé con un paso a alto nivel. Sabía que había otro más adelante a la altura de casa, con lo cual tenía la oportunidad de pasarme al lado oeste de la autopista un poco antes de lo previsto.
Intenté pensar de qué lado sería más probable encontrar perros salvajes y llegué a la conclusión de que ya era poco probable que hubiese en ninguno de los lados. Con lo cual cerré mi paraguas y me pasé al lado de casa.
Quince minutos más tarde me encontré con que la calle lindante con la acera se dividía de la autopista y empezaba a descender hacia la oscuridad y la incertidumbre. Era momento de sacar mi paraguas otra vez, solo por si acaso.

Al terminar la cuesta abajo me topé con escaleras que me llevaron otra vez arriba, a retomar la autopista. Diez minutos más tarde ya estaba en casa, sano y salvo al fin.
Llegué a casa cerca de las 21:00, con lo cual un trayecto que de no haber sido por los perros salvajes y lo poco caminable que es esta zona me habría demorado ~45 minutos, me terminó llevando el doble: una hora y media. En autobús habrían sido nada más que 10 minutos. Empiezo a apreciar mucho más el autobús ahora.
Sudeste Asiático te quiero mucho pero hay ciertas cosas que detesto de ti, y esta es una de ellas —lo de los perros y la poco caminabilidad. Aunque no estoy aquí por las pocas cosas que detesto sino por las muchas que adoro, así como cuando estuve en Japón por todo lo que me gusta de allí, ignorando lo que me disgusta.
Ame,
Kato