No te quites la ropa que hay chicas

Kara Ema:

Hay un cartel en la puerta de mi dormitorio con ciertas reglas, una de las cuales pone: «No andes sin camiseta ni pantalones, [que] hay chicas a tu alrededor. No hagas sentir incómodos a los demás.»

Reglas del hostal

El problema con esta regla es que presupone erróneamente que a las chicas no les gusta andar sin camiseta o sin pantalones como a los hombres. Una vez más la sociedad intentando pintar a las mujeres de un color distinto al de su naturaleza… Estoy seguro de que si viviésemos en una sociedad donde andar desnudo no fuese tabú —como en los bonobos y el resto de las especies—, y la mujer no tuviese que reprimir su naturaleza, veríamos igual cantidad de mujeres desnudas como de hombres.

Me acuerdo cuando yo era adolescente, que empecé a indagar en mi círculo de amigos adolescentes para ver quiénes se masturbaban. Bueno, en realidad ya sabía que los hombres lo hacían todos (de hecho un par de veces hemos hecho una sesión colectiva, y hablábamos del material que usábamos, etc.). Lo que me intrigaba entonces eran las mujeres. No me daba la cara para preguntarle a cualquiera, pero había unas cuatro o cinco chicas con quienes tenía una relación lo suficientemente cercana como para poder hacerles la pregunta sin que fuese incómodo. Sola una de ellas reconoció que lo hacía; las demás lo negaron rotundamente.

[…] Al crecer, recuerdo que me contaban mitos que se suponía que impedían que tanto hombres como mujeres se tocaran. Uno de ellos afirmaba que masturbarse hacía que creciera una cantidad obscena de vello en las manos. También aprendí que los hombres siempre querían sexo y que, como mujer, se suponía que debía ser delicada, no tener necesidades sexuales y negarme a tener relaciones sexuales con hombres que no podían controlar sus interminables deseos sexuales.

Cuando los hombres comienzan a masturbarse, a menudo se considera un rito de iniciación, algo que todos los chicos hacen, pero muchas mujeres nunca llegan a hacerlo debido al estigma que rodea la sexualidad femenina. Cuando las mujeres se masturban, a menudo se considera algo desviado, sucio y característico de una mujer promiscua. Al igual que suele haber un doble estándar en las citas y las relaciones sexuales esporádicas, también lo hay con la masturbación. […]

Caroline Martinez para The Bowdoin Orient

Me resulta verdaderamente trágico el hecho de que muchas mujeres (y chicas adolescentes) no lleguen a tener la oportunidad de experimentar libremente con su cuerpo y deseos naturales debido al estigma que la sociedad impone en el apetito sexual femenino.

Esto también se pone de manifiesto en el doble estándar que la sociedad aplica a la cupla adolescente-adulto. Si un chico adolescente sale con una mujer adulta es un «ganador» e inmediatamente obtiene todo el respeto por parte de su grupo de amigos. Mientras tanto, si una chica adolescente sale con un hombre adulto (como era habitual con las grupis de los rockeros el siglo pasado) es una «víctima». ¿Porque qué clase de adolescente querría salir con adultos teniendo a chicos de su edad con mucho menos dinero, más granos en la cara, más inmaduros y menos experimentados? Y de seguro a ningún hombre jamás se le pasó por la cabeza la imagen de una adolescente, con lo feas y pecosas que son. En el instante en que cumplen los 18 es cuando todas de repente se vuelven hermosas. Qué número tan mágico, ¿a que sí?

En fin, vine aquí para hablarte de mi jornada y no para escribir un ensayo. Así que vayamos a lo que nos concierne.


El jueves a las 14:00 salí del hotel y caminé hasta Mr. D.I.Y. Es gracioso—esta tienda ya la conocía hace rato, pero nunca entraba porque siempre pensé que era una ferretería (por su nombre, su logo y el hecho de que desde la entrada se suelen ver productos de ferretería). Recientemente se me dio por entrar y ahí fue cuando descubrí que tienen un montón de cosas interesantes y superbaratas. Si bien existe Daiso aquí en Tailandia también, Mr. D.I.Y. se siente más como Daiso que Daiso mismo (dado que tiene más variedad de cosas y en general es más barato).

Entrada a Mr. D.I.Y. en Ekkamai Power Center

Compré lo siguiente:

  • Un puntero láser con función adicional de linterna.
  • Una botella de plástico vacía con atomizador (spray).
  • Un set de tres tubos para hacer pompas de jabón.
  • Un set de seis pinceles.
  • Cuatro sets de pintura con acuarela, cada uno de los cuales incluía pinturas de varios colores, dos pinceles y una paleta.

Todo lo pagué ฿293 (7,8€). La verdad, bastante barato para todo lo que me llevé.

En Ekkamai Power Center también había un Big C, a donde entré y compré un par de cosas más:

  • Un set de varios de esos pocillos descartables que normalmente se usan para poner condimentos, pero que yo voy a usar para poner agua para las acuarelas.
  • Dos barras de Snickers grandes, una de las cuales desapareció tan pronto como salí a la calle.

Todo lo pagué ฿86 (2,3€). Seguí caminando y entré a una última tienda: B2S, una librería-papelería. Allí compré una sola cosa:

  • Dos papeles blancos grandes y gruesos (creo que eran tamaño A3, o quizás un poco más).

Lo pagué ฿50 (1,3€).

A las 16:00 volví al hotel. Todo lo que había comprado relacionado con las acuarelas, como todavía no lo iba a usar, lo dejé en el dormitorio. Todo lo demás me lo llevé conmigo.

Ya sabes porque escogí un hotel en Ekkamai para hospedarme, ¿no? No te lo dije pero no es muy difícil adivinarlo: porque está lo suficientemente cerca de Sombat como para poder ir caminando (~25 minutos).

A las 16:25 llegué a Sombat. Lo primero que hice fue visitar la biblioteca. Allí encontré a varios de mis amigos, que se alegraron de verme de vuelta en el barrio.

Niños coloreando en la biblioteca

En un momento saqué de mi mochila el tubo para hacer pompas de jabón y se lo mostré a mi amiga Phet. Enseguida se le dibujó una sonrisa en la cara y me hizo entender que quería usarlo.

Phet haciendo pompas de jabón con el tubo que le compré

A las 17:00 me fui de la biblioteca con Phet y un niño que si no me equivoco es su hermano menor. Caminamos los tres juntos por la calle mientras los niños jugaban con el pulverizador, el cual también había sido un éxito al igual que las pompas de jabón.

Phet y su hermano. Phet llegaba la botella de spray y cada tanto me tiraba agua a mí.

La botella de spray me hizo recordar a mi propia infancia, jugando en el patio del edificio donde vivía con una botella de spray que originalmente había sido bronceador para mi mamá, y que ahora cumplía un nuevo propósito siendo constantemente recargado y descargado con agua para refrescarse y divertirse. Sabía que a los niños les iba a gustar jugar con ella al igual que a mí me había gustado cuando tenía las edades de ellos. Lo mismo con el puntero láser.

Más allá de que a los niños les guste jugar con ellas, la verdad que la idea de llevar siempre consigo una botella de spray en el Sudeste Asiático es fantabulosa. Siempre hace calor aquí, con lo cual nunca está de más tener algo que te permita refrescarte un poco. Francamente no sé cómo no veo a más gente haciéndolo.

Hablando de cosas que le agradan a los niños, ¿recuerdas las tizas que compré? Al fin les pude dar buen uso, ofreciendo a los niños jugar con ellas. Tal como me lo esperaba, les encantó la idea y enseguida el suelo a nuestro alrededor se volvió de todos los colores.

Niños jugando con las tizas
Phet haciendo dibujos en el suelo con tiza

Le pregunté a Phet quiénes eran esos dos personajes que había dibujado. La niña que había hecho con tiza amarilla me dijo que era หนู (nǔu; sujeto tailandés utilizado por los niños pequeños para referirse a ellos mismos), o sea ella. Mientras tanto, la persona dibujada con tiza verde que estaba al lado dándole la mano al parecer era yo ♡.

Al rato llegaron más niños, incluyendo otra de mis amigas: la gordita Mali. De todas las niñas del barrio, hay solo dos que tienen algo de sobrepeso, pero por suerte no tanto como para que me impida levantarlas cada vez que me lo piden. A todos estos niños les encanta que los alce, les haga caballito, etc. Y a mí me encanta hacerlo también.

Más niños, más dibujos con tiza en el suelo.

A eso de las 18:00 nos pasamos todos al ring de boxeo, el cual estaba lleno de niños jugando sobre él. Como ya estaba oscureciendo y no había ninguna luz encendida en el ring, estaba demasiado oscuro como para poder hacer buenas fotos, así que no tomé ninguna. Además era difícil hacer fotos con media docena de niños constantemente pidiéndome que los alzara y jugara con ellos.

En el ring también estaba Lek, la chica de 11 años con el pelo corto. Ella tampoco quizo quedarse afuera de mis caballitos. ¿Recuerdas que en junio te hablé de una niña y un niño que me hicieron los gestos de «fuck you» y la insinuación sexual de palo dentro de círculo? Esa niña es Lek. Probablemente esa sea la única foto que tengo de Lek por ahora así que si la quieres ver para recordar quien era puedes ir a aquella publicación de junio.

Me intriga mucho la personalidad de esta niña porque no parece ajustarse al molde socialmente impuesto de niña delicada y recatada. En un momento hoy de repente me dijo —a través del traductor en mi teléfono—, «นมนะนมนะ» (nom na nom na), que literalmente significa «leche, leche», pero siento que en este caso lo estaba usando como eufemismo de otra cosa.

¿Recuerdas que en Islandia entrevisté a dos niñas de 11 años? Como Lek tenía la misma edad, pensé que sería interesante hacerle las mismas preguntas para ver qué tan distintos son los niños tailandeses con respecto a los islandeses. Le dije entonces que la quería entrevistar y que al final le daría una recompensa (la barra de Snickers que compré en Big C).

Para la entrevista con las niñas islandesas simplemente leí las preguntas una por una y ellas me contestaron en inglés mientras yo grababa su voz con mi teléfono. Esta es la primera gran diferencia entre los niños islandeses y los tailandeses: el manejo del inglés. Con Lek no iba a ser posible el mismo modus operandi, con lo cual tuve que introducir las preguntas una por una en el traductor.

Lek también me tenía que dar sus respuestas por medio del traductor automático, por esta razón notarás que a menudo son bastante concisas y sin entrar en detalle, sobre todo comparadas con las que me daban las islandesas.

1. ¿Cómo es tu jornada escolar habitual?

«Las clases comienzan a las 8:30, la pausa para el almuerzo es a las 11:30, y la salida es a las 15:00.»

Es decir que comparado con Islandia, las escuelas en Tailandia tienen una hora más de clases.

2. ¿Tienes actividades extraescolares?

«No.»

Por si no lo recuerdas, las islandesas hacían danza, batería, voleibol y clarinete. Mientras tanto, Lek no tiene ninguna actividad extracurricular.

Los tailandeses que tienen algo de dinero suelen enviar a sus hijos a clases particulares de distintas cosas después de la escuela y los fines de semana, pero lo que no es común es que la escuela misma organice actividades (al menos no las estatales).

3. ¿Cómo vas a la escuela y vuelves a casa?

«Mi madre me lleva en motocicleta.»

Las islandesas habían dicho que iban ellas por su cuenta caminando.

4. ¿Qué sueles hacer en tu tiempo libre?

«Salgo a jugar y a correr en el patio.»

Las islandesas habían dicho que jugaban con amigos, cocinaban, comían, iban de compras.

5. ¿Qué es lo que más te gusta de tu colegio? ¿Hay algo que no te guste?

«Me gusta bailar, pero no me gusta el docente que tengo.»

Las islandesas también contaron que había profesores que no les gustaban.

6. ¿En qué crees que se diferencian las escuelas de Tailandia de las de otros países?

«Los maestros enseñan bien y también son amables, y hay más materias.»

Las islandesas contaban que se llevaban poca tarea para hacer en casa.

7. ¿Cómo sería para ti la escuela perfecta?

«Una buena escuela y baños limpios, sin ningún tipo de suciedad acumulada.»

Las islandesas deseaban tener taquillas y mejor comida en la cafetería.

8. Si pudieras cambiar algo de tu vida de adolescente, ¿qué cambiarías?

«Cambian los padres, cambia la adolescencia, cambia la felicidad.»

No entendí muy bien qué quiso decir con eso, así que para que me aclarara le pregunté «¿No estás con tus padres? ¿Te peleas mucho con ellos?».

«Sí, cuando a los padres les gusta regañar.»

9. ¿Tienes un teléfono?

«No.»

Mientras tanto, ambas niñas islandesas tenían teléfono propio.

10. ¿Estás saliendo con alguien actualmente? ¿Tienes un crush o alguien que te guste?

Las islandesas me respondieron con un «no» rotundo a ambas preguntas.

Por su parte, Lek me dijo que no estaba saliendo con nadie pero que sí le gustaba el maestro nuevo.

Como el tailandés no emplea géneros en los sustantivos, no estaba seguro si se refería a un maestro o una maestra. Tampoco estaba seguro si le gustaba como profesor(a), o se sentía atraída por él/ella. Así que le pedí que me aclarara ambas cuestiones.

Me dijo que era hombre y sí, se sentía atraída por él. (¿Pero cómo? ¿No era que a las adolescentes no les gustaban los hombres adultos?)

11. ¿Fumas, consumes drogas o bebes alcohol?

«No», igual que las islandesas. Buena chica.

12. ¿Cuál es tu identidad de género?

«Soy una chica», nuevamente igual que las islandesas.

Si te preguntas por qué les hago una pregunta tan obvia, recuerda a todos los niños biológicamente varones que conocí en Filipinas que se identificaban como una niña. Me imaginé que no sería el caso aquí pero para que sea una entrevista completa la pregunta la tenía que hacer igual (lo mismo con la 11).

13. ¿Cuál es tu orientación sexual?

Creo que no me entendió lo de orientación sexual, porque me dio una respuesta que no se correspondía con algo que había dicho antes. Me dijo que le gustaban las mujeres.

Inmediatamente le repliqué: «¿Pero cómo? ¿No era que te gustaba tu profe que me dijiste que era hombre?»

Me confirmó que sí, que le gustaba su profe hombre. Entonces te gustan los hombres, chiquilla.

14. ¿Ves pornografía?

«No.»

«¿Te masturbas?»

«No.»

«¿Por qué no?»

«No lo sé.»

Yo sí lo sé. Porque nadie le dijo que tocarse es natural y beneficioso; por el contrario, lo poco que capta de los adultos al respecto es que es un acto tabú y además que las niñas no hacen esas cosas asquerosas y perversas.

15. ¿Tus padres te han hablado alguna vez sobre el sexo?

«No.»

16. ¿Recibes educación sexual en la escuela?

«No.»

«¿Entonces cómo sabes de esto?»

«Yo no sé nada de esto.»

Qué triste escuchar esto.

Una chica de 11 años —que probablemente ya haya tenido su menarca y por consiguiente ya haya entrado en la pubertad— no puede no saber nada de sexo. Igual es evidente que algo sabe (como era evidente en las islandesas), pero como la mayoría de los niños a esta edad, solo posee algunas piezas del rompecabezas, puesto que los adultos se empeñan fervientemente en esconderles las demás.

Por suerte los niños ya no necesitan realmente de los adultos aquí; solo les hace falta un dispositivo con conexión a internet para resolver todas sus dudas. Bueno, eso y el suficiente nivel de curiosidad y osadía como para ir en busca de esas respuestas.

«¿Te habría gustado que alguien te enseñara sobre esto?»

Me contestó que no, pero en realidad hacerle esta pregunta a una persona que sabe poco y nada de sexo no tiene ningún sentido. Lo interesante sería saber qué va a responder dentro de unos años, cuando al fin haya conseguido completar el rompecabezas.

17. ¿Crees que los adultos reconocen suficientemente la sexualidad de los niños y adolescentes? ¿Por qué sí o por qué no?

Esta me la salteé por la misma razón que con las islandesas. Lek no estaba lo suficientemente informada como poder dar una respuesta válida aquí.

18. ¿Crees que la edad de consentimiento debería aumentarse, rebajarse o está bien como está?

También me la salteé por el mismo motivo.

19. Aparte de tus padres y familiares, ¿hay algún adulto en tu vida con el que tengas una relación estrecha?

«No.»

Respuesta más que esperable, pero no por eso menos triste.

La 20 no la llegué a hacer porque justo aparecieron unos chicos de 13 años —incluyendo el hermano mayor de Lek— y me empezaron a hacer preguntas a mí.

No muchos adultos se animan a preguntar estas cosas a los niños, lo cual hace mi entrevista interesante porque sirve de ventana a una parte del pensamiento pueril que los adultos no llegan a conocer (porque les incomoda). Aunque es cierto que sería mucho más interesante aún si los críos estuviesen un poco mejor informados…


A las 20:00 pasadas me fui de Sombat y a la media hora llegué a Ekkamai. Pasé por MaxValu para comprame algo para cenar (฿100; ~2,7€) y me lo llevé al hotel, donde lo comí viendo un capítulo de Upload.

Ame,
Kato