Las dos caras de los japoneses (y otros divagues filo-sico-sociológicos)

Kara Ema:

Para compensar el hecho de no haberte escrito una entrada cultural en diciembre, te traigo esta segunda de enero—una edición especial sobre las ideas de conformidad, presión social, colectivismo y otros conceptos asociados, analizados dentro del ámbito de la sociedad japonesa.

Conformidad

Repasemos primero el fascinante concepto sicológico de conformidad o conformismo.

Conformidad es el acto de adecuar las actitudes, creencias y comportamientos a las normas de grupo. Las normas son reglas implícitas y específicas, compartidas por un grupo de individuos, que guían sus interacciones con los demás. La gente suele elegir conformarse a la sociedad en lugar de perseguir sus deseos personales, porque a menudo es más fácil seguir el camino que otros ya han hecho, en lugar de forjar uno nuevo. Esta tendencia a conformarse se da en pequeños grupos y/o en la sociedad en su conjunto y puede ser el resultado de sutiles influencias inconscientes (estado mental predispuesto), o de una presión social directa y manifiesta. […]

Las personas suelen conformarse por un deseo de seguridad dentro de un grupo, también conocido como influencia normativa—por lo general, un grupo de edad, cultura, religión o estatus educativo similares. A menudo se denomina groupthink: un patrón de pensamiento caracterizado por el autoengaño, la fabricación forzada del consentimiento y la conformidad con los valores y la ética del grupo, que ignora la evaluación realista de otros cursos de acción. La falta de conformidad conlleva el riesgo de rechazo social. El conformismo se asocia a menudo en los medios de comunicación con la adolescencia y la cultura juvenil, pero afecta fuertemente a los seres humanos de todas las edades.

Wikipedia

Seguramente habrás oído sobre la famosa fábula de los monos, la escalera y las bananas. Te la resumo: hay cinco monos en una jaula, con una escalera en el medio y bananas en el escalón superior. Un mono ve las bananas y empieza a subir las escaleras para cogerlas, pero esto provoca que los otros monos sean rociados con agua. Tan pronto como se dieron cuenta de la correlación entre estas dos acciones, los monos empezaron a no dejar que ninguno de ellos pudiese subir las escaleras.

Ahora es cuando viene la parte interesante. Los científicos que estaban llevando a cabo este experimento comenzaron a sustituir los monos con monos nuevos, que aún no habían sido condicionados a no subir las escaleras. ¿Qué hacía cada mono nuevo apenas llegaba a la jaula? Veía las bananas e intentaba cogerlas, pero era frenado por los otros monos. Llegó un punto en que ya no quedaba ninguno de los cinco monos originales, es decir, los que sabían lo que sucedería si uno de ellos intentaba coger las bananas. Ninguno de los monos que estaban actualmente en la jaula había sido rociado con agua jamás, ni había visto a ningún otro ser rociado. Nadie sabía por qué no había que subir las escaleras, pero sí sabían que esa era la normal del grupo, así que conformaban a ella sin cuestionarla.

Apuesto a que la primera vez que escuchaste esta historia pensaste algo como «qué estúpidos que son los monos, siguiendo reglas sin saber por qué». Pero lo más inquietante del conformismo es que los humanos somos tan susceptibles a caer en él como los primates. Lo cual no debería ser tan sorprendente, considerando que los humanos también somos primates.

Hay un montón de experimentos socio-psicológicos que los científicos han hecho para demostrar la influencia del conformismo en humanos. Por ejemplo, el siguiente video muestra una mujer entrando a un consultorio médico. Todos los que están en la sala de espera son actores menos ella, que vendría a ser la «víctima». Cada vez que se oye un pitido, todos los actores se paran de sus asientos por un instante y se vuelven a sentar. Al cabo de tres pitidos, la mujer empieza a hacer lo mismo. Más tarde le preguntan «¿por qué hiciste esto?», y ella dice «Cuando vi que todos se estaban parando, sentí que necesitaba hacer lo mismo, sino me iba a sentir excluida. Cuando decidí empezar a hacerlo me sentí mucho más cómoda.»

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Experimento sobre conformidad social en humanos

Otro clásico ejemplo es el Experimento de Conformidad de Asch.

El Experimento de Conformidad de Asch demuestra la influencia que tiene la conformidad en las personas. En un experimento de laboratorio, Asch pidió a 50 estudiantes varones del Swarthmore College de Estados Unidos que participaran en una «prueba de visión». Asch colocó a un participante ingenuo en una sala con siete confederados/secuestros en una tarea de juicio de líneas. Al enfrentarse a la tarea de la línea, cada confederado ya había decidido qué respuesta daría. Los verdaderos miembros del grupo experimental se sentaban en la última posición, mientras que los demás eran experimentadores preestablecidos que daban respuestas aparentemente incorrectas al unísono; Asch registró la respuesta de la última persona para analizar la influencia de la conformidad. Los resultados fueron muy sorprendentes: por término medio, cerca de un tercio (32%) de los participantes que se pusieron en esta situación se pusieron del lado de la mayoría claramente incorrecta en los ensayos críticos. En los 12 ensayos críticos, alrededor del 75% de los participantes se conformaron al menos una vez. Después de ser entrevistados, los sujetos reconocieron que en realidad no estaban de acuerdo con las respuestas dadas por los demás. Sin embargo, la mayoría de ellos creen que los grupos son más sabios o no quieren parecer inconformistas y optan por repetir el mismo error evidente. De ello se desprende que la conformidad tiene un poderoso efecto en la percepción y el comportamiento humanos, incluso hasta el punto de que puede fingirse en contra del sistema de creencias básico de una persona.

Wikipedia
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Experimento de Conformidad de Asch

Individualismo y colectivismo

Pasemos ahora a hablar sobre las ideas de individualismo y colectivismo, y las diferencias entre culturas colectivistas (como Japón) e individualistas (como la mayor parte del Occidente).

El individualismo valora la independencia personal. En las culturas individualistas, es más probable que las personas «se vean a sí mismas como separadas de los demás, se definan en función de sus rasgos personales y consideren sus características relativamente estables e inmutables». El sentido de sí mismo de un individualista se define más por lo que es en su «interior», minimizando la influencia de factores, contextos y personas «externas» al individuo. Los individualistas tienden a comunicarse de forma directa: dicen lo que quieren decir y dan prioridad a que la información se transmita de forma explícita y sin ambigüedades. Las culturas europeas y «occidentales» suelen ser más individualistas.

El colectivismo valora la interdependencia personal. En las culturas colectivistas, es más probable que las personas «se vean a sí mismas conectadas con los demás, se definan en términos de relaciones con los demás y consideren que sus características tienen más probabilidades de cambiar en diferentes contextos». El sentido de sí mismo de un colectivista se define más por lo que es con otras personas, o por su pertenencia a un grupo. Mantener la armonía social, llevarse bien con los demás y cumplir las expectativas sociales es más importante en las culturas colectivistas. Tienden a comunicarse de forma indirecta: los colectivistas dan a entender lo que realmente quieren decir, pero pueden decir lo contrario para evitar conflictos o situaciones embarazosas. Por ejemplo, las culturas asiática y africana tienden a ser más colectivistas.

AFS-USA

Es importante destacar que el hecho de que Estados Unidos sea una sociedad individualista y Japón colectivista, no significa que los estadounidenses vayan a ser todos librepensadores y liberalistas mientras que los japoneses todos conformistas y legal moralistas. De hecho, si una hay una palabra que no asociaría jamás con un yanki es librepensador/liberalista/libertario. Aunque para ser justo tampoco la asociaría con un japonés, honestamente.

Lo que sí uno podría llegar a decir, es que las culturas colectivistas tienden a caer más seguido en el conformismo que las individualistas. Esto no significa que una cultura colectivista sea «mejor» o «peor» que una individualista, dado que ambas tienen sus pros y sus contras, como todo. Mismo el conformismo social tampoco tiene por qué ser siempre algo malo. Por ejemplo, la conformidad de conducir por el mismo lado de la calzada o caminar por el mismo lado de la acera es beneficiosa para todos. Por otro lado, un ejemplo de conformidad perjudicial es la de pensar que ciertas minorías sexuales son intrínsecamente nocivas y condenarlas al ostracismo. Te parecería que no pero sigue habiendo muchísima homofobia en el mundo, entre otras fobias irracionales.

El hecho de que Estados Unidos sea individualista y Japón colectivista tampoco significa que en Estados Unidos hay libertad de expresión y en Japón no. En ningún país hay libertad de expresión, al menos no absoluta. Puedes decir lo que quieras, siempre y cuando no vaya en contra de la opinión de la mayoría. Es decir que si tienes una opinión minoritaria, no te queda otra que guardártela para ti y conformar con las ideas del grupo. Esas son las reglas del juego. Si quieres jugar (i.e. ser parte de la sociedad), debes amoldarte a ellas.

Uno de mis filósofos favoritos es John Stuart Mill, más que nada por su idea del «principio del daño», la cual comparto plenamente y forma parte de mi filosofía de vida. Este principio mantiene «que cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros», es decir, que el individuo ha de ser libre para hacer cuanto desee mientras no dañe al prójimo.

¿Pero cómo hice para llegar al principio del daño desde las nociones de individualismo/colectivismo? Lo siento—siempre me pasa lo mismo. Cuando me pongo a filosofar sobre moralidad y comportamiento humano me termino yendo por la tangente, saltando de concepto en concepto en mi búsqueda insaciable por entender mejor cómo funcionan las personas; por qué sentimos lo que sentimos, pensamos lo que pensamos, y hacemos lo que hacemos.

Honne y tatemae

Pero volvamos a Japón. Me toca hablarte ahora sobre dos conceptos exclusivamente japoneses: honne y tatemae.

Honne (本音) refiere los verdaderos sentimientos y deseos de una persona. Estos pueden ser diferentes de lo esperado o requerido socialmente, de acuerdo a las circunstancias o la posición de la persona y frecuentemente se mantienen ocultos o se revelan solo al círculo más cercano de amigos.

Tatemae (建前), literalmente «fachada,» es la conducta y las opiniones que uno demuestra en público. Tatemae es lo que es esperado y necesario, de acuerdo a las circunstancias o la posición de la persona. El tatemae puede o no coincidir con el honne de una persona.

La línea divisoria entre honne y tatemae es considerada de suma importancia en la cultura japonesa. Algunos especialistas en cultura japonesa han afirmado que el solo hecho de que el idioma japonés tenga palabras específicas para estos conceptos es evidencia de la gran complejidad y rigidez del protocolo y la cultura japonesas.

[…]

Fenómenos contemporáneos como el hikikomori (aislamiento social) o el «soltero parásito» son vistos como ejemplos del creciente problema de las nuevas generaciones japonesas que crecen incapaces de lidiar con las complejidades de honne/tatemae y las presiones de la sociedad nipona.

Wikipedia

Creo que lo que explica Wikipedia está bastante claro, así que no tengo mucho más para agregar sobre esto.

Como te habrás dado cuenta, todos estos conceptos de los que te estoy hablando en esta entrada están todos relacionados unos con otros. El honne/tatemae tiene mucho que ver con la conformidad y la presión sociales a las cuales están sometidos los individuos en la sociedad colectivista japonesa.

Wikipedia habla sobre un fenómeno contemporáneo que se cree que fue causado por la carga social que tienen los japoneses de sentirse constantemente obligados de «encajar» con el resto, de no sobresalir. En la siguiente sección yo te voy a hablar sobre otro fenómeno contemporáneo distinto, más reciente todavía que el hikikomori.

La otra cara de los japoneses: cuentas traseras

Todos los divagues que leíste hasta ahora en esta entrada eran solo la introducción a este tema. Esto era lo que más me interesaba contarte realmente, pero para poder llegar aquí sentí que necesitaba explicarte las razones de trasfondo que hacen que este fenómeno se desarrolle en Japón. Desde ya que esta es solo mi opinión, y como tal reconozco que puedo estar errado. Después de todo yo también soy humano, y por consiguiente susceptible a errores en mi juicio causados por sesgos cognitivos tales como el conformismo social mencionado previamente.

Los japoneses se pasan la vida teniendo que adaptar sus propias ideas individualistas a lo que la sociedad considera adecuado y correcto. Todos tenemos que hacer esto en mayor o menor medida, pero los japoneses tienen obligaciones sociales adicionales, tales como esconder su verdadera esencia (honne) detrás de la careta que llevan puesta todo el tiempo cuando están en público (tatemae).

Como te imaginarás, esto de tener que fingir ser alguien que no eres genera un estrés enorme, incluso pudiendo llegar a causar depresión y pensamientos de suicidio. La gente necesita desahogarse, necesita expresar sus verdaderos sentimientos que la sociedad les obliga a reprimir. Esta es la única forma de evitar sucumbir al estrés y la depresión.

Mi sospecha es que esta es precisamente la razón por la cual la mayoría de los japoneses recurren a crearse cuentas secundarias anónimas en las redes sociales, un espacio donde finalmente puedan expresar libremente su individualidad sin inhibiciones ni preocupaciones por potentiales consecuencias.

El término 裏垢 [uraaka; cuenta trasera, oculta] hace referencia a una cuenta creada por la misma persona independientemente de la cuenta original.

Mientras que la cuenta original es la cara frontal de la persona, una cuenta trasera se utiliza a menudo como una cuenta que revela una cara trasera, como un lugar para revelar intereses especiales o para escribir malas palabras.

Las cuentas traseras no suelen darse a conocer a los amigos de la escuela o el trabajo, sino que se dirigen a una comunidad diferente.

Meaning.jp

Las cuentas traseras se utilizan para dar cuenta de comportamientos que uno no quiere que se asocien con sus propias palabras o acciones. La difamación de terceros, los comentarios discriminatorios, la publicación de lenguaje o imágenes moralmente cuestionables, etc. son los principales objetivos de la utilización de una cuenta trasera.

El término se utiliza a menudo para referirse a cuentas anónimas en Twitter, especialmente aquellas en las que mujeres jóvenes tuitean cosas obscenas (eróticas) o se hacen y publican fotos desnudas. En algunos casos, estudiantes menores de edad de escuela media y secundaria han publicado fotos que muestran explícitamente sus partes íntimas. […]

A las mujeres que parecen utilizar estas cuentas para mantener conversaciones indecentes con el sexo opuesto o para tener encuentros tentativos se las denomina a veces 裏垢女子 [«cuentas traseras de chicas»].

[…] En la mayoría de los casos, lo que se dice o hace en las cuentas traseras va contra la moral, es indecente y no puede hacerse público, y en algunos casos, la posición de la persona en el mundo real puede incluso estar en peligro si se exponen sus actividades en estas cuentas.

Weblio.jp

Esa es básicamente la explicación del concepto de cuenta trasera, tal como se lo conoce y utiliza en Japón actualmente, sobre todo por las generaciones más jóvenes que están en la búsqueda de una pareja, de sexo casual, de experimentación homosexual, o bien quienes quieren ganar algo de dinero vendiendo sus prendas íntimas sucias, sus vídeos eróticos, o su cuerpo.

Uso del teléfono móvil, Internet, redes sociales y cuentas traseras por parte de menores en Japón

En 2020 Digital Arts realizó una encuesta a escolares japoneses, para poder determinar exactamente cuán extendido está el uso del móvil, Internet, las redes sociales e incluso las cuentas traseras en alumnos de escuelas primarias, medias y secundarias.

Encuesta sobre el uso de móviles y smartphones por menores
La comunicación con los amigos en línea sigue activa
Exceso de confianza en sus propios conocimientos de Internet y escasa conciencia del riesgo
Los niños de primaria con cuentas traseras son cada vez más
Los padres respetan la autonomía de los hijos
Las medidas concretas son un desafío

El fabricante de seguridad informática Digital Arts Corporation realizó una encuesta sobre el uso más reciente de teléfonos móviles y smartphones por parte de los menores. La decimotercera encuesta se dirigió a 618 varones y mujeres de todo el país con edades comprendidas entre los niveles superiores de primaria y la secundaria (10-18 años), y a 1030 padres con hijos de 3-18 años, lo que hace un total de 1648 encuestados.

Desde el segundo semestre del año pasado, los medios de comunicación se han hecho eco de varios casos de secuestro de alumnos de primaria y secundaria por personas que habían conocido a través de las redes sociales. Los delitos, que son el resultado de que los menores conozcan a otras personas a través de las redes sociales y se acerquen a ellas hasta el punto de visitar sus domicilios, han conmocionado a la opinión pública y han llamado la atención sobre el estado de desprotección en que se encuentra el uso de las redes sociales por parte de los propios menores y sus peligros. […]

En esta encuesta , además del porcentaje de menores que poseen teléfonos inteligentes, el estado real de su uso, la tasa de uso de filtros, etc., también se entrevistó sobre el estado real de la comunicación en Internet y el conocimiento de los padres sobre el uso de teléfonos móviles y teléfonos inteligentes por parte de los menores. Los resultados mostraron las siguientes tendencias.

Digital Arts

Así arranca la encuesta. Interesante, ¿a que sí? Tiene sentido igual que tantos menores japoneses tengan acceso a teléfonos móviles e Internet irrestringidos y no supervisados, considerando lo autónomos, independientes y responsables que la sociedad japonesa considera a los niños en general. Imponer restricciones sobre su uso de Internet sería ir en contra de esa autonomía. Lo que sí deberían hacer es educarlos bien sobre los potentiales riesgos que conlleva esta libertad, y que nunca deben dejar que nadie les haga hacer algo en contra de su voluntad.

La conciencia del riesgo sigue siendo baja en comparación con la creciente conciencia de la comunicación en línea

  • El 40,1% de los menores tiene amigos con quienes se comunican exclusivamente por Internet («amigos en línea»).
  • El 40,3% de los menores ha conocido o le gustaría conocer en persona a sus amigos en línea, de los cuales el 60,7% siente que puede confiar en ellos.
  • La concienciación sobre el peligro de los secuestros y las autoproducciones sigue siendo baja. [Con «autoproducciones» se refieren a material tipo fotos o videos de los menores desnudos, hechas y enviadas por ellos mismos.] […]
  • Cada vez son más jóvenes los titulares de cuentas traseras, con un aumento de los niños de primaria.
    • El 66,0% de las alumnas de secundaria tienen una cuenta trasera, un 3,9% menos que el año pasado, y el 35,0% de las de escuela media, un 6,7% menos.
    • En cambio, el 32,0% de los alumnos de primaria poseen una, lo que supone un aumento del 5,5% desde el año pasado.

Uso real de las redes sociales

  • El 89,8% de los menores utiliza las redes sociales, y el contenido más utilizado es la información sobre «aficiones, artistas favoritos y cosas que les gustan», con un 58,9%.

Uso de teléfonos móviles por menores y uso de filtros

  • La posesión de smartphones entre los menores con algún tipo de teléfono móvil se mantuvo casi sin cambios en el 93,7%. La duración media de uso disminuyó 0,1 horas con respecto al año pasado, situándose en 3,6 horas.
  • El 45,3% de los menores afirma haber recibido información sobre los ajustes de filtrado cuando compró su teléfono móvil, lo que supone un descenso del 7,6% desde el año pasado, y a pesar de la tendencia a temer incidentes, la tasa de uso actual del filtrado es del 35,0%, lo que supone un descenso del 5,0% desde el año pasado.

Actitudes de los padres hacia el uso de teléfonos móviles por parte de los menores

  • Los padres que regalaron a sus hijos un teléfono móvil con fines de «comunicación» fueron los más frecuentes, con un 69,5% de los padres de alumnos de los niveles superiores de primaria a secundaria [10-18 años] y un 59,7% de los padres de alumnos de los niveles inferiores de primaria [6-9 años].
  • Los padres de alumnos de primaria superior a secundaria son los más preocupados por el uso que hacen sus hijos de Internet: el 62,0% de los padres afirma estar preocupado por que sus hijos «se relacionen con extraños y corran el riesgo de verse implicados en incidentes, etc.». Le siguen el 54,9% para «problemas de salud causados por un consumo excesivo» y el 45,1% para «bajo rendimiento académico causado por un consumo excesivo».
  • Aunque los padres sienten la necesidad de «limitar la cantidad de tiempo que sus hijos pasan con el móvil» como medida para evitar el uso excesivo del móvil, solo el 24,1% afirma que utiliza filtros para limitar el tiempo y las apps que pueden utilizar, mientras que el 28,5% afirma que establece normas como el tiempo de uso pero no impone sanciones, y el 23,0% afirma que lo deja a criterio del menor. Muchos padres dejan que sus hijos utilicen Internet libremente. El 40,7% de los padres afirma hablar con sus hijos al menos una vez al mes sobre el uso de los servicios de redes sociales.
  • El 44,7% de los padres de niños en edad preescolar tiene algún tipo de dispositivo dedicado a su hijo. El 89,8% de los padres ha utilizado este dispositivo con fines de entretenimiento para el niño, y el 57,3% ha experimentado un uso inesperado de él por parte de sus hijos.
Digital Arts

Esos son los datos reveladores de la encuesta. Luego le sigue un resumen los resultados y las conclusiones del estudio.

El 90% de los menores que poseen un teléfono móvil utilizan servicios de redes sociales, y casi la mitad de estos menores tienen amigos con los que se comunican exclusivamente en línea, igual que el año pasado.

De ellos, alrededor del 40% de los menores querían conocer/ver en persona a sus amigos en línea. Sin embargo, se puede predecir que tienden a abrirse e intercambiar información si pueden juzgar a través de conversaciones en línea y temas comunes que pueden confiar en la otra persona. Si los delincuentes juegan con sus interacciones en línea, pueden causar graves daños.

Por otra parte, aunque la concienciación de los padres sobre los riesgos en línea ha aumentado en comparación con el año pasado, la mayoría de los menores cree poco probable que ellos mismos se encuentren con peligros como secuestros o «autoproducciones».

A los padres les preocupan estas conexiones con desconocidos y el uso excesivo de teléfonos móviles, pero son pocos los que han tomado medidas concretas como filtros o normas claras en casa, y aunque hablan con frecuencia del uso de las redes sociales con sus hijos e intentan comprender lo que ocurre, en muchos casos confían plenamente en las acciones de sus hijos.

Casi la mitad de los padres permiten a sus hijos en edad preescolar utilizar smartphones, tabletas y otros dispositivos específicos para niños, no sólo para «mantenerse en contacto con la familia y comprobar la seguridad mediante GPS, etc.», sino también porque son útiles como juguetes, para la educación y el futuro del niño. […]

El alfabetismo digital de los niños es cada vez mayor, y como padres es importante vigilarlos y confiar en ellos. Quizá por ello, el uso del filtrado, que tiene una fuerte imagen de «restricción de la visualización y el uso de contenidos inapropiados», disminuye año tras año. Sin embargo, los peligros en línea de los menores nunca disminuirán, y se necesitan medidas específicas para garantizar su protección.

Después de que los niños y los padres/tutores implicados hablen de los riesgos de Internet y establezcan normas sobre el tiempo de uso y los sitios web que se pueden navegar, se puede utilizar la función de bloqueo de filtrado y la función de límite de tiempo para limitar de forma funcional el tiempo de uso por parte de los niños, y se pueden permitir los sitios web seguros que los niños quieran ver. Personalizar y utilizar estas funciones es el factor decisivo para que las medidas sean eficaces en cada hogar. En este sentido, creemos necesario anticiparnos a la forma en que los niños utilizan los teléfonos móviles, y esforzarnos por mejorar las funciones de nuestros productos para garantizar un entorno seguro.

Digital Arts seguirá trabajando con cada hogar para proporcionar programas de filtrado y mejorar sus funciones, de modo que los menores puedan utilizar Internet con tranquilidad.

Digital Arts

Si bien los datos de esta encuesta me parecen súper interesantes, no estoy del todo de acuerdo con las conclusiones ofrecidas por Digital Arts. Esta empresa desarrolla filtros de contenido online, con lo cual tienen un interés propio en decirte que los niños los necesitan para poder vender más. Pero cuestiono fuertemente sus conclusiones sobre la necesidad del filtrado, y al parecer —según esta misma encuesta— la gran mayoría de los padres japoneses está de acuerdo conmigo.

El abuso sexual infantil en Japón es uno de los más bajos comparado con otras naciones desarrolladas. Una vez más voy a utilizar a Estados Unidos para la comparación con el Occidente. EE.UU. tuvo 618.399 casos de abuso infantil reportados en 2020, mientras que Japón apenas tuvo 2133 (de los cuales la gran mayoría fueron casos de abuso físico, y solo 299 fueron de abuso sexual). Es decir que Estados Unidos tiene casi 300 veces más casos que Japón. Incluso teniendo en cuenta el hecho de que la población de EE.UU. es casi tres veces más grande, eso implicaría que el problema de abuso infantil en la tierra de los libres sigue siendo 100 veces más grande que en el país del sol naciente.

Claramente hay algo que la cultura colectivista japonesa está haciendo bien, y algo que la cultura individualista estadounidense está haciendo terriblemente mal, y deberían sentirse avergonzados por defraudar a sus niños de esa manera.

Entonces mi hipótesis es la siguiente. Visto y considerando que:

  1. El abuso sexual infantil reportado en Japón es ínfimo y casi inexistente comparado con otros países desarrollados.
  2. Solo un tercio de los padres japoneses obliga a sus hijos a usar filtros de contenido en Internet. El resto por lo general tiende a confiar en ellos y no monitorea sus acciones.

Lo siento muchísimo por Digital Arts, pero no me queda otra que concluir que los filtros no son necesarios—al menos no para los niños japoneses.

En mi humilde opinión, lo único necesario es informarles sobre los riesgos de Internet, y recordarles que todo lo que compartan por ahí, una vez compartido es casi imposible de borrar completamente, y por supuesto que nadie tiene por qué obligarles a hacer nada que no quieran.

Eso es todo lo que yo personalmente le diría a mis hijos. El resto dependerá de ellos. Para que tus hijos crezcan como personas capaces e independientes, es fundamental poder confiar en ellos. Si les haces creer que ellos pueden y les otorgas las herramientas y la autonomía suficientes para que puedan, puedes estar seguro de que van a poder. Los niños japoneses son un testimonio de esto.

Cuantos más riesgos dejas asumir a los niños, mejor aprenden a cuidar de sí mismos.

Roald Dahl

Ame,
Kato