Tiempos de ocio y divertimiento

Kara Ema:

Con mi hermana no existen momentos aburridos. Tiene la extraordinaria habilidad de transformar las más banales y detestables faenas —como hacer ejercicio, cocinar o ir de compras—, en situaciones agradables y acojonantes. Y es que con ella me lo paso estupendo. Es inconmensurable lo que echaré de menos este precioso tiempo viviendo con ella cuando inevitablemente deba concluir. Imponderable como el regocijo y la felicidad que siento en su compañía, compartiendo tantos bonitos momentos de afecto y fraternidad.

Vale perdón, es que me he puesto un poco emocional y ya me he desviado del tema de hoy sin aún haberlo siquiera presentado. Hoy quería hablarte sobre algunas de las actividades más interesantes y entretenidas que he tenido el agrado de disfrutar junto con mi hermana, y en ocasiones también con su simpático marido y algunos otros colegas y familiares (todos chavales súper majos).

Karting del bueno

Alguna vez me subí a un coche de karting, pero ahora me he dado cuenta de que no sabía lo que era realmente este deporte hasta hace poco, cuando tuve la oportunidad de montarme y andar en uno de los geniales karts que hay aquí.

Estos coches alcanzan velocidades de hasta 70 u 80 kilómetros por hora. Claro que a no ser que quieras estrolarte contra alguien o derrapar incontrolablemente por toda la pista, lo más sensato es ir a tres cuartos de eso como mucho.

La carrera que hicimos consistía en cuatro vueltas iniciales de reconocimiento, y luego diez vueltas más. Éramos alrededor de quince competidores. La pista era larga y repleta de curvas, algunas más pronunciadas que otras. Los más habilidosos —quienes lograban controlar bien el coche aun en curvas y con velocidad— llegaban a hacer una vuelta en un minuto, mientras que los más conservadores —quienes no aceleraban demasiado por miedo a perder control— la hacían en un minuto y medio o más. Yo estaba en este último grupo. Aunque a medida que pasaban las vueltas me fui soltando de a poco y metiendo más velocidad para sentir mejor la adrenalina, cuidándome siempre de no chocar a nadie y no derrapar.

Juegos de escape

Hace unos cinco o seis años empezó toda la movida esta de los juegos o salas de escape. ¿Puedes creer que hasta ahora nunca había ido a ninguno? Y ese habría seguido siendo el caso de no ser por la fantástica idea de mi hermana de visitar una sala de escape juntos. Así que me puse a buscar una que pintara buena por la zona, y reservé para ir los tres (mi hermana, mi cuñado y yo) a las 20:00 horas.

Nos hicimos presentes a la hora que teníamos cita y tocamos la puerta del lugar. Una voz, una mano y una máscara emergieron por la puerta y nos incitaron a pasar. Cuando entramos, divisamos una habitación de aspecto sombrío y macabro, vacía salvo por un perchero de pie al costado de la puerta, y una mesa pequeña apoyada contra el muro del frente, sobre la cual se situaban una lupa, un portarretrato, y un antiguo farol de mano que alumbraba tenuemente la sala. Frente a nosotros había dos figuras humanas vestidas de negro, que con sus máscaras en la cara y curvatura en la espalda aparentaban ser ancianas. Nos estaban diciendo algo sobre un doctor que estaba medio loco y que tenía una casa donde cada tanto se veía personas entrar pero nunca se las veía salir. Que nuestra misión era entrar en la casa y descubrir qué estaba sucediendo con los desaparecidos. Teníamos 80 minutos para resolver el misterio, de lo contrario quedaríamos atrapados ahí para siempre.

Una de las ancianas nos acompañó a una puerta, nos hizo pasar y cerró de un portazo, dejándonos solos en la casa del doctor. La vivienda estaba ambientada en los años 50, con objetos anticuados como una máquina de escribir, un teléfono de disco y más faroles de mano. De una de las paredes colgaba anacrónicamente un televisor, en el cual podía verse un contador que marcaba los minutos que nos quedaban para resolver el misterio y escapar de allí con vida.

A partir de aquí, para no aburrirte (ni spoilearte) resumiré los 80 minutos diciendo solamente que lo he pasado de puta madre. En un momento entró el doctor y teníamos que escondernos detrás de los muebles para que no nos descubriera. Más adelante en otra habitación, encontramos a una mujer en una bañera —al principio creíamos que era un cadaver—, que resultó ser uno de los desaparecidos; teníamos que rescatarla antes de que llegara el doctor y nos matara a todos.

Fue para los tres nuestra primera experiencia en un juego de escape, y la verdad que quedamos todos maravillados. Es una experiencia súper divertida y recomendable para hacer en familia o entre amigos y pasar un buen rato.

Ciudad de las Artes y las Ciencias

Esta semana fuimos a visitar la Ciudad de las Artes y las Ciencias, en Valencia. Es un complejo cultural que comprende varios edificios con una arquitectura moderna e imponente, dentro de los cuales se encuentran algunos sitios recreativos para visitar tales como un museo de ciencias (Museu de les Ciències) y un acuario (Oceanográfic).

Es un lugar para ir a recorrer con mucho tiempo y ganas de caminar, dado que es realmente inmenso en su extensión y variedad de cosas para ver. El museo de las ciencias ocupa 40 000 metros cuadrados repartidos en tres pisos, en los cuales encontrarás toda clase de exposiciones y actividades interactivas y didácticas. El acuario, por su parte, se jacta de ser el más grande de Europa con 110 000 metros cuadrados y 42 millones de litros de agua (fuente: Wikipedia). Tiene cualquier cantidad y variedad de animales, de todas las latitudes, longitudes y climas del mundo: medusas, tiburones, pingüinos, delfines, cangrejos araña gigantes, flamencos, belugas y muchos más.

Nosotros cuando fuimos estuvimos unas seis horas recorriendo tanto el museo como el acuario. Llegamos a caminar casi diez kilómetros.

Ame,
Kato