Visita a las aldeas de Lao Chải, Tả Van y a una familia hmong en Hầu Thào

Kara Ema:

Frase del día en vietnamita

Bé gái đã nở một nụ cười thật lớn và nhảy múa vui vẻ.
La niña mostró una gran sonrisa y hizo un baile de alegría.

bé gáiniña
đãya (marcador de pasado)
nởmostrar / esbozar
mộtun(a)
nụ cườisonrisa
thậtmuy / realmente
lớngrande
y
nhảy múabailar
vui vẻalegre / feliz

El viernes salí del hotel a las 8:00 y caminé hasta Banh Mi & Breakfast.

Banh Mi & Breakfast

No había nadie en el frente de la tienda ni en el interior, así que aproveché para hacer fotos.

Frente de la tienda
Interior de la tienda, que como notarás también era la casa de los dueños.

Me había llevado el ordenador para escribirte mientras comía el banh mi que me pedí, el cual me costó ₫30k (1€).

El restorán estaba pasando música deep house viet, un género musical favorito de los vietnamitas que se escucha constantemente en muchos restoranes, cafés y bares en Vietnam. En particular, estaban reproduciendo videos compilatorios del canal de YouTube Bảo Thanh Mixtape. Aquí tienes un ejemplo que puedes escuchar mientras lees este artículo:

YouTube player
Ejemplo de Deep House Viet

A las 10:00 me fui y me pasé a una cafetería que quedaba cerca, llamada The Mist Sapa. Allí me pedí un cà phê trứng (café de huevo) caliente. Me costó ₫45k (~1,5€).

The Mist Sapa
Interior de la cafetería
Cà phê trứng

A las 12:00 llegué al hotel y media hora más tarde volví a salir, con la intención de realizar una nueva ruta de senderismo, esta vez hacia el sur en dirección de varias aldeas donde la mayoría de los residentes eran hmong.

Por cierto, este día hizo más frío de lo normal en Sapa (12 ºC) y el tiempo estaba bastante feo: nublado, con neblina, poca visibilidad y con lloviznas intermitentes.

Cuando llegué al extremo sur del pueblo, dos mujeres hmong se me acercaron por detrás prácticamente corriendo. Se ve que se sientan ahí a la espera de turistas que van a hacer trekking, para ofrecer ser sus guías y luego venderles cosas o pedirles dinero a cambio de sus servicios.

Yo la verdad es que no sentí que necesitara un guía. Ya había hecho senderismo por las aldeas con guía el año pasado; esta vez prefería hacerlo sin guía para poder explorar las aldeas más libremente. Perder no me iba a perder tenía mi teléfono que me marcaba la mayoría de las rutas que podía tomar. Así que les dije que no, pero igual me siguieron.

Avanzamos durante varios minutos así, con estas dos mujeres siguiéndome por el sendero de tierra costa abajo, hasta que llegamos a una bifurcación. La app en mi teléfono me marcaba que siguiera derecho, pero las mujeres me recomendaron tomar el otro camino. Ahí fue cuando terminé aceptando la oferta de ir con ellas, aunque sea hasta llegar a la aldea. Lo bueno es que yo era el que decidiría el precio que les pagaría al final (a diferencia de con la guía del año pasado, que nos cobró ₫400k / 13€).

Las mujeres llevaban canastos con todas las cosas que vendían adentro
Así eran las vistas que nos acompañaban en el trayecto hacia la aldea

El nivel de inglés de las mujeres eran moderadamente bueno, lo suficiente como para entender y responder a todas las preguntas que les hice (porque ya que estaba caminando con ellas, obviamente aproveché para hacerles preguntas). A partir de estas preguntas aprendí lo siguiente:

  • Ambas estaban casadas y tenían hijos; sus maridos en general se ocupaban de la casa mientras ellas hacían estos tours de trekking con turistas.
  • Como suele ser el caso en grupos minoritarios como los hmong, se casaron alrededor de los 14 años. Sus maridos también tenían más o menos la misma edad.
  • Los hijos que aún estaban en edad escolar iban a la escuela, pero cuando ellas estaban en edad escolar no fueron a la escuela (antes no había tantas escuelas como ahora y la gran mayoría de los niños hmong no estaban escolarizados).
  • El inglés y vietnamita que sabían lo fueron aprendiendo tras años de interactuar con turistas y con kinh, respectivamente.
  • Ambas eran cristianas (católicas). Resulta que la diócesis encargada de la Iglesia de Sapa y de todo este distrito, ha mandado construir varias iglesias en las aldeas, y a través de ellas ha logrado reconvertir a algunos hmong al catolicismo. Los hmong por defecto no adhieren a ninguna religión, no rezan ni nada de eso; aunque sí suele haber un chamán en las aldeas que consideran que tiene poderes para comunicarse con el mundo de los espíritus.
  • Las mujeres iban a menudo —no todos los días pero seguido— al pueblo pagándole a alguien para llevarlas en moto. Esperaban allí hasta encontrar a un turista que aceptara hacer trekking con ellas, y luego se volvían caminando hasta su aldea.

Una de las mujeres tenía unas fibras textiles en la mano que estaba enrollando en preparación para usarlas para hacer algún tejido.

Fibras textiles para hacer tejidos
Pasando por unas terrazas de arroz
Así suena el lenguaje hmong

En un momento nos cruzamos con unas lolis hmong que estaban con su madre. Las saludé con un nyob zoo y les di una golosina a cada una.

Loli sonriente #1
Loli sonriente #2
Cuando pasamos por al lado de dos mujeres hmong haciendo tejidos
Estas eran mis dos guías hmong que me condujeron hasta la aldea que yo quería visitar

Una cosa que me pareció divertida fue que ambas mujeres estaban haciendo senderismo por arroyos, lodo, terrazas de arroz, campos de flores, etc. utilizando nada más que sandalias, mientras yo me había venido en zapatillas. Ahora que lo pienso es verdad que quizás las sandalias sean mejores, sobre todo porque si se embarran son mucho más fáciles de lavar que unas zapatillas.

Cuando llegamos a este puente tuve un déjà vu: recordaba haber pasado por este mismo sitio cuando hice el trekking con Mang el año pasado.
Otro puente: este sí lo atravesamos (el anterior pasamos por al lado pero luego tomamos otro camino).
Mujer hmong utilizando uno de estos dispositivos para tejer
Otro dispositivo más (telar).
Contenedor con tintura azul que usan para teñir los tejidos luego de pasar por el telar
Esta es una escena común de ver: niños encargándose de las tiendas colocadas frente a sus casas, ofreciendo sus productos a la gente que pasa por la carretera (y jugando con el teléfono para pasar el tiempo mientras no tienen clientes).

¿Te has dado cuenta de algo? Hay un claro patrón en todas estas fotos de personas hmong que me fui encontrando en el trayecto, ¿cuál es? Son todas mujeres y niñas. ¿Recuerdas la clase de inglés que di el jueves en Sapa Hope Center? Allí también eran todas mujeres. ¿Recuerdas las bailarinas hmong que cada tanto se ven en el pueblo de Sapa? También todas niñas. Parecería que los que trabajan siempre son las mujeres: vendiendo productos, haciendo trekking con turistas, administrando homestays, haciendo tejidos, etc.

¿Dónde están los hombres y los varones hmong? A mi entender, los varones a veces ayudan con el trabajo también, pero no se espera tanta responsabilidad de ellos como se espera de las niñas, con lo cual tienen más tiempo para jugar afuera o quedarse en la casa viendo TikTok o YouTube. En lo que respecta a los hombres, algunos de ellos trabajan en el pueblo, mientras que otros simplemente se dedican a los quehaceres de la casa, por ejemplo recolectar cañas de bambú para utilizar en la hoguera, sacar la basura, etc.

Si bien algunos hombres se quedan en la casa, por lo que entiendo y he observado no cuidan de los niños. Los niños pequeños suelen ser cuidados por los hermanos mayores, por las madres o por las abuelas, llevados en la espalda. Nunca he visto a un hombre hmong cuidando de un niño; siempre son las mujeres o los hermanos más grandes.

Finalmente estábamos llegando a la aldea

Había estado caminando durante alrededor de dos horas con las dos mujeres hmong cuando finalmente llegamos a la aldea y me dejaron para que pudiese explorarla tranquilo por mi cuenta. Le di un billete de ₫100k (~3€) a una de ellas y le pedí que lo compartiera con la otra (₫50k cada una). La otra me empezó a seguir, pidiéndome que le diese ₫100k a ella también, y diciéndome que la primera no quería compartir con ella el dinero que yo le había dado. Yo le dije que me estaba mintiendo y que no les iba a dar más que eso. Después de todo la mayor parte del recorrido había sido sencilla por carretera, y se la pasaron casi siempre hablando entre ellas. Además no les compré nada de los objetos que llevaban para vender sino que les di dinero directamente. Me pareció más que justa la cantidad que les di. Ellas estaban volviendo a sus aldeas de todas formas. (Más tarde vi a las dos mujeres caminando juntas de vuelta, con lo cual lo de que una no quería compartir el dinero con la otra era mentira tal como yo había sospechado).

Al cabo de unos minutos más de caminar por mi cuenta, la mujer me dejó de seguir y llegué al letrero que marcaba el comienzo de la aldea de Lao Chải, a unos 7 kilómetros al sudeste del centro de Sapa.

A eso de las 15:00, en la entrada a la aldea me encontré con varios aldeanos hmong haciendo stand-by al lado de una tienda que si no me equivoco estaba vendiendo omelettes.

Aldeanos hmong haciendo stand-by

La niña de la derecha al frente de la última foto tenía 11 años y hablaba bien inglés. Le pregunté cómo aprendió y me dijo que interactuando con los turistas (esta es una aldea que recibe muchas visitas de turistas que hacen trekking desde Sapa, como había hecho yo).

Hablamos de varias cosas relacionadas con los hmong. Por ejemplo, el hecho de que en teoría los hombres tienen permitido casarse con más de una mujer al mismo tiempo, aunque en la práctica hoy en día esto ya no es muy común. También el precio que el hombre tiene que pagar a la familia de la mujer para poder casarse (entre 20 y 50 millones de dong; 600-1600 euros). Yo le dije que con lo bonita que era su familia podría pedir hasta 100 millones tranquilamente.

También estuve hablando con una mujer joven y su hija pequeña. La niña solía acompañarla y llevaba cosas para vender al igual que su madre. Ambas se habían acercado a mí primero para venderme cosas. La madre hablaba inglés relativamente bien así que charlamos un rato. En un momento le ofrecí una golosina a la niña, la cual aceptó.

La loli hmong que me quiso vender cosas con su madre

Tras haber estado hablando con esta gente durante unos 20 minutos, me dirigí hacia la entrada de la aldea y la atravesé.

Aldea de Lao Chải
Escuela primaria de Lao Chải

Desde Lao Chải era muy fácil llegar a la siguiente aldea llamada Tả Van; solo había que caminar durante 2 kilómetros por la carretera principal que conectaba ambas aldeas. Después de Cat Cat Village —la aldea más cercana a Sapa que te cobra ₫150k la entrada—, Lao Chải y Tả Van son las dos aldeas más populares y más frecuentadas por los turistas que vienen a Sapa y deciden hacer trekking y/o quedarse en un homestay. De hecho, si recuerdas son las mismas aldeas a las que me llevó Mang el año pasado.

La diferencia es que el año pasado el tour con Mang se focalizó más en el trekking, mientras que hoy como estaba solo preferí priorizar más la caminata por las aldeas en sí, para descubrir lo que había en ellas, encontrarme con algunos aldeanos y ver cómo era la vida cotidiana de ellos.

Escuela primaria y secundaria con internado para grupos étnicos minoritarios en Tả Van
Jardín de infancia de Tả Van
Homestays en la aldea de Tả Van — Notar también al grupo de turistas extranjeros que iba unos metros delante de mí, con un guía.
Lolis caminando solas por la aldea. Aquí puedes ver lo que te decía de que los hermanos menores suelen estar al cuidado de los hermanos mayores.

A las 16:20 llegué a Dinh Sapa Trekking, un homestay en Tả Van.

Entrada a Dinh Sapa Trekking

La dueña de este homestay se llamaba Dinh. Sabía que ella ayudaba a niños de la aldea y a veces les daba clases de inglés con voluntarios. Le escribí un mensaje para preguntarle si yo podría ser voluntario pero me dijo que como los niños actualmente están muy ocupados yendo al colegio y aprendiendo vietnamita, ha decidido suspender las clases de inglés por el momento. Igual quise ir a visitarla.

Cuando me vio, me saludó y me invitó a sentarme mientras me traía un vaso de té caliente. Me contó que estaba alquilando un espacio en la aldea donde varios niños podían quedarse a dormir. También los ayudaba con la escuela, pagándoles los materiales y la comida. Me dijo que le gustaría volver a hacer las clases de inglés y que a lo mejor las retomaría en el verano cuando los niños estuviesen de vacaciones.

Cerca de las 17:00 me fui y empecé a caminar en dirección de la entrada a la aldea. Me crucé con un grupo de niñas hmong llevando productos para vender en bolsas de plástico azules. Me preguntaron si les quería comprar algo.

Niñas hmong con productos para vender

En algún punto del trayecto me encontré con Mang. Es que había quedado con ella en encontrarnos allí para que me llevase a su aldea.

Me pasó a buscar en su moto. Cuando me vio me saludó, yo me subí atrás en la moto y emprendimos el recorrido de 3 kilómetros hasta su homestay en su aldea llamada Hầu Thào.

A las 17:20 llegamos a su casa en Hầu Thào.

Camino estrecho que conducía a la casa de Mang

Si recuerdas del trekking que hice con ella, Mang tiene dos hijas. El año pasado cuando las conocí tenían 9 y 11 años; ahora habían cumplido un año más, y la más pequeña había crecido tanto que casi no la reconocí. También tenía un tercer hijo: un varón de 9 años.

Cuando llegué a la casa —que por cierto se trataba de una casa hmong tradicional— estaban los tres hijos con Mang. El marido estaba trabajando en un hotel en el pueblo, así que no volvería hasta más tarde.

Tenían un fuego encendido en la cocina, el cual utilizaban no solo para cocinar sino también para combatir el frío. Me invitaron a sentarme con ellos alrededor del fuego.

Sentados alrededor del fuego —poniendo manos y pies cerca— para contrarrestar el frío que hacía.

Los niños iban a la escuela pública rural, en donde estudiaban mayormente en vietnamita. Iban a la mañana y a la tarde, salvo los viernes que volvían más temprano. Sábado y domingos tenían libre.

En el cole hablaban en vietnamita y en la casa hablaban en hmong. Inglés no lo usaban nunca, y tampoco podían hablarlo mucho.

Mientras estaba allí sentado frente al fuego, escuchando como los niños hablaban entre ellos y con su madre en hmong, observando cómo preparaban la cena, pensé en lo afortunado que era de estar ahí, disfrutando de la belleza y autenticidad de la vida rural. A veces las cosas más hermosas en la vida son las más simples.

Preparando la cena
Loli de diez años haciendo uso de un machete, como buena chica rural que es (no me cabe duda de que esta niña es capaz de manipular un machete mejor que yo y que cualquier otra persona de ciudad).

Te muestro las distintas partes de la casa:

Cuarto de inodoro (la entrada quedaba afuera de la casa).
Salón principal

Fíjate que en el salón no tenían muchos muebles: nada de sofás, televisión, alfombra, mesa, ventilador, aire acondicionado… Simple, todo era simple. Tenían lo mínimo indispensable y con eso les alcanzaba.

La cocina también era simple

Nada de microondas, horno, pava para calentar el agua, tostadora, licuadora, máquina para hacer arroz, etc. Lo único que sí tenían de electrodoméstico era una nevera.

Luego tenían varias habitaciones separadas y privadas, solo dos de las cuales usaban para dormir ellos. El resto —tres más— estaban vacías a la espera de que un huésped viniera a alojarse en el homestay.

Habitación donde dormían dos de los niños (normalmente los dos más pequeños, aunque a veces cambiaban).

La mayor —la de 12 años— dormía no en una habitación sino en la segunda planta, que la usaban como un depósito de distintas cosas.

A las 18:00 pasadas cenamos.

Cena

Al igual que la casa y la vida rural, la cena también fue simple, pero deliciosa. No incluía nada de carne, con lo cual podría decirse que era vegetariana. Algunos de los ingredientes eran cultivados por la misma familia.

En algún momento de la cena les pregunté a qué religión pertenecían. Mang me respondió que a ninguna, aunque había un chamán en la aldea de su madre a quien creo que le consultaban cosas cada tanto. Pero no rezaban ni iban a la iglesia ni tenían ningún tipo de amuleto/brazalete/collar religioso/espiritual. Es decir, eran hmong bien tradicionales y no habían dejado ser influenciados por los misioneros cristianos que abrieron iglesias en su aldea.

La mayor de las hijas soplando en el fuego para reanimarlo

Me encantó poder presenciar en primera persona la vida diaria de una familia rural hmong. Me gustó sobre todo observar cómo los niños rurales ayudan con todos los quehaceres de la casa, como cocinar, lavar los platos, poner la mesa, dar de comer a las gallinas, etc.

Después de comer el niño me mostró los objetos que usa para entretenerse. Nada de PlayStation o Switch como tienen los niños de ciudad. Los niños de esta aldea no tienen mucho más que naipes y canicas:

Naipes y canicas

Lo que sí, las dos niñas (de 10 y 12 años) ambas ya tenían smartphones propios, y por supuesto los utilizaban para el mismo fin que los niños de ciudad: redes sociales, en particular TikTok, YouTube, Instagram, Facebook y Messenger.

Esto me resultó algo triste de ver. Imagínate un universo paralelo en el que yo visité a esta familia rural no en 2025 sino en 2005 —asumiendo que todos teníamos las mismas edades que ahora—, tan solo dos décadas atrás. ¿Qué estarían haciendo estas dos niñas en lugar de pasar tanto tiempo mirando las pantallas de sus teléfonos como lo hicieron cuando yo estuve en su casa? Probablemente estarían mirando más a la cara a la gente que tienen al lado, charlando más con ellos, jugando más afuera, a lo mejor jugando con algún juego tradicional o con naipes y canicas como hacía su hermano.

Es cierto que los smartphones nos dieron como sociedad muchas conveniencias y utilidades, pero también nos quitaron mucho. Pensé que los más afectados por esto era la gente de ciudad, pero veo que en ámbitos rurales el sobreuso del teléfono también es un problema.

Después de cenar Mang se puso a tejer algo para vender.

Mang tejiendo

Yo había estado caminando desde el mediodía (total de la jornada: 17 km) así que estaba bastante cansado. Mang me ofreció quedarme a dormir allí, así no tendría que buscar/contratar una moto que me llevara de regreso a Sapa tan tarde. Me dio una habitación privada de las tres que usaba para los huéspedes (estaban todas desocupadas).

A eso de las 20:30 dije buenas noches y me fui a mi habitación. No tardé en dormirme.

Ame,
Kato