Kara Ema:
El miércoles fue mi segundo día en Florencia, y me tocaba hacer todo lo que no había llegado a hacer el día anterior. En particular la parte al sur del río Arno, que como te conté es mayoritariamente espacios verdes. Esta vez caminé 24 kilómetros en total. Arranqué a las 8:30 y terminé a las 17:30.
Cuando salí del hotel a la mañana, lo primero que hice fue buscar el puente más cercano para cruzar el Arno lo más pronto posible y ya empezar a recorrer los espacios verdes. Tras atravesar el Ponte della Vittoria y caminar un poco bordeando el río, me topé con una simpática plaza con juegos para niños. Aprovechando que era temprano y no había nadie para juzgarme o recelarme, decidí ir un rato a las hamacas. Desgraciadamente no eran aptas para todo público como las de Francia; eran demasiado estrechas para mi trasero y demasiado bajas para mis piernas.
Entre las nueve de la mañana y las once estuve caminando casi sin parar, pasando por un montón de parques, jardines y monumentos espléndidos, incluyendo la Porta Romana, el Parco delle Scuderie Reali, el Giardino del Bobolino y el Giardino Piero Filippi. En este último me quedé un buen rato a descansar y a escribirte lo que hice durante mi primera jornada.
De ahí me fui a visitar el Giardino Bardini, que ya era una categoría superior que los otros (aunque no es el más grande e imponente de Florencia; ese vendría un poco más tarde—clave guardarse lo mejor para al final).
Luego de mis andadas por todos estos grandiosos espacios verdes públicos, a las 15:15 me fui para el Palazzo Pitti, que solía ser la residencia de varios personajes históricos importantes —entre ellos el duque Cosme I de Médici que te había mencionado la otra vez, padre de Bianca y quince otros—, y hoy en día funciona como una galería de arte.
Al entrar en el museo tuve que guardar mi móvil en mi mochila para hacerlo pasar por el control de seguridad. La verdad que estaba más interesado por recorrer el jardín de este palacio más que el palacio en sí (el Giardino di Boboli, el más grande de Florencia). Tenía miedo de no llegar a recorrerlo todo si me demoraba mucho en el museo, así que decidí visitar este último lo más rápido posible, sin siquiera molestarme en sacar mi móvil de la mochila para tomar fotos. A no ser, claro, que hubiera niñas —en las obras de arte; aclaro por las dudas—, que con lo raras que son en los museos merecen la pena ser fotografiadas. Así que comencé a hacer mi juego habitual de tratar de encontrarlas.
Tras recorrerme casi los dos pisos enteros de la galería en tan solo veinte minutos, ya estaba preparado para salir decepcionado hasta que —oh miracolo!—, el último par de salas me sorprendió con varios cuadros y esculturas de piccole bambine carine. El resto de las obras en las otras salas que pasé era más de lo mismo que venía viendo en los otros museos (animales, putti, bustos de próceres, etc.), por eso es que me permití pasármelo todo tan rápido. Aunque debo decir que varios de los cielorrasos eran particularmente alucinantes, con sublimes composiciones de pinturas y esculturas en una misma obra.
Por cierto, una cosa interesante que noté de los museos italianos que en los museos franceses no había, es que tienen un sistema de sensores híper moderno y tecnológico que hace que suene una alarma si te acercas demasiado a una obra, y la alarma no deja de sonar hasta que no te alejes. La idea en sí es buena, pero creo que deberían ajustar la calibración para que suene solo cuando estés tocando el cuadro o súper próximo a tocarlo; si no pueden ocasionarse un montón de falsos positivos, que de hecho era lo que pasaba y lo que me hizo notar la existencia de estos sensores.
Una de las cosas que tienen en común estas cuatro obras (aparte de incluir bimbe), es que es todo arte moderno de entre fines del siglo XIX y principios del XX. Lo cual me lleva a conjeturar la hipótesis de que el problema de la falta de arte protagonizado por niñas es exclusivo del arte más antiguo. Sigo pensando que alguien debería haber hecho un estudio o una tesis sobre esta problemática, pero la última vez que busqué no encontré nada. ¿Será que en la antigüedad las niñas verdaderamente no existían, y las mujeres se creaban de una costilla del hombre cuando este las necesitaba?
A las 15:45 entré al Giardino di Boboli, y me fui a eso de las 17:15, tras una hora y media recorriéndolo íntegramente. È stato straordinariamente splendido.
Finalmente, tras los jardines me fui a la Piazza Santo Spirito a tomarme un delizioso gelato para terminar la bella giornata. Como siempre me pedí dos gustos: stracciatella y caramello al sale. La stracciatella entiendo que vendría a ser como el helado de granizado en Argentina o el sorvete de flocos en Brasil (no puedo creer que todavía me sigo acordando del nombre de ese helado pese a que la última vez que estuve en Brasil fue hace más de una década): simplemente un helado de crema con virutas de chocolate. Un classico.
Ame,
Kato
Tremendos jardines!! La verdad que si, por lo que se ve el último fue el mejor! 👏🏻👏🏻
Abrazo Kato!
Me encantó super lindo !!!