Diferencias culturales y administrativas

Kara Ema:

Hace tiempo tenía ganas de contarte sobre las interesantes diferencias culturales y administrativas con las que me he ido topando desde que he estado viviendo en España (viniendo de Argentina). A continuación te iré enumerando algunas de ellas, a medida que las vaya recordando. Es que a diferencia de lo que hice con las comidas y los dialectos, esta lista no la fui armando sobre la marcha, sino que la voy a armar ahora toda junta mientras escriba esto, tratando de recordar todas las particularidades que he ido notando. Si se me olvida alguna y la recuerdo más tarde intentaré agregarla aquí también luego.

Allá vamos.

  1. Los billetes de euro tienen un tamaño completamente distinto a los de pesos y de dólares. El tamaño cambia según la denominación, pero en general suelen ser más altos y menos anchos. Tanto es así que me tuve que comprar otra cartera (=billetera) más grande para que me entren bien sin sobresalir.
  2. Las monedas aquí valen y la gente las usa. Y si algo sale 9,79 € y tú pagas con un billete de 10 €, puedes estar seguro de que te devolverán los 21 céntimos íntegros.
  3. Igualmente en general tienden a llevar poco efectivo encima y a usar la tarjeta para todo. Aquí funcionan los sistemas de Apple Pay y Google Pay, que son súper prácticos porque te permiten usar tu tarjeta de débito contactless desde tu móvil, sin necesidad de llevarla físicamente contigo.
  4. Todo lo que necesites lo puedes pedir por Amazon, con entrega gratis de cinco días, que siempre al final acaban siendo tres. Incluso entregan los sábados y domingos. Para minimizar el contacto, los repartidores suelen entrar al edificio, dejar tu paquete en el ascensor para que tú lo recibas desde ahí en tu piso. Y si tú no estás en casa cuando te tocan el timbre, te llaman por teléfono y les puedes pedir que se lo deje a un vecino.
  5. Si te estás preguntando por qué a un vecino y no al portero o al personal de seguridad, es porque aquí las llamadas «comunidades de vecinos» son básicamente edificios donde viven vecinos que comparten el inmueble y todos sus amenities, y no suelen tener porteros ni personal de seguridad en las entradas. Solo tienen un presidente, que es uno de los vecinos elegido cada año, y un administrador, que es un profesional contratado por los vecinos para encargarse del mantenimiento del inmueble.
  6. Los ascensores de los edificios (al menos los del que estoy yo) tienen una funcionalidad que nunca había visto y me pareció súper guay: en vez de cerrarse automáticamente al cabo de unos pocos segundos, no se cierra hasta que hayas apretado el piso al que quieres ir, entonces te deja tiempo suficiente para cargar y descargar con tranquilidad las compras del supermercado, las maletas, el perro, muebles o lo que sea.
  7. Los carteros, al igual que los repartidores de paquetes, entran al vestíbulo del edificio y depositan las cartas en la casilla de correo correspondiente a cada apartamento o vivienda. Aún no tengo claro cómo entran: ¿tendrán llaves de todos los edificios de la ciudad? ¿O esperarán a que alguien les abra?
  8. «Granizado» aquí no es helado de crema granizada, sino que significa otra cosa. Granizado de café, por ejemplo, es un café helado con hielos triturados. También existe el granizado de limón y el de horchata. Se lo suele consumir mucho en verano o días cálidos. En general suelen tomar mucho café frío o helado aquí.
  9. Hablando de cosas que consumen mucho: el chocolate. Se lo encuentra en todos los lados: en las facturas, las trufas, los muffins, los helados, etc. Todo lo que normalmente en Argentina iría con dulce de leche, aquí va con chocolate. Lo más interesante es que no es un chocolate común y corriente, sino que es súper fuerte/concentrado/espeso/intenso. Por ejemplo, si te compras un batido de chocolate (=chocolatada), es 90% sabor a chocolate, 10% a leche. Lo mismo con los churros con chocolate a la taza: es como si hubiesen cogido barras de chocolate puro y las hubiesen derretido así nomás, sin diluir con leche ni nada.
  10. La gente en general es más desinhibida, empática, liberal y amable. Por ejemplo, te atienden mejor en los comercios y en las centralitas de atención telefónica. Los vecinos te saludan de buena gana y te reciben los paquetes de Amazon cuando no estás. A veces, en las playas, se ven mujeres con el pecho descubierto. Y estoy hablando de las playas no nudistas.
  11. Aquí se toman muy en serio el tema del reciclaje. En casi todas las cuadras te encuentras con los cuatro tipos de contenedores: el amarillo para envases plásticos y latas, el azul para papel y cartón, el verde para los vidrios, y el gris para todo lo demás. Después también están los llamados «puntos limpios», que son lugares donde se puede llevar a reciclar cosas como pilas, metales, ordenadores y electrodomésticos. Lo bueno es que, a diferencia del reciclaje en Argentina, aquí no te piden que laves los envases, latas, botellas, etc. antes de reciclarlos. Es simplemente cuestión de clasificarlos y tirarlos en el cubo de basura que le corresponda a cada uno según su naturaleza.
  12. Si vas caminando por la acera, te acercas a un cruce de vías que no tiene semáforos pero sí senda peatonal, y el coche que está viniendo ve que tú estás por cruzar, indefectiblemente el coche frena y espera a que tú realices el cruce antes de seguir su camino. Esta es una de las diferencias que hasta la fecha más me impactó; luego de tres semanas aún me sigue sorprendiendo que absolutamente todos frenen para dejarme pasar a mí.
  13. Cada tanto te encuentras con una senda peatonal en medio de una vía, que tiene un semáforo que se mantiene permanentemente en verde para que pasen los coches. Solo cambia a rojo cuando un peatón manifiesta su intención de cruzar por ahí pulsando un botón antes de efectuar el cruce.
  14. El sistema de tránsito vehicular es ostensiblemente avanzado y complejo. Hay autovías y rotondas por todas partes (no debe de haber más de 500 metros como mucho entre rotonda y rotonda). Parece que es común que la gente vaya a grandes velocidades (~140 km/h) en autopistas e incluso en autovías. Existe un sistema de puntos que te quitan por cada infracción y te devuelven tras un tiempo sin cometer faltas. También existen distintos tipos de aparcamientos públicos, demarcados horizontalmente por colores:
    • Zona azul: aparcamiento de pago por parquímetro. Normalmente se encuentra en sitios concurridos como en los alrededores de centros comerciales. Suele tener un límite máximo de tiempo.
    • Zona verde: aparcamiento con prioridad para residentes locales (=frentistas). Se encuentra en zonas residenciales donde el aparcamiento escasea y suele haber mucho turismo (cerca de playas, por ejemplo). Los visitantes lo tienen que pagar y solo pueden quedarse por un tiempo acotado.
    • Zona naranja: similar a la verde pero más estricta para los visitantes. La restricción adicional puede ser por ejemplo la prohibición de aparcar en ciertas horas del día o en determinados períodos estacionales.
  15. La policía aquí controla y hace cumplir las leyes, multando o deteniendo a quienes no las respetan. Por ejemplo, a la noche cuando entra en vigencia el toque de queda las calles quedan desiertas salvo por los policías que cada tanto pasan patrullando y viendo si hay gente fuera de sus casas para multarlas. Estas son algunas de las infracciones de tránsito por las cuales te sancionan y te quitan puntos:
    • Exceso de velocidad: entre 100 € y 600 € y de 2 a 6 puntos.
    • Alcohol u otras drogas: entre 500 € y 1000 € y de 4 a 6 puntos.
    • Uso de dispositivos móviles o no uso del cinturón de seguridad: 200 € y 3 puntos.
    • Pasar por alto un cartel STOP o un semáforo en rojo: 200 € y 4 puntos.
    • No ceder la prioridad al peatón o ciclista (punto 12): 200 € y hasta 4 puntos.
  16. Los impuestos aquí se usan para el beneficio de la población, no el de los políticos. Esto se nota muchísimo en la enorme cantidad de espacios y servicios públicos disponibles para ser usados libremente por los ciudadanos. Universidades, centros de salud, calles y aceras impecables, contenedores de basura, plazas y parques por doquier. Como bien dijo mi hermana mientras hacíamos nuestro trote diario por el inmenso y hermoso predio de una de las universidades públicas de aquí: «así sí que da gusto pagar los impuestos, ¿a que sí?».

Ame,
Kato