Sapa Hope Center, misa y cena en la Iglesia de Sapa

Kara Ema:

Frases del día en vietnamita

Xin đừng nói chuyện lớn tiếng.
Por favor, no hables en voz alta.

xinpor favor
đừngno (hacer algo)
nóihablar
chuyệnasunto / conversación
lớngrande / alto
tiếngvoz / sonido

Cô học sinh đọc sách dưới gốc cây.
La alumna lee un libro sentada bajo un árbol.

señorita / joven mujer
học sinhestudiante / alumno
đọcleer
sáchlibro
dướidebajo de / bajo
gốcbase / raíz (de un árbol)
câyárbol

El miércoles me levanté a eso de las 7:00. Me duché y me preparé para salir a la iglesia. Es que había quedado que me encontraría con Peter a las 8:00 frente a la iglesia de piedra de Sapa.

El recepcionista de mi hotel duerme en un colchón detrás de la recepción. Esto es común de ver en Vietnam, pero no recuerdo haberlo visto nunca en otros países. Cuando llegué a hacer el check-in ayer estaba durmiendo y lo tuve que despertar.

Salí del hotel a las ocho menos cinco y a las ocho en punto estaba en la iglesia.

Al costado de la iglesia hay un patio interno y un par de edificios pertenecientes a la congregación (o al obispado dueño de la iglesia). Allí me encontré con Peter.

Peter es el fundador de Sapa Hope Center, un centro humanitario situado a 8 kilómetros al norte del pueblo de Sapa, en una aldea llamada Tả Phìn. El centro se autosustenta a través del cultivo de arroz y vegetales, los cuales vende a comerciantes en Hanói y otros sitios. El centro provee clases de inglés y de otras habilidades valiosas tales como música, tejido y cultivo, a los residentes locales —sobre todo a los más jóvenes—, la mayoría de los cuales son hmong.

Peter es católico, y actualmente está colaborando con la Iglesia de Sapa para ayudar a los jóvenes de las aldeas alrededor de Sapa. Cuando lo saludé me llevó adentro del edificio a conocer al sacerdote, llamado Padre Tony. Tomamos un té con él mientras charlábamos.

Me explicaron que hay alrededor de cien estudiantes de secundaria internados en aquel edificio. Durante el día están en el colegio o con sus padres en la aldea —aunque me dijo Peter que algunos de ellos no tienen ni padre ni madre—, y por la noche vienen al edificio a cenar todos juntos y a dormir.

Edificio y patio interno de la Iglesia de Sapa

A las 8:30 nos despedimos del Padre. Peter ofreció llevarme a conocer su aldea y su centro, así que me subí a su coche y emprendimos el trayecto de 8 kilómetros.

Aldea de Tả Phìn

A las 9:00 llegamos a Sapa Hope Center.

Sapa Hope Center (I)
Sapa Hope Center (II)

La razón por la cual hay un área de juegos para niños pequeños en el salón de clases es que los jóvenes hmong muchas veces deben hacerse cargo de sus hermanos menores, mientras los padres están trabajando en el campo. Con lo cual los estudiantes de Peter a menudo vienen a clase con sus hermanos de 5 años o menos.

Peter también me quiso mostrar todos los cultivos y plantaciones que tenía en el extenso terreno alrededor del centro.

Cultivos (I)
Cultivos (II)

Me invitó a comer pepino con sal y a tomar té verde (trà xanh) mientras él charlaba y compartía una pipa con uno de sus colegas. Yo aprovechaba para acariciar a la perrita que tenían.

Peter fumando con una điếu cày (pipa de bambú vietnamita).
Perrita llamada Coco (es raro ver un Corgi en Vietnam; son más populares en Japón).
Colega de Peter manipulando una máquina para arar la tierra

A las 10:45 Peter me dejó de vuelta en el pueblo frente a la iglesia. Quedamos en que nos volveríamos a encontrar más tarde para que yo conociera a los cien estudiantes que estaban viviendo en la iglesia.

Pasé por una tienda vendiendo bánh mì y me pedí uno a modo de almuerzo (₫25k; 0,8€). Mientras la mujer me preparaba el bánh mì, su hija de alrededor de 9 años atendía a otros clientes que habían venido a por unas salchichas. En un momento la hija hizo un movimiento que provocó que la parrilla se diese vuelta y cayeran todas las salchichas sobre la acera. Me sentí mal por la niña, ya que queriendo ayudar a la madre al final la terminó perjudicando. Pero por suerte la madre reconoció que fue un accidente y no le pegó ni le gritó ni nada de eso. Solo le pidió que entrara a la casa, que ella se encargaría de atender a los clientes.

Uno de mis pasatiempos favoritos para hacer en Vietnam es pedirme un bánh mì barato en algún puesto callejero y comerlo mientras me paseo por las calles y observo a la gente, las tiendas, el paisaje y el caos generalizado característico de las ciudades vietnamitas. Así que eso hice.

Comiendo bánh mì mientras me paseaba un poco por los alrededores de mi hotel

Así fue como de casualidad me topé con el cementerio de Sapa (Nghĩa trang thị trấn Sapa).

Nghĩa trang thị trấn Sapa (I)
Nghĩa trang thị trấn Sapa (II)

Al cementerio de Sapa no lo vas a encontrar destacado en ninguna guía turística, pero la verdad que tiene una de las mejores vistas que he descubierto en todo el pueblo.

Vista a las montañas y las aldeas desde el cementerio de Sapa
Otro paisaje interesante, esta vez desde una calle llamada Violet. A la izquierda se ve parte de una aldea y a la derecha se ve parte del centro de Sapa.

A las 12:00 volví al hotel.

Peter me había dicho que estuviera en el patio interno de la iglesia a las 17:30, así que eso hice. Había varios estudiantes allí. Al rato apareció el Padre y me dijo que estaba a invitado a asistir a la misa. Al rato apareció también Peter y me llevó a dar una vuelta por el edificio.

Me mostró primero la parte donde estaban los chicos, que estaban todos cenando. Allí conocí a una de las tres hermanas (monjas) encargadas de los chicos. Me contó que ellos ayudan a preparar la comida, a lavar los platos y en general a ordenar y limpiar el edificio, el cual cuenta en total con cinco pisos, dos de los cuales son subterráneos.

Luego me llevó a ver el salón de clases, en el cual yo pronto enseñaré a los cien chicos inglés.

Salón de clases
Escenario y mesas que habían preparado para un evento después de la misa

Por último me mostró las plantas superiores donde había habitaciones. Me dijo que esas habitaciones eran para las personas allegadas al Padre o vinculadas de alguna forma con la diócesis, que venían de visita a Sapa y no querían ir a un hotel. Me aseguró que yo podría quedarme allí si lo quisiera.

A eso de las 18:00 salimos del edificio y nos pasamos a la iglesia. Nos sentamos en un banco. Había muy poca gente todavía. Peter no se quedó mucho tiempo: me dijo que tenía que hacer algo y que se reuniría conmigo después de la misa.

Es gracioso: nunca pensé que presenciaría una misa católica no una sino dos veces en un país como Vietnam, donde el cristianismo apenas tiene una representación del 6% de la población. La primera vez fue un año atrás en el pueblo de Hồng Giang.

Si recuerdas, una cosa que me llamó la atención de la misa en la que estuve el año pasado fue que todos los hombres se sentaban a un lado del pasillo y todas las mujeres del otro, es decir los géneros estaban separados como suele pasar en una mezquita, pero como jamás había visto que sucediera en una iglesia católica. Por suerte esto no pasa en todas las iglesias en Vietnam: en la de Sapa cada uno se sienta donde quiere.

La segunda cosa que me había parecido extraña y diferente de lo que estaba acostumbrado de las misas occidentales es el saludo de paz. En Argentina se hace siempre con un beso, mientras que en Vietnam uno se queda en el lugar donde está y simplemente intercambia miradas de reconocimiento con las personas que tiene a su alrededor. Esto mismo había pasado en la primera misa que asistí, y ahora también en esta.

Iglesia de Sapa fotografiada desde el patio interno

La mayoría de los que estaban presenciando la misa eran adultos, hasta que en un momento llegaron los chicos—cuando terminaron de comer y de lavar los platos. Los chicos eran tantos que ocuparon más o menos la primera mitad de los asientos. Noté que para cenar se sentaron chicos con chicas en la misma mesa, pero para la misa todas las chicas se sentaron por un lado y todos los chicos por el otro.

Chicos por la izquierda; chicas por la derecha.

La misa se dio en vietnamita, aunque me contó Peter que hay días en que se da también en hmong.

La urna de la iglesia para dejar donaciones tenía un papel que decía «gracias» en tres idiomas: inglés, francés y hmong.

Hay dos cosas que me gustaron de la misa. Una es que tuvo mucho canto/coro; incluso en una parte el mismo Padre entonó una oración cantada. La otra es que viste que los monaguillos (jóvenes que asisten al sacerdote) tradicionalmente suelen ser varones—en esta misa no solo eran todas mujeres, sino que llevaban puesto el hermoso vestido tradicional hmong:

Una de las hermanas conduciendo a las monaguillas hacia el altar donde estaba el Padre

Estas mismas monaguillas fueron las que más tarde pasaron con las canastas a hacer la colecta. También eran las únicas que tenían derecho a sentarse en la primera fila de asientos, la más cercana al altar. Estaba claro que eran los personajes principales de la misa después del Padre.

A las 20:00 terminó la misa con todos yendo a realizar un rezo final frente a la estatua de la virgen ubicada fuera de la iglesia, en el patio interno.

Me reuní con Peter y fuimos al piso subterráneo donde estaban las mesas preparada con comida para cenar. Resulta que era el cumpleaños del sacerdote de la iglesia de una de las aldeas, por eso habían invitado a varias personas —incluyendo, por ejemplo, al dueño de uno de los restoranes más populares del pueblo—, a Peter y a mí.

A mí me otorgaron el honor de sentarme a la derecha del Padre, supongo que porque me consideraban un invitado especial al ser el único no vietnamita y no regular en el grupo. Si algo he aprendido en estos dos años de interactuar con vietnamitas, es que se toman muy en serio la hospitalidad para con personas que consideran sus invitados especiales (e.g. dándoles el mejor lugar en la mesa, dejándoles tomar la primera pieza de comida, etc.).

Cena al mejor estilo vietnamita: barbacoa en el medio con varios platos alrededor de donde los comensales van picoteando. No pueden faltar la salsa de pescado, la sal, la guindilla y la lima.

Y por supuesto el alcohol. Estaban tomando un vino que tenía un 28% de graduación alcohólica. Se lo servían en un vaso pequeño y brindaban con todos los de la mesa a cada rato. También algunos se paraban para ir a brindar con los de las otras mesas.

Debo reconocer que yo tomé también. No pude decir que no dado que era el invitado especial. Igual siento que bebí mucho menos que todos los demás; a veces me servía un refresco antes de que alguien notara mi vaso vacío y me sirviese alcohol.

En un momento el Padre inauguró el karaoke.

Padre con micrófono en mano cantando una canción en el escenario

A mí también me ofrecieron cantar así que elegí la que siempre suelo elegir: A Million Dreams.

A las 21:30 Peter me condujo a la salida del edificio. Él se volvió a su aldea en su coche y yo me volví caminando al hotel.

Ame,
Kato