Mi primer día trabajando en Japón

Kara Ema:

No lo puedo creer.

Al fin lo conseguí.

El trabajo que estaba buscando.


Empecé a trabajar en un 学童保育 (gakudō hoiku), una escuela infantil donde los niños van normalmente después del colegio, cuando ambos padres trabajan y no hay nadie que los pueda cuidar durante el día.

A grandes rasgos, hay cuatro tipos de establecimientos educativos infantiles en Japón:

NombreTraducciónEdades
小学校 (shōgakkō)Escuela primaria6-12 años
幼稚園 (yōchien)Jardín de infancia3-6 años
保育園 (hoikuen)Guardería0-6 años
学童保育 (gakudō hoiku)Cuidado extraescolar6-12 años
Tipos de establecimientos educativos infantiles (0-12 años) en Japón.

La finalidad de los gakudō hoiku es proporcionar un lugar donde quedarse a los niños en edad escolar cuyos padres están fuera de casa durante el día por motivos de trabajo o enfermedad.

Los trabajadores de apoyo en guarderías extraescolares se ocupan de los deberes de los niños y juegan con ellos con juguetes y juegos de mesa con el fin de apoyar su crecimiento y desarrollo sano para que puedan llegar a ser independientes.

Hoiku Next

El lunes fue mi primer día.

El gakudō queda en Yokohama, a unos 50 kilómetros de donde vivo, así que me tuve que levantar temprano dado que tenía que estar allí a las 9:30.

A las seis me levanté y a las siete salí de casa para ir a tomarme el tren. Llegué a las 9:15 y toqué el timbre. Cuando abrieron la puerta me presenté, y tras pasar el umbral me saqué el calzado.

Como había llegado un poco temprano, me invitaron a sentarme en una mesa mientras esperaba a que llegara mi jefe. Me ofrecieron también un vaso con agua y un folleto de la empresa para leer y aprender un poco más acerca de la institución.

Cuando llegó mi jefe me hizo pasar a una oficina y me empezó a explicar un montón de cosas. Me contó que la empresa tenía varias escuelas aparte de esa donde iba a estar trabajando, y que mismo en ese edificio había dos establecimientos distintos: uno en el segundo piso, dedicado al cuidado de niños menores de 6 años y con ciertas discapacidades neurológicas tales como trastornos del espectro autista (ADS) y trastorno por déficit de atención con hiperactividad (ADHD).

El otro establecimiento, en el primer piso, era un gakudō convencional dedicado al cuidado de niños en edad de escuela primaria (6-12 años). Aquí es donde empezaría a trabajar yo.

Mi jefe también me hizo firmar varios papeles relacionados con el contrato de trabajo. Uno de ellos contenía una serie de normas que me comprometía a cumplir, entre las cuales había por ejemplo una que decía que estaba prohibido ir al trabajo en coche. La única relacionada con los niños decía que no podía revelar ningún tipo de información personal de ellos a personas ajenas a la empresa.

Después de esta reunión con mi jefe en el segundo piso, me llevaron a conocer el primer piso.

Una vez más, lo primero que tuve que hacer apenas entré fue quitarme los zapatos. Es lo más esto de poder trabajar todos los días descalzo. Pero esa ni siquiera es la mejor parte. Una de las cosas que más me gustan de este trabajo —más allá del hecho de trabajar con niños— es que básicamente no hay código de vestimenta. Nada de sacos, camisas, corbatas, y esas cosas aburridas e incómodas. Voy con un pantalón largo de Uniqlo que me compré el otro día, el cual es súper cómodo y liviano. En la parte de arriba voy con una camiseta, pero luego cuando llego a la escuela me la tengo que cambiar por la camiseta del trabajo, la cual también es cómoda y liviana dado que no está hecha de algodón sino de poliéster.

Tras quitarme el calzado tuve que atravesar otra puerta más para llegar al gran salón donde estaban los niños y los profes. Hablando de niños y profes, la proporción es bastante interesante: hay alrededor de 7 cuidadores y 11 niños (estos números varían un poco cada día, pero más o menos esa es la cantidad). Es decir que hay un instructor para cada dos niños. Los profes son todas mujeres menos dos, incluyéndome a mí. Los niños son más o menos mitad y mitad.

Alrededor de este gran salón donde se llevan a cabo la mayoría de las actividades de la jornada, hay varias salas pequeñas. Todas ellas tienen una puerta que se mantiene cerrada en todo momento con una traba, la cual está puesta a propósito en altura para que los niños no puedan manipularla. Este también es el caso de la puerta principal que da a la calle.

Las salas pequeñas son las siguientes: sala del personal, sala de taquillas, sala de reuniones, sala de estudio, sala de relajación, cocina y aseo. Las primeras tres salas son de uso exclusivo del personal, mientras que el resto puede ser utilizada por los niños siempre y cuando pidan permiso a alguno de los profes antes.

Hay un solo aseo (pequeño cuarto con nada más que un inodoro) para todos—tanto para los cuidadores como para los niños. El lavabo se encuentra ubicado en el gran salón. Tiene tres grifos y debe ser utilizado por todos al entrar al salón desde la calle, y antes y después de comer.

Otras cosas que hay en el gran salón: mesas, sillas, dos pizarras, unos estantes para que los niños dejen sus mochilas, unos estantes con juegos, juguetes, peluches, material para dibujar y pintar, etc.

Tras entrar al salón, una de las profesoras —asumo que la principal o coordinadora— me hizo pasar a la sala de reuniones para charlar un rato y determinar algunas cosas, como qué horas y qué días iba a trabajar. Quedamos en que mi día libre sería el miércoles, es decir que trabajaría los lunes, martes, jueves, viernes y sábados (el domingo es el único día en que la escuela cierra). También quedamos en que por esta semana mi horario de trabajo sería de 10:30 a 17:30, con una hora libre en el medio para almorzar.

Luego pasé de vuelta al salón, donde me ofrecieron una butaca para sentarme entre los niños. En ese momento había una sensei parada frente a las pizarras que estaba dando la clase de SST—social skill training (entrenamiento en habilidades sociales).

Básicamente esta clase consistía en enseñarles a los niños las reglas básicas que tenían que cumplir mientras estuvieran en el gakudō. Cosas como jamás manipular las trabas de las puertas sino informar a un profesor para que lo haga por ellos, pedir permiso para ir al baño, nunca correr en la calle sino caminar ordenadamente en fila por el costado, etc.

Cuando la profe terminó de dar su clase, de repente dijo a los niños: «¿han notado que hay un nuevo sensei?», y me invitó a pararme en frente para presentarme.

Luego pasamos a la siguiente actividad: 運動 (undō; ejercicio físico). Varios de los profes fueron a buscar a la sala del personal aparatos para hacer actividad física tales como un trampolín, una bicicleta, una cinta y una pelota.

La coordinadora me había dicho que como era mi primer día, lo único que tenía que hacer por ahora era 見学 (kengaku; observación), así que me paré al costado de los niños mientras veía como hacían actividad física utilizando los distintos aparatos.

Otra cosa que me dijo la sensei mientras observábamos a los niños fue lo siguiente: «lo más importante que debes tener presente aquí es el 安全 (anzen; seguridad), y lo segundo más importante es el 黒子 (kuroko; apoyo)».

Kuroko es un término que no conocía, que tiene que ver con el teatro tradicional japonés, y significa algo así como «persona que brinda apoyo desde detrás de escenas». Este es el rol de un cuidador en un gakudō. Estar al lado de los niños, motivándolos y felicitándolos en cada pequeña hazaña («¡Qué bonito dibujo!», «¡Lo has hecho muy bien!», etc.), guiándolos cuando necesiten ayuda, pero por lo general dejando que se las rebusquen solos, dado que la idea es que aprendan a ser independientes.

Después de esto me dijeron que me podía ir a casa. Era justo el mediodía así que cuando salí del trabajo pasé por un restorán para almorzar un katsukarē y un bol de soba.

Mi almuerzo del lunes, tras salir del trabajo.

Fue interesante ver cómo alrededor de mí había varios salaryman que habían salido de sus oficinas para almorzar, todos vestidos de traje y corbata mientras yo —que también acababa de salir de mi trabajo— estaba simplemente de pantalón de gimnasia y camiseta.


Esto fue todo en cuanto a mi primer día.

Todavía no puedo creer que conseguí este trabajo.

Que me van a pagar por jugar con niños todo el día, cinco días a la semana.

Algo que habría hecho gratis.

Algo que no hacía desde que me mudé a Japón y que estaba ansiando hacer desde entonces.

Trabajar con niños no es un trabajo para mí.

Es un deleite.

Ame,
Kato