Kara Ema:
Frase del día en vietnamita
Tôi không muốn đi bệnh viện khám bệnh.
No quiero ir al hospital a hacerme un chequeo médico.
| tôi | yo |
| không | no |
| muốn | querer (deseo o intención) |
| đi | ir |
| bệnh viện | hospital |
| khám | examinar / revisar |
| bệnh | enfermedad |
El viernes a las 10:30 fui a la Embajada de Francia a juntarme con Linh para un evento más de Photo Hanoi 2025.


A las 11:30 terminó el evento y nos pasamos a la Japan Foundation, donde también había algo de Photo Hanoi.


En un momento Suong tenía sed, así que Linh le pidió a la bibliotecaria un vaso con agua. El agua que le sirvió estaba moderadamente caliente. Para ellas esto era normal pero a mí no deja de chocarme cada vez que recibo agua tibia o caliente para beber, dado que crecí en un entorno donde más allá de la temperatura que haga todo el mundo siempre toma agua fría. Por lo que entiendo esto de beber agua tibia es una tradición originaria de China que los vietnamitas posteriormente adoptaron.
A las 13:00 nos pasamos a una librería cercana, llamada Nhà sách Kim Đồng.



Al rato salimos, pasamos por un lago (Hồ Thiền Quang) y nos dirigimos al Institut Français.



A las 14:30 almorzamos por ahí. Linh invitó bún bò Nam Bộ, bánh bao y bánh mì xíu Huế.

A las 15:00 pasamos por un ChaTraMue. Les quería hacer probar té tailandés así que entramos y yo pedí uno para compartir con Linh y Suong. Me costó ₫55k (~1,8€).

Al rato Linh se volvió a su casa con Suong y yo me volví caminando al hotel. En el trayecto me topé con una exhibición de fotos al lado del lago Hoàn Kiếm.





A las 17:00 pasadas salí del hotel con Taku. Caminamos por dos kilómetros hasta llegar a Bookworm, una librería cuyos libros la mayoría son en inglés. Llegamos a las 18:00.

A las 19:00 fuimos a tomar un trà sữa kem trứng (té con leche, crema y huevo) a Milk’s Coffee & Tea. Pedimos uno para cada uno; ambos costaron ₫54k (~1,8€) e invité yo.

Un rato más tarde vino Linh a buscarme con la moto. Pasamos por el mercado nocturno.

Me resultó curioso observar las diferencias entre este mercado nocturno vietnamita y los mercados nocturnos en Bangkok. Tailandia me acostumbró a esperar encontrar un montón de comida callejera barata y rica, pero no había casi nada de eso. En su lugar no había más que productos varios tipo suvenires, juguetes, ropa y accesorios.
A las 20:30 pasamos por un restorán vendiendo crêpes salados y dulces. Yo venía antojado de querer comer crêpes desde hacía varios días. En realidad mi antojo era más por un crêpe/galette estilo los que se venden en Francia: grandes, servidos en un plato con tenedor y cuchillo, y rellenos de copioso caramelo. Pero rápidamente me di cuenta de que no iba a poder encontrarlos aquí, así que me tuve que contentar con los que había: más pequeños, servidos en un papel triangular para comer con la mano, y por supuesto nada de caramelo.
Compré un crêpe de queso y bacon para compartir con Linh y Suong (₫45k; ~1,5€). Cuando lo terminamos de comer seguimos caminando un poco más —habíamos dejado la moto en el mercado—, hasta toparnos con otro restorán, el cual terminó siendo un gran descubrimiento.
Se llamaba Mr. Tet y vendía comida india rica y a precios decentes. Pedimos para compartir dos samosas, un wrap y un lassi. Una vez más invité yo (₫200k; ~6,5€).

Como sabes, la comida india tiende a ser picante. Nos habían dicho que las samosas no serían picantes pero lo eran un poco, con lo cual Suong no las quiso comer cuando se dio cuenta del ligero picor que tenían. Eso me hizo pensar en algo.
¿A los niños generalmente no les gusta las cosas picantes porque realmente no les gusta o porque los adultos y/o la sociedad que les rodea los condicionan a que no les guste?
Los adultos no solemos darles comida picante a los niños. Si un niño le pide a un adulto un poco de la comida picante para probar, el adulto seguramente le diga algo como «no, es muy picante, no te va a gustar». Ese «no te va a gustar» y esa predisposición que tiene el adulto por no dar al niño cosas picantes es lo que en mi opinión condicionan el gusto del niño. La evidencia de esto está en las pocas sociedades donde a los niños sí se les deja comer picante desde pequeños, como Tailandia, México y la India.
Le pedí a ChatGPT que me hiciera un breve ensayo e investigación acerca de este tema:
La preferencia por ciertos sabores se construye en la infancia: factores culturales y la exposición temprana determinan cómo los niños aprenden a tolerar sabores intensos. Una revisión concluye que la repetida exposición al picante atenúa la sensación de ardor y que el consumo de ajíes es especialmente alto en países como México o en ciertas regiones de Asia (por ejemplo, Tailandia). En las culturas donde el picante es parte de la dieta diaria, los niños crecen acostumbrados a él: se ha documentado que “los niños en hogares mexicanos tienden a desarrollar preferencia por sabores más picantes” que los criados en familias no mexicanas en EE.UU. Asimismo, se observa que si los padres “usan muchas especias en su comida, los niños las aceptarán porque están acostumbrados y es lo que comen regularmente”.
Una situación similar ocurre con el café. En la cultura norteamericana actual el café se considera una bebida de adultos: la Academia Americana de Pediatría recomienda que menores de 12 años eviten cualquier producto con cafeína. Sin embargo, en países productores de café el hábito es opuesto. En Brasil, por ejemplo, “no es inusual que los niños tomen una mezcla de café con leche azucarada en el desayuno”. En zonas como Minas Gerais introducir café a los niños es costumbre: algunas familias incluso “les dan café con azúcar a bebés antes de la leche materna”. En Colombia la rutina familiar incluye servir “pintao” (café con leche) cada mañana a los pequeños, enseñándoles que aceptar café de un anfitrión es buena educación.
Este fenómeno forma parte de un condicionamiento más amplio. Los expertos señalan que “los hábitos culturales se desarrollan a menudo en la infancia y son difíciles de cambiar” porque el individuo los interioriza. De este modo, sabores amargos, picantes o estimulantes suelen reservarse para adultos, mientras que a los niños se les promueven alimentos dulces y suaves. En definitiva, las actitudes de los padres y de la sociedad frente a determinados alimentos modelan los gustos infantiles de manera duradera.
ChatGPT
Así como existe este condicionamiento cultural con lo picante, pienso que también está presente en otras cosas que los adultos determinan que a los niños no les van a gustar porque son más «de adultos», lo cual acaba convirtiéndose en una profecía autocumplida. Ejemplos de estas cosas incluyen el café, el chocolate amargo, el vino, los juguetes sexuales, entre otros.
No solo los adultos moldean los gustos e intereses de los niños sino también su ideología y valores morales. Por ejemplo, si a una mujer le parece que lo correcto es que siempre se esté cubriendo la cabeza con un hiyab, seguramente sea porque sus padres la hicieron usar hiyab desde pequeña. Si esta mujer tiene una hija, lo más probable es que continúe la misma tradición y la haga usar hiyab, entonces la hija va a crecer pensando que lo más apropiado es que ella y todas las mujeres usen hiyab.
¿Los niños cristianos son cristianos porque realmente creen en Dios y lo aman o porque sus padres les inculcaron esta creencia?
A las 22:00 nos fuimos del restorán y cada uno se fue a su casa.
Ame,
Kato